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sábado, 20 de marzo de 2010

Internet y la ley

Alejandro Tagliavini*

El Tiempo, Bogotá

Marzo 20 de 2010


La Fiscal general de Venezuela argumentó que la Internet "no puede ser un espacio sin ley". Pero resulta que ley le sobra, la ley natural, con lo que queda en evidencia que, en rigor, el gobierno de Venezuela está buscando imitar a Cuba, donde la red sirve al capricho de Castro.

Pero el mal ejemplo viene de arriba. El Secretario General de la ONU, años atrás, ya afirmó que la red "ha adquirido tanta importancia... que sería ingenuo esperar que los gobiernos no mostrasen interés... (y) me pidieron crear un... Grupo de Trabajo sobre la Gobernanza de la Internet".

Por suerte, debido a la oposición de los privados, las principales decisiones sobre la red las toman las personas, con algunas regulaciones formales por parte una sociedad semiprivada y semiindependiente, la ICANN.

Los gobiernos ególatras están preocupados porque "se les va de las manos". La tecnología está potenciando el poder democrático de las personas, no solo para expresar su opinión sino en el mercado, en donde elige, vota, decide todos los días, entre los millones de productos y servicios que se ofrecen.
El comercio electrónico dificulta el cobro coercitivo de cargas fiscales pues, entre otras cosas, ¿cómo imponer tributos a una empresa virtual internacional?; ¿a cuál Estado nacional debe tributar? Lo que empujará a los gobiernos a ser eficientes, de modo que la gente prefiera sus servicios, como cuando elige entre distintas empresas.

"45 empleados de IBM tuvieron una reunión.... (que) tuvo lugar en una isla privada que sólo existe en el mundo virtual y tridimensional y los asistentes eran personajes digitales (denominados avatares) creados y controlados por personas que estaban físicamente en diversos continentes... Un ejemplo de cómo Internet propicia la desaparición de las barreras geográficas y temporales", escribió la presidenta de IBM España.

El control gubernamental traería, además, atraso, ya que el Estado, en tanto es coercitivo, es ineficiente porque su principio no es la rentabilidad sobre la base de la eficiencia, so pena de quebrar, como ocurre en cualquier empresa, sino que puede retirar del mercado, por vía impositiva u otros mecanismos, todos los fondos que necesita.

Así, se retrasaría todo el avance tecnológico y social que depende de la rapidez en la transmisión de datos. Contaba el presidente de Cisco Systems, que Boeing pudo construir su 707 en tiempo récord gracias a que distintos grupos de trabajo, en diferentes partes del mundo, podían estar comunicados permanentemente a través de la red.

La Internet fue el resultado de un desarrollo espontáneo sin gobierno aparente, pero no es un caos. Por el contrario, transparenta las cosas de modo que mejora la organización social. Por caso, hace unos días, por conectarse a Facebook, ubicaron el paradero de uno de los cien delincuentes más buscados en Italia.
Un caso interesante es la enciclopedia más utilizada, Wikipedia, que "no es un experimento de anarquía" como ella misma dice. Efectivamente, la anarquía es precisamente lo contrario al ordenamiento natural, que sí reconoce jerarquías y no cree en la violencia (la coacción) que utiliza el anarquismo (y el estatismo) para imponer su utópico mundo sin jerarcas.

En Wikipedia cualquiera puede escribir y editar, y los millones de usuarios se autoorganizan democráticamente o por consenso o lo que fuera, mostrando como un orden productivo y divertido, surge espontáneamente de las personas no coaccionadas.

En fin, si hay algo que deja en evidencia la experiencia de esta red es que no es cierto que la autoridad deba ser coactiva, al estilo militar. La Internet, y la superevolución que provoca, se desarrolla sin ningún burócrata estatal a cargo, trabajando solamente personas naturalmente libres, quienes, en ocasiones, se ponen de acuerdo, aunque está dirigida, como toda acción humana, por la naturaleza de las cosas, por la ley natural, por el orden natural (como ya lo explicaba Aristóteles y Santo Tomás) que supone un liderazgo moral de hecho, el liderazgo de aquellos que verdaderamente pueden aportar cosas útiles a esta evolución espectacular.

* Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

sábado, 6 de marzo de 2010

En la naturaleza no hay hambre

Alejandro A. Tagliavini *

El Tiempo, Bogotá

Marzo 6 de 2010


Semanas atrás, el 17 de febrero, durante la inauguración del XXXIII Consejo de Gobernadores del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de la ONU, su presidente, Kanayo Nwanze, advirtió que la cifra de hambrientos en el mundo ha superado ampliamente el record de 1.000 millones del 2009.

Unas 24.000 personas mueren cada día por hambre o causas relacionadas, 75 por ciento son niños menores de cinco meses. Semejante atrocidad se debe a la extrema pobreza, que no es natural, sino provocada por la destructiva violencia humana.

La producción de alimentos hoy crece al 5 por ciento anual, y la población mundial solo al 2 por ciento. Entre 1950-1985, la producción de cereales aumentó mucho más rápidamente que la población, pasando de 700 a 1.800 millones de toneladas. Sumados los tubérculos o raíces, la producción global llegó a 500 kg por cabeza anuales, suficiente para una ración calórica, para toda la humanidad.

Esto demuestra que la naturaleza (el mercado natural, el hombre) está preparada para alimentar a todos y que no es cierto que la miseria sea una condición "natural" e inevitable a la cual se enfrenta la humanidad. Existe sí un serio problema de distribución, provocado por la coacción estatal que fuerza el desvío artificial, del desarrollo espontáneo del cosmos.

Un caso vergonzoso es el de Argentina, que, con solo 40 millones de habitantes, produce alimentos para 300 millones y, sin embargo, debido a las distorsiones que introduce el Estado, ocho niños mueren a diario a consecuencia de enfermedades ligadas con la desnutrición.

Ya nos decía la filosofía aristotélica tomista que la naturaleza tiene un orden creado para el desarrollo de la vida, principalmente humana, proveyendo de las fuerzas creadoras y productivas necesarias para evitar la escasez. Es la violencia la que contraría al orden natural, espontáneo, del cosmos.

De modo que si el hambre existe, se debe a gobiernos o seudogobiernos que, apelando al monopolio de la violencia que se arrogan y han impuesto, vía fuerza del Estado policial, todo tipo de regulaciones e impuestos que, consecuentemente, han destrozado la capacidad productiva y distributiva del mercado provocando el efecto contrario: sacarles a los pobres para entregárselo a los privilegiados.

Por citar dos casos, los subsidios a la producción de etanol provocan un aumento en la demanda de cereales, a la vez que la Reserva Federal baja tanto las tasas de interés que los inversores especulativos encontraron en los 'commodities' agrícolas mayor rentabilidad, haciendo subir los precios.

Según dijo Nwanze, 31 países dependen de la ayuda alimentaria, que está en su mínimo histórico, de los cuales 20 están en el continente africano, precisamente donde el estatismo, la coacción estatal sobre la sociedad, el mercado son más elevados. William Easterly mostró el fracaso del asistencialismo estatal, financiado con impuestos: EE.UU. y sus aliados destinaron más de un billón de dólares para ayuda externa desde 1945, pero los países que más recibieron tienen hoy más problemas, mientras los que mejor se han desarrollado recibieron menos ayuda.

Los impuestos son fondos coactivamente retirados a los pobres ya que, para pagarle al Estado, un empresario por caso, sube precios, baja salarios o cualquier otra cosa que desvíe la presión fiscal hacia abajo. Ese dinero en manos del mercado es infinitamente más beneficioso porque multiplicaría el proceso creador y de redistribución natural que puede hacer "milagros" como el siguiente.

En 1850, el 65 por ciento de la población de Estados Unidos era agricultora. Ante el avance de la industrialización, muchos decían que si continuaba el éxodo de los obreros del campo hacia la ciudad caería la producción de alimentos a la vez que aumentaría la población para alimentar en las ciudades, lo que provocaría una hambruna, al estilo profetizado por Malthus. Hoy, sólo el 3 por ciento de su población trabaja la tierra, y la cantidad de alimentos aumentó, no solo superando el crecimiento del consumo interno, sino convirtiéndose en uno de los mayores proveedores del mundo.

* Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California)