sábado, 17 de octubre de 2009

Paquistán bajo ataque

Editorial

El País, Cali

Octubre 17 de 2009


En las últimas semanas una serie de comandos suicidas ha producido ataques letales y coordinados en diferentes sitios de Paquistán. Ahora, la pregunta es hasta cuándo podrá el Estado de ese país controlar el embate de la violencia talibán.

Hace pocos días la sede de las Naciones Unidas fue atacada. Poco después, en una acción temeraria, un comando ingresó a la sede central del Ejército en Rawalpindi. Luego el terror llegó a Lahore, una de las capitales culturales del país y ciudad tradicionalmente pacífica. Y también sufrió Kohat, en el noroeste de Paquistán.

La certidumbre de una ofensiva planeada y la posible cooperación entre fuerzas radicales es lo que más preocupa. Aunque algunas evidencias apuntan a los talibanes, que han amenazado con represalias al hostigamiento del Gobierno, otras aluden a la participación de otras organizaciones, especialmente en Lahore, capital de la provincia del Punjab. Tal hecho, de ser comprobado, señalaría que el Talibán ha encontrado la forma de cooperar con viejos grupos radicales, fuertes en ciertas regiones del país y que superviven gracias a demandas nacionalistas y religiosas que datan desde la ocupación británica.

Desde luego, esto preocupa a la comunidad internacional. Ya la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, se mostró inquieta “por la amenaza creciente contra la seguridad del Estado”, con lo que ello implica con respecto a la seguridad de los arsenales nucleares de Paquistán. Nada sería más desastroso para el mundo que los talibanes accedieran al armamento de destrucción masiva que posee la inestable Nación.

Y el desarrollo de la guerra en el país vecino, Afganistán, indicaría que ese es un propósito consciente de la dirigencia talibán, sobre todo ahora que se anuncia un incremento considerable de las tropas estadounidenses, luego de los reveses sufridos en este martirizado territorio. Lo cierto es que la vieja querella entre paquistaníes e hindúes por el territorio de Cachemira, cuya población es mayoritariamente musulmana, parece que ha comenzado a jugar un papel en la inestable situación paquistaní. Dado que los talibanes pertenecen a una corriente musulmana radical, no parece muy difícil que entre estos fundamentalistas y los nacionalistas paquistaníes se establezca una alianza mortal, que no sólo amenazaría la seguridad en Afganistán, sino también en la India.

Esta volátil región, cercana al Asia Central, podría estallar, provocando varios conflictos violentos, dejando mal parada a la comunidad internacional, que ha tratado de evitar, durante varios años, que el conflicto llegue al subcontinente hindú y termine arrastrando a China, nación que en el pasado ha apoyado las demandas paquistaníes por Cachemira.

Detrás de todo, como una amenaza mortífera, se encuentra el arsenal nuclear de Paquistán, anhelado por los talibanes para utilizarlo en su fanático empeño de proteger a Al Qaeda y recuperar el control de Afganistán. Detrás del conflicto religioso, hay una seria debilidad del Estado paquistaní que reta la paz mundial.

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