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viernes, 5 de febrero de 2010

Políticas contra el desempleo

Rudolf Hommes

El Tiempo, Bogotá

Febrero 5 de 2010

Las tasas de desempleo e informalidad de Colombia, así como la desigualdad, se encuentran entre las más elevadas de América Latina. A pesar de que el desempleo no subió al 14 por ciento, como se temía, el nivel del 12 por ciento actual no da para sacar pecho. Es una tasa de desempleo muy elevada, más si se tiene en cuenta que la informalidad es alta, y la existencia de dos mercados que coexisten, uno para gente con alto nivel de calificación en el que los salarios son elevados y el desempleo bajo, y otro para gente de baja calificación con alto desempleo, inestabilidad en el empleo e informalidad creciente. Esta situación es una de las razones por las cuales la desigualdad es elevada y refleja que hay un exceso de capacidad que se traduce en mala utilización y desperdicio de capital humano y del potencial productivo.


Este panorama laboral reclama políticas atrevidas e ingeniosas para resolver los problemas. La generación de empleo productivo y la creación de puestos de trabajo para trabajadores de baja capacitación y bajos niveles de escolaridad son posiblemente los retos más apremiantes en el futuro inmediato, y ciertamente temas centrales de la próxima campaña presidencial. Algunos candidatos presidenciales se han dado cuenta de la gravedad del problema y están trabajando en alternativas para responder.


Germán Vargas se refirió ampliamente a los problemas del mercado laboral en su discurso del sábado pasado y les dio a ellos y a la pobreza un papel central en su propuesta política. Rafael Pardo también propuso fórmulas para aliviar la situación y las incorporó a la agenda legislativa de su partido. Sergio Fajardo está trabajando en propuestas para generar empleo. La gente lo está exigiendo y se percibe el desempleo como una preocupación central del electorado, de tal importancia que ha desplazado a segundo plano el tema de seguridad de la lista de prioridades del público.


Rodrigo Botero y Domingo Cavallo, el ex ministro argentino, se han tomado el trabajo de estudiar el problema de los incentivos negativos al empleo que se derivan de los beneficios tributarios a la inversión, las zonas francas y las cargas parafiscales asociadas a la nómina y han hecho una propuesta que figura en el sitio web de Fedesarrollo y en el de Uniandes, y que describe Botero en su artículo de El Colombiano de ayer. Consiste esencialmente en otorgar beneficios fiscales, más o menos equivalentes a los existentes, derogando estos por sus efectos nocivos sobre el empleo a las compañías que aumentan su nómina en términos reales en comparación con una fecha pasada de referencia, y obtener un crédito tributario por el 120 por ciento del aumento en los impuestos a la nómina del nuevo empleo generado.


La propuesta es inteligente, creativa y seguramente va a ser bien acogida por los candidatos. Hay que advertirles que tienen que tener cuidado de que quienes ya se benefician de los pactos de estabilidad no se puedan acoger a los dos regímenes de beneficios, porque pueden terminar no pagando impuestos.
Con el mismo espíritu de esta propuesta, adicionalmente se puede proponer que las personas naturales reciban un beneficio tributario si contratan personal adicional de servicio y los afilian a la seguridad social. Esto ya lo han propuesto algunos candidatos y es una muy buena idea, porque incrementaría la cobertura de la seguridad social y sacaría del mercado informal a mucha gente.


Así como surgieron estas ideas pueden aparecer muchas más. Estas tienen la virtud de haber creado interés sobre la necesidad de crear empleo y mejorar las condiciones de la fuerza laboral. Hay que advertir que estas propuestas no sustituyen pero sí refuerzan las políticas encaminadas a generar mayor crecimiento económico y mayor productividad. El próximo gobierno tendrá que establecer metas ambiciosas de crecimiento económico, año tras año, y obtener un extenso consenso sobre las políticas económicas concebidas para cumplir con ellas.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Informalidad y apertura

Rudolf Hommes

El Colombiano, Medellín

Noviembre 8 de 2009

En la presentación que preparó el Banco de la República sobre la revaluación del peso para la tertulia que se organizó en la Presidencia de la República, se concluye que lo que el país necesita para evitar la revaluación indeseada de la moneda nacional es elevar el nivel de ahorro de la economía y aumentar estructuralmente la demanda de divisas.


El Banco sugiere que el Gobierno establezca una regla automática que induzca la generación de ahorro público. Por ejemplo, podría establecer una meta anual de superávit fiscal primario, que sea mayor durante los años de auge y menor cuando la economía crece menos; o limitar el crecimiento del gasto corriente en los años de prosperidad para generar recursos que financien una expansión contra cíclica de la inversión durante los períodos de desaceleración.


Esto ha dado resultado en Chile. Otra manera de hacerlo es ahorrar y no monetizar parte de los ingresos que el Gobierno recibe por concepto de impuestos, regalías y dividendos de los ingresos mineros y petroleros.

Para generar una mayor demanda estructural de divisas, el Banco de la República le sugiere al Gobierno reducir aranceles, con lo cual se aumenta la demanda de importaciones, se promueve la competitividad, se corrige el sesgo anti exportador existente, se abarata la producción nacional y se beneficia al consumidor en general.


Después de la apertura se ha venido restableciendo la protección, especialmente para la producción de bienes de consumo y productos agropecuarios para el mercado doméstico.


Hay un exceso de protección a la producción agropecuaria y de bienes de consumo, lo que constituye un sesgo contra las exportaciones.


Al mismo tiempo, los bienes intermedios y de capital no tienen suficiente protección efectiva o la tienen negativa. La iniciativa que propone el Banco de la República se debería tomar muy en serio, no solamente por los efectos positivos que tendría sobre la tasa de cambio, sino porque sería la oportunidad para corregir el esquema de protección existente.


El Gobierno alarmó a todo el mundo con la revaluación y se hace ahora el de la vista gorda frente a estas propuestas cuando, a juzgar por las cifras que el Banco presentó en la misma tertulia, el sector público parece ser uno de los principales sospechosos de haber causado el problema más reciente.


Entre enero y septiembre de 2009, los reintegros netos de capital privado contabilizados por el Banco de la República fueron de USD$921 millones, muy inferiores a los del mismo período en el año anterior (USD$4,557 millones). Los reintegros de capital oficial durante los primeros nueve meses de este año fueron USD$3,794 millones, y el año pasado habían sido negativos.


En pocas palabras, el Gobierno gritaba foul, mientras nos tenía en el suelo y nos daba patadas. No puede continuar haciéndolo y debería atender lo que se le recomienda.


Pero la OIT le puede estar creando una excusa adicional para no hacerlo con un estudio que ha dado lugar a titulares en los que se le atribuye a la apertura la informalidad, aparentemente sin tener en cuenta las otras variables que intervienen para fomentarla, como son, por ejemplo, el salario mínimo, los impuestos salariales, las deficiencias del sistema educativo y la reducción del costo de uso del capital, entre otras.


Se desconoce también que la protección aumentó significativamente después de la apertura y la informalidad no ha dejado de crecer, o que la estructura de protección existente inhibe la creación de empleo y estimula la utilización de bienes de capital en detrimento de la ocupación de mano de obra, y que este efecto se amplía con los beneficios tributarios a la inversión.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Unasur: misión imposible

Por Rudolf Hommes

El Colombiano, Medellín

Septiembre 20 de 2009

Brasil y Venezuela parecen estar aliados en este momento en contra de Colombia, no porque persigan un objetivo común en el largo plazo, sino porque aspirando a dos cosas distintas y posiblemente incompatibles, no les interesa que en América del Sur haya presencia militar de los Estados Unidos.

Esa presencia no encaja con los objetivos de ambos países y por eso se juntan para oponerse a que Colombia admita operaciones militares de Estados Unidos en su territorio. Los dos están en Unasur con el propósito de ejercer un grado de hegemonía económica, política y hasta militar en el continente.

Brasil debe estar pensando en una pax brasileña para América del Sur y Chávez no esconde su propósito de unificar los antiguos países bolivarianos y someterlos al modelo socialista que ha ido imponiendo en Venezuela, que últimamente ha adquirido alarmantes características nacional-socialistas.

Brasil está pasando por un momento muy interesante de su historia, pues está ingresando a las ligas mayores: Figura con Rusia, India y China, en el grupo de los países que podrían convertirse en las potencias dominantes de sus regiones.

De hecho, Rusia lo ha sido durante siglos y está en ese grupo porque ha sufrido un retroceso temporal. China e India ya son potencias militares y países aceptados en el club atómico. El que menos pesa en ese grupo BRIC es Brasil y ahora está preparándose para hacerse sentir y se está armando, como todo país que se propone tener influencia, para aumentar la capacidad y el alcance de su intervención.

La situación de Brasil en este momento no es disímil de la de Estados Unidos a principios del siglo XX cuando le arrebató a España sus colonias, saboteó la inversión francesa en el Istmo, desbarató el bloqueo naval de Alemania a los puertos venezolanos, reafirmó la doctrina de Monroe, intervino descaradamente en México y Centro América, y se tomó a Panamá en la transición entre potencia menor y gran potencia. Brasil está en eso, quizás con una cara más amable. No quiere otras potencias dentro del que aspira tener como su campo de acción. Y la unión bolivariana que persigue Chávez, con Venezuela a la cabeza, nunca podrá serlo si Colombia permanece aliada a Estados Unidos.

A esto hay que añadirle que en Venezuela, aún cuando gobernaban amigos cercanos de Colombia, subsistía un nivel alto de recelo de nuestro país.

Colombia no tiene ambiciones geopolíticas explícitas; hasta ahora ha defendido su territorio acudiendo a la diplomacia y solamente una vez, en más de cien años, con las armas.

Nuestro jefe de Estado no ha mostrado interés en la geopolítica, a pesar de que esas proclividades son propias de líderes autocráticos nacionalistas. Lo que sucedió con el ataque al campamento de Raúl Reyes y con las capturas de miembros de la guerrilla colombiana en territorio de otros países, a pesar de ser claramente violatorio de las reglas internacionales vigentes y de haber roto la tradición legalista de Colombia en política internacional, puede entenderse como reacción, ojalá puntual a la percepción o sospecha de complicidad o excesiva tolerancia de los gobiernos vecinos con la guerrilla, más que como una agresión.

Si Chávez no da señales de querer mejorar las relaciones y si Brasil sigue mostrando el cobre después de haber dejado ver su juego, el gobierno de Uribe no va a ceder a las pretensiones de esos países. Con tres de los principales miembros de Unasur persiguiendo objetivos irreconciliables, esa organización solamente tiene futuro como sitio para ir a hablar, sin posibilidad de llegar a acuerdos. Y la región seguirá sufriendo las consecuencias económicas del desacuerdo

martes, 15 de septiembre de 2009

Empleo y pobreza

Rudolff Hommes

Portafolio, Bogotá

Septiembre 15 de 2009

La última encuesta de Gallup muestra que 57% de los sondeados aún dice que la situación económica está empeorando, 76% considera que el estado del empleo se está agravando, y sólo 17% sostiene que está mejorando. La evolución del mercado laboral hasta julio, revelada por el Dane, admite algo de optimismo, pero revela que la situación económica de los hogares ha empeorado y presenta un clima preocupante en varias ciudades, en el sector rural y para las familias de más bajos ingresos.

En comparación con julio del 2008, la tasa de desempleo a nivel nacional subió de 12,1 a 12,6%, pero con aumentos significativos de la tasa general de participación y de la tasa de ocupación. El profesor Hugo López, que fue consultado al respecto, observa que en las 13 ciudades principales se ha dado "la combinación de un crecimiento anual positivo para el empleo asalariado (3,8%), con una aceleración considerable de la fuerza laboral (5,4%) y del empleo no asalariado (4,7%); por tanto, también del empleo total (4,2%)". Además dice, que el incremento del empleo asalariado es "una buena noticia", pero que el del empleo no asalariado no lo es, porque indica que la informalidad está subiendo, como lo reporta el Dane. Respecto a la evolución de la tasa de participación, López sostiene que no es una buena noticia, porque "con rezago, las familias han sacado al mercado laboral a sus mujeres y a sus hijos, y esto va hacer durar los problemas laborales en el país como pasó en la crisis anterior".

Hay mayor empleo, pero una parte importante de este aumento es en el mercado informal. Como el ingreso de las familias ha empeorado, más gente de cada hogar tiene que buscar trabajo, y hay mayor desempleo. Esta situación es congruente con los resultados de la encuesta que muestran una preocupación mayoritaria (igual a la popularidad del presidente) con la situación de empleo. Si el ambiente económico estuviera mejorando, no habría tanta gente buscando empleo y la tasa de desempleo iría en descenso.

Las cifras nacionales esconden, además, lo que le está pasando a un grupo de ciudades (Pereira, Pasto, Montería, Ibagué y Medellín), que están aguantando niveles intolerables de desempleo y mucha gente en la calle haciendo lo posible para defenderse en el mercado informal. En el campo es mayor el problema. Gran parte de la gente empleada devenga salarios inferiores al mínimo y, como lo advierte López, las cifras muestran un crecimiento anual modesto del empleo asalariado, pero arrojan una expansión elevadísima para la fuerza laboral y para el empleo no asalariado o informal y del empleo total.

La situación de pobreza extrema es un lunar en el récord de las dos administraciones de Uribe. Buena parte de este problema tiene su origen en el mercado laboral, que también ha contribuido al aumento de la desigualdad. López reporta que el nivel de desempleo en el quintil más bajo del ingreso de familias urbanas era de 30% en 2008, y que entre los jóvenes de ese nivel llegaba a 50%. La tendencia actual hace prever que se va a generar más empleo calificado y menos para los trabajadores de menor calificación. Aunque la solución de largo plazo es crecer, educar a los pobres y revisar los incentivos artificiales a la mecanización, se requiere pensar otra vez en un programa como Empleo en Acción para el quintil bajo del ingreso urbano y para el sector rural.

domingo, 2 de agosto de 2009

¿Qué se sabe de Gabriel Silva y de Camilo Ospina?

Por Rudolf Hommes

El Colombiano, Medellin

Agosto 2 de 2009

Salió bien el nombramiento de Gabriel Silva en Defensa. Es un profesional con experiencia en el manejo de problemas, conoce la política y el gobierno. Es astuto y muy fogueado. Ha estado muy cerca del poder y ha desempeñado cargos delicados como asesor de presidentes, como embajador en Washington y, desde luego, en la Federación de Cafeteros. Como nos hemos acostumbrado a que el Presidente no da puntada sin dedal, se han hecho conjeturas sobre lo que hay detrás de este nombramiento, entre otras cosas porque Gabriel es muy cercano a Juan Manuel Santos y a César Gaviria.

Las explicaciones abundan: Unos ven una movida a favor de Santos. Como el gobierno no quiso que los conservadores pospusieran su consulta, creen que esta es una señal inequívoca de que Santos va a ser el que reciba el "dedazo" de Uribe si el plan A le falla. Los más audaces añaden que como Gaviria ya está hablando de rodear al gobierno en este nuevo impasse con Venezuela y Ecuador, lo que se está fraguando es una alianza eventual entre Santos y Gaviria para devolver el partido de la U al liberalismo y reconstruirlo durante una eventual presidencia de Santos en la que se establecería una fila india en colaboración con Vargas, Pardo y otros aspirantes liberales a la presidencia.

Lo que parece claro es que Gabriel Silva es una persona importante, bien conectada, y que no va a ser un segundón en el cargo, ni ficha de Santos o de César Gaviria. El presidente pudo haberlo nombrado precisamente porque en este momento necesita a alguien así, con la experiencia que tiene en relaciones internacionales y el conocimiento de Washington para que le maneje lo de las bases gringas, los problemas de derechos humanos y demás espinas en la relación con los Estados Unidos, y exhiba dotes de alta diplomacia frente a las hermanas repúblicas del vecindario. Esta parece ser una explicación sensata. Silva posee una mente estratégica y una educación complementaria que pueden ser muy útiles para seguir los pasos de su mentor en el Ministerio y continuar la labor de inteligencia que ha sido tan eficaz para debilitar a la subversión. Un atributo adicional que tiene Silva es que no tiene lazos con los paramilitares o con otros grupos armados criminales o ilegales. Por el contrario, durante el gobierno de Barco estuvo muy involucrado en problemas de defensa y con Gaviria estuvo metido en la lucha contra el narcotráfico, en colaboración con Estados Unidos. Con seguridad va a tratar de hacer un buen ministerio.

Después de haber sido jefe de Camilo Ospina y de conocerlo durante varios años, me siento en la obligación de decir que se le está haciendo mucho daño a un profesional honorable y distinguido. Fue secretario general del Ministerio de Hacienda casi tres de los cuatro años durante los cuales tuve ese Ministerio a mi cargo. Fue mi ángel guardián legal en ese período difícil. En ese cargo fue un funcionario ejemplar y un profesional intachable. Es inflexiblemente respetuoso de la ley y muy consciente de que un funcionario debe ser impecable. Si por algo peca es por exceso de ortodoxia. Fue uno de los líderes estudiantiles del movimiento de la "séptima papeleta" y puede reclamar un papel en la gestación de la Constitución. No creo que su paso por Palacio y mucho menos por la OEA, donde se lució, hayan cambiado tan profundamente su carácter como para merecer el mal trato que está recibiendo.

domingo, 10 de mayo de 2009

La economía vista por Obama

Por Rudolf Hommes

El Tiempo, Bogotá

Mayo 8 de 2009

 

El domingo pasado, la revista dominical de The New York Times publicó una extensa entrevista sobre la economía con Barack Obama, quien responde con seguridad y maneja y convierte los económicos en temas de trascendencia e importancia política, ética y social. Es un hombre de gran nivel intelectual. Aunque no es experto en la materia, sabe el alcance de las disyuntivas que se le presentan y de las decisiones que tiene que tomar. No se deja ilusionar por las ideologías, no desdeña opiniones contrarias ni se deja atraer por el espejismo de que no hay sino una verdad.

 

Por el contrario, su metodología para llegar a conclusiones y tomar decisiones consiste en enfrentar a dos contrarios de muy buen nivel y presentar los dos lados de un asunto. Dice que, meditando sobre las discusiones que tenían lugar en el gabinete de Clinton, le gusta presenciar un buen debate entre alguien como Robert Rubin (el ex secretario del Tesoro y eminencia gris del ex presidente) y Robert Reich (ex secretario de Trabajo, autor de varios libros de orientación heterodoxa y conciencia liberal de Clinton).

 

Respondiendo a la crítica de haber dependido excesivamente de asesores del equipo de Rubin, Obama concede que tanto Larry Summers como Tim Geithner provienen de allá, y que no contrató a Paul Krugman ni a Joseph Stiglitz, pero cuenta con asesores de otras orientaciones y tiene a Paul Volcker, presidente del Federal Reserve durante los años de Carter y Reagan, "para hacer contrapeso". Dice que es natural que se apoyara en el equipo de Rubin porque era parte del gabinete de Clinton, que fue el último presidente demócrata. Además, porque la situación requería personas que pudieran entrar corriendo y estas son muy experimentadas. Ha buscado gente que se distinga por ser descarnadamente pragmática, que se sienta cómoda enfrentando problemas económicos difíciles y de vasta importancia, y que, como el grupo de economistas que cumplen con estos requisitos es muy pequeño, no es sorprendente que haya enganchado a los que tiene de asesores.

 

Obama se presenta como un liberal moderado, pero algunos de sus conceptos son radicales. Defiende a Wall Street y a Silicon Valley por considerar que, a pesar de los excesos que han protagonizado, siguen siendo pilares fundamentales de la economía de su país. No le entusiasma volver a la especialización en el sector financiero, sino que prefiere reglamentar con mucho más severidad el esquema existente de "supermercados financieros".

 

Le parece que los salarios de algunas de estas firmas son desproporcionados, no por razones éticas, sino porque cree que son insostenibles. En términos generales, propicia mayor igualdad entre salarios, sin diferencias atribuibles a género o a profesión ("si un dependiente de Wal-Mart gana los mismos 25 dólares por hora que ganan los trabajadores del sector automotor, no hay razón para quejarse"). Parece tener mucha admiración por el sector manufacturero que, a su juicio, ha engendrado todo un estilo de vida, pero no se muestra dispuesto a tomar medidas irracionales para favorecerlo. Les da mucho valor a la tecnología y a la educación técnica, y su conocimiento del problema educativo y de sus implicaciones económicas es excelente.

 

Un pasaje muy esclarecedor de la entrevista es el que discute la necesidad de reformar el sistema de salud, y las difíciles decisiones que hay que tomar, particularmente en cuanto a los costos del cuidado de ancianos y de pacientes con enfermedades crónicas.

 

Obama, el ser humano, se debate con el político para terminar concluyendo que lo que claramente haría como individuo no coincide exactamente con lo que se requiere para hacer sostenible el sistema de salud pública, pero que la compasión tiene un papel muy importante en la toma de decisiones. La responsabilidad de un líder no es escoger el camino más fácil, sino guiar y explicar por qué se debe tomar el más difícil.

 

viernes, 1 de mayo de 2009

Seguro de desempleo

Por Rudolf Hommes

El Tiempo, Bogotá

Mayo 1 de 2009

Andrés Felipe Arias, precandidato conservador, ampliamente conocido como Uribito, ha propuesto en una columna de Portafolio que se analice la posibilidad de establecer un seguro de desempleo. Es una idea que merece análisis, porque si se puede hacer algo en este sentido se aliviaría notablemente el impacto de la crisis, especialmente en el caso de las familias más pobres.

Es preciso destacar que ha sido el único precandidato que ha presentado una idea para hacer más soportable la crisis. Parece que a medida que avanza su candidatura dentro del Partido Conservador, Arias ha venido adquiriendo autonomía. Ya no puede verse simplemente como un delegado de Uribe, que le está calentando el puesto en ese partido, sino que ya va a la vanguardia del Gobierno, reconociendo que la situación económica es crítica y proponiendo ideas atrevidas que no se le ocurren a su jefe.

 

También hay que celebrar que esta casa editorial ha modificado su política editorial y permite ahora a los candidatos presidenciales escribir columnas que contienen sus propuestas. Esto es necesario puesto que el presidente-candidato acapara los medios, y los utiliza permanentemente para figurar y para dar opiniones. Es apenas justo que otros candidatos dispongan de foros públicos para presentar sus programas y sus visiones del país y de la sociedad.

 

La idea del seguro de desempleo es brindarles a los desempleados un nivel de ingreso mínimo que les permita mantener su cobertura de servicios de salud y seguridad social, y pagar los gastos ineludibles (vivienda y pensiones de los hijos, por ejemplo) por un período que puede ser de seis meses para darles la oportunidad de encontrar trabajo u otra solución. Arias propone que se le pague la mitad de lo que estaba ganando antes de ser despedido, que puede ser insuficiente para los fines descritos. También haría falta que el Sena les facilite a estos ciudadanos durante esta crisis acceso gratuito a programas de capacitación en área técnicas o administrativas que son demandadas.

 

El problema es cómo financiar un servicio de esta naturaleza, que es indispensable (cada vez alguien habla del elevado desempleo que se observa en España, por ejemplo; invariablemente, se argumenta que no es tan grave porque allá hay seguro de desempleo, y educación y salud públicas). Desde hace años debimos haber pensado en esto para ir acumulando una reservita. Como no lo hicimos, ahora habría que proveer este servicio con cargo al déficit del Gobierno central o del sector público, si se supone que los departamentos y municipios también podrían aportar, o quitándole la plata a alguien.

 

Una alternativa distinta es utilizar el ahorro de los trabajadores para este fin, complementado con recursos de presupuesto, si fuere necesario. Tradicionalmente, la gente ahorra para la vejez o como una forma de seguro contra eventualidades adversas, que típicamente son una enfermedad o un revés económico. El desempleo es una de esas eventualidades, y en condiciones de crisis económica adquiere dimensiones de desgracia. La mayoría de los colombianos tenemos esos ahorros invertidos en la casa, que es el recurso de última instancia, en fondos de cesantías o en fondos de pensiones. Lo indicado sería diseñar un seguro de desempleo, que utilice parte de lo que tienen ahorrado los mismos trabajadores en esos fondos para financiar un flujo de ingresos de emergencia, que durante un período prudencial les garantice una tranquilidad mínima.

 

Sería necesario establecer cómo les devuelven a los fondos de pensiones esos recursos en un futuro o cómo se recortan los beneficios futuros de los beneficiarios del seguro de desempleo. En todo caso, tiene sentido utilizar esos recursos ahora para suavizar el impacto de la emergencia. No sería racional que permanezcan en los fondos de pensiones financiando déficits de Gobierno cuando los ahorradores individuales no pueden responder por sus gastos esenciales.

 

 

domingo, 15 de marzo de 2009

Por miedo, no nacionalizan los bancos

Por Rudolf Hommes

El Colombiano, Medellín

Marzo 15 de 2009

 

En el primer año de su gobierno, Felipe González recibió una visita de Henry Kissinger, quien quería saber, entre otras cosas, si iba a nacionalizar los bancos. El presidente español le contestó que él era socialista, pero no bobo. Para un gringo ser socialista y nacionalizar bancos son dos cosas que van juntas. Complementariamente, si un gobernante de los Estados Unidos nacionaliza un banco, ahí mismo le endilgan el rótulo de socialista, a menos que se trate de Ronald Reagan. Y si nacionaliza el CITI, Bank of America y Wells Fargo al tiempo van a decir que es comunista. Después de Carter y hasta que llegó Obama, los políticos norteamericanos evitaban casi a cualquier costo que los clasificaran como liberales. Aún hoy en día, ser visto como socialista o con tendencias socialistas es la muerte política en ese país, y ser comunista es como ser diablo.

Obama ya está tomando serios riesgos como político por desear hacer un leve viraje a la izquierda, pero no se ha atrevido a nacionalizar los bancos. Quizás teme que los republicanos se rebelarían en contra de una decisión de esa naturaleza y que esta podría verse como una amenaza a la libre empresa y al sistema capitalista, dos de los tótems más emblemáticos de la sociedad norteamericana. Curiosamente, en Europa continental y en Inglaterra están nacionalizando los bancos que fallaron y el público lo ve como una decisión necesaria.

En Colombia, a los conservadores les ha gustado nacionalizar bancos y a los liberales les ha tocado privatizarlos. En los años 80 del siglo XX los principales bancos del país estuvieron controlados por el Estado. Los gobiernos de entonces se hicieron cargo de algunos de ellos para que no se quebraran e intervinieron otros para que no cambiaran de dueño. Con el tiempo se desarrolló en el país una legislación adecuada y una conceptualización bastante práctica del problema: hoy todo el mundo está de acuerdo en que el sector financiero necesita una supervisión profesional, independiente y estricta, que debe mantener niveles adecuados de solvencia frente a los riesgos que asume, y que si a pesar de todo esto viene una crisis y pone en peligro su estabilidad, el Estado puede tomar control de los bancos, diluir a sus propietarios y prevenir la crisis con recursos públicos. Saneados los bancos y superada la crisis, es posible que algunos políticos quisieran dárselos a ISA o a EPM para que los manejen, o cosas por el estilo, pero la mayoría estaría a favor de privatizarlos para recuperar la inversión y evitar que el clientelismo se apodere de ellos.

Curiosamente, esta lección no la han aprendido en Estados Unidos, en parte porque no miran qué se hace exitosamente en otros países, y por conveniencia (o inconveniencia) política. El problema es que si en ese país no nacionalizan los bancos sino que siguen metiéndole plata a ese barril sin fondo no se va a recuperar la confianza ni va a alcanzar la plata. Los administradores de esas instituciones no parecen entender dónde están parados. En Colombia, por ejemplo, el presidente del CITI anuncia que ese banco no va a ser nacionalizado, sin comprender que todo el mundo se sentiría mucho más tranquilo si lo nacionalizaran. No requeriría tanto capital porque contaría con capital garantía que, aunque virtual, genera confianza y se podría saber qué está sucediendo por dentro y qué tan grandes son las pérdidas. Quizás Obama debería dejar las células embrionarias y la religión para después y atreverse a nacionalizar a los grandes bancos de una vez para salir de eso y dejar que arranque la economía.