jueves, 26 de noviembre de 2009

Amistades peligrosas

Iván Garzón Vallejo

El Mundo, Medellín

Noviembre 26 de 2009

Irán es el “niño travieso” del mundo actual. La República Islámica, empeñada desde 2002 en un programa nuclear que culminaría (¿o ya lo hizo?) en la fabricación de la bomba atómica es el epicentro de buena parte de los (des)equilibrios del poder mundial. Que utiliza este programa para disuadir a sus enemigos, es decir, Israel, Estados Unidos o el “Gran Satán”, y Reino Unido, es ya un secreto a voces, aunque el régimen de Teherán sostiene que el programa tiene propósitos pacíficos, es decir, producir electricidad. Piadosamente, el presidente Mahmud Ahmadineyad ha explicado que “nuestra religión nos prohíbe tener armas nucleares y nuestro líder religioso las ha prohibido”. Hoy culminan cinco días de ejercicios militares en los cuales la nación teocrática pretende poner a prueba su programa, desdeñando todos los intentos diplomáticos porque éste se realice en un tercer país, o que al menos sea transparente para la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Irán es un país poderoso, pues como escribe Antonio Navalón, hace parte del que es considerado el nuevo eje del siglo XXI: el corredor chiita Líbano-Siria-Irak, que tiene la posesión de 45% de los hidrocarburos del mundo.

La retórica de sus líderes se aglutina inercialmente con la de Chávez y Gadaffi, en la que sobresale su amenaza de desaparecer a Israel del mapa y en la negación del Holocausto: “es una mentira basada en una afirmación indemostrable y mítica”, ha dicho su presidente.

A las amenazas nucleares y al aislamiento internacional se suma que la capital persa es foco en el Medio Oriente de tensiones entre algunas versiones del Islam. Irán es una república apuntalada sobre el chiismo, una de las vertientes más radicales de la religión musulmana. Y ello explica que las protestas callejeras por el fraude en las elecciones de junio no solo se hayan disuelto por la feroz represión militar, sino por el respaldo que recibió Ahmadineyad del ayatolá Jamenei.

Con todos estos datos, ¿no les parece preocupante que Ahmadineyad esta semana haya visitado a Venezuela, Bolivia y Brasil, donde fue recibido con gran deferencia, entusiasmo y, entre otras cosas, se reconoció su derecho a enriquecer uranio? ¿Será que esta situación no le preocupa a Unasur? ¿A la OEA? ¿Estarán enterados de que un vuelo de Conviasa sale de Caracas dos veces al mes rumbo a Teherán, haciendo escala en Damasco, que los pasajeros no suelen llegar ni a la mitad de la capacidad del avión, y que el costo del mismo son aproximadamente 340.000 euros, lo que evidentemente no se cubre con tal ocupación, y menos con el costo de los tiquetes, tal y como reveló el periódico El País de España? Como el extraño vuelo no lleva carga, se especula con el transporte de ida y vuelta de uranio y componentes militares.

Las irregularidades en la democracia iraní no les suscita ningún reparo a quienes como Lula, Morales y Chávez se indignaron hasta el infinito ante el golpe en Honduras. No les preocupa que Vahidi, el actual Ministro de Defensa, sea requerido por Interpol acusado del atentado a AMIA en Buenos Aires en 1994. La dura represión oficial a las protestas ciudadanas por el resultado de las fraudulentas elecciones tampoco parece conmoverlos: los opositores son golpistas sólo si protestan en las calles de Caracas o Tegucigalpa. Que se estén importando las disputas político-religiosas entre las vertientes radicales y moderadas del islamismo quizás sea visto por estos mandatarios con curiosidad anecdótica, al fin y al cabo el socialismo del siglo XXI ya tiene su propia religión.

Por todo ello, ante la complaciente actitud de la comunidad suramericana ante Irán, dan risa los airados y persistentes reclamos a Colombia por la presencia de contratistas y militares norteamericanos en bases colombianas, establecidos en un acuerdo cuyo contenido es público. A los organismos multilaterales que se preocupan por la paz y la seguridad de la región dan ganas simplemente de “hacerles pistola”.

Apostilla: ¿Será que la Corte Suprema sí votaría una terna para Fiscal integrada por Ramiro Bejarano, Iván Cepeda y Gustavo Gallón?

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