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miércoles, 20 de enero de 2010

El Google que puede decir no

Esther Dyson*

El Tiempo, Bogotá

Enero 20 de 2010

NUEVA YORK - Por lo general, las declaraciones de intereses se encuentran al final de un artículo, pero me permito comenzar con la mía.

Soy miembro del consejo de administración de Yandex, empresa rusa de búsquedas, con un 60 por ciento, aproximadamente, de cuota de mercado, frente al 20 por ciento, más o menos, de Google. También soy inversionista y asesora de AnchorFree, la empresa que ofrece Hotspot Shield, red privada virtual con acceso público, que permite a sus usuarios mantener sus búsquedas en privado, ya estén preocupados por la posibilidad de que se les roben sus datos bancarios o por que los gobiernos vigilen su navegación. Tenemos un millón, aproximadamente, de usuarios al mes en China (de siete millones en todo el mundo).

Y soy miembro del consejo de administración de 23andMe, empresa cofundada por la esposa de Sergey Brin, cofundador de Google. Así, pues, tengo diversos intereses en relación con el asunto de las recientes iniciativas de Google en China.

Al comienzo, apoyé la presencia de Google en China. Estoy absolutamente convencida de que cada vez que un usuario obtiene información, refuerza un rinconcito del cerebro que dice: "Es bueno enterarse de cosas. Tengo derecho a obtener información, ya sea sobre horarios de trenes, estrellas cinematográficas o las actividades de los políticos que con sus decisiones afectan a mi vida".

Si se pueden hacer preguntas sobre ciertas cosas, pero no sobre otras, se acaba preguntando sobre ese hecho mismo. Las esperanzas de Google (y mías) de que podía contribuir a la liberación de China parecen un poco ingenuas ahora.

Naturalmente, la censura no es un gran secreto en China. Este país emplea a 30.000 personas, aproximadamente, como censores. Tienen nombres y rostros y pueden negociar con un editor un asunto particularmente delicado. Es menos probable que negocien con los titulares de blogs, porque hay muchos, pero, según dicen, el Gobierno capacita a participantes en blogs para que intervengan en apoyo de la política gubernamental y, si tienen suerte, pueden conseguir un empleo (y, según dicen, recibir 0,50 dólares por cada una de ellas) para hacer lo que ordene el Gobierno.

Entonces, ¿por qué se ha quejado Google y ha amenazado con abandonar China? La respuesta probablemente se deba a una combinación de intereses económicos y valores o, mejor dicho, a un cálculo diferente al respecto. La cuestión de la censura lleva mucho tiempo irritando en el seno de Google (Brin, por su origen ruso, se muestra, según cuentan, particularmente hostil a la censura), pero la empresa podía sostener que la transparencia sobre la censura era mejor que no prestar sus servicios en China.
Sin embargo, la censura ha ido agravándose. Tal vez el argumento inicial estuviera equivocado: la revelación de la existencia de la censura china ha contribuido poco a reducirla. Muchos chinos apoyan la censura gubernamental: la consideran una forma de mantener el civismo y el orden. Saben que su Gobierno es frágil y consideran perjudicial, en lugar de liberadora, la crítica. Confían en que con el tiempo su Gobierno abordará los problemas.

Al mismo tiempo, si bien China representa un mercado enorme en un futuro que nunca llega, hasta ahora no ha sido particularmente lucrativo para Google. Baidu, el rival autóctono de Google, se beneficia de muchas formas del apoyo gubernamental y del nacionalismo a favor del equipo local entre los usuarios.

Más en general, probablemente China parezca menos atractiva para los inversionistas ahora que hace unos años, no tanto por la economía china en conjunto, cuanto por las limitaciones que padece cualquier empresa extranjera para lograr beneficios importantes a largo plazo.

La decepción era ya cada vez mayor cuando una oleada de ciberataques a Google (y otras empresas) la obligó a revaluar toda su estrategia. Desde luego, Google podría haber abordado esa cuestión de otras formas: por ejemplo, capitulando ante las diversas peticiones del gobierno de China, cosa que habría estado claramente reñida con los valores públicos de Google... y probablemente hubiera sido una mala decisión también desde el punto de vista del negocio.

Al encontrarse en una situación semejante -ya se trate de incorporarse a un consejo de administración o de entrar en un mercado-, siempre queda una opción, la de marcharse. Si no se puede hacerlo, se carece de capacidad negociadora, pero, si se cuenta con ella, hay que estar dispuesto a ejercerla.

Eso es lo que ha hecho Google en China, donde su decisión es irrevocable. La empresa no puede volver a la situación anterior, como tampoco es probable que China diga: "No estábamos lanzándole ataques informáticos... y prometemos no volver a hacerlo nunca".

De modo que, si bien no es probable que Google vuelva a entrar en China en el futuro previsible, la empresa ha mejorado su posición negociadora para cualesquiera otras controversias que pudiese tener en el futuro. (Y ha conseguido el apoyo del gobierno de los Estados Unidos.)

¿Qué puede hacer Google ahora? Mis amigos de AnchorFree quieren que Google apoye a Hotspot Shield de uno u otro modo, aunque la salida de China por parte de Google podría ser un apoyo suficiente. Hotspot Shield es una de las mejores formas de "escalar la pared" para asomarse fuera de la red Internet cerrada de China y utiliza sitios como, por ejemplo, Twitter, Facebook y, naturalmente, Google.com (por oposición a Google.cn).

Como Google en el pasado, AnchorFree puede resultar más eficaz actuando discretamente, sin un sonoro apoyo de Google u otros "intereses extranjeros". Su sitio web queda bloqueado con frecuencia en países como China (y muchos del Oriente Medio), pero suele haber otras formas de obtener los programas informáticos necesarios. También Google puede quedar bloqueado, pero hay formas de entrar para quienes no carezcan de determinación. Los próximos pasos corresponden a los propios usuarios chinos.

A fin de cuentas, China sabe que no puede cerrar herméticamente la red Internet, por lo que probablemente alguien en el gobierno de China esté arrepintiéndose.

Resulta tentador predecir cómo acabará esto, pero creo que no acabará. Dentro de China, como dentro de Google, se adoptan decisiones, pero no todo el mundo está de acuerdo con ellas. Hay un conflicto entre los intereses económicos y los valores morales. El forcejeo continuará durante el futuro previsible, pero en esa pequeña batalla de una guerra larga la transparencia ha obtenido una victoria.

*Presidenta de EDventure Holdings, es una activa inversionista en una gran diversidad de empresas incipientes de todo el mundo. Entre sus intereses figuran la tecnología de la información, la atención en salud, la aviación privada y los viajes espaciales. Copyright: Project Syndicate, 2010. Traducido del inglés por Carlos Manzano

lunes, 5 de octubre de 2009

El lenguaje de la genómica

Esther Dyson *

El tiempo, Bogotá

Octubre 5 de 2009

DALIAN, CHINA - La semana pasada, una empresa llamada Complete Genomics anunció 10 nuevos clientes para su servicio de secuenciación del genoma. El precio no se especificó, pero la compañía dijo que su objetivo es ofrecer el servicio por 5.000 dólares de aquí a un año.

Lo que me llamó la atención no fue el anuncio en sí, sino el nombre del CEO: Cliff Reid. Cuando yo lo conocí en los años 80, era el CEO de una empresa de búsqueda de texto llamada Verity. La conexión me sorprendió casi de inmediato. Los genes son, en un sentido, el lenguaje de instrucción para crear seres humanos (o cualquier otra cosa viviente). Y el lenguaje son símbolos que interactúan para crear significado. Y, sí, por supuesto, era el mismo Cliff Reid que conocí a fines de los años 80.

Lo que Complete Genomics está haciendo con los 91 millones de dólares que lleva recaudados hasta el momento es emocionante. Ha creado una fábrica de secuenciación del genoma y piensa construir varias más en los próximos años. Muchas instalaciones de investigación académica y comercial quieren una, al igual que varios países.

Lo que encuentro interesante son las implicaciones. Ahora mismo, un genoma es similar a una novela escrita en un idioma desconocido. Existe una gran cantidad de información allí, pero no podemos entenderla. Imaginemos obtener una copia de 'La guerra y la paz', de Tolstói, en ruso y, suponiendo que no podemos leer ruso, intentar entender la historia. Imposible. Es una situación muy similar a la de entender el lenguaje natural en el momento en que Reid se sumó a Verity.

Por otro lado, hemos empezado a reconocer algunas palabras -variantes genéticas específicas- que parecen corresponder a ciertos incidentes en la historia. En el caso de la genética, esos incidentes son enfermedades y malestares. Y de la misma manera que hacen falta varios individuos para causar un incidente, suelen hacer falta diversas variaciones genéticas, además de factores ambientales, para causar una enfermedad. Los genes suelen trabajar juntos, a veces ayudados por factores como la dieta o el comportamiento de una persona, para causar un malestar.

Existen dos desafíos claves en la genómica. Uno consiste simplemente en detectar los genes, solos o en combinación, que parecen derivar en determinadas enfermedades. Eso por sí sólo puede resultar útil. Con suficientes datos, podemos determinar que la misma "enfermedad" es, de hecho, una variedad de diferentes trastornos, algunos susceptibles a determinados tratamientos conocidos y algunos susceptibles a otros, o simplemente incurables.

Para esto, la simple correlación es suficiente. Las personas con cáncer de mama derivado del gen BRCA obtienen buenos resultados con un tratamiento con herceptina, mientras que aquellas personas con otros tipos de cáncer de mama, no. No sabemos por qué, pero la correlación es clara.

El segundo desafío consiste en entender de qué manera los genes interactúan entre sí o con otros factores para producir la enfermedad, lo que debería permitir el desarrollo de nuevas medidas preventivas o tratamientos basados en los detalles de cómo empieza el trastorno y cómo progresa. Eso, por supuesto, es mucho más interesante -y más difícil de lograr-. En un sentido, es la diferencia entre emparentar palabras y entender un texto.

De manera que no sorprende que Reid haya encontrado un papel en este nuevo mercado. Complete Genomics y sus competidores están por crear cantidades gigantescas de datos. La ventaja de CGI no consiste exclusivamente en secuenciar los genomas a bajo costo, sino también en depurar los datos en listas de variaciones. En otras palabras, en gran parte de la investigación, los interrogantes no giran alrededor de un genoma entero, sino de las diferencias relevantes del genoma de algún individuo con respecto a la norma.

Existen diferencias comunes, como las aquellas entre los ojos azules y los ojos marrones, o incluso entre la gente con tendencia a tener el mal de Crohn y aquellas personas que improbablemente lo tengan. Luego existen diferencias que resultan simplemente de un gen "roto", que no es una variante, sino simplemente un error. La mayoría de estos genes son inofensivos; los verdaderamente nocivos no sobreviven lo suficiente como para manifestarse.

La tarea de los investigadores es encontrarles significado a todos estos datos. Estamos apenas en el comienzo de este proceso, que llevará muchos años. Mientras algunos investigadores buscan correlaciones estadísticas, otros estudian de qué manera interactúan los genes individuales.

Para todos ellos, el acceso a las secuencias del genoma es importante. Pero los genomas significan poco sin las correspondientes historias clínicas, de la misma manera que la novela rusa -en cualquier idioma- significa poco sin el conocimiento correspondiente de la historia rusa.

Para obtener esa historia clínica, hace falta el consentimiento de los individuos cuyos genomas se están secuenciando. También existe una buena dosis de procesamiento de datos para que las historias clínicas puedan usarse. Gran parte de la información simplemente no está registrada. Y otra buena parte todavía está en papel, o en imágenes escaneadas, registros de compañías de seguro y transacciones farmacéuticas. Existe un idioma estándar para representar las enfermedades, pero en muchos casos las historias clínicas que contienen este idioma podrían estar ocultas debajo de algún colchón.

El movimiento actual en muchos países desarrollados hacia historias clínicas electrónicas mejorará la atención médica de manera directa, pero también conducirá a una liquidez de información muy mejorada para ayudar en la investigación genética y médica.

Ahora tenemos la capacidad de secuenciar genomas a costos cada vez más bajos, y lentamente estamos logrando que la correspondiente información médica se pueda leer en una computadora. Empresas como Complete Genomics están desarrollando programas que puedan procesar la información.

Todavía existe, por supuesto, una enorme cantidad de datos por recolectar y procesar, y grandes cantidades de investigación y descubrimientos por suceder. Pero es difícil no ser optimista respecto de nuestro creciente conocimiento médico. El desafío de aquí a cinco años será transformar todo ese conocimiento en práctica, a través de mejores medidas preventivas, mejores medicamentos y mejor atención médica.

* Esther Dyson, presidenta de EDventure Holdings, es una inversionista activa en una variedad de empresas nuevas en todo el mundo. Sus intereses van desde la tecnología de la información y la atención médica hasta la aviación privada y el turismo espacial.

Copyright: Project Syndicate, 2009. Traducción de Claudia Martínez