martes, 20 de octubre de 2009

¿Estrategia de las Farc?

Editorial

El Colombiano

Octubre 20 de 2009

Tres hechos registrados en el país el pasado fin de semana nos llevan a pensar que la antigua estrategia de las Farc para tomarse el poder sigue vigente hoy. Pese a su obligado repliegue militar, ante los contundentes golpes recibidos por parte del Gobierno, aún mantienen en marcha su perversa combinación de todas las formas de lucha.


Primero fue el secuestro del rector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, durante cinco horas, por parte de un grupo de estudiantes que tuvo como promotores a sujetos ajenos al ente educativo, según denuncia del directivo universitario: "Había personas que por la edad, la forma de vestirse y la forma de actuar no parecían estudiantes nuestros".


¿Quiénes eran y con qué intención actuaban?, es algo que va quedando en claro con esa afirmación y cuando se escuchan otras voces, que parecen avalar este hecho que merece el rechazo de todo colombiano sensato. Cabe preguntar ¿por qué la senadora Piedad Córdoba les da toda la razón a los estudiantes que protagonizaron esta retención reprochable, y ni siquiera se atreve a condenar lo que el mismo afectado calificó como un secuestro, que lo llevó a temer por su vida?


Si los instigadores hubiesen sido estudiantes no habrían actuado así contra su rector, quien no sólo ha mantenido abiertas las puertas del diálogo, sino que además es uno de los defensores de la necesidad de fortalecer la educación pública universitaria.


¿Acaso estos promotores lo desconocen? Lo más seguro es que sólo les interesaba una acción de hecho contra una importante institución universitaria para provocar la intervención de la Fuerza Pública que, como lo hemos sostenido, no tiene vedado ningún lugar del territorio nacional para actuar y, por el contrario, por mandato constitucional, debe protegerlo y vigilarlo.


Lo que buscaba esa turba era generar una reacción en cadena de las demás universidades, utilizando el caballito de batalla de la financiación presupuestal, para buscar que los estudiantes se sumen al inconformismo y salgan a paro, creando un nuevo foco de convulsión, mientras se agitan escándalos contra el Gobierno, se asesina a ediles y se hostiga poblaciones.


Nos duele tanta miopía de personas críticas del Gobierno y formadores de opinión que no parecen descubrir los fines de esta mezcla explosiva. A la intención de desestabilizar la universidad se suma la inusitada gravedad de aprovechar cualquier error en el sector público para atizar el fuego fatuo del escándalo. Además, las Farc asesinaron a dos miembros de una Junta Administradora Local (JAL) en Sumapaz, corredor estratégico que quieren recuperar por ser clave para el ingreso a Bogotá, y atacan la población de Toribío, para contener la gigantesca ofensiva del Ejército contra otro corredor esencial de esa guerrilla para movilizar armas y drogas, desde el Oriente colombiano hasta el Pacífico. De ahí la insistencia de las Farc del despeje de los municipios de Florida y Pradera.


Todos estos son actos de fuerza que buscan motivar a las comunidades hacia el inconformismo y la insurrección, con los que la guerrilla pretende demostrar un poder que no tiene, en un vano intento por obtener un respaldo popular. Por el contrario, hoy se palpa un firme sentimiento de repudio a sus acciones.

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