martes, 13 de octubre de 2009

¿Debe suprimirse el DAS?

Álvaro Valencia Tovar

El País, Cali

Octubre 12 de 2009

Definitivamente no. Las razones para esta categórica afirmación cubren un amplio espectro que va desde el carácter de una entidad que forma parte integral de la seguridad nacional hasta una visión más clara de aspectos funcionales de la Inteligencia, así con mayúscula, que están siendo transgredidos por una impropia distribución de áreas de responsabilidad y una asignación de tareas que no corresponden a la institución cuestionada.


Lo que se requiere no es su supresión sino una reforma profunda, que comienza por la designación de una persona conocedora del ámbito de la Inteligencia, no de un político por simple retribución de servicios electorales o, igualmente nocivo, por razones políticas. El DAS, sucesor de lo que fuera el Servicio de Inteligencia Colombiano, SIC, de ingrata recordación en tiempos de la violencia sectaria, surgió como entidad adscrita a la Presidencia de la República, con Alberto Lleras Camargo, primer presidente del Frente Nacional, que le dio el nombre y confió su dirección a un brillante teniente coronel del Ejército, Alfonso Rojas Martínez, de meritoria carrera, llamado a calificar servicios la víspera de cumplir tiempo de ascenso a coronel, por razones de la misma política sectarial que imperaba para entonces.


Graduado con honores en la Escuela de Estado Mayor de Francia, el coronel Rojas dominaba el vasto campo de la inteligencia, lo que imprimió al DAS un carácter que ha debido perdurar. Y subsistió mientras él y sus inmediatos sucesores mantuvieron la misión de la entidad en su papel como agencia de la inteligencia estratégica, sin injerencia en el campo policial del orden público interno. Todo comenzó a cambiar con la designación de políticos inexpertos. Asignación de escoltas y servicios de seguridad a diplomáticos y personalidades, investigación de amenazas contra el régimen, burocratización del organismo hasta alcanzar la absurda dimensión de siete mil individuos, de los cuales la mitad cumplía funciones administrativas, fueron destruyendo la fibra profesional del servicio y propiciaron su deterioro moral facilitando el ingreso de la corrupción rampante.


Reducir el DAS a simple sección de extranjería, olvidando que su misión es detectar amenazas externas contra la Nación y asignar ésta a la Policía, que no está hecha para ese servicio, es afectar el concepto mismo de la inteligencia dentro de la seguridad nacional.

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