martes, 26 de enero de 2010

Alianza siniestra

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Enero 26 de 2010

En días pasados se han conocido más detalles del pacto político-militar entre las Farc y el Eln, al parecer suscrito en noviembre pasado. En un comunicado conjunto, las cúpulas de ambas guerrillas -el Secretariado de las primeras y el Comando Central (Coce) de los segundos- anuncian la unión de sus fuerzas para enfrentar al gobierno de Álvaro Uribe, "el más perverso títere de los planes del imperio".

A lo largo de cuatro puntos, los firmantes acuerdan el fin de los enfrentamientos entre las dos organizaciones y el rompimiento de cualquier contacto con el Gobierno. Además, identifican a Estados Unidos y las bases militares que estos usarán en Colombia como su "enemigo común". Aunque al salir a la luz pública esta alianza fue desestimada por el Ministerio de Defensa y por la comandancia de las Fuerzas Militares, sería aconsejable no perder de vista los eventuales movimientos estratégicos que provengan de tal unión, así como tener en cuenta el entorno internacional en que se está dando.

Tanto las Farc como el Eln han sido golpeados en los siete años de la política de seguridad democrática. A esto se suma el alto costo de la confrontación entre ambas guerrillas en las zonas fronterizas de Arauca y Nariño. La nueva estrategia de combinación de fuerzas podría provenir de su relativa debilidad actual y de la imposibilidad de seguir manteniendo el propósito de hacerse daño militar mutuamente. Ello implicaría un potencial fortalecimiento de la capacidad de los frentes subversivos en dichas regiones.

La posibilidad de que esta alianza siniestra se traslade de las palabras de los comandantes a una fuerza conjunta Farc-Eln en el campo de batalla es considerada lejana por analistas del conflicto. Las heridas de años de confrontación mutua no son tan fáciles de borrar y los tamaños y despliegues operativos de ambas guerrillas son diversos. Además, el acuerdo no contempla la fusión de las estructuras delincuenciales, por lo que, en materia financiera, cada uno seguirá secuestrando, traficando y extorsionando en las zonas geográficas compartidas. Por último, hay experiencias previas de unión, como la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que hace 20 años no mostró resultados inquietantes.

Sin embargo, un poderoso pegante para cimentar la improbable coalición podría surgir de los realineamientos internacionales. De acuerdo con las denuncias de las autoridades colombianas, Venezuela se ha convertido en la sede de la retaguardia de los jefes guerrilleros de ambos grupos. Más aún, en territorio vecino se llevaron a cabo los encuentros entre el Secretariado y el Coce para sellar la alianza. Asimismo, el acceso a ese país no es la única ventaja para los 'elenos'. Por todo el territorio bolivariano está desplegado personal cubano que podría hacer fácil contacto con una comandancia guerrillera como la del Coce, cuyos orígenes históricos, inspiración ideológica, estrategia diplomática y entrenamiento militar han estado íntimamente ligados al régimen de los Castro.

Por otro lado, el acuerdo de cooperación militar entre Bogotá y Washington ha servido de fermento para el renacimiento continental de la retórica "antiimperialista". Ya sin "guerra fría" ni "liberación nacionalista" que las sostengan, las Farc y el Eln pueden encontrar en las polémicas bases el discurso internacional propicio para proyectarse como "defensores" de la soberanía y "víctimas" del intervencionismo estadounidense.

En resumen, se entiende que el Gobierno se haya apresurado a minimizar el alcance de esta estrategia subversiva. Su puesta en marcha es complicada y su potencial de desequilibrio en el campo de batalla está por verse. Pero eso no significa que se pueda ignorar o que no se deban analizar sus repercusiones en todos los campos.

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