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viernes, 12 de marzo de 2010

Las Farc y sus inamovibles

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Marzo 12 de 2010

Al conocerse el fallo de inexequibilidad del Referendo por parte de la Corte Constitucional, era previsible que las Farc divulgaran su posición frente al mismo.


En efecto, difundieron un comunicado para decir que la ofensiva militar no los ha mellado ni un ápice; que para hablar de paz, se debe partir del retiro de las tropas norteamericanas del país; esperan una salida política al conflicto, descalifican la seguridad democrática y reiteran el reconocimiento de beligerancia.


De tal pronunciamiento se deduce que en la era pos Marulanda hay un cambio en la extensión y retórica de los comunicados de las Farc. Además, intentan legitimar su modelo de "lucha" (que no es legitimable), y emular la gesta de El Libertador, planteando una guerra de liberación fundada en dos premisas básicas: el desmonte del régimen político actual y el fin de la ocupación de las tropas norteamericanas, en un imaginario muy propio, relacionado con el enemigo imperial, al cual hay que doblegar.


Ahora bien, se podría colegir, entonces, que ¿estamos frente a unas nuevas Farc pos referendo? ¿Qué pretenden mostrar, una posición de fuerza, basada en un mensaje de connotación política y mediática?


Es claro el juego político para influir en el cercano escenario electoral, y recuperar una credibilidad perdida, debido a innumerables afrentas contra el pueblo colombiano.


Por otra parte, parece que el secretariado de las Farc tiene una apreciación errada sobre su capacidad militar, más allá del uso indiscriminado del terrorismo, en el cual ya son maestros consagrados.


Es evidente que alias Alfonso Cano busca mantener la cohesión interna bajo el legado revolucionario en desuso, pues se ufana de haber resistido la arremetida de la seguridad democrática. Sin embargo, se observan unas Farc estancadas en sus metas revolucionarias, debilitadas en su retaguardia y acumulado estratégico, con una actitud defensiva -activa en busca de oxigenación política cada día más lejana y con una clara consiga: ¡si resisto, gano! Mientras el Gobierno pierde, si no logra la victoria final.


Sobre la mesa quedan planteados, por enésima vez, los inamovibles de las Farc, desconociendo todos los vejámenes y crímenes de guerra cometidos al amparo de una lucha revolucionaria.


Da la impresión de que el reloj de Cano ahora marcha más rápido, no puede desconocer que la capacidad de respuesta del Estado es superior y la correlación de fuerzas frente al Estado no le es favorable. Ahora bien, si las Farc aún no están derrotadas, tampoco se puede afirmar que están en su mejor momento. En esta etapa final, el tiempo corre de manera similar para las dos partes.


Sólo resta esperar que el pueblo colombiano sea consciente de su responsabilidad para elegir gobernantes con decisión y firmeza para someter a los violentos, que jueguen todas las alternativas en la baraja de posibilidades estratégicas para buscar una solución viable y digna a esta irracional confrontación.

Hay que recordar que la administración del presidente Uribe aún no ha terminado y le falta un trecho decisivo por recorrer. Los cantos de victoria anticipados, a veces ocultan angustias y debilidades en la voluntad de lucha. ¿Será este el caso de las Farc?


PAUSA UNO: ¿Hasta qué punto las banderas bolivarianas que recogen las Farc, son las mismas del Socialismo del Siglo XXI que promociona el comandante Chávez?

viernes, 26 de febrero de 2010

Algo más de seguridad...

Eduardo Herrera berbel

El Colombiano, Medellín

Febrero 26 de 2010

Me animé a escribir una tercera columna sobre la seguridad, porque el tema me apasiona, es de actualidad y puede ser orientador; además, hizo, hace y hará parte de mi proyecto de vida.


Pero lo más importante, es que este espacio de opinión me permite participar en la construcción de nación y con mi pluma, espero coadyuvar también en el logro de la reconciliación nacional.


Más allá de la definición, si hay luz verde sobre el referendo reeleccionista, lo cual parece que decidirá hoy la Corte Constitucional por segunda vez, les hago una cordial invitación a los candidatos presidenciales ya lanzados o no al ruedo, que le cuenten al país sus planteamientos programáticos acerca de algunas inquietudes que se ventilan en la percepción que tienen los colombianos en relación con la seguridad.


Partiría entonces, por preguntarles: ¿Están dispuestos a hacer una nueva caracterización del escenario de conflicto interno colombiano? O por el contrario, ¿mantendrán la tesis de la actual administración de que no existe el conflicto? Ustedes creen que ¿sólo se enfrenta una agresión terrorista?


La dinámica de la multicriminalidad es cada día más evidente en el país.


La simbiosis entre grupos de las Farc y el Eln con las bandas criminales es una realidad incuestionable.


Hoy se observa una delincuencia organizada con visos transnacionales, cuyo soporte son las redes del comercio ilícito de drogas. ¿Cómo enfrentar esta nueva diversidad criminal? El proceso de consolidación de la seguridad democrática que está en marcha, ¿responde con efectividad a esta creciente dinámica criminal?

A propósito, sería interesante que los presidenciables dieran a conocer sus planteamientos al respecto: ¿Cuál es el tipo de victoria que visualizan sobre los actores violentos? ¿Cómo romper el aislamiento de la estrategia de seguridad en el plano regional? ¿Se mantendrá la actual política antidrogas? ¿Cuál es la visión sobre el futuro de la Ley de Justicia y Paz? ¿Cómo se va a enfrentar la inseguridad ciudadana que afecta a las principales capitales del País? Y por último, la salida negociada al conflicto ¿tendrá alguna oportunidad?

Bien, se acabó el espacio y desde luego, quedaron muchos interrogantes sin plantear. Con todo, mi propósito fue generar reflexión sobre temas sensibles a la seguridad de los colombianos, y espero que los distinguidos candidatos presidenciales se salgan del trillado discurso de la continuidad de la seguridad democrática, con la cual, por supuesto, estoy de acuerdo y no hay discusión.


En suma, la nueva administración de quien sea, deberá continuar con el fortalecimiento de las capacidades institucionales del Estado, lo cual implica: incrementar la capacidad disuasiva de las Fuerzas Militares frente a riesgos y amenazas externas; reforzar el rol de los operadores de seguridad e inteligencia; controlar el monopolio legítimo de la fuerza; garantizar la plena vigencia del Estado de Derecho, la consolidación social y económica de las regiones deprimidas, y fortalecer la legitimidad de las instituciones democráticas.

PAUSA UNO: Frente al llamado a la desmovilización del Mono Jojoy y su carta pública de respuesta, un simple comentario: ¡Bienvenido el debate civilizado de las ideas, pero sin ¡TERRORISMO!

viernes, 12 de febrero de 2010

Perspectivas de seguridad 2010 (2)

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Febrero 12 de 2010

En la columna anterior se concluía que los actores violentos pasan por un debilitamiento estratégico incuestionable, pero su derrota no está a la vuelta de la esquina. Sin duda, ellos se preparan para lanzar el próximo 7 de agosto un grito de victoria mediática: ¡Resistimos ! ¡Qué gran proeza, a costa de tanta infamia, vejámenes, dolor y violencia!


Hoy podemos afirmar que la Política de Defensa y Seguridad Democrática (PDSD), con más de 7 años de vida, ha sido exitosa, partió de una visión integral basada en la coordinación entre lo militar y lo civil, la recuperación y el fortalecimiento de la presencia del Estado, y el imperativo de proteger a sus asociados sin distinción social o económica. La PDSD fue desarrollada bajo un fuerte liderazgo civil-militar, que ha contado con la solidaridad y la credibilidad de la gran mayoría de los colombianos.


Para la PDSD, el 2010 se visualiza como un año de transición en la confrontación armada. A pesar de sus connotaciones electorales, la consigan de los actores violentos será: acumular, perturbar, intimidar y preservar fuerzas. ¡Aguantemos a ver qué pasa, en la contienda electoral que se avecina!


Las Farc y el Eln de hoy, no son iguales a los de 2002. Las amenazas son cada vez más complejas, múltiples, difusas, en simbiosis con bandas emergentes y la delincuencia organizada de connotaciones transnacionales. En conclusión, se observan unos grupos guerrilleros cada vez más criminales, menos políticos e inmersos en un terrorismo indiscriminado.


Por su parte, se observa un Gobierno con una presión transitiva que en ocasiones lo exaspera, que siente que se le agota el tiempo para lograr definiciones estratégicas frente al terrorismo, sin que la afirmación anterior indique que los logros alcanzados en seguridad sean mínimos o se califiquen de manera ligera, como en estado decreciente.


Se podrían enumerar algunos de los retos de la seguridad democrática en 2010: continuar el debilitamiento estratégico, contención, neutralización y presión sobre los actores violentos; consolidar la recuperación social del territorio, desarrollar constantes ejercicios de revisión y reajustes de la estrategia, y no caer en escenarios reactivos frente al terrorismo.


La seguridad es dinámica y no estática. Es un imperativo hacer una nueva caracterización del escenario del conflicto después de diez años del Plan Colombia y más de siete de seguridad democrática. También es necesario privilegiar el consenso político para continuar la lucha sin claudicación frente a los violentos, puesto que las tensiones al interior del sistema político, no pueden convertirse en un distractor que debilite la agenda pública de la seguridad.


Más allá de 2010, se requiere de una estrategia de seguridad más amplia, no limitada sólo a un pulso militar que ya se graduó con honores en el campo de combate, y que no se pueden descartar otras alternativas que propendan por la búsqueda de la reconciliación nacional.


Será que los amables lectores de Sin Pausa, ¿aguantan una tercera entrega sobre la seguridad de los colombianos? Lo voy a pensar?


PAUSA UNO: La continuidad de la seguridad democrática necesita de líderes políticos auténticos, con carácter para someter a los violentos y voluntad de servicio a Colombia. Las imitaciones cantinflescas son inaceptables.

viernes, 29 de enero de 2010

Perspectivas de seguridad 2010 (1)

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Enero 29 de 2010

No se puede desconocer que para la Seguridad Democrática, 2009 finalizó con un politizado debate sobre su efectividad en la lucha para derrotar a los violentos. De igual manera, fue sometida a un corte de cuentas anticipado, situación por demás previsible, frente al año 2010 de fuertes connotaciones electorales y, además, la indefinición del referendo reeleccionista.


Las perspectivas de seguridad en 2010, se visualizan dinámicas y cambiantes; en efecto, la seguridad estaría sujeta a constantes mutaciones de los actores violentos, soportadas en una diversidad criminal in crecendo, con énfasis en sectores urbanos, y acompañada de coletazos terroristas aislados en áreas de influencia de grupos armados ilegales.


Se podría colegir, entonces, que las Farc continúan siendo una amenaza para la seguridad, puesto que muestran un desplazamiento hacia prácticas de terrorismo indiscriminado. Hacen gala de un evidente desprecio por los daños colaterales que causan a la población civil con sus acciones terroristas, están comprometidas en un esfuerzo máximo de resistencia e inmersas en un lento replanteamiento estratégico para proyectar una imagen renovada, y recomponer en el exterior simpatías a su favor. Se podría concluir que a pesar de su afectación estratégica, las Farc aún no están derrotadas y, por lo tanto, no caben partes de victorias anticipados.


Por su parte, se observa un Eln que pregona alianza y unidad de acción con las Farc, por ahora más de orden mediático, al parecer, como única tabla de salvación y supervivencia ante su irreversible crisis interna.

Unas bandas criminales emergentes con manifiestas capacidades de reinventarse y una guerra contra el narcotráfico de nunca acabar, a pesar de las batallas ganadas por la institucionalidad. Por último, se confirma un recrudecimiento del sicariato y la delincuencia organizada, que ha impactado la seguridad urbana en las principales capitales del país.


Es claro que los actores violentos y antidemocráticos, sumados a los áulicos que no faltan en el escenario político colombiano, juegan a una guerra de percepciones y pretenden hacernos creer el cuento de que la seguridad democrática ya alcanzó su techo. Todo parece hacer parte de una clara estrategia de desgaste político, en busca de invertir la ecuación exitosa de la seguridad democrática frente a los violentos.


En este año 2010, veremos a las Farc y al Eln, realizando ingentes esfuerzos para mantener en el tiempo una beligerancia armada superior, pero con acciones de bajos riesgos; perturbar el proceso electoral con la intimidación y el terror; combinar acciones armadas ofensivas y defensivas; sostener menos combates con la Fuerza Pública para preservar sus fuerzas, y mostrar a la seguridad democrática con resultados decrecientes.

Al final, buscarán acentuar el uso de artefactos explosivos improvisados en el marco de una guerra de desgaste, para recuperar a toda costa la iniciativa operacional, aunque sea de manera transitoria, en sus áreas base o de mayor presencia armada.


Tanto las Farc como el Eln persistirán en su juego estratégico de construir un escenario político y de confrontación, para tener la garantía de no ser derrotados y por consiguiente, mantenerse como una amenaza a la tranquilidad ciudadana.


En suma, la consigna es muy clara, dar un parte revolucionario de victoria con amplias connotaciones mediáticas, diciendo ¡presente! , el próximo 7 de agosto de 2010.


Este es el gran reto para la institucionalidad colombiana, tema que trataremos en la próxima entrega de nuestra columna "Sin pausa".

viernes, 8 de enero de 2010

¿La pipa de la paz?

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Enero 8 de 21010

Sorprendió el comunicado de las Farc y el Eln de diciembre pasado para anunciar la búsqueda de unidad, cuando hasta hace poco tiempo, el Eln hacía desesperados llamados públicos para acabar la confrontación entre ambas guerrillas. La pregunta es entonces, ¿qué pasó? ¿A qué se debe esa voluntad manifiesta de fumar la pipa de la paz?, ¿Qué se traen entre manos las Farc y el Eln?


Da la impresión de que estuviera en ciernes la construcción de una plataforma política conjunta en la coyuntura electoral de 2010, y tal vez, sin proponérselos, han logrado su primer cometido mediático, al generar expectativas en los medios, la comunidad política y hasta en algunas instancias del propio Estado.


Parece que estamos frente a una cuidadosa labor de filigrana político-subversiva, cuyo objetivo es configurar un escenario de presión, conjugando dos actitudes similares: por una parte, la propuesta de las Farc (presentada a los Colombianos y colombianas por la Paz en julio pasado), de lograr un acuerdo nacional de paz que invita... "a construir una alternativa política que privilegie la paz, convoque al diálogo, instrumente una tregua bilateral y proceda a suspender de inmediato la presencia de tropas en nuestro territorio". Y por la otra, y en concordancia con la posición del Eln (entrevista a Nicolás Bautista en Revista Insurrección 167), de materializar un... "tratado de paz, sólo que para lograrlo se requiere un proceso de unidad o convergencia de todos los que estamos de acuerdo que la paz es un imperativo...".


Por supuesto, se descarta que las Farc y el Eln estén pensando en revivir la "unidad" o "coordinadora guerrillera", figura impensable, que no tiene cabida en el contexto político nacional e internacional actual. Tampoco se puede desconocer la posición hegemónica de las Farc frente a un Eln derrotado estratégicamente, sin un proyecto de alcance nacional, con una vigencia regional en algunas de sus antiguas áreas tradicionales de influencia y sin haberse podido superar las causas que originaron su confrontación armada con las Farc debido, en gran medida, a sus intereses comunes en el ilícito de drogas.


De todo lo anterior, podría vaticinarse que con este llamado a la unidad de acción, las dos guerrillas consigan un cese temporal en la confrontación armada, entren en una sinergia de cálculos políticos, continúen con la manipulación de las liberaciones anunciadas, entre ellas la del cabo Moncayo, y mantengan in crescendo , las acciones en áreas urbanas y suburbanas, incluido el secuestro y asesinato de personalidades, como el lamentable caso de Luis Francisco Cuéllar, gobernador de Caquetá.


En conclusión, parece que las Farc y el Eln, durante enero y febrero, esperan que gracias a sus anunciadas liberaciones unilaterales, el terrorismo y la presión externa vecinal, puedan materializar un escenario político favorable, que les permita mejorar la correlación de fuerzas frente al Estado; para lo cual, como muchos otros sectores de oposición, ruegan en esta época de año nuevo, que fracase el referendo.


Si en realidad tuvieran voluntad de paz, la unidad de acción planteada por las Farc y el Eln debería abrir la posibilidad de explorar caminos de reconciliación. Cualquier cosa distinta es la misma carreta revolucionaria que nos tienen acostumbrados a escuchar desde hace muchos años.

viernes, 18 de diciembre de 2009

¡Internacional bolivariana!

Gral. (r) Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Diciembre 18 de 2009

Hace pocos días finalizó en Caracas el congreso consultivo del Movimiento Continental Bolivariano (MCB), cuya plataforma ideológica pretende conseguir un foro de acción política con objetivos revolucionarios, intercambiar experiencias de lucha y crear la unidad de acción para actuar como una organización liberadora, capaz de enfrentar el imperialismo y las oligarquías, construyendo un nuevo poder cimentado en la soberanía popular.


Para el MCB, "la patria es América", y su compromiso es luchar por la "Patria Grande Latinoamericana y Caribeña, sustentada en gobiernos surgidos de la soberanía popular; oponerse a los pactos militares e impulsar el movimiento integracionista tipo Alianza Bolivariana para las Américas (Alba), el Banco Sur y Petro América. Descalificar a los organismos internacionales (ONU, OEA, BID, FMI y OMC), establecer una ciudadanía latinoamericana y construir un nuevo orden mundial.


A todas luces, el MCB es un instrumento de penetración ideológica que disfraza sus tesis marxista-leninistas en un ideario bolivariano que para mayor preocupación, es el punto de convergencia entre los intereses del comandante Chávez y de las Farc, cuyos proyectos revolucionarios pretenden propagar con este espacio político de alcance continental.


Al repasar la historia reciente, se observa que en la década de los 80, las Farc incluyeron el ideario bolivariano en sus planes estratégicos, y que unos años más tarde, Chávez se les unió, al salir de la cárcel, después de su fracasado intento golpista.


El eje central de la plataforma adoptada por el MCB, es la consolidación de "Una Gran Nación de Repúblicas" fundamentada en el socialismo y tiene una manera especial de señalar la opresión, como: la intervención norteamericana, el empleo de las bases militares, el Alca, el TLC, el Plan Colombia, el Plan Mérida y la iniciativa Andina. Además, convoca a la lucha conjunta de los pueblos y lo más grave, ha manifestado su solidaridad y reconocimiento a los revolucionarios que desarrollan distintas formas de lucha popular en América Latina. De ahí que en el congreso del MCB, se haya recibido con tanto alborozo el mensaje enviado por alias Alfonso Cano.


Por otra parte, el llamado del MCB a "luchar por la Patria Grande Latinoamericana y Caribeña" incluye a Colombia, por ser considerada por algunos bolivarianos como un obstáculo al proyecto expansionista chavista. Es de resaltar también el sentimiento nacionalista de este movimiento, la lucha declarada contra la presencia de los EE.UU. en la región, y el recurso reiterativo de utilizar el origen común entre Colombia y Venezuela en su juego político, aunque no especifica la forma como se hará la lucha reivindicativa, pero tampoco descarta ni rechaza de manera categórica la lucha armada y el terrorismo.


El MCB es un movimiento continental, cuyos intereses, consolidación y proyección pueden favorecer la estrategia de oxigenación política de las Farc y su búsqueda del reconocimiento de beligerancia. Estamos frente a una Internacional Bolivariana de alcance y connotaciones por ahora inciertas e impredecibles, que podrían afectar la seguridad de los colombianos y los intereses nacionales. Enhorabuena, el Gobierno nacional, aunque un poco tarde, ha impartido instrucciones para iniciar un proceso de judicialización a los miembros de este susodicho movimiento.


Se podría llegar a pensar, que el MCB es un mecanismo apropiado para construir un escenario político internacional donde las Farc ya cuentan con tapete rojo a su llegada, y con anuncios de honores anticipados para alias Alfonso Cano , como miembro honorario.

viernes, 4 de diciembre de 2009

¡Guerra de percepciones!

M. Gral. (r ) Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Diciembre 4 de 2009

No se requiere de un análisis riguroso para concluir que la política de defensa y seguridad democrática (PDSD), sería objeto de un minucioso y crítico balance, al estar próxima a cumplir ocho años desde su formulación e implantación.


Para la Fundación Nuevo Arco Iris ya alcanzó su techo y se encuentra en declive; sus rendimientos operacionales son decrecientes; los actores violentos y terroristas se adaptaron a ella; hay un resurgimiento del paramilitarismo; y estos grupos generan más violencia que la misma guerrilla.


En fin, sólo falta que nos hagan creer el cuento de que la guerra contra los violentos está perdida y que la única opción es negociar, negociar y negociar a cualquier precio, los intereses y la dignidad nacionales.


En efecto, el documento de Nuevo Arco Iris fue elaborado por un grupo heterogéneo de investigadores sociales, de cuyo trabajo es importante resaltar su poco rigor académico y la falta estructural del mismo.


El informe revela improvisación e incluye planteamientos tendenciosos, al insistir que la Fuerza Pública sólo combate a las Farc. Pareciera que este documento estuviera dirigido más hacia la galería de los medios de comunicación y opositores del Gobierno o a ensalzar a sus autores, que a suscitar un verdadero debate académico que coadyuve a generar propuestas viables tendientes a buscar la paz nacional.

Para la estabilidad institucional y la seguridad de todos, el riesgo mayor se está dando con una guerra de percepciones de alto contenido político y mediático, que tenderá a acentuarse a medida que se acerque el debate electoral de 2010, con su propósito de socavar los cimientos de la seguridad democrática, para hacerla ver inoperante, derrotada y claudicante frente a la acción de los violentos.


Si a lo anterior se le suma el síndrome del espejo retrovisor, al ver sólo grupos paramilitares por doquier, los cuales hacen parte de una nueva generación, se consigue una visión sesgada, acomodada, peregrina y de un alto contenido político, cuyo objetivo es desprestigiar al Gobierno y al Estado colombiano.

Es indudable que se está explotando con gran habilidad un escenario de inseguridad periférico que aún afecta a los colombianos, y que sí demanda una nueva caracterización, debido a la diversidad de acciones criminales que afectan la convivencia y la tranquilidad ciudadana internas.


No pretendemos negar la realidad y la complejidad del fenómeno de la multicriminalidad, aún presente en apartadas regiones y algunos centros urbanos del territorio nacional. Los colombianos somos conscientes de que la PDSD debe continuar y convertirse en política de Estado.


Por esta razón, debemos estar alertas con los distractores como Arco Iris, para no caer en el error de poner plazos fatales ni triunfalistas para derrotar a los violentos. Todavía falta un buen trecho por recorrer para conseguir la victoria final, aunque vamos por buen camino e, incluso, que puede mejorarse y contar con mayor solidaridad de todos los colombianos.


De cara a las próximas elecciones, ya se evidenció su eje de debate. En consecuencia, el país requiere investigaciones sobre seguridad, bien estructuradas, sin trasfondo político y sesgos ideológicos en desuso.

Análisis sólidos que superen la frontera del debate oportunista y superficial que como el de Arco Iris, resta pero no suma en pro de la reconciliación nacional.


Nuestra voz de aliento para los soldados y policías, por su invaluable y noble esfuerzo de construir una mejor patria para las nuevas generaciones de colombianos.

viernes, 20 de noviembre de 2009

De hipótesis y geopolítica...

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Noviembre 20 de 2009

Son varias las hipótesis que se tejen acerca de la hostilidad manifiesta del comandante Chávez.


Parece que con esa retórica anticolombiana buscara generar una sensación de inseguridad de origen externo en la frontera, mantener una actitud pasiva frente a las masacres de colombianos, negar la cooperación bilateral de inteligencia para esclarecer estos abominables crímenes, cuyas víctimas fueron compatriotas dedicados al cotidiano "rebusque" en la frontera viva con Venezuela.

Al pasar los días, el comandante-presidente, continúa con la increíble hipótesis de ser víctima de un complot de paramilitares o de una agresión del Imperio (Estados Unidos), para impedir la consolidación de la revolución chavista.

¡Qué despropósito comandante Chávez! Como buen paracaidista que es, le recomiendo saltar pronto de esa nube bolivariana al escenario geopolítico regional que usted alteró, por su afán de equilibrio estratégico, su desmedida carrera armamentista, su propósito expansionista del socialismo del siglo XXI, su pública y manifiesta solidaridad con grupos guerrilleros colombianos, y como si fuera poco, por conseguir aliados como Irán, que puede alterar la seguridad y la estabilidad regional y hemisférica.

Cabría preguntarnos, entonces: ¿Cuál es el trasfondo de todo esto, comandante Chávez?

También podríamos pensar que su discurso mediático y sus destempladas amenazas de guerra pueden obedecer a un plan siniestro para acallar sectores de oposición al régimen chavista, que tienen como bastión los Estados fronterizos de Táchira y Zulia, y asegurar de contera, un despliegue de unidades militares sobre la frontera, logrando de esta manera el control absoluto sobre los Estados opositores.

Pareciera que su andanada de irrespeto contra el Presidente de los colombianos y sus instituciones sólo hace parte de un Plan Siniestro, soportado en la agresión del coco imperialista de los Estados Unidos y orientado a acallar las pocas voces disonantes contra su cacareada revolución bolivariana.

No nos asombra comandante-presidente, este tipo de jugada estratégica a dos bandas. Sin lugar a dudas, tiene la reconocida impronta chavista.

Enorme preocupación han generado en la línea fronteriza, las milicias chavistas convertidas por reciente ley, en el quinto componente de la Fuerza Armada Nacional e incluso, el hombre fuerte del régimen, caído luego en desgracia, el General Baduel, en su momento, también expresó su malestar al respecto.

Usted sabe comandante Chávez, que no es descabellado pensar que estas milicias se conviertan en un ejército privado y entonces, estaríamos frente a una nueva versión de una fuerza paramilitar de izquierda.

Si a lo anterior, se le suma una acción directa en la frontera de las autodenominadas Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL), que desde su óptica violenta, son defensores de la revolución chavista, es una perspectiva de inseguridad que afecta a los moradores colombianos en la frontera y en su país.

Por todo lo anterior, a los colombianos sólo nos queda como compromiso ineludible unirnos alrededor de la defensa de los intereses nacionales.

El Acuerdo firmado con Estados Unidos resulta necesario y a su vez impostergable, en el marco de un tratado de alianza legítimo para fortalecer nuestra capacidad disuasiva y enfrentar amenazas transnacionales como son: el narcotráfico y el terrorismo.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Más allá del complot, Comandante...

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Noviembre 6 de 2009

De nuevo, el comandante Chávez, enfoca sus baterías contra Colombia. En esta oportunidad ha calificado de retardado mental a un alto funcionario del Gobierno; continúa con el manido discurso de que existe un complot contra su país que pone en peligro la integridad de su presidente; habla de una potencial agresión del imperio, en este caso, los EE.UU., desde territorio colombiano; reitera sus ataques contra el tratado de cooperación militar firmado con esta nación y además, maneja estos temas sensibles con maña y un alto contenido mediático.


Se podría colegir que el trasfondo de esta estrategia mediática no es otro que buscar interiorizar en el imaginario colectivo de su pueblo, un factor distractor con tinte patriotero-bolivariano, que lo sustraiga de la cruda realidad social y económica que lo aflige. El debate de fondo para examinar es: si la tesis del complot para desestabilizar al gobierno venezolano es válida, o si estamos frente a otra estrategia distractora como las que acostumbra usar el comandante Chávez, a quien se le observa preocupado y nervioso, tratando de esquivar el laberinto de una crisis de gobernabilidad de su país, cada día más evidente e inocultable.


Algunos factores que inciden en esta crisis de gobernabilidad son: la inviabilidad del modelo económico bolivariano, la pérdida de liderazgo del comandante Chávez debido a la relevancia de Brasil en la región, la desbordada violencia criminal fronteriza y el poder desestabilizador del narcotráfico.


Por negar de manera insistente el Comandante presidente la presencia de la amenaza transnacional del narcotráfico en su territorio,
la República Bolivariana de Venezuela está haciendo tránsito de ser un país de paso a un país de acopio del narcotráfico, con todo lo que esto implica: aparición y consolidación de estructuras criminales, efectos nocivos en la economía, permeabilidad y flagelo de la corrupción que irrumpe inexorablemente en sectores de la sociedad y en las altas esferas del gobierno.


Más allá del complot, comandante Chávez, parecería que su expresa intolerancia tuviera origen en la preocupación de que se conozca el verdadero alcance de sus relaciones con Irán, que se reviva el oráculo de Reyes, y salgan nuevas verdades sobre las relaciones con las Farc, que la solicitud de los dos senadores republicanos de ubicar a Venezuela, en la órbita de los países facilitadores o que apoyan el terrorismo prospere y, finalmente, que los EE.UU. continúen en su plan de abrir nuevos mercados para suplir la dependencia de comprar crudo pesado a Venezuela y, por su parte, no tener otros mercados alternos para reemplazarlo más allá de
la China; todo lo cual debe estar contribuyendo a su notorio nerviosismo e intolerancia.


Por eso, los colombianos esperamos que las agendas presidenciables en el debate electoral que se avecina, contemplen una estrategia anticipativa integral y firme, frente a una amenaza potencial a la seguridad nacional, que por ser de visos impredecibles, puede afectar la soberanía y la integridad territorial.


¡Tranquilícese, comandante Chávez!, Colombia es una nación hermana, sin ambiciones expansionistas, que no pretende transbordar modelo socialista alguno; respetuosa de la no intervención e injerencia en los asuntos internos de otras naciones, que sólo hace lo necesario en el campo de la inteligencia estratégica, para conocer intenciones hostiles que puedan afectar los intereses nacionales y la seguridad de los colombianos.

¡Comandante Chávez!, dejar a un lado el síndrome del complot y la diatriba anticolombiana sería una señal positiva de sindéresis, confraternidad y coherente política bolivariana.

viernes, 23 de octubre de 2009

¡Posconflicto vs. criminalidad!

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Octubre 23 de 2009

Una inquietud que se plantea con frecuencia en los círculos de la academia y en los grupos de especialistas sobre el conflicto colombiano, es si vivimos un tránsito o estamos ya en el posconflicto. Al respecto, algunos afirman que estamos en el posconflicto y fundamentan su opinión en los excelentes resultados de la seguridad democrática y la afectación estratégica que la acción sostenida de la Fuerza Pública ha producido en los grupos guerrilleros y estructuras terroristas. Además, la disminución en los indicadores de violencia, así como los avances en control territorial y la presencia más efectiva del Estado, contribuyen a percibir que la seguridad dejó de ser la mayor preocupación, y que ahora el problema del colombiano común es de orden social y de equidad.


Sin desconocer los niveles de seguridad y convivencia alcanzados, algunos otros nos atrevemos a plantear con gran preocupación que más bien, lo que se está dando en Colombia es la aparición de un nuevo escenario multicriminal, con profundas implicaciones para la seguridad y convivencia, que demanda una pronta caracterización y la formulación de nuevas estrategias, antes de que esta amenaza se convierta en el principal desafío de la política de defensa y seguridad democrática, en un futuro estadio del posconflicto.


Este nuevo fenómeno criminal tiene sus características que van más allá de la tesis simplista de que corresponde a la tercera generación de paramilitares. Estas bandas criminales poseen una estructura sólida que desestabiliza el orden público nacional; son ajenas a cualquier amago de componente ideológico o político; no manejan algún tipo de mensaje contrainsurgente; tienen poco interés en el cogobierno local o regional y de continuar, de alguna manera, el trabajo político de las autodefensas desmovilizadas; no confrontan al Estado; manifiestan un interés económico-criminal, acompañado de la depredación de fuentes de riqueza, y el control de actividades ilícitas basadas en el comercio ilícito de drogas. Por supuesto que apelan al uso de la violencia y al conocimiento del terreno, para generar terror en la población civil e intimidar y corromper a los sectores sociales, económicos y hasta agentes del propio Estado.


Otro flanco del fenómeno se relaciona con las alianzas criminales con grupos terroristas y guerrilleros; utilizan mano de obra calificada de los desmovilizados de antiguos grupos de autodefensas que no han encontrado en la reintegración un tránsito armónico y productivo en una sociedad que, en ocasiones, es apática y los rechaza en el marco de un proceso de reconciliación. Es un fenómeno criminal con una dinámica de expansión y crecimiento, que acompaña la nueva configuración del mapa del narcotráfico y no a la lógica de la guerra.


En suma, el Estado no está al frente de un fenómeno criminal de poca monta. Se trata de organizaciones al margen de la ley, en proceso de articulación que afectan a la población y utilizan métodos sistemáticos. Están fuertemente armados, y si bien sus mandos rotan con frecuencia, disponen de una capacidad manifiesta para realizar actos criminales.


¿Qué hacer frente a este nuevo desafío en la seguridad de los colombianos? Hay que entender que se trata de un fenómeno de tipología criminal diversa, cuyo carburante sigue siendo el narcotráfico y que, para el Gobierno nacional, es imperativo formular una estrategia de seguridad integral que anticipe la consolidación del escenario multicriminal descrito.


Avanzar hacia el posconflicto es una indeclinable meta de unidad nacional que demanda del Estado con la solidaridad de todos, neutralizar esta amenaza transnacional, cuyas bases criminales no deben asentarse en Colombia.

viernes, 9 de octubre de 2009

¡Juego humanitario velado!

Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Octubre 9 de 2009

Un juego humanitario velado parece ser la consigna de las Farc frente a la liberación del cabo Moncayo. En efecto, su comunicado del pasado 27 de septiembre sugiere que han convertido a Moncayo en una nueva figura mediática. A pesar de estar anunciada hace más de cinco meses, no han efectuado su liberación y más bien han aprovechado este anuncio para favorecer sus intereses políticos y la posible construcción de un escenario humanitario nacional e internacional.


Además, han acompañado esta propuesta con una línea de acción armada y un nivel superior de confrontación, con el uso de artefactos explosivos, francotiradores, hostigamientos y acciones terroristas selectivas, para arrastrar opinión y apoyo a la convocatoria de un diálogo nacional y una tregua bilateral, de la cual, los Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP) se han convertido en sus mejores defensores y promotores, en cabeza de la senadora Piedad Córdoba.


Por su parte, el Gobierno planteó una propuesta viable: liberación escalonada de todos los secuestrados de la Fuerza Pública en un corto tiempo; y pidió al CICR, "una garantía por parte de las Farc para la liberación de la totalidad del grupo de secuestrados". En esta forma, dejó sin argumentos a quienes lo tildaban de intransigente, y no cedió a pretensión alguna. También autorizó la participación de la Iglesia Católica y la compañía de la senadora Córdoba, sin algún rol de facilitación.


¿Qué se puede concluir? Como están las cosas, hoy el proceso está estancado. Según las Farc, Piedad Córdoba es la llave que destraba los contactos que no aceptan condicionamientos ni se comprometen a liberar el resto de secuestrados, pero frente a esta posibilidad, ratifican su posición sobre el canje.


Parece que las cartas de las Farc están jugadas en el intercambio epistolar con los CCP, al reafirmar la liberación de Moncayo como gesto de buena fe para dinamizar el canje, y luego de cumplirlo, construir una gran coalición que extinga el gobierno del presidente Uribe y a renglón seguido, constituir un "Gobierno Provisional" para refundar el Estado en una constituyente. En suma, con esta descabellada propuesta, las Farc pretenden asaltar el poder político desde la cabeza. ¡Qué utopía, por Dios!


Se observa a Cano, atrapado en el laberinto de ser guerrero o político, preso de una ortodoxia revolucionaria en desuso. A unas Farc deshumanizadas que pérfidamente han convertido a Moncayo en un hito mediático, manipulan el dolor de sus familiares y pretenden pasar al Gobierno el horror del secuestro y su falta de voluntad política para recuperar su libertad.


Es indudable que en los últimos pronunciamientos de las Farc, existe un cálculo político debidamente articulado para poner en el Gobierno la carga de la responsabilidad de la liberación de los secuestrados. Es lamentable afirmar que las Farc no tienen la intención de liberar al cabo Moncayo, pues saben que después de la operación Jaque, él se ha constituido en la nueva joya de la corona que les permite mantener el centro de atención político en esta coyuntura electoral que se avecina.


Apreciado profesor Moncayo, espero estar equivocado.


* Mayor General (r) Ejército Nacional

viernes, 25 de septiembre de 2009

¡Una justicia justa, no injusta!

Eduardo Herrera Berbel*

El Colombiano, Medellín

Septiembre 25 de 2009

Una justicia justa es un anhelo de los colombianos, que compartimos los militares respetuosos del orden constitucional. Las actuales circunstancias de algunos miembros de las Fuerzas Militares exigen pronunciamientos solidarios de quienes portamos el uniforme con orgullo, y ahora desde la vida civil, seguimos siendo activos defensores de la suerte de las instituciones militares.


Da dolor de Patria la lamentable situación a la cual han tenido que enfrentarse distinguidos militares que están padeciendo el escarnio público, sin haber sido vencidos en juicio. Es oprobioso ver que un oficial del Ejército Nacional, el Coronel Alfonso Plazas Vega, haya sido sacado a la fuerza de un centro hospitalario, sin el menor respeto a sus derechos fundamentales, contrariando lo preceptuado en la Ley 522 de 1999 que rige la reclusión de los militares en penitenciarías especializadas.


A ello se suma el caso del General Armando Arias Cabrales, a quien se le negó la casa por cárcel, pese a ser un insigne oficial cuyo único delito fue defender la institucionalidad colombiana.


Y la situación del General Francisco René Pedraza Peláez, que después de ser sometido a la picota con una medida de aseguramiento y ser reseñado como cualquier delincuente, fue dejado en libertad sin alguna fórmula de juicio. Al respecto, vale entonces preguntar: ¿Quién les repara el daño moral causado?


En lo que resta de espacio en esta columna, quiero plantear algunas reflexiones: ¿Bajo qué circunstancias se hizo asignación dedocrática de competencia a la justicia ordinaria para juzgar a militares, desconociendo su fuero especial y dando muerte lenta a la Justicia Penal Militar?


Este tránsito jurisdiccional ha sometido a los militares a la justicia espectáculo, providencias notificadas por los medios de comunicación, afectación de la dignidad e integridad moral de los implicados, anuncios de condenas sin vencimiento en juicio, contravención a la presunción de inocencia e inversión de la carga de la prueba.


Ahora les corresponde a los militares demostrar su inocencia. ¿Qué tal?


Me resisto a creer que esté en marcha una estrategia temeraria de minar la moral de las Fuerzas Militares con el soporte de acciones judiciales amparadas en la presunción de legalidad.


El cauce que están tomando los acontecimientos no contribuye a la sanación ni a la reconciliación nacional, todo lo contrario, exacerba los ánimos y los radicalismos ideológicos que se agregan a la polarización ya de por sí disparada, que sufre el país.


Para los militares, el honor, la honra, la patria, la familia y la dignidad personal, son pilares fundamentales en su concepción de vida.


Cualquier bandido no puede erosionar ese patrimonio moral con imputaciones sin peso y retaliativas. Nadie pide impunidad, sólo una justicia justa, no injusta.


Como colofón, insisto en pedir: menos juicios de valor y apasionamientos en los operadores de justicia; no invertir la carga de la responsabilidad; no olvidar quiénes fueron los verdaderos autores y responsables, algunos de ellos son ex guerrilleros que gozan los privilegios de la democracia, como miembros del Congreso de la República, en cargos públicos y dirección de entes territoriales.


Además, los gobernantes de la época se encuentran sin proceso de responsabilidad política que en su momento debieron asumir con entereza, en el transcurso del tiempo.


Es inadmisible que los militares paguen con cárcel la defensa del Estado y de sus instituciones legítimas, mientras los verdaderos villanos se convierten mañana en héroes de la patria y colombianos ejemplares.


*Mayor General (r) Ejército Nacional

viernes, 11 de septiembre de 2009

Una apuesta final?

Por Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Septiembre 11 de 2009

Pareciera que en este último año de la segunda administración del presidente Uribe se estuviera dando una apuesta final de todos contra todos. Por tal razón, gobierno, sectores de la sociedad, políticos y organizaciones armadas ilegales dentro del País, y en el ámbito externo, algunos países vecinos, cada uno juega sus propios intereses, desde protagonismo personal o la pretensión de reducir las fuerzas del uribismo, fragmentar la coalición de gobierno, debilitar la legitimidad de la Fuerza Pública, usar el terrorismo como método fundamental de confrontación, adelantar campañas mediáticas de desprestigio contra el Estado colombiano, y hasta la inaceptable estrategia expansionista de la revolución bolivariana, promovida por el comandante Chávez.

Es una apuesta final en la cual, el Gobierno pretende mantener la contención y afectación estratégica sobre los actores antidemocráticos. Parece que la consigna es: ni un paso atrás en los logros alcanzados con la seguridad democrática en los últimos siete años. Además, busca ganar el pulso militar (derrotar o someter), a los actores violentos, sean Farc, ELN o Bandas Criminales, y mantener los rendimientos operacionales crecientes. Se aprecia que este es un momento decisivo y de inflexión del conflicto, y a la vez, un imperativo para fortalecer la consolidación del control territorial. No hay lugar para un cambio de percepción de la seguridad en la sociedad colombiana; si se diera ese cambio negativo, tendría efectos desastrosos en la búsqueda de consensos mínimos para la continuidad de la doctrina uribista de seguridad.

Los esfuerzos del Gobierno están orientados a contrarrestar renacientes fenómenos de violencia urbana, impedir sorpresas estratégicas, optimizar los resultados del "Salto Estratégico" y sacar el máximo provecho del acuerdo de cooperación con USA, en la lucha contra el narcotráfico y su entramado de redes mafiosas y alianzas criminales con grupos de guerrilla colombianos.

Por su parte, las Farc y el ELN le apuestan a cambiar la percepción de que no ha sido una guerra revolucionaria perdida en casi 50 años; que aún no están derrotados ni en estado agónico. Pretenden bajar la confrontación directa con las fuerzas institucionales, emplear masivamente la guerra de minas, mantener la capacidad desestabilizadora, fortalecer procesos internos de transformación y adaptación frente a la seguridad democrática, perturbar los procesos electorales y eventuales referendos, blindar en santuarios fronterizos a los principales jefes, fortificar la cohesión interna, mantener la presión sobre la población civil y ensombrecer la transparencia y legitimidad de las Fuerzas Armadas.

Se podría afirmar, que la apuesta de estas dos organizaciones armadas ilegales apunta a decir el 7 de agosto de 2010: ¡PRESENTE!, con las connotaciones de orden mediático que este hecho implicaría después de ocho años de vigencia de la seguridad democrática. Desde luego, buscarán abrir espacios y lanzar nuevas plataformas de oxigenación política.

En este escenario confuso, no es clara cuál es la apuesta final de nuestra clase política. Sus dirigentes están inmersos en un síndrome de recriminaciones mutuas y ultrajes públicos altisonantes, situación que además de resentir la integridad moral de las personas, debilita la institucionalidad y gobernabilidad democrática. Por el momento, no se avizora cambios positivos en este sentido. Tal parece que la apuesta final en 2010, fuera caminar hacia la polarización, sin importar el daño que produzca sobre la unidad nacional. Quiera Dios que en estos momentos de crisis afloren renovados liderazgos y que la sindéresis prime sobre la intolerancia, el caudillismo y los poderes absolutos.

Hoy, la Patria demanda de sus líderes políticos y gobernantes: grandeza y desprendimiento personal, y compromiso con los altos fines del Estado y el bienestar general del pueblo.

*Mayor General (r) Ejército Nacional

viernes, 28 de agosto de 2009

¿Un triángulo bolivariano?

Por Eduardo Herrera Verbel

El Colombiano, Medellín

Agosto 28 de 2009

Los últimos pronunciamientos del comandante Chávez ameritan un análisis cuidadoso. En efecto, su descarado intervencionismo en nuestros asuntos internos al anunciar "la paz en Colombia como política de Estado para Venezuela"; las bases de paz localizadas en la frontera entre los dos países; y el lanzamiento del "Plan Político Bolivariano", que incluye la expansión del Socialismo del siglo XXI y menciona al Polo Democrático Alternativo como su potencial aliado en Colombia, son temas inquietantes para todos los colombianos.

Es evidente que Chávez ha puesto en marcha una estrategia expansionista de la revolución bolivariana en nuestro país, lo cual ha quedado confirmado en sus recientes entrevistas en los medios de comunicación colombianos; el encuentro con los Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP), y con el PDA; la carta pública a Unasur en busca de forzar posiciones para aislar al presidente Uribe; la intención de promover un bloque de oposición política nacional y mostrar a la seguridad democrática como una amenaza hemisférica; debilitar el esquema de la legítima defensa soportado en la tesis del ataque preventivo; el desbordamiento del conflicto colombiano en el ámbito regional, y la descalificación del Convenio de Cooperación y Asistencia Técnica con USA.

Es hora de preguntarnos si se está configurando un triángulo bolivariano con el propósito de influir en el debate electoral colombiano en 2010. En el momento se observan a los CCP y al PDA como dos actores políticos colombianos en el escenario chavista. Acaso ¿falta uno por identificar? En primer término, no se puede descartar que sean las Farc, que repetidamente han manifestado su afinidad ideológica con la plataforma bolivariana, han propuesto una tregua bilateral a la sociedad civil (CCP), han dado un no rotundo al Gobierno, y se encuentran inmersas en el indefinido show de las pruebas de supervivencia, sin considerar el dolor de las familias de los retenidos, además de buscar vigencia política con el sofisma de un diálogo amplio y un escenario humanitario internacional.

El propósito soterrado del triángulo bolivariano es articular actores políticos colombianos con el socialismo del siglo XXI, constituyendo así una injerencia en la política colombiana para impedir la continuidad de la seguridad democrática, reconceptualizar el conflicto colombiano y conformar en Colombia un gobierno de corte bolivariano que desde luego, no faltan los áulicos ni los aduladores que avalan este despropósito chavista.

Por su parte, el Gobierno colombiano carece de una estrategia política para soportar la seguridad democrática y está en mora de desmilitarizar y convertirla en una política de Estado, soportada en una eficaz diplomacia pública.

Es impensable renunciar al derecho de la legítima defensa o ser mudo testigo del avance peligroso de la revolución bolivariana en la región Andina. Todos los colombianos debemos rechazar la permisividad y ambigüedad de ciertos movimientos políticos que se están deslumbrando con los cantos de sirena bolivarianos.

Esperamos que en la reunión de Bariloche se pidan explicaciones con serenidad y firmeza sobre: los tratados extra hemisféricos o bilaterales de defensa; una mayor corresponsabilidad en la lucha contra el terrorismo; la permisividad del tráfico de armas; el armamentismo injustificado; las alianzas de industrias armamentistas, su justificación regional y la presencia de cabecillas guerrilleros en santuarios fronterizos.

En la cumbre de Unasur el comandante Chávez debe dar más explicaciones que nuestro Presidente, para justificar un convenio de cooperación legítimo y necesario en la lucha de la humanidad contra el flagelo del narcotráfico.


*Mayor General (r) Ejército Nacional

viernes, 14 de agosto de 2009

Vuelve y juega, Comandante

Por Eduardo Herrera Berbel

El Colombiano, Medellín

Agosto 14 de 2009

Vuelve y juega el comandante Chávez con su intemperancia y retórica anticolombiana. En esta oportunidad, por la negociación del Convenio de Cooperación y Asistencia Técnica entre Colombia y USA para luchar contra el narcotráfico. Esta ha sido una decisión autónoma del Estado colombiano que no requiere consultar a país alguno y menos al comandante-presidente. Sólo el estricto cumplimiento de las disposiciones que contempla nuestra Carta Política, para presencia o tránsito de tropas militares extranjeras, en el territorio nacional.

El comandante-presidente está aplicando la vieja estrategia de defenderse atacando. En esta forma, intenta minimizar la gravedad de haber incautado a las Farc tres cohetes antitanques que Suecia había vendido al ejército venezolano. Además, emplea la técnica de la desinformación con gran habilidad, para generar en el imaginario nacional e internacional el sofisma de que se van a instalar en Colombia siete bases norteamericanas, lo cual no es cierto. Y de contera, que la seguridad regional está siendo amenazada.

La situación descrita pareciera ser parte de una jugada política a tres bandas. La primera, convertir el Acuerdo de Cooperación y Asistencia Técnica con USA, en un factor de desestabilización regional; la segunda, aprovechar esta coyuntura, para consolidar su liderazgo y el proyecto expansionista bolivariano; y la tercera, profundizar la polarización del bloque colombiano de oposición política, para perturbar el debate electoral que se avecina, colocando a la orden del día la posible solución de la crisis con Venezuela.

Por esta razón, hoy tenemos desde ex presidentes, dirigentes del Polo Democrático Alternativo y hasta los autollamados Colombianos y Colombianas por la Paz, haciendo venias y dando calurosos abrazos en el palacio de Miraflores, convertidos en multiplicadores de las posturas teatrales y mediáticas del comandante Chávez, fungiendo de mediadores de oficio en una crisis diplomática que no están llamados a resolver. Por el contrario, esas actitudes inconsultas debilitan la institucionalidad de la diplomacia oficial y olvidan de plano, que los intereses nacionales priman sobre egos y protagonismos personalistas.

Comandante Chávez, parece que su objetivo geoestratégico es generar un modelo de miniguerra fría regional. Sabemos que usted se encuentra inmerso en una carrera armamentista sin antecedentes en el hemisferio, rompiendo equilibrios de poderes militares. Sus compras de armamento han incluido desde misiles TOR-M1 e Igla -S, tierra-aire, aviones Sukhoi, helicópteros MI 35, radares tridimensionales JYL-1, 100.000 fusiles Kalasshnikov AK 103, hasta patrulleras costeras. Además, se encuentran en proceso de adquisición 100 tanques T-72 M, 300 vehículos blindados y algunos submarinos. Sólo nos resta preguntarle: ¿quién es la verdadera cabeza de playa revolucionaria y expansionista que amenaza la democracia y la seguridad hemisférica?

Por último, es oportuno dejar como reflexión, que los temas de seguridad nacional no se negocian en los medios de comunicación, y que a ningún país se le puede criticar por hacer alianzas estratégicas para combatir amenazas transnacionales. Desde luego, los únicos favorecidos con estas tensiones y contradicciones de las elites de poder colombianas son los actores violentos como las Farc.

Comandante Chávez: sus bravuconadas no nos asustan. En Colombia no hay cabida para una quinta columna bolivariana. Más bien, los colombianos deberíamos comprometernos en una campaña admirable, para rescatar el ideario político del Libertador, hoy secuestrado por usted y su socialismo del siglo XXI.
* Mayor General (r) Ejército Nacional