lunes, 30 de noviembre de 2009

¿La seguridad en declive?

Saúl Hernández Bolívar

El Mundo , Medellín

Noviembre 30 2009

La Seguridad Democrática no puede entrar en “declive”, como dice la voz interesada de León Valencia y su Corporación Nuevo Arco Iris, simple y llanamente porque no se trata de un capricho del actual gobierno sino de la base fundamental del contrato social: la preservación de la vida, honra y bienes de los asociados.

Uno de los mayores alcances de la era Uribe es el haber vencido esa monstruosa concepción que predominaba en el país según la cual no se podían combatir los grupos ilegales bien por razones filosóficas (por el supuesto altruismo guerrillero) o bien por razones prácticas (que el Estado —decían— no podía derrotar a las guerrillas). Esa extravagancia redundó en la renuncia del Estado a ejercer el control y la ley.

Los argumentos de León Valencia para sustentar su afirmación son conceptualmente pobres, y están encaminados a vender la idea de volver a la mesa de negociaciones. Según el informe de Nuevo Arco Iris, el “declive” de la Seguridad Democrática estaría condicionado por el hipotético resurgimiento de las Farc y el supuesto fracaso de la negociación con los paramilitares.

Pero es muy cuestionable afirmar que una guerrilla se está reactivando por el hecho de incrementar las áreas sembradas con minas antipersonal o por usar francotiradores. Eso no sólo es una práctica de terrorismo mondo y lirondo —sobre todo contra la población civil— sino una muestra evidente de debilidad, de que no tienen control territorial como en el pasado y de que carecen de capacidad para enfrentar a las tropas que desarrollan operaciones ofensivas incluso en territorios que históricamente les pertenecían.

La guerrilla está arrinconada selva adentro; lleva años sin poderse tomar un pueblo (en Caloto lo intentaron sin éxito), secuestrar personalidades o ejecutar grandes intentados; ha perdido miles de combatientes, entre muertes, capturas y desmovilizaciones, incluyendo una decena de cabecillas y tres miembros del secretariado; y está plagada de niños y mujeres sin convicciones políticas. ¿Cuál es, pues, ese resurgimiento?

En cuanto al fenómeno paramilitar, Valencia aduce que hay un reciclaje del viejo paramilitarismo como producto de una negociación de paz “mal hecha” que fracasó y “se fue al carajo”; y sostiene que “el símbolo del fracaso es Medellín”.

Ya el ex presidente Gaviria había hecho política meses atrás con el tema de Medellín. En 2009, la cifra de asesinatos podría llegar a 2.000, lo cual es un incremento importante en comparación con los 1.066 homicidios del 2008 —no 833 como falsamente informa la revista Semana (23/11/2009)— y con los 788 del 2007, pero que está muy lejos de los 6.658 asesinatos de 1991.

Decir que la violencia de Medellín es producto del paramilitarismo no es acertado. Voces más autorizadas como la del ex alcalde Sergio Fajardo, atribuyen la mayoría de los muertos a enfrentamientos entre bandas por el control de los distritos de vicio, cuyo consumo está disparado gracias a ese cuento del “libre desarrollo de la personalidad”. Asimilarlos a paramilitares por el hecho de haber pertenecido en el pasado a las estructuras de ‘Don Berna’ es un error de juicio cuando se sabe que estos combos son mercenarios que se venden al mejor postor.

A la visión interesada de León Valencia se le olvida también que muchas fallas de la seguridad en Colombia son atribuibles a otros factores, como la laxitud judicial, la impunidad constante, el régimen carcelario que permite delinquir desde adentro, la corrupción y falta de compromiso de muchos miembros de la Fuerza Pública, la disminución de la iniciativa de los agentes del Estado por miedo a los castigos judiciales, etcétera.

Nada conduce a concluir que las Fuerzas del Estado hayan mermado su rendimiento; tal vez, sí, que hay algunas manifestaciones de violencia que se han exacerbado, como se esperaba en el post conflicto, por lo que se requieren ajustes. Pero querer significar, en plena campaña electoral, que la seguridad —con cualquier apellido— es un esfuerzo inviable, es un sórdido esperpento cuya formulación lleva implícito un cálculo político. Por eso tantos colombianos temen que al terminar el gobierno de Uribe, Colombia vuelva a lo de siempre.

Dime lo que piensas...

Jaime Jaramillo Panesso

El Mundo, Medellín

Noviembre 30 de 2009

Las andanzas del descangallado Primer Ministro de la República Islámica de Irán, Mahmmoud Ahmadineyad, por varios países del “socialismo bolivariano”, nos deben poner a pensar en la alianza diabólica de quienes se toman así mismo como Libertadores del mundo.

Irán es una teocracia donde el verdadero poder, la instancia decisoria de los asuntos públicos y privados, está en manos de los ayatolás, y en particular en uno solo de ellos. Los ayatolás son sacerdotes del culto musulmán que se apoderaron del gobierno, después de la caída del régimen militar y modernizante del Sha de Persia, Reza Phalevi en 1979. Este gobernante persa se consagró como realeza persa, la cual data desde Ciro el Grande del siglo VI. En la vida política y social de Irán siempre ha existido, en la era moderna, enormes pujas y conflictos por el petróleo. Una de esas crisis con el Reino Unido, determina el reemplazo del Sha por el Ayatolá Jomeini. El pueblo iraní apoyó el cambio, mas nunca pensó que instalaría en el poder a la más cruda autoridad cuya base legal es la religión y las inmodificables normas sagradas del Corán.

La ocupación abusiva con militares iraníes de la Embajada de los Estados Unidos en la capital, Teherán, en el mismo año de 1979, dio inicio a la confrontación que dura de manera escalonada hasta hoy. La muerte de Jomeini, diez años después, eleva a los más altos cargos a otros oficiantes del rito: Rafsanjani, Khamenei y Katami. Este último ejerce la presidencia que entregará al ex alcalde de Teherán, Ahmadineyad, 2005. Y helo aquí en los palacios presidenciales de Brasilia, Caracas y La Paz, luciendo su desgreñada pinta de reelegido en unas elecciones fraudulentas. Las protestas masivas de la oposición iraní, que es también ultranacionalista, pero laicista, han sido reprimidas con claras violaciones a los derechos humanos. Varios disidentes han sido condenados a muerte y ejecutados.

En el prontuario del Presidente iraní existen cargos que comparte con sus ayatolás protectores, en el grado de lesa humanidad, como la voladura del Centro Cultural de los israelíes en Buenos Aires, donde murieron 35 personas. Además financia, arma y apoya dos grupos terroristas: Hamas en terrenos palestinos y Hezbolá en terrenos libaneses, que no solo atacan a Israel en tregua o sin tregua, si no a sus propios nacionales que no se someten.

Irán está desarrollando la bomba nuclear con fines militares y agresivos que podrían conducir a una catástrofe universal, pues sus objetivos, explícitamente señalados por Ahmadineyad, son los Estados Unidos e Israel. Sobre este tipo de armamento, la ONU se ha pronunciado de manera negativa. Chávez comparte esta posición, pero no está en condiciones de obtener la bomba atómica. En cambio puede ofrecer bases para los cohetes. Ese es el camino que vino a abrir el Presidente iraní, como en 1961 lo hizo en Cuba la Rusia Soviética. ¿Cómo explicar desde el “socialismo” y desde la revolución “bolivariana”, que defienden los chavistas de Latinoamérica, incluyendo a los polistas y una fracción del liberalismo colombianos, esta alianza inmoral contra nosotros, alianza de un régimen teocrático, ultraconservador, represivo y criminal con los presuntos revolucionarios y progresistas del siglo XXI? ¿El reduccionismo antimperialista permite que para acusar a Colombia, se importe y aplauda, en la Bolivia de Evo, “el minúsculo”, y en la Babilonia de Lula, “el tigrillo del Amazonas”, al Presidente de un estado que desafía y ofende el Derecho Internacional? Dime lo que piensas y te diré a quien invitas.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Dignidad contra el bloqueo venezolano

Libardo Botero*

El Mundo, Medellín

Noviembre 29 de 2009

Colombia parece resignada ante el chantaje económico del paracaidista presidente de Venezuela, decidido a reducir a cero el comercio binacional y expropiar las empresas colombianas si fuere del caso. Y conste que no es la primera vez. El gobierno se ha limitado a presentar una tímida queja ante la OMC por la manipulación de los controles fitosanitarios en la frontera para restringir la entrada de productos agropecuarios colombianos, y dejado constancias en ONU y OEA de las amenazas guerreristas del mandatario vecino.

Está bien asumir la actitud patriótica de los empresarios de afrontar los sacrificios que demande semejante agresión sin doblegarse. Del mismo modo que, honrando nuestra tradición pacifista es aconsejable abogar por una solución diplomática de las diferencias con el vecino y abstenerse de responder a sus provocaciones. Pero está visto que nada de eso basta. Porque no se trata de una rabieta de patán de cuartel, que pronto pasará: son los designios expansionistas del “socialismo del siglo XXI” para domeñar nuestra nación, cueste lo que cueste.

Y el Continente acepta complaciente la criminal coerción. ¿Quién la ha denunciado o rechazado? Con la fantasiosa teoría de que del acuerdo de cooperación militar que firmó Colombia con Estados Unidos es parte de un plan bélico de estos últimos contra Venezuela, Chávez se cree autorizado para declararnos una auténtica guerra económica. Unasur y la OEA, en tanto, no dicen esta boca es mía. Callan algunos de sus miembros por pagar petro-favores, otros por egoísmo, los de más allá por mentecatería, pero el hecho escueto es ese. Un gobierno cómplice del dictadorzuelo, sin reatos morales, no duda en lucrarse del bloqueo ofreciéndole sustituir las mercaderías colombianas por las suyas. ¿Recibirá Mercosur a un país que en cualquier momento, de manera arbitraria, puede romper las reglas de sano intercambio comercial entre las naciones?

Todos los países de la región corrieron acuciosos, sin embargo, hace apenas unos días, a aprobar la resolución anual de la Asamblea General de la ONU contra el bloqueo norteamericano a Cuba. Bastaría reemplazar en esa declaración el nombre de Estados Unidos por el de Venezuela y el de Cuba por el de Colombia, para retratar lo que nos aplica Chávez. ¿No hay una despreciable doble moral en esa actitud? ¿Es terrible bloquear a Cuba pero lícito hacerlo con Colombia?

Y si la causa de todo el embrollo, coronel Chávez, es “el imperio”, ¿por qué no rompe relaciones comerciales con él? ¡Cierre el comercio con EEUU! Pero vaya lógica: es un plan macabro de EEUU, mas al que hay que extorsionar es a Colombia. ¡Basura!

Aunque buscar mercados sustitutos puede paliar el problema, no es sensato esperar que allí se encuentre la solución definitiva. Por razones históricas, económicas, geográficas inclusive, el comercio colombo-venezolano no debe desaparecer, sino por el contrario multiplicarse, para bien de ambos países. Mucho menos compartimos la idea rodillona de que para aplacar la fiera hay que arrojar a sus fauces la presa del acuerdo militar con EEUU, que sería ni más ni menos que entregar en bandeja de plata nuestra soberanía.

Francamente el gobierno colombiano debiera llevar este contencioso ante los organismos internacionales. Primero ante la OEA, pues su Carta ordena en el artículo 20: “Ningún Estado podrá aplicar o estimular medidas coercitivas de carácter económico y político para forzar la voluntad soberana de otro Estado y obtener de éste ventajas de cualquier naturaleza.”

Y también a la ONU, cuya Carta reza casi lo mismo, y al tenor de la cual la Asamblea General aprobó la Resolución 2625 de 1970, sobre la igualdad soberana de los Estados, donde estableció que “ningún Estado puede aplicar o fomentar el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier otra índole para coaccionar a otro Estado, a fin de lograr que subordine el ejercicio de sus derechos soberanos y obtener él ventajas de cualquier otro.”

Se trata de que asumamos la actitud digna de exigir ante la comunidad internacional que las diferencias políticas entre nuestros Estados se diriman pacíficamente, por vía diplomática, sin interferir las relaciones económicas, pero ante todo, que Venezuela cumpla los pactos y normas que ha suscrito tanto en la OEA, como en la ONU y en la OMC, que prohíben la agresión y el bloqueo económico y abogan por el libre intercambio entre las naciones. Que no es otra cosa que respetar la decisión secular de los conciudadanos de ambos países de efectuar fecundos intercambios comerciales e inversiones en busca de su común bienestar y progreso, sin la interferencia ni la prohibición arbitraria de ninguno de sus gobiernos.

* Economista y analista político

Un arco iris de mentiras

Alfredo Rangel

Revista Semana, Bogotá

Sábado 28 Noviembre 2009

El informe de Arco Iris es propaganda política opositora revestida de un falso ropaje académico. Allí las cifras son toscamente manipuladas, y los hechos, burdamente distorsionados. Y sus conclusiones son contraevidentes para cualquier colombiano. Sostener que la desmovilización de los paramilitares fue un fracaso y que la guerrilla está creciendo, razón por la cual hay que mandar a recoger la política de Seguridad Democrática y reemplazarla por el apaciguamiento, son disparates insostenibles.

En efecto, las guerrillas están sumidas en la peor crisis de su historia. Por primera vez las Farc han dejado de crecer y disminuyen su pie fuerza día tras día como resultado del acoso de la fuerza pública, la desmoralización, las deserciones y las bajas en combate. Al menos 11.000 de sus miembros han desertado en los últimos siete años y se han incorporado a programas gubernamentales de reinserción. Tan solo entre enero y octubre de este año desertaron 1.847 guerrilleros de las Farc. ¿De dónde sacan que están creciendo? Su pie de fuerza a duras penas llegará a 6.000 hombres. Y su capacidad operacional se ha disminuido sustancialmente y sigue cayendo. Contando sus ataques, hostigamientos, emboscadas, ataques a puestos militares y de Policía, secuestros, sabotajes, retenes y paros armados, en el año 2002 realizaron 1.475 acciones, en 2008 cayeron a 310, o sea, 81 por ciento menos, y en 2009 ejecutaron 287, con lo que cayeron un 7 por ciento en relación con el año anterior. ¿De dónde sacan que se están reactivando? La situación del ELN es aún peor, con menos de mil hombres en armas y prácticamente en tregua, dedicados a subsistir del narcotráfico.

Los frentes guerrilleros que subsisten están prácticamente incomunicados entre sí, sus comandantes se encuentran aislados y huyendo de la persecución de la fuerza pública, la guerrilla sobrevive en estado de creciente descontrol. Sus recursos financieros están en el piso, pues recaudan menos del narcotráfico, actividad que en el país ha disminuido en los dos últimos años, pero también porque se han visto obligados a salir de muchas zonas productoras. Sus ingresos por secuestro también siguen cayendo: considerados los períodos enero-octubre, las Farc realizaron en 2002 cerca de 263 secuestros extorsivos, el año pasado cayeron a 38 y el presente año a 27.

En lo único que han crecido significativamente las guerrillas es en la implantación de campos minados que producen por igual víctimas civiles y militares. Esta es una táctica eminentemente defensiva que usa la guerrilla en su repliegue, precisamente para impedir el avance de la fuerza pública y que, por tanto, no se puede considerar una demostración de fuerza o de capacidad ofensiva. Arco Iris mezcla peras con manzanas y por eso deduce que la guerrilla está creciendo.

Arco Iris manipula no sólo la realidad, sino también el lenguaje. El paramilitarismo en Colombia fue un fenómeno de civiles armados que realizaban acciones contrainsurgentes de extrema barbarie, aliados con elementos de la fuerza pública pero autónomos del Estado, que llegaron a tener una significativa capacidad de concertar acciones en el nivel nacional, financiados con el narcotráfico -igual que las Farc- y que disputaban con las guerrillas el control del territorio y de la población. Este fenómeno como tal ha desaparecido en Colombia. El Estado ha recuperado el monopolio de la lucha contrainsurgente, con plenos legitimidad y respeto a los derechos humanos. Seguir hablando de paramilitares, cuando en realidad son grupos armados emergentes al servicio exclusivo de las mafias del narcotráfico, no es otra cosa que abusar del lenguaje para confundir y acusar de fracaso la desmovilización y el desarme de 16.000 paras. Hay un 15 por ciento de exparas que volvieron a delinquir, eso sucede en todas las desmovilizaciones de irregulares, aquí y en Cafarnaún. Pero ya no actúan como paras, sino como mercenarios del narcotráfico, y además, por si fuera poco, aliados con la guerrilla.

Pero la tapa de la falta de rigor es que llaman paramilitares a cuanta banda de delincuentes va apareciendo por ahí y que para amedrentar y cometer sus fechorías se autodenominan 'Águilas Negras', o cualquier otra cosa. La Policía desmonta todos los días estas bandas de delincuencia común. Y, para colmo, concluyen que los paramilitares están más activos que la guerrilla, al incluir entre sus acciones el rubro "amenazas", que, según Arco Iris, es el 53 por ciento (!) de sus acciones. Primero, la mayoría de estas amenazas deben ser extorsiones de delincuencia común. Segundo, si de comparar se trata, ¿por qué no incluyen las amenazas entre las acciones de la guerrilla? ¿Acaso la guerrilla no amenaza? ¿O Arco Iris sólo registra las amenazas de los delincuentes comunes, mal llamados paramilitares? Son sólo algunas perlas de esta propaganda disfrazada de academia.

La semana internacional

Alfonso Monsalve Solórzano

El Mundo, Medellín

Noviembre 29 de 2009

La semana que culmina deja un sabor agridulce en lo que respecta a nuestras relaciones internacionales. El gobierno nacional había publicado en su web el texto del Tratado de la bases militares con USA y cerró, de esta manera, cualquier especulación razonable en torno a este vital tema. Por eso, en Unasur, Brasil y Chile han encontrado satisfactorias las explicaciones y garantías que Colombia presentó respecto al Tratado para el uso de las siete bases colombianas por las fuerzas armadas norteamericanas con el objetivo de combatir el narcotráfico y el terrorismo. Sólo la delegación venezolana continuó con su consabida diatriba, más de consumo interno, con el objeto de crear las condiciones sicológicas, ya sea para una posible agresión o para concitar el nacionalismo irracional, como en otra columna señalé.

Pero queda un mal sabor en la boca. Las agresiones verbales crecientes por parte de las autoridades venezolanas, apenas si han suscitado alguna condena en el subcontinente: una declaración tibia del secretario general de la OEA, tal insulsa como su apellido. Los vecinos, nada, salvo el presidente de Paraguay. La posición de Brasil, es ambivalente: anuncia la aceptación de las explicaciones colombianas, pero no condena la actitud venezolana. Lula, jugando a presidente de una superpotencia y pensando en el mercado venezolano, cree que es útil callar, cuando en realidad, al hacerlo pierde liderazgo, pillado en su propia trampa (como el gobierno venezolano) de exigirnos la publicación de nuestro Acuerdo con USA, pero negándose a mostrar el suyo con Francia (así como Venezuela no lo hace con los pactos firmados con Rusia e Irán). La de Chile, también, igualmente, en razón del petróleo y el mercado venezolano. Esto para no hablar de Bolivia, Argentina o Nicaragua, esclavos del dinero y el petróleo de Chávez.

Insisto en que hay que evaluar la permanencia en Unasur, por las pretensiones que tiene de intervenir en Colombia. Pero creo que es pertinente esperar la realización de las próximas elecciones en algunos de los países de esa organización, para evaluar la nueva composición de las tendencias políticas. Si la domina el chavismo, deberíamos irnos.

La Unión Europea, tan despistada como siempre, tal como resaltó el editorial de EL MUNDO, en el que se pronunció sobre ese tema. No es posible que la agresión venezolana se convierta, por arte de magia en un llamado de atención a los dos gobiernos para que moderen el lenguaje y dialoguen, como si Colombia estuviese insultando al presidente Chávez, amenazando con una guerra a ese país, volando puentes artesanales, que históricamente han comunicado a las poblaciones fronterizas, festejando la llegada de cientos de tanques de guerra, estableciendo misiles que apuntan a nuestro territorio, comprando aviones de combate que en 15 minutos pueden atacar a Bogotá, Medellín o Cali o negándose a investigar la muerte de colombianos en ese territorio, acusándolos de paramilitares o armando un millón de paramilitares bolivarianos.

Pero esas son las relaciones internacionales: el petróleo y otros negocios aconsejan a la UE que no condene con fuerza tales actos. Se les olvidó lo que pasó con Hitler, apaciguándolo y, además están a miles de kilómetros de Colombia, que no es una prioridad para ellos. Pero francamente, sería mejor que callaran a realizar tales declaraciones. Pierden todo tipo de autoridad moral, aunque ésta, por supuesto, no tiene ningún valor en la política internacional que practican, a pesar de su supuesto interés en la paz y los derechos humanos.

Sin embargo, lo más preocupante es la actitud de USA. Obama no practica la política de los neoconservadores de privilegiar sus alianzas con los países democráticos. Ya lo demostró en su viaje a China, en la que no se pronunció frente a la violación sistemática de los derechos humanos en ese país. Estados Unidos es un mal aliado, desde siempre. Basta leer la suma de traiciones que a lo largo del tiempo han cometido. Pero ahora el asunto es grave. A nosotros no nos firman un TLC con la disculpa, claramente rebatida, de que se persigue al sindicalismo, pero no importa si China lo hace a gran escala con su pueblo.

El petróleo venezolano es muy importante, al menos mientras pueden cambiar de proveedor principal. Para ellos, nosotros no somos unos aliados respetables. Nos conciben como un país problema; tienen retaliaciones por la alianza de Colombia con Bush, y si firmaron el Tratado de las Bases, sospecho que, finalmente podrían renunciar a éste porque tienen cubiertos el frente norte con Venezuela, por lo que el occidental, siendo importante, puede ser no tan estratégico. Estas consideraciones explicarían que en lugar de ser parte de la causa colombiana, nos utilicen y se presenten como mediadores. Es increíble.

Un Conpes frustrante

Editorial

El País, Cali

Noviembre 29 de 2009

Conocido el documento del Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes, sobre la situación del río Cauca y la estrategia para salvarlo, los 183 municipios que tienen vecindad con el afluente deberían estar más preocupados que nunca. Aún no es tarde para iniciar la cruzada que salve del abandono y la depredación al segundo río más importante de Colombia.

Según el documento, la Cuenca Alta del Cauca atraviesa la peor de sus épocas, producida por la casi sistemática destrucción de su entorno que causa el abuso del hombre en todos los sentidos. Desde la agricultura, hasta la industria; desde los municipios que arrojan sus deshechos al río, hasta las Corporaciones Regionales que no lo cuidan; desde los habitantes que no lo cuidan, hasta los gobernantes que utilizan los recursos de las sobretasas ambientales y los patrimonios de las Corporaciones para pagar favores políticos. Todo parece una conspiración contra el que es el patrimonio natural más importante de la región.

El diagnóstico del Conpes no podría ser más estremecedor. Citamos un párrafo a manera de ejemplo: “Los usos inadecuados y las malas prácticas culturales en las zonas han resultado en amplias áreas afectadas por fenómenos de erosión, que se estiman en el 40% del área de la cuenca. Según estudios, se calcula un promedio de remoción de 50 ton/ha/año de suelos, fenómeno que puede significar la pérdida de una lámina cercana a un milímetro de tierras productivas en un año. (…) El mayor grado de conflicto por uso del suelo en el Valle del Cauca se registra por la ocupación en cultivos de sus márgenes (…) olvidando que su verdadera vocación es para coberturas forestales que permitan la protección de sus franjas”.

Pero la firmeza de esas aseveraciones contrasta con la forma por demás extraña en que la Nación evade su responsabilidad en el documento. Es difícil entender que a pesar del grave diagnóstico, donde se critica la debilidad de las instituciones regionales para actuar debido a la influencia del clientelismo, el Conpes no tome decisiones para garantizar el salvamento que reclaman los más de diez millones de colombianos que reciben el agua o viven del Cauca. Sólo una tímida mesa de concertación que no obliga a ningún órgano del Estado, fue la propuesta para establecer una gobernabilidad.

Más grave aún: dentro del monto establecido para recuperar la Cuenca Alta del río, la Nación no pone un peso, bajo la disculpa de que “el que contamina paga”. ¿Acaso se corresponde esa respuesta de la señora Viceministra del Agua con la amenaza que significa para todo el país la destrucción que padece el Cauca? Sin duda, Cali y el Valle deben ser grandes aportantes a esa causa y la CVC está obligada a hacer un esfuerzo, porque ella nació para defender el río. Pero no parece justo que la Nación se lave las manos frente a un asunto que repercute en la calidad de vida de media Colombia.

Ya está claro entonces que el río Cauca agoniza. Pero el documento Conpes no servirá para salvarlo. Por el contrario, con su rosario de recomendaciones y su ausencia de decisiones, la Nación le dijo a los vallecaucanos que no cuenten con ella para impedir que la depredación acabe de destruirlo.

El estrés del Vicefiscal

Rafael Nieto Loaiza

El País, Cali

Noviembre 29 de 2009


El viernes, por “extremo estrés, al parecer por el clima de tensión por los enfrentamientos entre la Corte y el Gobierno”, fue hospitalizado el vicefiscal general Fernando Pareja. Lo leo y no me lo creo. ¿Se estresó el señor Vicefiscal por las diferencias entre la Suprema y el Presidente? Releo. Para sacarme de dudas, el diario sostiene su información en “una fuente de Fiscalía”.

Aun así, no termino de convencerme. ¿Qué me sucede? ¿Será que este mundo cínico me ha transformado en un escéptico incurable, en un desconfiado irredimible? Y, peor ¿insensible a la enfermedad del prójimo? Pero no, miro mis entrañas y ahí está el mismo que se conmueve con el dolor ajeno, arde frente a las injusticias y llega, incluso, a ser un tanto sensiblero, de aquellos que enjuga lágrimas en las películas románticas.

¿Por qué entonces me niego a aceptar el motivo de la hospitalización del segundo a bordo en la Fiscalía? No logro entender por qué el Vicefiscal puede “estresarse” por la pugna entre Corte y Palacio de Nariño. Y además terminar en la clínica por ello. Al fin y al cabo ni él está en la Suprema ni es parte del Ejecutivo. Es cierto que, sin embargo, el doctor Pareja ha sido siempre funcionario de la Rama Judicial y era hasta hace pocos meses magistrado del Tribunal de Bogotá. ¿Será acaso que, identificado con sus antiguos colegas, siente como propias las presiones que viven los honorables de la Corte? La solidaridad sería entendible, pienso. Pero no suficiente para enviarlo al sanatorio, digo.

Recuerdo ahora que Pareja abandonó su cargo, sólo de manera temporal y con permiso de la Corte, para asumir la Vicefiscalía. Y que Mendoza, Fiscal encargado, lo nombró por solicitud de magistrados de la Suprema. ¡Y de golpe la revelación me derriba del caballo! Pareja ha de estar estresado, hasta el punto de la internación “por reacciones psicosomáticas o trastornos sicológicos a veces graves” (según definición de la Real Academia), porque aspira a quedarse en el cargo de Fiscal General. Apuesta a que la terna siga “inviable”, el enfrentamiento se agudice y la Corte, como ya lo ha insinuado, designe Fiscal a dedo. ¡Y el índice magistral apuntaría a él! Él, el elegido, ungido como cabeza del segundo órgano más poderoso del país después de la misma Corte. Semejante posibilidad lo agobia.

Y lo enferma. Ahora entiendo el desvarío de calificar de “delito de lesa humanidad” la bomba al avión de Avianca en 1989. Y el delirio de sostener que el caso podría llegar a la Corte Penal Internacional. Pareja estaba enfermo, enfermísimo, cuando hizo tales afirmaciones porque es inconcebible que un jurista aspirante a Fiscal no sepa que ese tribunal internacional sólo tiene competencia por hechos ocurridos después de julio del 2002, sólo cuando el Derecho Internacional (no el fiscal nacional de turno) los califique como crímenes internacionales, y en la hipótesis de que la justicia colombiana maniobre de mala fe para dejarlos en la impunidad. Como no creo que el Vicefiscal sea tan tonto como para hablar en contra de su propia gestión…

¿O será acaso que lo que en verdad quiere Pareja es esconder la brutal ineficacia de nuestro sistema de administración de justicia y tratar de impedir la prescripción del delito? Me estoy volviendo en exceso malpensado y suspicaz. Voy a ver si me internan. Quizá también yo necesite una cura para el estrés.

Contrastes y realidades en Latinoamérica

Mario Calderón Rivera

La Patria, Manizales

Noviembre 29 de 2009

Con la lógica de su seguridad interna y sin renunciar a su soberanía territorial, Colombia ha suscrito un acuerdo con Estados Unidos para la utilización de algunas bases aéreas con propósitos referidos exclusivamente al interés nacional. Este es el hecho escueto que -por una falla evidente de estrategia diplomática previa a la firma del respectivo instrumento- ha provocado un escándalo descomunal alimentado por la insidia de propios y de extraños. Y lo peor de todo es que ese ruido casi siempre farisáico ha sido orquestado -nada más ni nada menos- que por el coronel Hugo Chávez, quien ha suscrito un convenio con Rusia, para embarcarse con ese país en el uso de energía nuclear y para poner las aguas territoriales de Venezuela a disposición de la flota rusa para maniobras de guerra. Todo ello como un paso más en una serie de negociaciones fríamente calculadas y en un marco de confidencialidad jurada por ambas partes.


Esa connivencia ha llevado a la adquisición de un gigantesco arsenal cuyos únicos elementos conocidos hasta ahora han sido, para comenzar, 100.000 fusiles de asalto tipo Kalashnikov, varias decenas de helicópteros y barcos de patrullaje. Además, según el último acuerdo y las informaciones filtradas a los medios, esa alianza virtualmente convierte a Venezuela en un complejo industrial para la producción de toda clase de armas de alta tecnología, que incluye la producción de submarinos y de armas nucleares. Pero que, además, se conecta directamente con Irán. Y en el trasfondo, un discurso retórico de provocación deliberadamente encaminado a inducir una nueva forma de guerra fría.


Según el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz, con sede en Estocolmo, Venezuela ocupó en el año 2008 el octavo puesto entre los países importadores de armas y el primero en América Latina. Pero el dato más significativo es que entre 2004 y 2008 el gobierno de Hugo Chávez se llevó el 2% de la tajada en el comercio mundial de armas. Lo cual no hace extraño que, según los datos del propio Ministerio de Defensa de Venezuela, entre el 2000 y el 2008 las compras de armas han superado los 15.000 millones de dólares. Sin contar las compras secretas que, por supuesto, no figuran en las estadísticas oficiales.


Mientras tanto, Brasil ha firmado con Francia un acuerdo, de alcances todavía no suficientemente evaluados, para constituir una alianza tecnológica y militar dirigida a avanzar en un proceso que llevaría el poder bélico defensivo y ofensivo del país suramericano a niveles que se quieren compatibles con su estatura geopolítica y, sobre todo, acorde -entre otras cosas- con la realidad de sus reservas petroleras comprobadas recientemente y que podrían estar entre 50.000 y 80.000 millones de barriles de crudo. Una cifra que multiplica por seis las anteriores reservas comprobadas. Un hecho de tanta trascendencia que el propio presidente Ignacio Lula da Silva no ha vacilado en calificarlo como “una nueva independencia”.


En esa misma dirección se encaminó la decisión política de incrementar en un 53% el presupuesto de defensa para 2008, llegando a 5.714 millones de dólares que se utilizaron en más de la mitad para la compra de armamento. Todo lo cual está enmarcado en la búsqueda de un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y en el ingreso del Brasil al club exclusivo del G8. Dos objetivos suficientes para que Sarkozy, experto en alimentar esta clase de apetitos lujuriosos que son parte de la tradición francesa, haya querido convertirse en el principal socio de Brasil. Algo que, de alguna manera, explica también la historia de escándalos que han rodeado la política exterior de Francia cuando se trata de vender armas a todas las partes en conflicto en cualquier lugar del planeta. Uno de tales escándalos está relacionado con la condena de varios años que, por tráfico comprobado de armas con Angola, recibió el hijo del presidente Francois Mitterrand, de no muy clara historia post-mortem en estos mismos negociados. Que es apenas una de las referencias geográficas que marcan la huella francesa en Asia y en África principalmente. Aunque habría que decir que otros países europeos no se escapan a marcas oprobiosas semejantes. Como la que podría mostrar España al figurar entre los primeros diez países traficantes de armas en el mundo y como uno de los principales proveedores de armas para Venezuela.

La fascinación por las dictaduras

Carlos Gustavo Gómez

El Universal, Cartagena

Noviembre 29 de 2009

El 20 de noviembre, Hugo Chávez, en una de sus alocuciones, dijo que el monstruo de Zimbabwe, Robert Mugabe y el fallecido dictador de Uganda, Idi Amín eran sus hermanos ideológicos. En relación a Idi Amín, agrego que él, a estas alturas no cree que este fuera caníbal, sino que había sido un gran patriota.

Aunque Chávez es un personaje sorprendente, estas declaraciones causaron estupor en el mundo entero. Según afirma Frank Goldberg, en su obra “Idi Amín Anatomía de un tirano”, este déspota nació en 1925, en la actual Uganda, en un poblado de la tribu de los kakwa. A los 18 años se enroló en el Ejército Colonial Inglés, en el cual obtuvo el grado de sargento. En 1966, Obote, presidente de facto de Uganda, lo nombró jefe de las fuerzas armadas. En un viaje de éste a Singapur, Amín le dio golpe de Estado y prometió lo que siempre dicen los dictadores, que haría una revolución social y que pronto habría elecciones libres.

La realidad fue que al mes disolvió el Parlamento, cerró los periódicos y se autoproclamó: “Su Excelencia, el Mariscal Idi Amín Dada, presidente vitalicio de la República de Uganda”. En cuestión de seis meses líquido a todos sus opositores y diezmo a varias tribus hostiles. Se le atribuyen a su régimen más de 300.000 muertos.

Sus excesos le valieron el apodo del “Calígula africano”. Creo que a su apellido Amín, habría que agregarle la letra “M”, ya que tuvo más de 30 concubinas (sin contar las amantes de ocasión) y 45 hijos. Otro “atributo” de Amín era el canibalismo, decía que le fascinaba comer muslo al carbón.
Para 1978, la economía de Uganda estaba en la ruina y entonces inventó una guerra contra Tanzania para lograr algo de cohesión interna, pero le salió el tiro por la culata. Las tropas de Tanzania ganaron la guerra y entraron victoriosas a la capital, Kampala, el 11 de abril de 1979 y lo derrocaron. En cuanto a Mugabe, Chávez dijo que la burguesía se reía de él, pero que lo cierto es que ha sido un luchador popular.

La verdad es que este dictador ha liquidado a más de 20.000 opositores y ha arruinado a su país tras 28 años en el poder. Zimbabwe tiene la inflación más grande de la historia, al punto de que hay billetes de 100 billones y existe según la ONU una hambruna generalizada. No obstante el dictador y su sequito hacen fiestas esplendorosas, como una en la cual celebró sus 85 años, en la cual se sirvieron 4.000 porciones de caviar, 3.000 patos y champán francés entre otras exquisiteces.

El postre de la alocución de Chávez fue decir que el terrorista Carlos Ramírez (El Chacal) era un luchador revolucionario al cual la Policía francesa había secuestrado en Sudan. La reacción de Francia, el 24 de noviembre, fue contundente: “Carlos para nosotros es un terrorista”. Hay una coincidencia entre estos tres personajes y Chávez: su odio hacia los judíos, inquina en que lo acompaña su amigo, Ahmadinejad, presidente de Irán.

Después de oír semejantes disparates, a Hugo Chávez, con estos desplantes retóricos, le va a pasar -como dice Petkoff- como a Chacumbele, un personaje de una canción cubana interpretada por Miguelito Valdés, que decía que el “mismito se mato” o tal vez le suceda lo que dice Esquilo, en Prometeo Encadenado: “A la lengua intemperante se le aplican castigos”.

*Directivo universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena.

Mientras dure el conflicto

José Félix Lafaurie Rivera

El Universal, Cartagena

Noviembre 29 de 2009

La enconada discusión sobre el impuesto al patrimonio se ha producido con más saliva que argumentos de fondo. Causa desazón que sectores beneficiados históricamente, reviren porque deben seguir aportando a la política de defensa y seguridad nacional, de la que se han favorecido.

Nunca como ahora, habíamos tenido la urgencia de mantener el gravamen, en momentos en que se ciernen graves amenazas sobre el país desde el frente externo y para no bajar la guardia en la lucha contra los diezmados grupos irregulares.

La propuesta para 2011 y 2014 considera una tarifa progresiva, con una disminución del 50% en el aporte para patrimonios superiores a $3.000 millones –de 1,2% a 0,6%– y una plena de 1,2% para los mayores a $5.000 millones. Un cambio sustancial, que afecta positivamente la equidad y aumenta los ingresos del Gobierno, sin mayores efectos sobre los grandes capitales, que para 2011 estarán cosechando la senda de recuperación de la economía.

Al cierre de esta vigencia, este recaudo ascenderá a un poco más $2 billones, contribución que realizarán no más de 1.700 personas naturales y 2.700 jurídicas, que poseen un patrimonio líquido igual o superior a $3.000 millones. Una estadística que habla, además, de la enorme concentración de la riqueza en el país. En honor a la justicia, el gravamen podría ser permanente, aumentar más su tarifa a medida que asciende la escala del patrimonio líquido e inclusive ampliar su base gravable.

En la medida en que el impuesto se haga más progresivo, sería factible disponer de recursos adicionales, para acompañar la Política de Seguridad Democrática con programas sociales en zonas vulnerables al conflicto. Seguridad Democrática y gasto social, son piezas del mismo engranaje. Así, estaríamos asegurando la financiación del presupuesto de las Fuerzas Armadas –que tenderá a descender–, mayor redistribución de la riqueza y beneficios para sectores deprimidos y abatidos por la violencia.
No podemos desfallecer en el camino recorrido. La Política de Seguridad Democrática ha sido definitiva en los últimos ocho años, para modernizar e incrementar la capacidad de maniobra de nuestras Fuerzas Armadas. Pero debemos reconocer que es preciso consolidar los descensos en criminalidad, asumir que pervive la inseguridad, que la guerrilla no ha sido vencida y se requiere afianzar la seguridad ciudadana, que tanto reclaman los alcaldes de las principales ciudades. En este proceso, el aporte de los colombianos vía impuesto al patrimonio –que ha oscilado entre 10% y 12% del presupuesto de nuestra Fuerza Pública– es fundamental.

Mientras dure el conflicto, la pertinencia del gasto militar estará a la orden del día. Cualquier movimiento en falso, que genere inflexibilidades o restricciones al esquema de la operación de la Política de Seguridad Democrática, podría significar el retorno a un escenario de violencia y derrotas militares, que creímos superado y, lo que es peor, frustrar el fortalecimiento militar e institucional, favorable a la consolidación democrática. Este debate es insoslayable si no queremos ver frustrado el camino a la paz.

*Presidente Ejecutivo de FEDEGÁN.

Puentes y trochas

Armando Montenegro

El Espectador, Bogotá

Noviembre 29 de 2009

El gobierno de Chávez ha decidido volar, poco a poco, los pequeños puentes que las comunidades de ambos lados de la frontera han construido durante muchos años como resultado de su creciente integración familiar, económica y cultural.

Con esta medida se trata de suspender un proceso orientado a borrar la ficción de que existe una línea imaginaria que divide a un grupo humano uniforme. La frontera, en realidad, no es más que una construcción artificial, que ha sido el resultado de las divisiones, guerras y disputas de los políticos y los militares de ambos países, que se interpone entre los vecinos, familiares y amigos de ambos países que comparten una historia y una vida común (el caso más claro es el de los wayuú de la gran Guajira que pertenecen primero a su etnia y luego a Colombia o Venezuela).

Ante las disputas colombo venezolanas, Luis Carlos Galán, con razón, sugirió hace décadas que se pospusiese la discusión de los límites marinos y submarinos y que los esfuerzos binacionales se concentraran en la integración económica y cultural. La idea era que cuando se fortalecieran y ampliaran los lazos económicos, las disputas territoriales formales pasarían a un segundo plano. Hoy los problemas del golfo son apenas un recuerdo.

El gran hito de la integración lo establecieron los presidentes Gaviria y Pérez, cuando en 1991 decidieron bajar de un golpe los aranceles a cero y permitir que las mercancías, los capitales y las personas fluyeran con libertad dentro de un solo gran país económico. Desde ese momento, cuando se desmontó la tramitología de la CAN que nada produjo en 25 años, el comercio dio un salto espectacular, y la frontera, como se esperaba, comenzó a desdibujarse por una infinidad de poros que conectaban a las comunidades y creaban trabajo y oportunidades. Con la libertad, los caminos, las trochas y los puentes se convirtieron no sólo en legales sino necesarios.

Los ministros de ambos gobiernos eran conscientes de que la formación de una sola economía requería una red de infraestructura de transporte que acelerara el proceso de integración. Se debía construir una troncal por el Llano, carreteras en los Andes y, sobre todo, docenas de puentes principales sobre los ríos. Esta iniciativa encontró la resistencia de los militares venezolanos, quienes sostuvieron que los puentes eran un asunto de interés estratégico. Es posible que esto también alentara sus suspicacias, minara la razón de ser de su profesión y, posiblemente, de sus negocios.

No sólo los militares venezolanos se sintieron amenazados por la integración. Muy rápido los ministros de Agricultura de ambos países, dominados por los lobbies, comenzaron a establecer cuotas y permisos. Siguieron los transportadores venezolanos que, en lugar del tráfico libre, impusieron los descargues y los transbordos en las fronteras. Y, luego, Chávez comenzó a utilizar el embargo comercial de la misma forma que Estados Unidos lo hace con Cuba, algo que allá él considera inmoral.

Lo que está pasando no es más que otro intento de los militares y políticos de Caracas de evitar la integración real de las comunidades de los dos países. La esperanza es que las gentes de ambos lados, que se aprecian y se necesitan, pasen por encima, como en otras oportunidades, de los controles y alcabalas y continúen con el intercambio y con su vida común.

A recordar a Chamberlain

Editorial

Vanguardia Liberal, Bucaramanga

Noviembre 29 de 2009

Neville Chamberlain fue un político inglés que ocupó el cargo de Primer Ministro del Reino Unido entre 1937 y 1940. Fue un hombre bien intencionado y amante de la paz por sobre todas las cosas, que sin embargo pasó a la historia como la persona que cayó en el juego de Hitler, fue abiertamente engañado por el dictador alemán, le entregó en bandeja a Checoslovaquia y lo peor, ni así pudo evitar la guerra. Para volver corta una historia larga, la lección que le dejó Chamberlain a la posteridad consiste en que no se pueden hacer concesiones exageradas ni tomar posiciones blandas en las relaciones con gobernantes difíciles y peor aún, populistas. Y menos, cuando se trata de mandatarios que rayan en la demencia, tal como le sucedió al inglés con el Führer nazi.

Cualquier parecido con el presente que vive Colombia no es precisamente una coincidencia y si bien es necesario establecer las diferencias evidentes de contexto, son muchas las enseñanzas que podría aplicar el Gobierno Nacional en el manejo de las relaciones con el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías.

Y no, no se trata bajo ningún punto de vista de responder las agresiones verbales del Presidente vecino con embestidas del mismo calibre callejero. Menos aún, hablar o considerar una guerra que solo traería sufrimiento y destrucción a dos pueblos hermanos, afectados ya por la pobreza y el subdesarrollo crónico.

La gran enseñanza del error de Chamberlain, es sobre la necesidad de pararse duro. De hacerse sentir y no asimilar los ultrajes sin respuesta alguna.

Es que Chávez también tiene mucho qué perder. Sus órdenes de bloqueo económico, deberían tener como réplica una suspensión de suministros vitales para ese país que Colombia ha seguido proveyendo a pesar de los insultos y las agresiones.

Tratar de razonar con el mandatario venezolano ha resultado ser imposible. Sin embargo, lo que cada vez queda más en evidencia, es la intención de Chávez de acudir a un altercado por lo menos fronterizo, que instaure un enemigo común para los venezolanos al que se le pueda echar la culpa del desastre que ha sido su Gobierno.

Colombia no puede caer en esa estrategia, razón por la cual puede resultar más beneficioso mostrar también los dientes, que poner la otra mejilla como se ha hecho hasta el momento. Otra mejilla que Chávez golpea cada vez con más confianza, tal vez bajo la convicción absoluta de que es el miedo el que prima de este lado de la frontera, cuando la verdad demuestra que en el plano militar, el Ejercito Nacional está muy por encima de las filas chavistas, por lo menos en lo que a capacidad de combate se refiere.

En otras palabras, la valentía no es precisamente una de las características de Hugo Chávez Frías. Por esa razón, una posición fuerte ante la próxima agresión, puede fácilmente servir, por contradictorio que parezca, para evitar un conflicto internacional.

Para no lanzarse a las alambradas...

Oscar Tulio Lizcano

El Colombiano, Medellín

Noviembre 29 de 2009

Confieso que una de las tantas cosas que pasaron por mi mente durante mi cautiverio fue tener la oportunidad de compartir igual suerte con un siquiatra. Muchas veces me pregunté cuál sería su comportamiento frente a la misma situación. Esa idea me surgió cuando supe que Luis Carlos Restrepo, entonces Alto Comisionado de Paz, tenía esa profesión.


Recuerdo esto por el asombro que me causó el libro de Viktor Frankl, titulado
El hombre en busca de sentido. Frankl me resolvió buena parte de los interrogantes que me surgían en medio de la soledad.


Frankl explica la experiencia que tuvo y que lo llevó a ir en busca del sentido de su vida. Esa búsqueda la emprendió en un momento difícil, pues durante mucho tiempo fue prisionero en los desalmados campos de concentración de los nazis.


La primera noche le invadió la amarga sensación de que nada suyo merecía sobrevivir. Ello lo llevó a pensar en el suicidio como liberación: "durante la primera noche en la prisión me conjuré conmigo para no lanzarme a las alambradas", señala en el libro.


Yo, como Frankl, pasé por deplorables estados. Estuvimos extenuados, consumidos, harapientos, enfermos. Mis enfermedades, sin embargo, fueron derivadas de un clima tropical, de una selva inhóspita. Pero, tuvimos algo en común que nos permitía sobrevivir: el sentido de vivir.


Y ese sentido es el que lo lleva a uno a buscar esperanzadoramente las ganas de encontrarse con los de uno. Es preciso, por ello, conservar esa fortaleza para ir en busca de la libertad interior, porque es la que eleva al hombre muy por encima de su destino adverso.


Frankl habla de la sensación de querer lanzarse a las alambradas, es decir, suicidarse. Finalmente no lo hizo y ahora que lo pienso, en mi caso, jamás se me pasó por la mente cometer un acto de suicidio, ni siquiera en momentos en que más bajo tuve el ánimo. La misma inquietud me acompañó durante las conversaciones que tuve con los demás ex secuestrados. Todos me respondían lo mismo: no. Inclusive uno de ellos me confesó que había intentado suicidarse, pero antes de estar secuestrado.


Estar privado de la libertad realmente no causa tanto daño. Causa daño la suma de ilusiones truncadas, de amores vacíos, de dignidades abatidas, de sufrimiento sin sentido.


¿Cómo pudo Frankl aceptar que la vida fuera digna de ser vivida? Sus palabras explican sorprendentemente la capacidad humana de sobreponer las dificultades y descubrir el sentido de la vida y solo se llega a través del dolor.


Nuestro sentido de la vida en prisión abarcó los amplios círculos de la vida misma y la muerte, del sufrir y el poder morir. Ahí fue donde radicó la esencia de nuestra lucha: en sobrevivir. Y se logra algo que finalmente es la salvación. Cuando uno es consciente de su responsabilidad ante otro ser humano que lo aguarda con todo su corazón, o ante una obra inconclusa, jamás podrá tirar su vida por la borda ya que conoce el porqué de su existencia. Solo así podrá soportar el cómo mantiene encendida esa existencia.