sábado, 17 de octubre de 2009

Día internacional por la erradicación de la pobreza

William Brownfield*

El Tiempo, Bogotá

Octubre 17 de 2009

En un reciente viaje a Cartagena visité una fábrica de salchichas, y lo que realmente me llamó la atención fue su propietario, Julio, un hombre inteligente, simpático, afrocolombiano del Chocó, quien llegó a esa ciudad con poco más de 100.000 pesos en el bolsillo.

Julio empezó su negocio en el 2003, con el apoyo de la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) y la colaboración de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD) y Actuar por Bolívar. Desde entonces, el negocio de Julio ha florecido y hoy emplea a casi 150 personas. De ellas, casi la mitad son mujeres cabeza de familia. Muchas de ellas, al igual que Julio, fueron desplazadas por la violencia que prolifera a lo largo del país. Lo que más me impresionó de Julio fue su visión para buscar una vida mejor y su esfuerzo, compromiso y dedicación por lograr un ingreso sostenible para su familia y las familias de sus empleados.

Hoy, en el Día Internacional por la Erradicación de la Pobreza, el negocio de Julio es uno de muchos ejemplos del éxito de la cooperación entre la comunidad internacional, el Gobierno de Colombia y las organizaciones locales e internacionales para ayudar a los ciudadanos menos afortunados a salir de la pobreza y construir una vida mejor. Trabajamos con nuestros socios para fortalecer los gobiernos locales e incentivar la participación ciudadana. Trabajamos para establecer infraestructura básica y en fortalecer poblaciones vulnerables, como desplazados, afrocolombianos, indígenas y mujeres cabeza de familia. El año pasado, mi gobierno destinó 118 millones de dólares a proyectos de desarrollo alternativo, como microempresas, los cuales han ayudado a cientos de familias a conseguir su sustento. Este trabajo conjunto ha ayudado a Colombia a reducir el índice de pobreza, de un 54,7 por ciento en el 2002 a un 46 por ciento en el 2008, según el Departamento Nacional de Planeación.

Como Julio, muchos colombianos han mejorado su calidad de vida a través de pequeñas y medianas empresas. Muchas de estas empresas reciben apoyo del Programa de Desarrollo Alternativo de USAID, que promociona la producción y comercialización de productos competitivos como leche, caucho, cafés especiales, yuca, maracuyá y cacao. Estas actividades ayudan a los productores locales a expandir sus negocios, fomentando la creación de nuevos empleos. Además, con el aumento del comercio exterior y la apertura de nuevos mercados para productos colombianos, es posible que se creen más oportunidades de trabajo para colombianos. Los programas de seguridad alimentaria suministran alimentos nutritivos a familias en riesgo en todo el país.

El fortalecimiento de los gobiernos locales es componente fundamental para la erradicación de la pobreza. A través de la formación, asistencia técnica y cofinanciación de proyectos de infraestructura, hemos ayudado a aumentar la capacidad de los gobiernos municipales en la planificación y provisión de servicios básicos. Ha sido posible facilitar la participación ciudadana en la toma de decisiones locales, promocionar la transparencia y la responsabilidad a nivel local y mejorar la institucionalidad social. Un gobierno local más responsable significa una mejor y más eficaz asignación de recursos en educación, salud e infraestructura.

Colaboramos en construir carreteras, puentes, alcantarillados, sistemas para el tratamiento de agua y otras instalaciones rurales. Esta infraestructura esencial asegura mejores condiciones de salubridad y, por ende, menores enfermedades para la población. Son proyectos que no sólo permiten el acceso a servicios y bienes por parte de comunidades aisladas, sino también conectar microempresas, como la de Julio, con sus consumidores.

Toda esta asistencia no produciría frutos si no fuese por colombianos como Julio, cuyo espíritu emprendedor ha sacado a tantos de la pobreza; aquellos cuyas manos construyeron las carreteras y los puentes; los que viven y trabajan en las fincas de leche y en las fábricas de salchichas; los gobiernos locales. Son ellos, los colombianos, los que con su visión, trabajo duro y una pequeña ayuda inicial aseguran la prosperidad para sus familias y comunidades.


*Embajador de Estados Unidos

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