martes, 20 de octubre de 2009

La Agenda con Brasil

Editorial

El Mundo, Medellín

Octubre 20 de 2009

Los dos presidentes dejaron la impresión de que, tanto en privado como en público, el tema de las bases no los trasnocha.

El presidente Álvaro Uribe cumplió ayer una visita a Brasil en la que, no obstante lo apretado del itinerario, el tiempo le alcanzó para reunirse con una treintena de inversionistas brasileros; condecorar a Paulo Skaf, presidente de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo; y sostener una reunión privada de una hora con su colega Luiz Inácio Lula da Silva, con quien clausuró al medio día el ‘Encuentro Empresarial Brasil – Colombia’, inauguró una exposición de ‘Arte colombiano 1948-1965’, con obras de Botero y Obregón, entre otros, y luego departió en el almuerzo, ofrecido por el mencionado gremio empresarial.

Al final de su encuentro privado, los mandatarios atendieron una rueda de prensa en la que, indefectiblemente, tenían que salir a flote ciertas preguntas comprometedoras, porque “¿entonces con qué titulamos mañana, coleguita?”. A ambos les preguntaron por las dichosas bases estadounidenses y las ‘garantías jurídicas’ que Brasil solicitó en el sentido de que no serían utilizadas para atacar a terceros países, y al doctor Uribe la consabida pregunta acerca de su presunta intención de lanzarse a una segunda reelección y la implicación que eso tendría en la imagen internacional de Colombia. Muchos medios extranjeros ya se la formularon, el último, que sepamos, el londinense Financial Times, que el domingo comentó que si (Uribe) decide presentarse otra vez en 2010, es seguro que ganaría, pero se arriesgaría a ser “sólo otro caudillo latinoamericano con un historial discutible en materia de derechos humanos”.


Sobre lo primero, los dos presidentes dejaron la impresión de que, tanto en privado como en público, el tema de las bases no los trasnocha. La declaración de Lula: “Pienso que vamos a encontrar una solución” porque “Brasil no tiene por qué estar incómodo si el objetivo de Colombia es que las bases sean para protección interna”, pareciera más conciliadora o, incluso, desmentidora de la muy beligerante y reiterativa que le hemos conocido sobre el tema a su canciller Celso Amorin. El presidente Uribe, por su parte, admitió que habían hablado del tema y “hemos expresado toda nuestra voluntad para que haya la más sólida confianza”. Habló de la tradición histórica de respeto entre los dos países, del problema interno de Colombia, del carácter no ofensivo de nuestro país y remató diciendo: “Mantenemos un diálogo muy sincero y totalmente respetuoso. Y Colombia no tiene inconveniente en hacer todo lo que haya que hacer para que no haya un solo motivo de suspicacia. Confiamos en que en los próximos días quede aprobado el acuerdo de cooperación en términos de seguridad entre nuestros dos países para ayudarnos mutuamente”.


Con respecto al tema de la re-reelección, el presidente Uribe hizo primero un largo introito – como de costumbre cuando tiene la oportunidad de hablar ante medios extranjeros – sobre los logros indiscutibles de su Gobierno, para terminar con esta reflexión en voz alta: ... “nos preocupa perpetuar al Presidente, dar la señal de apego al poder... Me preocupa una mala señal a las nuevas generaciones. Y también me preocupa darles la espalda a los desafíos, a las responsabilidades”. No hay nada nuevo en ello, por supuesto. Pero sí en lo que dijo luego para poner broche a su respuesta: “Eso (la segunda reelección) depende en este momento básicamente de tres elementos: de la Corte Constitucional, del pueblo colombiano que, de acuerdo con la Constitución, tiene que concurrir a las urnas mínimo en un 25% del total del electorado. Y también depende de Dios”. Otra manera de hablar de su ya célebre “encrucijada del alma”, pero al menos dio materia para el titular de la fecha.

Como suele suceder, la atención mediática se concentra en temas problemáticos y pasan desapercibidos los que realmente interesan a los pueblos, como son la integración, el intercambio comercial y la inversión, que sí desvelan al presidente Uribe y que fue realmente el objetivo central de su visita a Sao Paulo. Nos parece bien que en materia comercial se esté buscando afanosamente una mayor tajada del inmenso mercado brasileño, donde, según Proexport, hay claras oportunidades para exportaciones no tradicionales, especialmente manufacturas de metalmecánica, plásticos, textiles, accesorios y productos en cuero, entre otros, y deseamos mucho éxito a nuestros empresarios en la rueda de negocios que se cumple hoy en Sao Paulo. El presidente Uribe se mostró muy satisfecho, y no es para menos, de que mientras en 2002 Brasil nos vendió algo más de 600 millones de dólares y nosotros les vendimos cerca de $US 110 millones, en el 2008 Brasil exportó a Colombia más de $US 2.000 millones y de aquí exportamos más de 600 millones.

No hay que olvidar, sin embargo, que así como en política internacional no pertenecemos a la órbita de Brasil y nos basta con mantener muy cordiales y respetuosas relaciones – como las que se evidencian en éste como en todos los encuentros anteriores de los presidentes Lula y Uribe – en el terreno comercial tenemos que reconocer que la complementariedad es más bien marginal, pues son economías esencialmente competidoras, y que nuestra suerte, en uno y otro frente, está ligada, para bien o para mal, a la órbita de los Estados Unidos, junto a los países de Centroamérica y el Caribe, incluyendo, incluso, a los que han optado, por decisión de sus gobiernos de turno, por afiliarse al Alba, pero que tarde o temprano reconocerán su error.

Sin grandes éxitos, la visita deja, pues, un buen balance.

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