martes, 13 de octubre de 2009

360 grados

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Octubre 13 de 2009


Últimamente, el presidente boliviano, Evo Morales, está sumamente alarmado. Se puso a analizar el panorama político latinoamericano y llegó a conclusiones que lo atormentan y deprimen no sólo a él, sino a todos sus colegas de la Alianza.


Tras varios años en el poder, que seguramente se duplicarán en diciembre porque los votos que obtendrá en la mitad del país bajo su control le mantendrán en el poder a pesar de la fractura geopolítica en que vive el Estado, Evo ha podido constatar que va a quedarse íngrimo y más desvalido que nunca en el vecindario.

“¿Qué pasaría”, comentaba, visiblemente sofocado, “si los pinochetistas ganan las elecciones de fin de año en Chile?”.


Y agregaba: “¿Qué pasaría si la derecha fascista y racista vuelve al poder en Argentina?”.


Maestro en entremeterse en asuntos ajenos, el exultante Presidente de (media) Bolivia no acierta a comprender que América Latina está dándole una vuelta completa a la tuerca democrática y que, día tras día, irá asfixiando cada vez más a la revolución bolivariana.


Aunque se vio obligado a pedir disculpas por esos insultantes términos utilizados al referirse a las fuerzas políticas argentinas y chilenas que van a llegar al poder, lo cierto es que Evo hizo visibles los grandes temores que, tras la liberación de Honduras, asaltan por igual a Hugo, Daniel y Rafael.


“Somos vecinos de estos países”, acotaba, “y eso me preocupa bastante porque significa que el imperio nos está rodeando”.


Será el imperio de la democracia, en cualquier caso, porque en su recortada reflexión política, Morales olvidaba que el mismo fenómeno de Chile y Argentina se va a dar en Brasil, Perú y Colombia, con lo cual, sus temores, en vez de disiparse, irán multiplicándose hasta que la paranoia lo devore.


En otras palabras, el proyecto alternativo que con tanto esfuerzo estaba construyendo la Alianza Bolivariana y el Partido de los Trabajadores, está quedándose sin aire, atrapado por el populismo, el despilfarro, la carestía, el armamentismo y las egolatrías (ideológicas y étnicas).


“Debemos estar preparados”, berreaba, finalmente, Morales, al descubrir que muy pronto, y de manera irremediable, se va a quedar sin el escudo matriarcal de Cristina y de Michelle, rodeado, nada menos, que por Piñera, Macri, Serra y Castañeda, a quienes no les temblará el pulso para ponerle freno y dique al aventurerismo revolucionario del ‘socialismo unificado’.

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