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martes, 9 de febrero de 2010

Tiempo para el comercio

Editorial

The Washington Post, Washington

Febrero 8 de 2010

(Traducción Blog Debate Nacional)

En los últimos días parecía como si el estancamiento político sobre el comercio finalmente estaba a punto de romperse. En el informe sobre el Estado de la Unión centrado en la creación de empleos, el presidente Obama lanzó una Iniciativa Nacional de Exportación para duplicar las exportaciones de EE.UU. en cinco años. En apoyo de este objetivo, se expresó alentadoramente acerca de “fortalecer” las relaciones comerciales con Corea del Sur, Panamá y Colombia, con cada uno de los cuales tiene Estados Unidos un acuerdo de libre comercio (TLC) en espera de la aprobación del Congreso. ¿Sería que el Presidente estaba listo para lidiar con los sindicatos y otros grupos de interés demócratas que los han venido bloqueando? La situación parecía aún más esperanzadora el miércoles: el Secretario del Tesoro Timothy F. Geithner respondió "absolutamente" cuando un miembro del Congreso preguntó si la administración quería concluirlos antes de fin de año.

O eso parecía. En realidad, el Secretario había sido mal interpretado por algún cruce de palabras en la comparecencia, explicó su Departamento en un comunicado de prensa después. La posición de la administración Obama sigue siendo lo que era: se quiere ajustar los acuerdos, en cooperación con el Congreso, y "avanzar" con ellos, pero no hay fecha límite. Y así, a pesar de la prometedora charla, el futuro de los acuerdos de libre comercio sigue siendo incierto. Panamá todavía podría llegar a una votación este año, lo que estaría bien, pero es el más pequeño y menos controvertido de los tres. Un fracaso a la hora de pasar los tratados con Colombia y Corea sería malo para las empresas y los trabajadores estadounidenses.

La Iniciativa de Exportación de la Administración ofrece más apoyo coordinado del gobierno a las empresas que están tratando de vender en el extranjero. Pero cuando se trata de crear puestos de trabajo en cantidad relacionados con las exportaciones, lo crucial es eliminar las barreras arancelarias donde sea posible y tan rápido como sea posible. Mientras Estados Unidos titubea, la Unión Europea está negociando acuerdos comerciales con Corea del Sur, Colombia y otras naciones, lo que amenaza con dejar a los Estados Unidos en una situación de desventaja.

No cabe duda que el comercio es difícil de vender en un año electoral, dado el peso de sus oponentes en el Capitolio. Pero en Colombia, el caso del acuerdo es especialmente fuerte y los hechos en contra especialmente débiles. "Esta administración buscará acuerdos comerciales balanceados [y] ambiciosos que mejoren el acceso a mercado para los trabajadores, empresas, agricultores y ganaderos norteamericanos" dijo este jueves el Secretario de Comercio Gary Locke. Esta es una descripción perfecta del TLC con Colombia: sencillamente le daría a la gran mayoría de mercancía de los EEUU. el mismo acceso libre de impuestos a la economía andina de rápido crecimiento que ya los productos colombianos gozan en los Estados Unidos. Además de este apoyo a las compañías de EE.UU., el acuerdo ayudará a apuntalar un fuerte aliado de EE.UU. en una región en conflicto.

Puesto que no hay un argumento económico en contra de libre comercio con Colombia, los opositores han tenido que recurrir a uno político, a saber, que el TLC beneficiaría a un gobierno con un mal historial de derechos humanos. En verdad, Colombia ha hecho grandes progresos desde los días sangrientos del pasado. En los últimos cuatro años, los asesinatos de sindicalistas, la principal preocupación de los activistas de derechos humanos de EEUU., ha disminuido desde 60 por año hasta 28. Los sindicalistas en realidad tienen seis veces menos probabilidad que los otros colombianos de ser víctimas de homicidio, según un nuevo estudio realizado por Daniel Mejía y María José Uribe, de la Universidad de los Andes en Bogotá.

¿Seguirán los opositores al TLC aferrándose a sus argumentos a pesar de la evidencia abrumadora en contra? ¿Está el tratado de libre comercio con Colombia en el interés de EE.UU.? ¿El Presidente ha sido indulgente con los proteccionistas en el Congreso demasiado tiempo? A las tres preguntas, la respuesta es: "Absolutamente".

lunes, 24 de agosto de 2009

Ventaja del Sr. Chávez

Editorial

The Washington Post

Lunes, agosto 24 de 2009

(Traducción Blog Debate Nacional)

Es demasiado fácil para el caudillo venezolano colocar la administración Obama a la defensiva

En el curso del mes pasado, el Presidente venezolano Hugo Chávez fue denunciado como proveedor de armas avanzadas a un grupo terrorista que procura derrocar al gobierno democrático de Colombia. En su propio país, él ha cerrado 32 emisoras independientes de radio. Su Asamblea Nacional de bolsillo ha pasado leyes para manipular distritos en las elecciones parlamentarias del próximo año y eliminar la autonomía de las universidades. El Sr. Chávez ha prometido comprar docenas de tanques a Rusia, y ha programado un viaje a Teherán el próximo mes para reforzar su apoyo al asediado iraní Presidente Mahmoud Ahmadinejad.

Ahora, naturalmente, los líderes latinoamericanos están planeando una cumbre de urgencia en Argentina este mes para consultar sobre... un irrelevante acuerdo estadounidense-colombiano para que fuerzas norteamericanas puedan usar unas pocas bases militares colombianas en la lucha antinarcóticos y operaciones de vigilancia de contraterrorismo.

El acuerdo bilateral aún tiene que ser refrendado y oficialmente revelado, aunque las negociaciones sobre el mismo terminaron la semana pasada. Está absolutamente claro que el acuerdo no implica un aumento significativo de operaciones militares de Estados Unidos en América Latina o que represente una amenaza para alguien diferente a los traficantes de drogas y los terroristas del movimiento de las FARC -el grupo que Sr. Chávez ha estado apoyando en la violación clara de resoluciones de Consejo de Seguridad de la ONU y la carta de la Organización de Estados Americanos-. Aviones y barcos estadounidenses han estado conduciendo misiones de vigilancia en la región durante años; personal estadounidense ha estado estacionado en Colombia durante casi una década. No habrá ningún control estadounidense de ninguna de las bases en Colombia, y las operaciones estarán limitadas al territorio colombiano.

¿Entonces, por qué tanto alboroto entre líderes latinoamericanos? En parte, esto se deriva de arraigadas sospechas de izquierdistas hacia cualquier iniciativa militar norteamericana en la región. Pero sobre todo la controversia refleja otro esfuerzo exitoso por parte del Sr. Chávez para desviar la atención sobre su propio comportamiento, colocando la administración Obama a la defensiva. Después de que los informes del acuerdo comenzaron a aparecer en los medios de comunicación colombianos, el líder venezolano ha estado rebuznando sobre "los vientos de guerra" que supuestamente soplan por Suramérica, gracias a las nuevas "bases americanas", que según él están destinadas a una invasión de su país.

No debería ser muy difícil de refutar tales tonterías, pero la respuesta de la administración Obama llegó tarde y débil. Hasta la reunión realizada la semana pasada entre la Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton y el Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, no había habido ningún esfuerzo concertado estadounidense para explicar el acuerdo. Tampoco la administración ha tratado de llamar la atención sobre las genuinas y serias acciones hostiles que el Sr. Chávez ha tomado contra sus vecinos y la oposición democrática de su propio país. Estos deberían ser justamente el objeto de las consultas urgentes interamericanas. Que no son muestras de efectividad de la administración en el manejo de la diplomacia hacia Latinoamérica.

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Advantage, Mr. Chávez

It's too easy for the Venezuelan caudillo to put the Obama administration on the defensive.

Monday, August 24, 2009

IN THE COURSE of the past month, Venezuelan President Hugo Chávez has been exposed as a supplier of advanced weapons to a terrorist group that seeks to overthrow Colombia's democratic government. In his own country, he has shut down 32 independent radio stations. His rubber-stamp National Assembly has passed laws to gerrymander districts in next year's parliamentary elections and eliminate the autonomy of universities. Mr. Chávez has pledged to purchase dozens of tanks from Russia, and he has scheduled a trip to Tehran next month to reinforce his support for beleaguered Iranian President Mahmoud Ahmadinejad.

So, naturally, Latin American leaders are planning a summit in Argentina this month to urgently confer about . . . an unremarkable U.S.-Colombian agreement for American forces to use a few Colombian military bases for counternarcotics and counterterrorism surveillance operations.

The bilateral deal has yet to be signed or officially unveiled, though negotiations on it were completed last week. Yet already it's perfectly clear that it would not bring about a significant increase in U.S. military operations in Latin America or pose a threat to anyone other than the drug traffickers and terrorists of the FARC movement -- the group that Mr. Chávez has been supporting in clear violation of U.N. Security Council resolutions and the Organization of American States charter. U.S. planes and ships have been conducting surveillance missions in the region for years; U.S. personnel have been stationed in Colombia for nearly a decade. There would be no U.S. control over any of the bases in Colombia, and the operations would be limited to Colombian territory.

So why the hubbub among Latin leaders? In part, it stems from ingrained suspicion among leftists toward any American military initiative in the region. But mostly the controversy reflects another successful effort by Mr. Chávez to deflect attention from his own behavior while putting the Obama administration on the defensive. Ever since reports of the agreement began appearing in the Colombian media, the Venezuelan leader has been braying about the "winds of war" supposedly blowing through South America thanks to new "American bases," which he claims are intended for an invasion of his country.

It shouldn't be very hard to refute such nonsense, but the Obama administration's response was late and underpowered. Up until a meeting between Secretary of State Hillary Rodham Clinton and the Colombian foreign minister last week, there had been no concerted U.S. effort to explain the agreement. Nor has the administration tried to call attention to the genuine and serious hostile actions that Mr. Chávez has taken against his neighbors and the democratic opposition in his own country. Those should rightfully be the subject of urgent inter-American consultations. That they are not shows how far the administration is from mounting effective Latin American diplomacy.

viernes, 31 de julio de 2009

Cohetes para terroristas

Editorial

The Washington Post, Washington

Viernes, 31 de julio de 2009

¿Tendrá alguna consecuencia el apoyo material venezolano a los insurgentes de Colombia?

Cuando el gobierno colombiano el año pasado dio a conocer una amplia evidencia de que el gobierno de Venezuela había colaborado con un movimiento rebelde colombiano conocido por el terrorismo y el tráfico de drogas, la mayoría de los gobiernos de América Latina y los Estados Unidos optaron por mirar hacia otro lado. Las pruebas estaban contenidas en los ordenadores portátiles capturados en una polémica redada del ejército colombiano en una base de guerrilleros en Ecuador. El presidente venezolano Hugo Chávez denunció que los e-mails y documentos encontrados eran falsos, y las posibles consecuencias derivadas de que Venezuela apoyaba a una organización terrorista contra un gobierno democrático - que podrían incluir sanciones obligatorias de EE.UU. y la remisión al Consejo de Seguridad de la ONU - fueron más de lo que la administración Bush estaba dispuesta a contemplar.

Ahora Colombia ha hecho pública pruebas que serán aún más difíciles de ignorar. En una redada en un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un grupo designado oficialmente como una organización terrorista por los Estados Unidos y la Unión Europea, las fuerzas colombianas capturaron sofisticados cohetes antitanque de fabricación sueca. Una investigación sueca confirmó que fueron vendidas al ejército venezolano por la empresa fabricante de armas Saab. Es más, e-mails de los ordenadores portátiles capturado a las FARC en el Ecuador parece que se refieren a las armas; en uno, un miembro de las Farc en Caracas informa de discusiones para entrega de las armas en 2007 en una reunión con dos generales venezolanos, incluido el director de inteligencia militar, Hugo Armando Carvajal Barrios.

Colombia, de manera privada pidió al gobierno de Chávez una explicación sobre los cohetes hace meses; Suecia viene pidiéndolo también. Pero la única respuesta han sido los bramidos públicos del caudillo venezolano, quien el martes retiró su embajador de Colombia y amenazó con cerrar el comercio fronterizo. Si él investigara, las autoridades anti-drogas estadounidenses podrían estar satisfechas: un informe divulgado la semana pasada por U.S. Government Accountability Office (GAO) señala que Venezuela ha creado un “ambiente permisivo” para las Farc, lo cual ha posibilitado que dicho grupo haya aumentado enormemente el tráfico de cocaína a través de sus fronteras. “Al evadir la captura de miembros de los grupos ilegales y suministrarles apoyo material, Venezuela ha lanzado un salvavidas a esos grupos armados ilegales, cuya existencia pone en peligro la seguridad que Colombia ha alcanzado con la ayuda estadounidense” dice el reporte del GAO.

Todo esto suena bastante como apoyo material al terrorismo -lo que plantea la cuestión de si el Departamento de Estado deberá mirar de nuevo si el gobierno del Sr. Chávez o altos funcionarios suyos deben ser incluidos en su lista de patrocinadores estatales del terrorismo. Durante la administración Bush, el año pasado, el Departamento del Tesoro impuso sanciones sobre el general Carvajal y varios otros funcionarios por apoyo a las Farc en el tráfico de drogas. Es muy difícil encubrir el suministro de cohetes antitanque a una organización terrorista. Por el momento, el Departamento de Estado está ocupado en la aplicación de sanciones a los miembros del gobierno de facto de Honduras, culpables del derrocamiento de uno de los clientes y posible émulo del Sr. Chávez en el futuro. Tal vez pronto pueda dirigir su atención a quienes en el hemisferio han sido sorprendidos tratando de derrocar un gobierno democrático mediante el suministro a terroristas de armas avanzadas.

(Traducción del Blog Debate Nacional)