lunes, 27 de octubre de 2008

El afán de Samuel por limpiar la imagen de la CUT, bastión de sus votos.

Por: Jaime Restrepo Vásquez.

Durante 10 meses de “gobierno”, nunca se había visto una reacción tan rápida y contundente del alcalde Samuel Moreno Rojas. Muchas cosas han pasado en la capital del país y prácticamente el último pronunciamiento que se conocía era el del burgomaestre.

Sin embargo eso cambió el jueves pasado. Después de una nueva escalada terrorista en la que resultaron heridos 18 colombianos, Samuel Moreno salió presuroso ante los medios de comunicación a decir que “los ataques no tuvieron nada que ver con el paro ni con las marchas”.

Una afirmación tan contundente, y tan presurosa, no tiene fundamento probatorio en la realidad: nadie sabe si los terroristas participaron o no en la marcha, pues el método utilizado para la detonación fue el del temporizador, con lo cual, los terroristas pudieron estar a kilómetros de los sitios en los que cometieron los atentados.

No se puede perder el hilo de la situación: el video presentado por el ministro de la Protección Social, en el que se ve a un miembro de la CUT coordinando la sincronización de las protestas para el mes de octubre, demuestra que sí se dio un acuerdo entre los diferentes sectores para emprender las protestas al unísono.

También es importante recordar que el paro de los corteros de caña ha sido respaldado decididamente por Piedad Córdoba, senadora que ha demostrado hasta la saciedad sus simpatías con las Farc. Y ni hablar del senador Alexander López, algunos de cuyos colaboradores están siendo investigados por reunirse con voceros de las Farc para ultimar detalles con miras a las protestas que él apoya entusiasta.

Tampoco se puede pasar por alto que en la protesta indígena se han presentado, por lo menos, acciones criminales contra la Fuerza Pública y existen evidencias de la infiltración de las Farc en el movimiento indígena.

Entonces, si un representante de la CUT sincroniza las protestas en las que hay participación de simpatizantes y operadores del terrorismo, y justamente el día del paro se presenta una escalada terrorista en Bogotá, resulta irresponsable la sentencia del alcalde Moreno de asegurar que nada tuvo que ver una cosa con otra.

Seguramente los organizadores del paro del pasado 23 de octubre y los manifestantes sindicalizados no tuvieron ninguna participación en los atentados. Pero eso no significa que el paro, y las demás protestas organizadas en varias zonas del país, no hayan sido tomadas por las Farc como vitrina para que sus acciones de terror tuvieran la divulgación que ellos pretendían.

De hecho, el mejor escenario para los operadores de campo de las Farc es el de un ambiente aparentemente caldeado de insatisfacciones y protesta social generalizada. Es ahí donde las Farc tienen el plato servido para manifestar, a su manera, el respaldo a la inconformidad popular contra el enemigo número uno de la organización terrorista: el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

Entonces, lo admita Moreno o no, si existe un hilo que vincula ambas situaciones, pues abrirle espacio político a las Farc para que aprovechen un escenario, concertar con sectores simpatizantes e incluso con terroristas de campo y hacer eco de las arengas de las Farc para aparentar una supuesta revuelta social de grandes dimensiones, deja un tufillo de servicios prestados al terrorismo ya sea por ingenuidad o por afinidad.

Tradicionalmente los “gobernantes” de izquierda en Bogotá han incurrido en el error de subestimar a las Farc, de ocultar su presencia en diferentes zonas de la Capital y de soñar con que no existen reductos de milicianos. A eso se suma la irresponsabilidad de personajes de la izquierda como el rector de la Distrital, Carlos Ossa Escobar, que observa impávido como un grupo de encapuchados simpatizantes de las Farc se pavonea ante unos indefensos estudiantes, gritando arengas e invitando a los nóveles alumnos a ingresar a las filas del terrorismo.

Esos errores se han pagado con la vida de varios ciudadanos y con la sangre de decenas de heridos y en el afán de tapar el accionar de las Farc en sus últimos estertores, prefieren hacerse los de la vista gorda y no enfrentar el problema con responsabilidad y seriedad.

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