viernes, 16 de octubre de 2009

La lucha debe continuar

Editorial

El País, Cali

Octubre 16 de 2009


Creando una comisión de notables para que analice la política contra las drogas ilícitas, el Presidente de los Estados Unidos insinúa un cambio de estrategia. Es de esperar que ese cambio, si se produce, lleve a liberar al mundo de la barbarie que durante 20 años ha golpeado a naciones como la nuestra, financiada por los consumidores de los países desarrollados.


Lo primero que demuestra el anuncio de Obama es que el Mandatario no tiene una idea precisa acerca de un tema crucial para sus vecinos de América Latina. Quizá para su país el problema del narcotráfico ha sido un asunto distante, que se resuelve planteando una guerra allende sus fronteras. Por ello, el debate interno de los Estados Unidos se ha centrado entre la alarma que produce el que en esa nación esté más del 17% de los consumidores y las presiones para que se adopte una política más tolerante, más comprensiva, hacia ellos.


Pero para esta región, en especial para los países andinos y más recientemente para Centroamérica, los resultados de no enfrentar con decisión el consumo, y de no castigar con energía a las redes que lavan los dineros que genera, han sido demasiado graves. Basta citar el caso de Colombia, donde el narcotráfico ha financiado la violencia común, la guerrillera y la paramilitar, que ha asesinado a decenas de miles de colombianos y pusieron en peligro la viabilidad del Estado. Y hoy, a pesar del esfuerzo continuo, todavía se traga una proporción importante de los escasos recursos nacionales que deberían dedicarse a atender los problemas sociales o a financiar el progreso de nuestra Nación.


Por supuesto que Colombia reconoce el compromiso de los gobiernos estadounidenses con la lucha para combatir el narcotráfico y defender la democracia. Ese compromiso ha tenido su mejor expresión en el Plan Colombia, impulsado con decisión por el presidente demócrata Bill Clinton y continuado sin reservas por su sucesor George W. Bush. Y nació del conocimiento claro de la situación: si no se combatía el narcotráfico, nuestra democracia no era viable. Hay que agradecer el apoyo. Pero no puede afirmarse que la tarea está terminada.


Nada sería más grato que acabar con la guerra que ha consumido miles de vidas inocentes y billones de recursos económicos. Pero hay que reconocer que tal solución es imposible, mientras las enormes ganancias del negocio sigan alimentando las organizaciones criminales que amenazan a México como a Colombia; que florecen en Honduras, Venezuela o Argentina, aupadas por la sed de consumo de Europa y de los mismos Estados Unidos.


Es de esperar que la comisión propuesta por el presidente Obama le dé las luces que requiere para establecer un política contra las drogas ilícitas. Pero tiene que saber que declarar que la estrategia contra el narcotráfico ha fracasado es evitar enfrentar el problema como corresponde y dar paso a la legalización de organizaciones como las Farc, que han causado daños sin límite. Y es desconocer que se han logrado resultados importantes. Sin duda, mientras el consumo continúe en ascenso, será imposible cantar victoria. Por eso, el apoyo de los países consumidores tiene que seguir.

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