martes, 20 de octubre de 2009

Ecuador, color de rosa

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Octubre 20 de 2009



A estas alturas, mucha gente se muestra alarmada y sorprendida porque, de un momento a otro, se ha desbaratado el castillo de naipes que los cancilleres Bermúdez y Falconí habían venido construyendo durante las últimas semanas.


Ingenuamente, se llegó a pensar que el comunicado conjunto de Nueva York despejaba el camino, que la reunión de Ipiales había sentado las bases del entendimiento y que todo empezaría a normalizarse con el nombramiento de encargados de negocios o la reapertura de embajadas.


En realidad, el problema es mucho más profundo y mientras no se maneje con firme y escueto realismo, Colombia seguirá siendo víctima de las argucias, artimañas y engatusamientos, no sólo de Ecuador, sino de la Alianza Bolivariana en su conjunto.


Como se recordará, al fragor de la crisis de las bases militares y la farsa de Bariloche, el Polo Radical y el Liberalismo Radical (que en realidad son la misma cosa) desarrollaron una curiosa diplomacia paralela y se fueron a Caracas y Quito para recomendarles a sus asociados de Miraflores y Carondelet algunas pautas diplomáticas que ellos acogieron al pie de la letra.


En virtud de ese libreto, el coronel Chávez desempeñaría el papel de rígido e inflexible gobernante que se arma hasta los dientes, exhibe la fuerza cotidianamente, bloquea el comercio y ve la cooperación colombo-norteamericana como una auténtica “declaratoria de guerra”.


Por su parte, el profesor Correa asumiría el papel de solícito negociador, amigable componedor, reflexivo conciliador y esforzado diplomático dispuesto a superar todos los obstáculos en aras de restablecer las relaciones entre los pueblos hermanos.


De tal modo, ambos gobiernos, aliados a toda prueba pero actuando en paralelo, perseguirían, en todo caso, idéntico objetivo: torpedear, vulnerar y asfixiar al gobierno Uribe para debilitarlo al máximo en el entorno latinoamericano y del Caribe con el fin de ir robusteciendo, a la misma velocidad, a aquellas fuerzas políticas, y político-militares, que mediante un “Plan Político” de intervencionismo integral, pudiesen remplazarlo en el 2010, o iniciaran en esa contienda electoral del año entrante el proceso transicional hacia un gobierno afín al Socialismo del Siglo XXI.


Construyendo “bases de paz” a lo largo y ancho del continente que operen como plataformas anticolombianas, acusando al país ante la Corte Interamericana y la Corte Internacional, expidiendo órdenes de captura y solicitudes de extradición contra exministros y generales, y formando un clima de opinión decentemente demoledor, Ecuador cumple, entonces, su papel en el libreto, se vale del paradójico complejo de culpa que generó en Colombia la Operación Fénix, y con guante de seda decimonónico socava día a día la integridad de nuestra Política de Seguridad y Defensa.

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