jueves, 26 de noviembre de 2009

Los ídolos de Chávez

Ernesto Yamhure

El Espectador, Bogotá

Noviembre 26 de 2009

A comienzos de la década de los 70, Ilich Ramírez saltó a la fama por cuenta de las intrépidas y sanguinarias acciones terroristas que cometió en nombre del denominado Frente Popular para la Liberación Palestina, grupo extremista que azotó el Cercano Oriente y algunas ciudades europeas.

Ilich, hijo de un abogado comunista, creció en un ambiente signado por la confrontación ideológica. Sus hermanos, que fueron bautizados con los nombres de Lenin y Vladimir, le hicieron la segunda en su férrea formación política.

Recibió el grado de bachiller de un colegio caraqueño donde estudiaban los hijos de comunistas. Allí, recibió el adoctrinamiento para perros que tanto gusta a los comunistas. De Caracas partió a Moscú a disfrutar de una beca que había recibido en la Universidad Patricio Lumumba, donde estableció contacto con los primeros extremistas árabes que hacían parte del movimiento pro palestino.

Hacia 1974 viajó a Beirut, ciudad en la que logró enrolarse en el Frente para la Liberación Palestina. Allí, fue rebautizado. En adelante sería conocido como Carlos, El Chacal. Fueron muchas las operaciones terroristas en las que participó. Plantó bombas en París, secuestró un avión de Air France, secuestró al Embajador de Francia en Holanda y se tomó a la sede de la Opep en Viena, entre muchas otras acciones espeluznantes.

Ningún delincuente termina impune. El Chacal estuvo en la mira de las autoridades durante veinte años, hasta que en 1994 fue capturado. Actualmente paga una condena de 60 años de cárcel en una prisión de máxima seguridad en las afueras de París.

A pesar del consenso sobre la conducta de este tenebroso criminal, el dictador venezolano, Hugo Chávez piensa todo lo contrario. En 1999, el tirano le envió una carta a su “distinguido” compatriota, en la que le profesaba “profunda fe en la causa y en la misión”.

Pero el dictador fue mucho más allá el pasado fin de semana cuando, en un mitin de partidos políticos de izquierda, dijo que El Chacal es “un luchador por la libertad, un campeón de la causa palestina. Lo defiendo, sin detenerme a pensar en lo que digan en Europa”.

Pues bien, nuestro ilustre vecino del oriente ha sumado un nuevo elemento a su poco envidiable listado de ídolos sanguinarios: Tirofijo, Raúl Reyes, y sus cientos de miles de crímenes; Robert Mugabe a pesar de haber ordenado la muerte de más de 20.000 personas pertenecientes a las etnias Ndebele y Matabele; el sádico tirano norcoreano Kim Jong Il; el peligroso presidente iraní, por no decir nada del general bielorruso Alexander Lukachenko, último dictador de Europa.

Y es con esa joyita con la que Colombia tiene que tratar. A ese bárbaro le cabe sobradamente aquello que dicen las abuelas, mira con quien andas…

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No la tiene fácil el político de Cambio Radical, hoy presidente de la Corte Suprema, Augusto Ibáñez. Acostumbrado a dar entrevistas como cuando buscaba desesperadamente esos dos mil votos que lo lanzaron a la fama, ha negado en una de ellas haber acordado con el Presidente de la República que con la salida de Juan Ángel Palacio de la terna, la Corte se aprestaría a elegir al nuevo Fiscal General.

Queda muy mal el presidente de la Corte Suprema negando unas palabras pronunciadas delante de testigos. ¡Qué susto que la justicia esté a la cabeza de alguien así!

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