jueves, 31 de diciembre de 2009

Al amigo antiuribista

Ernesto Yamhure

El Espectador, Bogotá

Diciembre 31 de 2009

Tuve como propósito para este año tratar de comprender a los frenéticos antiuribistas. Su furia apasionada contra el Presidente de la República y todo lo que signifique el Gobierno de la seguridad democrática, es un fenómeno que merece algo de estudio.

Intenté ponerme en el lugar de uno de los tantos columnistas que semanalmente escupen su odio biliar contra Álvaro Uribe, a quien ven como si fuera el mismísimo demonio. Su cotidianidad debe ser aburridísima y para demostrarlo me di a la tarea de elaborar un “cronograma del buen antiuribista”.

La primera tarea del día consiste en un repaso detenido de la página de internet de la Presidencia de la República. Clic en la sección de los decretos, luego en la agenda del día del Primer Mandatario, para finalmente revisar una por una y con lupa las hojas de vida de los aspirantes a ocupar cargos públicos. Entre cada sección, el energúmeno tiene que soportar las fotografías de un Presidente que participa diariamente en más de cuatro actividades. Inauguraciones, convenciones, visitas a las poblaciones y, claro, reuniones permanentes con su equipo de Gobierno.

Cumplida la visita a presidencia.gov.co el antiuribista se regodea leyendo las columnas en las que despotrican del Gobernante. Claro, hay que estar afilado como un cuchillo de carnicero y qué mejor piedra de amolar que una buena dosis de artículos bien cargados de adjetivos.

Al mediodía, se almuerza con dos o tres “compañeros de causa” y todos a una. Que Uribe es esto, que es aquello. Que sus hijos hicieron o deshicieron. El ministro X es un sinvergüenza, por no decir nada de aquel que es un inepto. Mientras retroalimentan su odio, engullen su plato, pero la sevicia les impide disfrutar de los manjares que se sirven en los restaurantes bogotanos.

Por la tarde, tal vez se trabaja un poco, pero a las cinco en punto hay que salir raudo al Pomeriggio, centro de acopio del más excelso antiuribismo. Allí se define el tema de la próxima columna “que va a ser tan dura que esta vez sí tumbo al Gobierno”. Y nada. La frustración no sólo continúa, sino que va creciendo de la mano de la popularidad del Presidente.

El pobre antiuribista somatiza su ira. Se pone colorado, su ritmo cardiaco se dispara, a veces el azúcar se le va a los pies. Debe sufrir cantidades. Estos siete años lo han convertido en un ser humano antipático, arrebatado, monótono, obsesivo. Su familia se angustia y padece las consecuencias de su ceguera.

Mientras el individuo (o individua) se autodestruye, la opinión pública consolida su percepción respecto de la seguridad democrática. Ya no importa el calibre de los insultos, ni la magnitud de los señalamientos, casi siempre infundados. Colombia le apostó a la reconstrucción de su democracia y a la derrota de todos los factores generadores de violencia. El triste antiuribista se resiste a aceptar la realidad y no se permite, ni siquiera, el beneficio de la duda. Para él, Uribe y su Gobierno son nefastos y punto. No hay razones, ni mucho menos argumentos. Pero nos corresponde observar hacia ellos inquebrantable compasión cristiana, pues son personas a las que les cabe perfectamente la más célebre frase de Cicerón: de hombres es equivocarse; de locos persistir en el error.

A ellos especialmente quiero desearles un feliz año nuevo y que en 2010 continúen su camino, porque son necesarios para nuestra democracia.

Las mujeres al otro lado del mundo


Maria Clara Ospina

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 31 de 2009



Las mujeres de Occidente no podemos olvidar la situación que viven las mujeres al otro lado del mundo. Nosotras tenemos derechos que ellas ni sueñan. En casi toda América, Europa y algunos países orientales, especialmente los no musulmanes, las leyes nos reconocen derechos iguales a los de los hombres. En menos de un siglo, pasamos de ser tratadas como propiedad para placer y beneficio de los hombres, a ser sus iguales ante la ley. Esto nos obliga a luchar por las mujeres que aún son tratadas como seres inferiores en tantos lugares del mundo.


En Irán, sí, en ese país con el que Hugo Chávez ha hecho gran amistad, las mujeres tienen menos de la mitad de los derechos que los hombres. Para comenzar, deben usar el chador, o manto negro, que les cubre la cabeza y el cuerpo, sin dejar ver, ni siquiera, los tobillos y los brazos. Sus maridos se pueden divorciar de ellas sin su consentimiento. Igualmente pueden tomar tres esposas adicionales y obligarlas a vivir en poligamia, como parte de su harén privado. Pueden forzar a sus hijas, desde los 13 años, a casarse con quien ellos deseen, así sea con un anciano. Como en otros países musulmanes, la mujer acusada de infidelidad, puede ser lapidada, o sea apedreada, hasta la muerte y si mata a un hombre, aunque sea en su propia defensa, el castigo es la pena capital. De conducir un automóvil ¡ni hablar! está prohibidísimo, otra cosa común en casi todos los países musulmanes, están sometidas al trasporte público o a que las trasporte un hombre. Pero, a estas mujeres les va bien, comparado a las de Afganistán. Aunque, la situación para las afganas ha mejorado desde la caída de los talibanes y, ahora por lo menos, pueden ir a la escuela y ser educadas, estas mejoras se han ido resquebrajando. Fuera de las ciudades la situación es igual, o peor. La mayoría aún debe usar la burka, trapo azul que las cubre completamente, dejando sólo un calado de tela, a nivel de los ojos, para que puedan ver. Más del 60% son obligadas a contraer matrimonio antes de cumplir los 16 años. El abuso físico contra ellas es común, muchas son golpeadas, aun quemadas, como castigo, si así lo desea el marido, el padre o otro hombre de la familia.
En África es común la circuncisión de las niñas, o mutilación genital, para insensibilizarlas al placer sexual, causándoles espantosas infecciones y cicatrices.


¡Qué tristeza! Hoy, cuando celebramos la primera década del siglo XXI, todo esto y peores cosas suceden aún a las mujeres.

Colombia no es aislada

Editorial

El Mundo, Medellín

Diciembre 31 de 2009

No podemos aceptar esa especie de certificado que le acaba de extender el principal periódico colombiano al coronel Chávez de que consiguió lo que buscaba.

Al hacer un balance de la política exterior colombiana durante el año que termina, centrado especialmente en las dificultades con algunos vecinos derivadas de la firma del Acuerdo de Cooperación Militar con EEUU, el editorialista de El Tiempo llega a la conclusión de que “la confusión de la política de Obama hacia Colombia, los tambores de guerra que sonaron en la frontera con Venezuela y la neutralidad de la mayoría de los países de la región frente a la crisis colombo-venezolana dejaron al país en una posición solitaria e insostenible”. Aun coincidiendo con el colega en algunos apartes de su análisis, como el referido a la mejora en las relaciones con Ecuador que deberían llevarlo a una conclusión menos pesimista, nosotros, por el contrario, pensamos que, pese a las vicisitudes que hemos debido sortear y al bajo perfil que ha caracterizado, en general, nuestra política exterior, no es Colombia sino Venezuela la que termina el año aislada y en el reducido grupo de las naciones parias, por cuenta de las malas alianzas y los delirios belicistas del coronel-presidente Chávez.

En cualquier ámbito que se mire y a la luz de los hechos, el aislamiento del régimen chavista fue creciendo a lo largo del año, mientras que el Gobierno colombiano fue ganando en respeto y consideración a medida que aquél extremaba sus ataques, injurias y amenazas, y llevaba la ruptura de relaciones diplomáticas al campo económico, con el bloqueo infame del intercambio comercial que causa daños irreparables en las dos economías. En el ámbito sudamericano, por ejemplo, con excepción de Bolivia, el cacareado tema de las bases gringas y la supuesta amenaza que aquellas representarían para la seguridad de la región se fue enfriando paulatinamente hasta quedar prácticamente enterrado en la cumbre de Unasur, en Quito, a finales de noviembre, a la que no asistieron los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa de Colombia, en una acertada decisión que aquí aplaudimos porque constituyó, como escribimos entonces, una clara demostración de seriedad, firmeza – sin exageraciones – y, sobre todo, de dignidad, que es lo que se venía perdiendo en los últimos tiempos por una mal entendida prudencia ante los constantes y cada vez más agrios y desafiantes ataques del coronel-Presidente Chávez y su socio Morales.

Pero el hecho que mejor revela la soledad en que se ha ido sumiendo Chávez en su enfrentamiento con Colombia es la paulatina mejora de nuestras relaciones con Ecuador. A fines de enero, después de once meses de haber roto unilateralmente sus relaciones con Colombia, el gobierno Correa comenzó a bajar el tono de sus exigencias y a dar señales de que quería entrar en un proceso de normalización. En sendas declaraciones a la prensa de ese país, el ministro de Defensa, Javier Ponce, y el de Seguridad Interna y Externa de Ecuador, Miguel Carvajal, reconocieron que su país estaba prácticamente invadido de campamentos y laboratorios de procesamiento de droga, pertenecientes a organizaciones ilegales, de los cuales en el último año habían logrado descubrir y destruir más de 200; anunciaron un aumento del pie de fuerza y de los recursos para combatir la criminalidad en la frontera y calificaron de muy positivo el anuncio colombiano de crear una unidad de elite, del Ejército, Marina y Fuerza Aérea, para la recuperación del orden público en la zona limítrofe.

Después vinieron los contactos entre los cancilleres de ambos países que terminaron en el histórico encuentro de Nueva York, a fines de septiembre, donde se trazó una “hoja de ruta” para la normalización de las relaciones que, como se sabe, se ha venido cumpliendo rigurosamente, hasta el punto de que el año termina con la reapertura de las embajadas a nivel de encargados de negocios y es muy probable que en los primeros meses del 2010 las relaciones alcancen su plena normalidad, como todos, ecuatorianos y colombianos, esperamos. La palpable demostración que ha dado el presidente Correa de que actúa con independencia y fuera del círculo de los incondicionales de Chávez ha tenido un efecto dominó sobre otros gobiernos de Sudamérica que aquél consideraba socios en la empresa contra Colombia. Está claro que, con excepción de Morales, los presidentes Lula, Bachelet, Lugo y Vásquez, e incluso la señora Kirchner, tácitamente la rechazan, aun cuando no lo hagan público para no crearse problemas.

En definitiva, a Chávez no le va quedando en Latinoamérica sino el apoyo de sus socios del Alba, aunque Morales ha bajado el tono de sus críticas y Ortega hace mucho rato que cerró su bocota con respecto a Colombia. A nivel del continente sí que es claro el deterioro de la imagen de Chávez, como se demostró desde la Cumbre de las Américas, de mediados de abril, donde brillaron los liderazgos de Obama y Uribe y quedó en ridículo el venezolano en su intentona de reincorporar a la brava a Cuba al sistema interamericano y conseguir que de un día para otro EEUU levantara el embargo económico, comercial y financiero a la dictadura de los Castro. A eso se agregan los contrastes entre la ponderada y aplaudida intervención del presidente Uribe ante la Asamblea de la ONU del 23 de septiembre y el bochorno que pasó en la misma el coronel Chávez; y entre la que tuvo el primero en la Cumbre de Cambio Climático en Copenhague, como protagonista del acuerdo final, y el ridículo papel levantisco que cumplieron Chávez y sus socios del Alba.

Por todas esas consideraciones, no podemos aceptar esa especie de certificado que le acaba de extender el principal periódico colombiano al coronel-Presidente de que consiguió lo que buscaba, es decir, aislar a Colombia y convertirla en un país paria, porque sucedió todo lo contrario.

Un paso hacia el futuro


José E. Mosquera

El Mundo, Medellín

Diciembre 31 de 2009

Terminó la cumbre sobre el Cambio Climático en Copenhague y como era de esperarse su declaración final generó diversos tipos de reacciones e interpretaciones en la comunidad internacional, sobre todo porque en dicho certamen no sólo estaban en juego los intereses geopolíticos, económicos y comerciales de los gobiernos de 192 países, sino los de miles de instituciones públicas y privadas del mundo.

Por esa serie de intereses y las conocidas controversias que originan las discusiones de las políticas globales sobre el Cambio Climático y el calentamiento global y, desde luego, por la misma manera como se toman y se refrendan las decisiones en la ONU hacían imposible que todos los asistentes salieran satisfechos con el texto del acuerdo final.

No fue fácil llegar a un consenso sobre un acuerdo que, aunque no es vinculante, ni satisfactorio para todas las partes, ni para millones de habitantes del planeta, establece un fondo de 30.000 millones de dólares para que los países subdesarrollos afronten en los próximos tres años con mayor eficacia los efectos del Cambio Climático y otros 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación del calentamiento global.

Pese a los retrocesos y que el acuerdo no llenó las expectativas que esperaba la mayoría de las delegaciones y buena parte de la comunidad internacional que se han declarado decepcionados al no ser un compromiso jurídicamente vinculante y al no establecer montos globales sobre los recortes de las emisiones actuales y para el 2050, no indica que fue un rotundo fracaso. Por el contrario, marcó el comienzo de otro capítulo de un futuro proceso de negociación que será largo y complejo, pero que tendrá que darse con más celeridad y realismo en las próximas citas en Alemania y México y, por supuesto, ese es el reto que debe asumir la comunidad internacional de cara a la aprobación de un nuevo protocolo.

Indudablemente que el debate estuvo centrado en el papel que asumieron Estados Unidos y China y, por ende, Europa fue relegada a un segundo plano y por eso sus delegaciones enfilaron sus baterías contra la postura de gringos y chinos que se opusieron a un acuerdo vinculante y especialmente contra estos últimos que fueron reacios a pactar recortes obligatorios y aceptar monitoreo de sus emisiones.

El primer ministro británico, Gordon Brown, dijo que “nunca más deberíamos dejar que sólo un puñado de países tomen como rehén un acuerdo global hacia un futuro más verde” y su ministro del medio Ambiente, Ed Miliband acusó a China de haber vetado los intentos de alcanzar un acuerdo vinculante y de poner trabas al acuerdo que preveía limitar el 50% de las emisiones globales para el 2050 y el 80 % en el caso de los países industrializados.

Igualmente, la canciller alemana Ángela Merkel, el presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente francés Nicolás Sarkozy se sumaron a la críticas, pero el mandatario galo fue más allá al señalar que “el texto no fue prefecto pero China no puede considerar que la transparencia compromete la soberanía”.

Los principales gobernantes europeos fustigaron el papel de gringos y chinos para ocultar sus rivalidades internas. De manera que lo que se reflejó en los arduos debates en torno a la posición de China fue sin dudas el creciente poder que tiene como potencia. En efecto, tanto Estados Unidos como China se salieron con la suya al definir un compromiso de conformidad con sus intereses y por eso para el gobierno chino la cumbre produjo “resultados positivos y significativos”, mientras que para la administración de Obama fue “un gran paso hacia adelante”.

Otros tres grandes protagonistas fueron Brasil, India y Sudáfrica. En el caso de Brasil jugó un papel trascendental que lo posiciona aún más dentro de los grandes actores de la política internacional, pero en contrate de ese papel tan importante que desempeñó la diplomacia carioca por la manera responsable como el gobierno del presidente Lula afrontó las discusiones, el gran oso en cuanto a las delegaciones del hemisferio corrió por parte de los presidentes de Venezuela Hugo Chávez y de Bolivia, Evo Morales, quienes acolitados por las delegaciones de Cuba y Nicaragua, pretendieron de manera demagógica y folklórica llevar las discusiones al plano ideológico pero salieron trasquilados.

Seguridad, en saldo rojo

Hugo Acero Velásquez

El Tiempo, Bogotá

Diciembre 31 de 2009

Próximo a cumplir dos años de gestión, el Gobierno de Bogotá presenta un saldo en rojo en materia de seguridad ciudadana, haciendo casi imposible la consecución de las modestas metas que se propuso en el Plan de Desarrollo 'Bogotá Positiva: para vivir mejor 2008 2011'. En materia de homicidios, según las cifras del Sistema de Información de Violencia y Accidentalidad del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, hasta el mes de noviembre este delito ha aumentado en un 14,7 por ciento, al pasar de 1.301 casos que se registraron entre enero y noviembre del 2008 a 1492 en el mismo periodo de este año. Es decir que si diciembre se comporta de la misma manera que el año pasado, la ciudad terminará con una tasa de 21,4 homicidios por cada 100.000 habitantes. Hay que recordar que cuando el alcalde Samuel Moreno asumió el gobierno, la ciudad tenía una tasa de 19,2 y se comprometió a reducirla a 16 al finalizar su gobierno.


La Administración argumenta que no es la única ciudad donde está aumentando la violencia homicida y que Medellín y Cali han aumentado mucho más, "mal de muchos consuelo de la Administración". No se pueden comparar realidades completamente distintas. Mientras en Medellín y Cali más del 50 por ciento de los homicidios han sido ejecutados por grupos de sicarios, en Bogotá no supera los 120 casos, es decir menos del 10 por ciento, como lo reconoció la Secretaria de Gobierno. ¿Qué pasa con el grueso de los homicidios y qué se está haciendo para disminuir este delito?


En lo que hace a los demás delitos de mayor impacto, las cifras de este año no pueden ser comparadas con las del año anterior, en la medida en que el año pasado existió un mayor registro debido a que la Ley de Pequeñas Causas incluyó como delito algunas contravenciones. Esta Ley estuvo vigente hasta septiembre del 2008. Hay que anotar que en este año aumentó la percepción de inseguridad y la victimización.


Con relación a las muertes en accidentes de tránsito, hasta el mes de noviembre apenas han disminuido en un 0,4 por ciento, al pasar de 479 casos registrados entre enero y noviembre del 2008 a 477 en el mismo periodo del 2009. De continuar con esta tendencia, al finalizar el año la tasa será de 7 muertos en accidentes de tránsito por cada 100.000 habitantes, muy lejos aún de la meta propuesta que es de 4. En términos generales, estamos llegando a dos años de desgobierno sin que se vislumbre una solución a los problemas de inseguridad por parte de la Administración Distrital.


Adicionalmente a los problemas de violencia y delincuencia, en la ciudad, cada vez más, los ciudadanos hacen lo que les da la gana, el espacio público se volvió a privatizar, el parqueo en las vías es indiscriminado, los bolardos están desapareciendo, los andenes nuevamente están siendo invadidos por los carros, los pasos peatonales (cebras) desaparecieron de la ciudad y los pocos que existen son irrespetados, se dejó de sancionar a los peatones que no utilizan los puentes peatonales y las sanciones a los conductores son ínfimas, como se puede evidenciar con las cifras de comparendos que presentó la Secretaría de Movilidad en días pasados, que al dividirlas por los días trabajados y por el número de policías de tránsito, da menos de un comparendo por policía al día.


Un balance nada halagüeño para una administración que para el próximo año va a ejecutar más de 450.000 millones de pesos en seguridad. Ojalá, de manera transparente, los bogotanos sepamos en qué se van a invertir estos recursos y no se orienten a fortalecer la nómina paralela que tiene la Secretaría de Gobierno, que ya supera los 3.000 contratos de prestación de servicios en lo que va de este gobierno. "... debe recordarse que toda entidad pública debe tener en su planta de personal el recurso humano necesario para el cumplimiento de sus fines y sólo en forma excepcional vincular personal supernumerario o por contrato de prestación de servicios". Clara Eugenia López Obregón, Auditora General de la República. 27 de abril del 2004.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

El trono moral

José Obdulio Gaviria

El Tiempo, Bogotá

Diciembre 30 de 2009

En Las 33 estrategias de la guerra, Robert Greene recomienda (ley 25) ocupar y defender el Trono moral. ¿A qué se refiere? En un mundo político, dice, la causa que se defiende debe parecer más justa que la del enemigo. ¿Lo hemos logrado los demócratas colombianos? La guerra del Estado y de la sociedad contra el terrorismo era permanentemente desacreditada. Si alguien reviraba, le llovían rayos y centellas. Atacar políticamente a las Farc y a sus apoyos políticos, el PC3 y el Movimiento Continental Bolivariano (a propósito, qué extraordinaria disección de ese engendro hizo ayer en este diario Rafael Guarín), era fascismo. Un alienígena que hubiera aterrizado en la Colombia del 2002, si hubiese leído la principal revista y a múltiples columnistas de la época, hubiera creído que nuestro trono moral lo ocupaban las Farc y que Uribe era el señor del averno.


Hemos librado ardua pelea por el trono moral. Lo ha hecho el Presidente, principalmente, aunque algo hemos ayudado otros. Como recomendó Green, tuvimos muy presente que había un terreno moral en disputa entre las Farc y el Estado. Hasta el ascenso de Uribe, poco se cuestionaban los "motivos" de las Farc. Incluso, era común el discurso que catalogaba como justos esos "motivos". Gobiernos anteriores se rindieron, abandonaron ese terreno, el trono. Por eso, las Farc llegaron a tener una base de apoyo político que les permitió disfrutar por más de tres años del Caguán; por eso tuvieron margen de maniobra para construir un aparato político como el Movimiento Continental Bolivariano; y multitud de oenegés farosas dominaron el espectro mediático, condenando a Colombia en foros internacionales y alabando la justicia de la causa de los terroristas. Las Farc controlaron el trono moral por décadas, no cabe duda.


Este gobierno, y esa es una de las principales diferencias con los anteriores, siguió fielmente la regla de Green: "Cuando caigas bajo el ataque moral de un enemigo astuto, no te quejes ni te enojes: pelea fuego contra fuego". Una batalla reciente, todavía presente en nuestra retina, fue el combate mediático por el asesinato aleve del Gobernador de Caquetá. ¡Qué muenda la que recibieron los terroristas! Intentaron revirar, pero qué aislamiento y qué soledad en la que están.


Cuando el trono moral lo ocupan los asesinos, suelen ellos regalarse en navidad, impunemente, cantidades ingentes de sangre. El dios Minotauro pide cada año siete doncellas núbiles y siete mozos esbeltos. Este diciembre, nuestro monstruo, carnívoro insaciable, hizo entrar al laberinto del sacrificio a tres dirigentes sociales de Curvaradó, a un gobernador de departamento, a varios concejales, soldados y policías. Detrás de los carniceros y cuchilleros van los amoladores. Plumas pervertidas, intentaron el imposible milagro de convertir la sangre en vino y cantaron loas a los decapitadores y torturadores. La respuesta fue un cerco del Estado, férreo, y sus actos no quedarán impunes. Pero campean libres los que lanzan los petardos verbales, las frases almibaradas que producen para el Secretariado de la banda terrorista. Son intelectuales depravados, que siguen reclamando con desesperación el perdido trono moral.


Antes, cuando las fieras atacaban, miles de voces los absolvían y justificaban. Basta recordar El Nogal. Hoy ,la cosa ha cambiado: hubo un tímido artículo de Semana (que pretende que el Gobernador de Caquetá se suicidó y fue responsable de su propia muerte) y algunos gorjeos de articulistas. Francisco Gutiérrez, en El Espectador, pretendió que denunciar a los cómplices de la banda terrorista es persecución fascista; Pedro Medellín, en EL TIEMPO, alabó la capacidad "militar" de las Farc, quienes con un degüello sádico "recuperaron diez años de historia de los treinta que les había arrebatado la Seguridad Democrática".
¡Ahí amanece y no lo prueba!

Tiempos difíciles, tiempos buenos

José Félix Lafaurie R.*

El Heraldo, Barranquilla

Diciembre 30 de 2009

2009 definitivamente no fue un buen año. Si bien es cierto que en el sector bovino esperamos crecer 2% en carne y 3% en leche, es el resultado de los aumentos en productividad logrados en los últimos años. Si la ganadería colombiana no hubiese hecho la tarea juiciosamente, la crisis que hoy afronta habría alcanzado proporciones mayúsculas. Crisis que también nos deja una lección importante en el análisis económico: que no es sostenible mantener precios internos por encima de los externos, pues las distorsiones que genera esta diferencia son graves y perturbadoras cuando es desproporcionada, como se registró con el precio del ganado en pie, que alcanzó el doble del precio externo.

Aun así, cerramos el año con unas medidas que nos fortalecen, y abrimos el 2010 con perspectivas muy positivas. El precio de la leche en polvo, que se situó en los mercados internacionales, después de la crisis financiera, en 1.800 dólares tonelada, pasó a 3.700 la tonelada promedio para el primer trimestre de 2010. En carne, la promoción de las exportaciones con base en acuerdos comerciales sigue su ritmo, y al finalizar 2010 esperamos haber puesto nuestra bandera en los mercados de Rusia y Centroamérica, iniciando así un proceso estable de diversificación de mercados. El consumo interno es, y seguirá siendo, nuestra principal preocupación. Tendrá que haberse fortalecido no solo por el mejor desempeño esperado de la economía en su conjunto, sino por el fomento al consumo interno para recuperar los kilos perdidos por el alto precio al consumidor, tarea en la que Fedegán no desfallece.

Fue un año de lecciones que no se nos pueden olvidar. Paralelamente a la gira técnica internacional a Estados Unidos (que nos dejó una buena transferencia de conocimientos), asumimos la cuenta de cobro del mercado. A la caída de los precios se sumó el debilitamiento de la demanda interna, cuyo peligro veníamos advirtiendo con mucha antelación. En ese entonces, la Junta del Banco de la República se empeñó, a toda costa y sistemáticamente, en elevar las tasas de interés de intermediación, y después a prolongar su descenso. En esa desigual contienda salió un sector financiero colombiano fuerte si se quiere y, paradójicamente a manos llenas, con jugosas utilidades en medio de una de las peores crisis financieras mundiales. Mientras tanto, y pese a una inflación baja, el resto de la economía registró un debilitamiento general, evidenciado en el mayor desempleo y en el adelgazamiento de la demanda. Eso redujo las posibilidades de crecimiento del sector agropecuario, que sólo pudo sobreaguar.

A diferencia de los entornos internacionales, en donde las medidas de salvamento se enfocaron principalmente en el sistema financiero, aquí el Gobierno tuvo que hacerlo con el sector agropecuario (antes lo había hecho con el industrial) para aliviar un poco la situación del acoso de las deudas con el sector financiero, sostener los debilitados flujos de caja de los productores, reducir el impacto de los precios de los insumos, y morigerar los efectos de un temprano fenómeno de El Niño —que indudablemente dejará otra estocada grave en el sector—. Todo ello sin descontar el riesgo grave del desestímulo, que lo haría cada día más pequeño, pese a sus grandes ventajas y potencialidades. Ese salvavidas fue, definitivamente, un gran logro de Fedegán.

De ahí que las directrices que se envían desde la cúpula gremial están directamente relacionadas con el futuro del sector ganadero. Las señales de mercado indican que la producción de alimentos ocupará nuevamente, a nivel mundial, la atención de los gobiernos, entidades multilaterales e inversionistas. Así lo advierte la FAO, que ha recalcado además que la crisis financiera mundial afectó las inversiones en los sectores agropecuarios, dejando una deuda social de proporciones descomunales: “el hambre en el mundo alcanzará un récord histórico en 2009, con 1.020 millones de personas que pasan hambre a diario”.

En fin, acostumbrados como estamos en el sector ganadero a vadear las crisis, de la presente saldremos más fortalecidos. Por lo menos a no repetir las experiencias y a no dejarnos llevar por el canto de las sirenas.

*Presidente ejecutivo de Fedegán

martes, 29 de diciembre de 2009

Desenmascaramiento humanitario

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 29 de 2009


Entrevista concedida al diario La Tercera, de Santiago de Chile.


¿Con el secuestro y el crimen del Gobernador del Caquetá las Farc intentan renacer ante la crisis que viven actualmente?

Esta es una muestra más de la desesperación en que se encuentran, de tal modo que sólo están en capacidad de perpetrar actos terroristas o recurrir al sabotaje. Con todo, las Farc han encontrado en el secuestro político una mina de oro para atraer a los medios de comunicación de todo el mundo cuando montan el espectáculo humanitario de las liberaciones. Y no van a renunciar a esta práctica.


Pero, como los rescates militares les han despojado de su "botín humanitario", ahora quieren recobrarlo, así que no sería extraño que pretendieran el secuestro de un embajador, un destacado industrial o un periodista reconocido.


¿Qué efectos tendrá esta acción para la guerrilla?


Un efecto muy adverso, como sucede con cada uno de los actos que emprenden, pero sobre todo ahora, cuando quieren mostrarse ante el mundo como una guerrilla que libera secuestrados y puede negociar acuerdos políticos.


Lo único cierto en todo esto es que usan la lógica perversa de "secuestrar-y-liberar" para influir como actor político en la amplia coalición anti-uribista que están tratando de formar para las elecciones presidenciales del 2010. Y para eso cuentan con la bendición del presidente Chávez, es decir, del Movimiento Continental Bolivariano.

¿Qué piensa de la medida adoptada por el presidente Álvaro Uribe cuando ordenó el rescate militar del Gobernador?

El Estado colombiano tiene que acabar con el chantaje humanitario de las Farc y de quienes las auxilian políticamente, tanto dentro como fuera del país. Ese mercantilismo político sólo puede ser combatido mediante el uso especializado de la fuerza y la colaboración del ciudadano a través de recompensas y del compromiso espontáneo.


En pocas palabras, Colombia no puede darse el lujo de regresar a lo que era hace 7 años cuando el gobierno se hallaba a merced de las Farc, negociando con ellas el futuro del Estado. Es más: en este momento, el rescate militar en Colombia no es tan solo una opción más: es un orgullo para cualquier compatriota víctima del terrorismo.

El aguinaldo de las Farc

Mario Fernando Prado

El País, Cali

Diciembre 29 de 2009

Bien equivocados e ilusionados que andábamos los colombianos con las Farc, creyendo que con la asunción de ‘Alfonso Cano’, el grupo terrorista narcoguerrillero iba a morigerar su beligerancia y miren lo que pasó.

El secuestro e inmediato ajusticiamiento del Gobernador del Caquetá deja al descubierto que a la guerrilla el único ánimo que le asiste es el del engaño: por un lado dice estar dispuesta a la entrega de unos pocos secuestrados y por el otro pretende aumentar el número de plagiados.

Que haya en la cúpula de ese movimiento asesino profundas divisiones entre los ‘Jojoistas’ y los ‘Canistas’ es otro cantar. Pero lo cierto es que a esos criminales no hay que creerles: la línea criminal y bandolera de ‘Marulanda’ persiste y allí no hay ánimo conciliatorio alguno. Secuestrar, matar, violar y, claro, traficar como producto de la siembra, cosecha y procesamiento de la coca y la amapola es su indeclinable objetivo.

Nuestra ingenuidad es directamente proporcional al deseo de que por fin hayan banderas blancas que se enarbolen en señal de paz. ¡Frustrada ilusión! La guerrilla no cede un milímetro en su demencial carrera por tomarse el poder y hacer la revolución, discurso desueto al que sólo le copian los mamertos parapetados en las Ong y en las ubres de un estado cuasi permisivo y/o permanentemente engañado.

Y ahora sucede que el quinto secuestro del Gobernador inmolado fue por culpa de la Seguridad Democrática y que, por tanto, ésta ha fracasado. Los pájaros tirándoles a las escopetas. Y no sobran quienes dicen que, frente a este acto de barbarie, lo mejor es ensayar otro sistema de gobierno, como si la única alternativa posible no siguiera siendo la ‘chumbimba ventiada’.

Aquí no hay que dar treguas ni menos buscar el ahogado río arriba. Si bien el esquema de seguridad del gobernador Cuéllar tuvo descuidos imperdonables, ello no significa que la Política de Seguridad Democrática no haya servido ni menos que se haga urgente una revisión del manejo del conflicto.

Al contrario, hay que arreciar con prisa y sin pausa la persecución, debilitamiento, derrota y capitulación de quienes por más de 50 años han puesto en jaque al Estado y a la institucionalidad que nos rigen.

No creamos más en las engañosas artimañas de acuerdos humanitarios cuyas discusiones tan sólo sirven para que se compre tiempo, en lo que son expertos las Farc y el ELN, compra de tiempo, que no es otra cosa que esperar qué sucede con los próximos comicios electorales.

La guerrilla sabe que está perdida con un Uribe reelegido e incluso con alguien que prosiga su línea dura. Su esperanza entonces radica en cualquiera de los otros candidatos o ‘candidotes’, si es que cometen la estupidez de tenderles la mano para que les cojan el codo y aquellos apéndices que sabemos.

Bueno sería entonces que los aspirantes presidenciales, sin tantos rodeos, se manifestaran sobre el particular y así sus electores supieran de antemano a qué palo se van a trepar, porque las encuestas han sido contundentes: las Farc -dicen los colombianos- son mentirosas y lo único que quieren es despistar para recuperarse y los tiempos de los idiotas útiles ya pasaron.

Faltan escasos tres días para que se termine este año y ojalá que el aguinaldo de la guerrilla no nos traiga otras sorpresas cargadas de balas y de bombas. Pidámosle a Dios que así no sea.

El deterioro de la justicia

Hernán González Rodríguez

El Colombiano, Medellín

Diciembre 29 de 2009

Algunos colombianos estiman que el deterioro de la Justicia causa al país, a la fecha, más daños que la propia guerrilla. Cuando se aborda este tema en las reuniones sociales suele comenzarse este juicio observando que se trata de un fenómeno mundial, que en Colombia toma carácter especialmente agudo.

Suele insistirse, con razón, que la familia es la escuela donde se inculcan los principios éticos al niño, o sea, lo correcto o lo incorrecto de la conducta humana a la luz de la razón. La familia nos enseña a comprender y a vivir en el mundo y a responder ante sus conflictos y perplejidades. Por lo que su desquiciamiento, al que no va siendo ajeno nuestro sistema judicial, repercute en éste con grave detrimento de la comunidad. La moral estudia lo mismo pero a la luz de las religiones y del orden social.

Buscando las causas, aparece también el efecto de las llamadas “universidades de garaje” para la formación de abogados. La proliferación de personas que ejercen el Derecho como un oficio productivo económicamente y no como una responsabilidad profesional, algunas veces con marcados sentimientos de inferioridad y resentimientos, no ofrece la mejor materia prima para quienes tiene la sociedad en la aplicación de la justicia.

Este preocupante escenario lo complica luego la Constitución del 91 con la creación de seis grandes centros de poder judicial, en la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia con sus ramas penal, civil y laboral, el Consejo de Estado, el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía y la Procuraduría. Esos centros, no articulados ni armónicos sino en cruce de autoridades, carecen de sentido y son protagonistas de frecuentes enfrentamientos entre si, mientras, diluyen las responsabilidades, socavan la seguridad jurídica y destruyen la confianza de la sociedad.

Para acabar de complicar las fuentes de divergencia entre estos seis centros de poder, creó la Constitución del 91 las tutelas, las cuales, si hubieran sido bien reglamentadas y limitadas serían un gran avance. Pero no sucedió así y entrañan hoy una insoluble congestión, con sus dilaciones, desorientación y empoderamiento de funcionarios incompetentes y algunas veces corruptos, con graves repercusiones para la Justicia. Ejemplos: Foncolpuertos, Telecom, las tutelas para tratamientos por fuera del POS, los falsos positivos… Es así como en la medida en que creció el aparato judicial en número y costo, ha decrecido la justicia.

Y tantas instituciones carecen de algo fundamental en cualquier democracia: No tienen quién las juzgue y controle. Son poderes sueltos, dados incluso a invadir otras ramas del poder. Y a exigir de todos el respeto que suscitan de suyo los jueces en la sociedad, pero que tantos de sus miembros no saben o no quieren observar. Mencionan algunos la politización de estas instituciones de la Justicia como creciente y deplorable.

¿Qué hacer en estas circunstancias? Pues lo primero que suele hacerse para resolver un problema es querer resolverlo, o sea, tener voluntad política.

Apremia modificar a fondo la Constitución del 91, tarea bien frecuente desde cuando se divulgó la Carta, sobre todo ahora con el tema de la reelección de Uribe. El “uribismo” ha contado con mayorías parlamentarias para aprobar sus iniciativas, ¿por qué no emplearlas para ordenar la Justicia para el Siglo XXI? No creo que exista funcionario del sector judicial que desee legarle este caos a sus hijos. Recordemos lo que advierte la Torá: “¡Ay de la sociedad cuyos jueces merecen ser juzgados!”.

Una plataforma chavista enaltece a ETA en Suramérica

D. Martinez y J. Pagola

Diario ABC, Madrid

Diciembre 28 de 2009

Una plataforma afín a Hugo Chávez -Movimiento Continental Bolivariano (MCB)-, constituida este mes en Caracas, da cobertura a la «izquierda abertzale» para enaltecer en Suramérica a los pistoleros de ETA y a sus cómplices de Batasuna, y, al mismo tiempo, para arremeter contra el «imperialismo español». El grupo narcoterrorista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se ha apresurado a mostrar su adhesión al nuevo proyecto «chavista», lo que ha motivado que las autoridades de Bogotá, a través de la Fiscalía General, abran una investigación. Entre los 30 delegados que asistieron a la asamblea constituyente estaba Iñaki Gil de San Vicente, que figura en el organigrama del MCB como uno de sus máximos dirigentes. Allí, en Caracas, acogido por el régimen de Chávez, fue presentado como «revolucionario» e «integrante de la izquierda independentista vasca».

Asesinar periodistas

No le faltan «méritos», ya que, según informes policiales enviados a la Fiscalía General del Estado, Gil pertenecía a mediados de los noventa al «KAS-técnico», el órgano que transmitía a HB las consignas de ETA. Por aquella época, KAS redactó un documento en el que se proponía asesinar a periodistas. Más recientemente, ha sido señalado por los Servicios de Información de Colombia como el enlace entre el autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV), cuya vanguardia es ETA, y las FARC. De hecho, encabezó la delegación que la «izquierda abertzale» envió el pasado año al homenaje tributado en Caracas al cabecilla de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, «Tirofijo», muerto en un enfrentamiento con el Ejército.

Además, la Policía encontró en el ordenador del ex número dos de esa banda narcoterrorista, Luis Eduardo Devia, «Raúl Reyes», fotografías en las que aparece este individuo con Gil de San Vicente y Walter Wendelin, destacado dirigente de Askapena, la «ong» de ETA. Con semejante «curriculum mortis», Gil no decepcionó en la intervención que tuvo durante la asamblea del MCB. Así, llamó a «prepararse para la guerra», porque «el imperio (EE.UU., España, la UE...) está dispuesto a lanzarla contra nuestros pueblos, y no podemos quedarnos de brazos cruzados».

La Venezuela de Chávez es uno de los pocos «santuarios» que aún le quedan a ETA. De ahí que resulten inquietantes las iniciativas que adopte el MCB para garantizar la impunidad de los pistoleros que residen allí y, también, para crear las condiciones de acogida a otros etarras que puedan llegar en un futuro, prófugos de la justicia española. Pues bien, Gil de San Vicente ha preparado para el MCB varias ponencias dirigidas a que «las Américas», y muy especialmente Venezuela, den amparo a los prófugos de ETA. Para ello, elogia el régimen de Chávez al señalar que «el Gobierno bolivariano de Venezuela, como el de Cuba y otros pueblos de las Américas, se caracteriza por una rectitud humanista y democrática mostrada tanto en su proceder interno general y permanente, como en su política exterior, internacionalista y respetuosa para con los derechos humanos».

El nuevo MCB tiene como órgano de propaganda la denominada Agencia Bolivariana de Prensa, dedicada a enaltecer prácticamente por igual a Chávez y a los terroristas de ETA y las FARC, a las que se refiere como «el pueblo en armas». La citada agencia «chavista» difunde, por ejemplo, panfletos a favor de los presos etarras, los mensajes de Otegi y compara al Che con el etarra Pakito Arriarán, muerto cuando combatía con la guerrilla salvadoreña. Hace poco dio soporte a Gil para que justificara «todas las formas de lucha» de los «pueblos oprimidos» como «Euskalherria», donde, según él, «ahora hay cuatro desaparecidos por razones políticas». A juicio de Gil «los pueblos tienen derecho a recurrir a las formas de lucha que decidan».

Gil San Vicente, un personaje clave

Gil San Vicente perteneció en los noventa al «KAS-técnico», el órgano que transmitía las consignas de ETA a Batasuna y que elaboró un plan para matar periodistas. Los Servicios de Información de Colombia creen que es uno de los enlaces entre la «izquierda abertzale» y las FARC. Aparece fotografiado con cabecillas de la organización narcoterrorista. Figura como uno de los dirigentes del Movimiento Continental Bolivariano y asistió a su asamblea constituyente. Ha elaborado una ponencia en la que elogia a Hugo Chávez y le pide que no extradite etarras a España. En una reciente entrevista al órgano de propaganda afín a Chávez justifica que los «pueblos oprimidos» recurran contra los represores a las «formas de lucha» que consideren oportunas.

El plan de las Farc para tenderle una trampa a Colombia

Mary Anastasia O'Grady

The Wall Street Journal, New York

Diciembre 28 de 2009

En una visita reciente a la Escuela de Ingenieros Militares en Bogotá, llegué unos minutos antes que mis acompañantes así que me fui a parar al frente del edificio. Fue entonces cuando vi el desfile.


No era la marcha ritual de los soldados bajo la mirada vigilante de un sargento. Se trataba de un grupo de jóvenes entre 20 y 30 años en muletas, que iban y venían de la clínica militar de rehabilitación. La mayoría de los hombres tenía una pierna buena. La otra había sido amputada de la rodilla para abajo. Algunos probaban una nueva prótesis. Me recordó a los muchos jóvenes estadounidenses que combatieron en Irak y Afganistán y se encuentran en una situación parecida.


Las minas antipersonales son, probablemente, el arma más preciada de los terroristas. Su fabricación no cuesta casi nada, demandan muy poca tecnología y sus componentes pueden encontrarse con facilidad. El hecho de que los soldados y los civiles corran el mismo riesgo importa poco. Lo importante es que mata y mutila.

Las Fuerzas Armadas colombianas usaron minas terrestres para proteger infraestructura clave de los ataques de grupos rebeldes como las Farc. Colombia, sin embargo, revirtió esa práctica. El país firmó en 1997 la Convención de Ottawa sobre minas antipersonales, lo que significa que rechaza su uso, almacenamiento y producción, y que trabaja para destruirlas. EE.UU. no ha firmado el tratado.


La escuela de ingenieros, que está encargada de lidiar con el problema de las minas terrestres de Colombia, dice que ha eliminado todas las minas que el ejército plantó en las últimas décadas. No fue una tarea difícil porque sabía dónde estaban. De todos modos, la amenaza a perder la vida o parte del cuerpo sigue siendo grave.


Un documento escrito por "Alfonso" (Cano), el nuevo líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), que fue descubierto el año pasado en un campo guerrillero asaltado por el ejército en el sur del país, ofrece evidencia de que los rebeldes están diseñando un plan para incrementar el uso de minas antipersonales.


La razón principal es que las Farc como una fuerza de lucha han sido considerablemente debilitadas en los últimos tres años. En un libro recientemente publicado llamado Jaque al terror, el ex ministro de Defensa colombiano Juan Manuel Santos detalla los "peores años" de las Farc, que, según señala, empezaron con la operación militar que terminó con el escape del secuestrado ex miembro del gabinete presidencial Fernando Araújo el 31 de diciembre de 2006.


Desde entonces, las Farc han sufrido una seguidilla de pérdidas devastadoras. Uno de sus principales reveses fue la incursión militar de marzo de 2008 en un campo guerrillero en Ecuador, en el que el comandante de las Farc, Raúl Reyes, perdió la vida y el gibierno recopiló una cantidad enorme de inteligencia. A un nivel micro, miles de guerrilleros, e incluso algunos altos mandos, han sido desmobilizados. En los primeros 11 meses de 2007, Santos escribe, el número de guerrilleros de las Farc que depusieron las armas promedió siete por día. Hoy, la imagen del grupo es el de una mafia narcotraficante que abusa de las poblaciones rurales.


La correspondencia capturada en el asalto a la base terrorista, que está dirigida a la secretaría de las Farc, propone un plan de acción para reactivar la operación rebelde. También revela la desesperación y crudeza de Cano.


Un ángulo importante en el que hay trabajar, escribe, es la relación de las Farc con Venezuela. Cano sugiere la creación de "un partido del pueblo" con la ayuda de la senadora Piedad (Córdoba), una legisladora colombiana de izquierda con lazos con Hugo Chávez y las Farc, que "buscaría una alianza con el Movimiento Bolivariano", una referencia a la revolución de extrema izquierda que Chávez lanzó y promueve a lo largo del continente.


Las tácticas guerrilleras, sin embargo, siguen siendo un componente central del trabajo de las Farc. Es importante, resalta Cano, continuar llevando a cabo actos terroristas para no dar la impresión de que los rebeldes enfrentan la derrota. Para ese propósito, los francotiradores suelen ser extremadamente útiles. Si el grupo adquiere los rifles y la munición necesarias, los francotiradores pueden producir "los mismos resultados que las minas".


Las minas son, sin embargo, la herramienta favorita de estos terroristas. "Sabemos que las minas son la única cosa que detiene e intimida a las operaciones enemigas", explica Cano. "Con el uso de las minas y explosivos", es posible combatir "un enemigo que es numeroso, está bien equipado y tiene un enorme poder bélico".


Cano propone incrementar el conocimiento en explosivos tanto dentro del grupo guerrillero como también "iniciar un programa de entrenamiento para el Movimiento Bolivariano y la milicia". Es muy probable que la "milicia" en este caso se refiera a fuerzas civiles que Chávez dice que ha armado para reforzar su revolución bolivariana.


Colombia dice que tiene el número más alto de víctimas de explosivos improvisados y municiones sin explotar del mundo en el período de 19 años que culmina en 2009. Casi 35% son civiles, 10% niños y 97% de los incidentes ocurrieron en zonas rurales. Si las Farc y Chávez deciden plantar minas antipersonales en la selva andina, esos números se elevarán y tal vez es muy poco lo que el ejército puede hacer al respecto.