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martes, 2 de marzo de 2010

Venezuela: más tarde que nunca

Pedro Lastra

http://www.hacer.org/latam/?p=2288

Febrero 22 de 2010

¿Se suma Henry Falcón a la gran aventura por la superación del chavismo y la construcción de la transición democrática, cuyo primer acto será sin duda el proceso electoral de septiembre próximo? ¿O constituye su renuncia al PSUV una movida de estrategia electoral, ofreciendo su nombre para las presidenciales del 2012? ¿Un chavismo sin Chávez?

¡Traición! , gritarán desde el fondo del chavismo. Ojo con la nueva versión del ariascardenazo, exclamarán desde las galerías de la oposición dura. Otra prueba del inexorable hundimiento del chavismo, señalarán los columnistas más avisados. Falcón, la más gorda de las ratas bolivarianas abandona el portaviones, señalarán con fruición los extremistas de ambos bandos.

Lo cierto es que la renuncia del gobernador de Lara Henry Falcón, por ahora el más conspicuos de los disidentes del PSUV, dará que hablar por lo menos durante toda la semana, lo que en Venezuela equivale a varios años de esclarecimientos y disputas. Independientemente de causas y razones, adelantándose al comentario del Aló Presidente de ayer, cada día más lánguido y desangelado, el gobernador Falcón ha dado lo que se llama un tremendo tubazo. Un torpedo bajo la línea de flotación de este portaviones que empieza a lucir su deterioro y comienza un lentO pero inevitable hundimiento.

Desde luego: con un retraso de dos años respecto de la decisión de expulsarlo de las filas del PSUV y de la de Ismael García y su gente de asumir con rigor y contundencia la quiebra del compromiso con un caudillo que ha hundido el país en la miseria y la devastación, la renuncia de Falcón se inscribe en una estrategia más sofisticada, que puede dar pábulo a los más contradictorios significantes. Falcón se separa del PSUV, no de la alianza política que respalda al caudillo. Abandona su militancia en el partido de gobierno, pero no se distancia ni un milímetro de la revolución bolivariana. Materializasu marginación de facto, pero se acoge a un partido que no encuentra un milímetro de vida fuera del aluvión chavista.

Algo así como un paso de ballet para ir creando la tierra de transición, el puente de mando para esa izquierda marxista que no quisiera hundirse atada al mástil del militarismo caudillesco del teniente coronel. Aferrada a la única instancia programática dejada por esta década perdida: la Constitución bolivariana.

Y es allí donde, a nuestro modesto parecer, radica la importancia de la carta abierta de Henry Falcón al presidente de la república. Pues esa constitución es la isla del encuentro virtual de opositores y disidentes, el programa histórico para la transición democrática de la Venezuela del siglo XXI, la bitácora de ruta para el inmediato porvenir de los demócratas venezolanos. ¿Se suma Henry Falcón a la aventura por la superación del chavismo y la construcción de la transición democrática, cuyo primer acto será sin duda el proceso electoral de septiembre próximo? ¿O constituye su renuncia al PSUV una movida de estrategia electoral, ofreciendo su nombre para las presidenciales del 2012? ¿Un chavismo sin Chávez?

Sea como fuere, más vale tarde que nunca. Bienvenido a las filas de la oposición al chavismo, si la movida no tiene las fétidas implicaciones de actos semejantes en el tortuoso pasado del chavismo. Obras son amores y no buenas razones. El país se debate entre la devastación o el renacimiento. Que Falcón, desde el PPT, acelere la caída del chavismo. Con y sin Chávez.

sábado, 6 de febrero de 2010

Un asesino en Venezuela

Pedro Lastra

Noticiero Digital, Caracas

http://www.noticierodigital.com/

Febrero 4 de 2010

¿Qué hace una nación soberana cuando su presidente de la república le entrega la soberanía a una nación extranjera y acepta que venga a dirigir sus asuntos más candentes el asesino número 1 y segunda figura del régimen extranjero que lo arrodilla? ¿Qué hace una nación soberana cuando quien funge de presidente de esa república acepta rebajar su territorio a mera satrapía y le entrega el poder soberano al asesino mayor de quien lo subyuga? ¿Qué hace una nación soberana con quien vende por un plato de lentejas – su propia entronización – la república que tiene la obligación de presidir a un asesino maquiavélico, cínico, despótico, cruel y represor?

Esas más que candentes preguntas se hacen los venezolanos de bien, incluidos en primer lugar sus uniformados aún leales a la patria, ante la escandalosa aparición en Caracas, en gloria y majestad, del sujeto más perverso, más frío, calculador y cínico de la Cuba castrista. El responsable por miles de fusilamientos. Aquel a quien no le tembló el pulso a la hora de hundir la bienamada Cuba en el estiércol y la sangre de la más terrorífica represión jamás imaginada. Preguntas todas ellas que terminan en un gran interrogante, cuya respuesta se nos adeuda y por la que debemos exigir a cualquier precio: ¿qué vino hacer a Caracas el cubano más siniestro y maligno de todos los tiempos?

Hay serias, muy serias y fundadas razones para asegurar que, contrariamente a la absurda explicación del teniente coronel, el asesino de La Cabaña vino a montar algo muchísimo más siniestro e inaceptable que alguna oscura central de energía eléctrica. Las sospechas son más que fundadas: ¿qué tiene Cuba, en las tinieblas desde hace cincuenta años, que exportar en relación al suministro de energía que no sea la cruenta experticia de su racionamiento? ¿Qué tiene que resolver en asuntos de energía quien no tiene otro conocimiento que el modo y manera de reprimir un pueblo, asesinar a sus opositores y encarcelar a sus homosexuales?

Dada la galopante crisis política que nos aqueja y nos tiene ya al borde del abismo, ¿qué otra tarea vendría a cumplir el implacable represor cubano que no sea la de reforzar los organismos represivos, controlar el funcionamiento de los aparatos policiales, hundir sus manos en los asuntos internos de nuestras fuerzas armadas, meter en vereda a la disidencia interna del chavismo y sepultar las aspiraciones democráticas de la inmensa mayoría de los venezolanos? ¿Comenzando por “pacificar” el movimiento estudiantil y aplastar la rebelión que cunde en nuestras ciudades y tiene en jaque el frágil régimen de gobierno que nos agobia?

Aceptar la presencia de este asesino en Caracas sería el comienzo del fin de nuestra libertad, de nuestra autonomía política, de nuestros anhelos por recuperar cuanto antes nuestra violada y zaherida democracia. De allí la necesidad de hacer cuestión de honor de su expulsión de nuestro territorio. De allí la necesidad de levantarnos como un solo hombre y gritarle ¡basta! en el rostro a quien traiciona sus deberes y ultraja nuestra honra como nación independiente y democrática.

Es la consigna del momento: ¡Fuera Ramiro Valdez de Venezuela!