sábado, 17 de octubre de 2009

Repasando una injusticia

Jaime Alzate Palacio

La Patria, Manizales

Octubre 17 de 2009


No ha podido la juez de marras presentar una sola prueba fehaciente de lo que culpa al coronel Plazas. En cambio, ha considerado definitivas las falsas declaraciones de reconocidos delincuentes.


H
abía dejado pasar unos días antes de meterme en un tema que siempre que vuelve a salir a flote arma una tremenda revuelta entre los que estamos convencidos de la legalidad del Estado de Derecho, y los mamertos que denigran de todo lo que sea la conservación del orden público.


Con el nuevo aniversario del asesinato de los altos magistrados de la Corte Suprema durante la masacre del Palacio de Justicia en 1985, regresamos a los espantosos momentos en que algunos de los asesinos del M-19, porque eso eran, después de su cobarde acción todavía siguen tratando de culpar a las autoridades legítimas de su crimen. Menos mal que parece que el país ha adquirido experiencia de estos hechos y no se deja engañar con argucias.


Pero a pesar de esto, no cejan los personajes, que deberían, ellos sí, ser investigados por sus criminales procedimientos, de atacar con las armas más viles a quienes en esos momentos expusieron sus vidas para salvar una democracia, que nunca estuvo en más peligro de desaparecer, atacada por las balas asesinas de los asaltantes del Palacio.


Entonces es cuando uno no puede dejar de cogerse la cabeza con las dos manos, viendo cómo una juez, a quien el Estado le dio la responsabilidad de administrar justicia, se aprovecha de su condición privilegiada para exprimir todo el odio que le tiene al Estado y con él al glorioso Ejército de Colombia, en cabeza de uno de sus más meritorios oficiales, el coronel Alfonso Plazas Vega, acusándolo contra toda razón elemental, como el responsable de la muerte de los magistrados. Quienes presenciamos ese momento y recordamos con horror ese holocausto, y si el Ejército no tomaba la dura determinación que tomó, hubiera sido la del derrumbe total de las instituciones.


Desafortunadamente la juez responsable de impartir justicia ha estado muy por debajo de la rectitud moral que se podría esperar y, en lugar de llamar a declarar a los verdaderos culpables, se ha ensañado en quienes no solamente cumplían órdenes de su jefes, sino que por puro patriotismo le pusieron el pecho a las balas asesinas.


No ha podido la juez de marras presentar una sola prueba fehaciente de lo que culpa al coronel Plazas. En cambio, ha considerado definitivas las falsas declaraciones de reconocidos delincuentes ya condenados, quienes sin la menor fuerza de convencimiento han declarado calumniosamente haber sido testigos de hechos que nunca sucedieron.


Ahora salen algunos medios, entre ellos El Espectador que en los últimos tiempos no puede faltar en todo lo que sea atacar al Gobierno y a las Fuerzas Armadas, con la conseja de que la ONU ha confirmado que quienes salieron vivos fueron ejecutados por orden del Ejército. Como pasa en todas la mentiras, “hay que calumniar y calumniar, que algo queda”, como decía alguien. Pues bien, ya se aclaró que esta falsedad fue mencionada por un ex embajador de EE.UU. hace varios años, quien la atribuyó a unos narcos extraditados que después negaron haberlo dicho. Y mientras tanto, el Coronel sigue confinado a una mazmorra.


Todo esto confirma que desafortunadamente algunas personas, y especialmente muchos jueces, se están dejando arrastrar por los falsos testimonios de delincuentes cuya palabra se valora más que la de personas que tienen una hoja de vida patriótica y limpia.


Ojalá que pronto se enderece el camino de la justicia y no vayan a sufrir los que no tienen responsabilidades, mientras los verdaderos culpables se lanzan a las plazas públicas a recibir favores de los votantes para seguir ocupando las curules que depara un sistema democrático al cual tanto y tan vilmente han atacado.


P.D.: La manera más efectiva de recordar el cumpleaños de tu esposa… Es olvidarlo una sola vez.

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