miércoles, 25 de noviembre de 2009

Chávez: tomarlo en serio

Ramiro Andrade Terán

El País, Cali

Noviembre 24 de 2009

Considerar a Chávez como un inofensivo lunático dedicado a insultar al presidente Uribe y a anunciar una guerra de Colombia contra su país -con la colaboración de Estados Unidos- es una peligrosa equivocación. Un error gravísimo que puede causarnos un daño irreparable y una perturbación de la paz en América del Sur que -por cierto- vive momentos de alta tensión entre varias de las naciones que la integran.


El caso de Colombia y Venezuela no es nuevo. Cada vez que un presidente del vecino país está en dificultades económicas y su población en nivel de vida muy bajo, la camorra contra Colombia es instrumento favorito para distraer a los venezolanos del fracaso social del gobierno de turno, la inflación galopante y la inestabilidad institucional. El presidente Chávez adoptó esa vieja táctica desde hace un tiempo y va para largo. Entre otras cosas, ha tratado a Uribe en los peores términos. Con la obvia intención de provocar un conflicto militar para el cual -lo ha dicho- movilizó tropas a la frontera.


Muchos califican al irascible Chávez de un loco que necesita tratamiento psiquiátrico. Si eso es cierto, la situación con Venezuela es aún más delicada: un demente con las armas que hoy tiene el Presidente vecino -y las que le llegarán en breve de Rusia y otros países- es más peligroso que si estuviera en sus cabales. El ansia por expandir su poder en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y las naciones del Caribe es la obsesión del ex militar que hoy gobierna a un país que también fue liberado por Bolívar. Ese genio universal que Chávez intenta imitar como un personaje de opereta y un ambicioso que busca el dominio político del ‘Socialismo del Siglo XXI’, de su invención.


Chávez ha llamado a las ‘milicias bolivarianas’ y se prepara a dotarlas de armamento de última generación. No le resulta muy difícil: su país navega en ilimitados océanos de petróleo y, mientras el precio del ‘oro negro’ se mantenga, el ex militar tendrá dinero de sobra para convertir a su nación en una de las tres con el mejor armamento del continente.


Hay una cierta y calculada indiferencia en Latinoamérica para dejar que el agua corra en la situación de Colombia y su vecino socialista del Siglo XXI. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que el ruido de las armas sustituya al de las palabras? Aún queda un poco de tiempo para que los dos países involucrados acepten el camino viable de la mediación de Brasil, ofrecida por su canciller Celso Amorim. Hay que actuar de inmediato. Lo imperdonable es llegar a la guerra de la que habla con tanta gracia el señor Chávez.
Ese es un pecado que la historia no perdonaría.

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