Sergio Muñoz Bata
El Tiempo, Bogotá
Noviembre 10 de 2009
A nueve meses de su histórico triunfo, Barack Obama enfrenta dos de los grandes retos nacionales cuya resolución podría definir el carácter y la dimensión histórica de su presidencia: conseguir la aprobación de la reforma sanitaria y reactivar el empleo en la nación.
De culminar con éxito su gestión ante el Senado para que se apruebe una reforma sanitaria integral, Obama entrará a la historia como el líder de una revolución social solo comparable a la que forjaron Franklin Delano Roosevelt con la creación del Seguro Social y Lyndon B. Johnson con el Programa de la Gran Sociedad.
Más difícil le será poder encontrar la fórmula que le permita reactivar el empleo en la nación. En ambos casos, la dimensión de los desafíos: el político, el económico, el legislativo y el social, sigue siendo monumental.
En lo referente a la reforma sanitaria, baste señalar que, desde principios del siglo XX, la aspiración de todos los presidentes estadounidenses ha sido reformar un sistema sanitario injusto, costoso e ineficiente, pero nunca ninguno logró la hazaña.
Este fin de semana, la Cámara de Representantes dio un gran paso adelante al aprobar un proyecto de ley que le ofrece cobertura de salud a prácticamente la totalidad de la población gracias a la mayoría demócrata y al solitario voto de un republicano, Anh 'Joseph' Cao. Un ex jesuita, profesor de ética, primer miembro del Congreso nacido en Vietnam, que se atrevió a romper filas con su partido al votar de acuerdo con su conciencia.
Y es precisamente la solidez moral del congresista Cao la que más pone en tela de juicio la cínica contrapropuesta de reforma sanitaria presentada por los republicanos. Según una evaluación hecha por la Oficina del Presupuesto del Congreso, de aprobarse la iniciativa republicana, el número de personas sin seguro médico aumentaría de 47 a 52 millones en una década; las aseguradoras podrían negar cobertura a individuos con problemas médicos preexistentes; los patrones no estarían obligados a ofrecerles seguro a sus trabajadores, ni se daría asistencia a los pobres para que pudieran pagar su seguro, y el costo del sistema seguiría en aumento.
La propuesta demócrata ya aprobada en la Cámara de Representantes no es perfecta, pero, de convertirse en ley, permitiría que el 96 por ciento de los estadounidenses contaran con seguro médico, y que todos los ciudadanos tengan la obligación legal de pagar un plan de salud privado o público, con sus propios medios, con la colaboración de la empresa en la que trabajan o mediante un subsidio. También se les prohibiría a las aseguradoras negarse a extender una nueva póliza a personas que padecen una enfermedad, y el costo del plan se pagaría aumentando el impuesto a los más ricos.
En lo referente al desempleo, después del alentador anuncio de un crecimiento económico del 3,5 por ciento en el último trimestre que auguraba el principio del fin de la recesión, las nuevas cifras del aumento del desempleo acrecentaron la presión en el Presidente y sembraron dudas en la ciudadanía, aunque no en Wall Street. Para banqueros e inversionistas, el panorama no luce mal. Según un reporte reciente de The Wall Street Journal, entre bonos navideños y sueldos "competitivos", los ejecutivos de ciertas compañías financieras y de bancos ganarán un 40 por ciento más de lo que ganaron el año pasado.
Para el resto de la ciudadanía, el desempleo sigue en aumento, y las medidas que Obama ha ordenado para mitigar su impacto, la extensión de beneficios de desempleo por más semanas y los incentivos fiscales a compradores de casas, no bastan.
El Presidente debería exigir que el dinero que resta del programa de estímulo, aproximadamente la mitad de los 787.000 millones, se dedique a beneficiar a quienes más lo necesitan. El Gobierno debe financiar programas que crean trabajos, como la construcción de carreteras y puentes; ofrecer estímulos fiscales y créditos a los negocios medianos y pequeños, e impulsar la exportación de productos americanos.
Si así lo hace, la revolución social que Obama prometió como candidato se habrá consumado y su presidencia podría tener un sitio privilegiado en la historia de este país.
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