Por Fernando Londoño Hoyos
La Patria, Manizales
Junio 9 de 2009
La Corte anda haciendo política y el objetivo obvio es tumbar la Reelección, deslegitimar al Presidente y sacarse más de un clavo. Que el país se vaya al infierno, no es asunto suyo.
En pocas horas del pasado viernes, la Corte Suprema de Justicia, la Sala Penal para ser precisos, hizo caída y mesa limpia, como dicen los tahúres.
En una primera sentencia, condenó a seis años de prisión a Iván Díaz Mateus, por haber coaccionado a Yidis Medina en la votación de la reelección de hace cuatro años. La decisión es más que una injusticia, una crueldad. Nada puede imputarse al doctor Díaz, que no haya hecho cualquier parlamentario en cualquier proyecto cuando quien lo ha sucedido quiere tomar su propio camino, bien distinto del que trazaron los electores. La Corte juzga que Díaz es el único parlamentario que no se escapa de su competencia por irse del Congreso, es decir, de sus garras. Y ello por una gravísima razón. Y es que Díaz Mateus tiene que ser condenado para revivir la cuestión de Yidis, y dejar en claro que Álvaro Uribe es un Presidente de Facto desde hace tres años.
Pero no bastaba. Por eso venía de perlas condenar al pobre Teodolindo Avendaño, a quien nunca debieron sacar de su Caicedonia nativa para extraviarlo por los vericuetos de la política nacional. Pues la Corte dijo, nada menos, que Teodolindo se fue del Congreso para alterar el resultado de aquella votación, porque tenía promesa firme de una jugosa notaría. Lo de Teodolindo pudo ser como la Corte dice que fue, o de cualquier otra manera. Pero es obvio que para condenarlo por cohecho, consistente en aceptar promesa remuneratoria por hacer lo que no debía, ha debido citarse al autor de la promesa, como quien dice al que estaba en el otro extremo del hilo delictivo. Pero la Corte no se para en esas nimiedades. De afán como anda, no tenía para qué llamar al Ministro del Interior y de Justicia de la época, el doctor Sabas Pretelt, el que podía ofrecer notarías con alguna probabilidad de ser creído. Porque el de verdad, el que sí tiene el poder pleno en la materia, es el Presidente de la República. La Corte no se anda en chiquitas. Condenar oyendo a la víctima no tiene gracia. De modo que a condenar sin más miramientos, que ya habrá tiempo de decirle al condenado que le toca el turno y que mejor no abra su boca porque ya está todo dicho.
El ministro Palacio no se le podía escapar a la Corte. ¡Ni más faltaba! Después de que la entuteló, con razones que atendió el juez de tutela, y la denunció penalmente, Palacio no se podía ir con la soga entre los cachos. Pero el problema es que ese Ministro no tiene nada que ver con una Notaría. Pues a inventarlo. Como se reunió con Teodolindo un día antes de la votación, tuvo que ser para hablar de ella, notaría mediando. Pero es que Ministro y acusado coinciden en describir el tema de su reunión, tan ajeno a la reelección como el que se ventiló en encuentros con otros tres parlamentarios, todos de la oposición, que declaran unánimes que el Ministro no mencionó el tema de la reelección en sus entrevistas. Pero no importa. En este caso, sí. Y lo dice la Corte. Que no tenga pruebas, qué importa. La Corte no se para en minucias. Va a lo suyo.
Para redondear el viernes de gloria, la Corte le hace saber a los 85 Representantes a la Cámara que votaron favorablemente la Ley del Referendo, que están investigados penalmente. Allá ellos si insisten y añaden nuevos motivos a los que la Corte tiene para mandarlos a la cárcel. Con esa tranquilidad, todos a votar. ¡Son tan valerosos nuestros congresistas!
Nadie dirá que esta terna de ases llegó a la mano de la Corte, el mismo día, de pura casualidad. No. La Corte anda haciendo política y el objetivo obvio es tumbar la Reelección, deslegitimar al Presidente y sacarse más de un clavo. Que el país se vaya al infierno, no es asunto suyo. ¿O es que en alguna parte dice la Constitución que los Magistrados deben hacer algo para impedir que nos vayamos todos al infierno?
La Corte condenó a Díaz Mateus, a Teodolindo, moralmente a Diego Palacio, y eso todo es aparente. La sentencia de verdad la dictó contra el Presidente y contra la República. Es hora de notarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario