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viernes, 8 de enero de 2010

El salvavidas mediático, historia de una estrategia

César Augusto Castaño Rubiano*

Semana.com, Bogotá

Enero 7 de 2010

“La Insurgencia del siglo XXI”, documental sobre las Farc presentado en Buenos Aires, el año anterior, pone al descubierto las serias dificultades por las que atraviesa esa organización. Históricamente esa guerrilla, ha elaborado sus mejores piezas de propaganda en medio de graves crisis propiciadas por el fuerte acoso militar. Su objetivo a lo largo de los años ha sido el mismo: visibilizarse para llamar la atención tratando de justificar un “ideario político” que con el paso del tiempo se deteriora y se aleja cada vez más de la realidad. Por ello vale la pena hacer uso del espejo retrovisor, para comprender la dinámica mediática empleada por esa organización.

El 9 de agosto de 1965, un año después de finalizada la operación “Marquetalia”, en el sur del Tolima, que culminó con el desalojo de las autodefensas comunistas asentadas por años en esa región, llegaron al país los documentalistas franceses, Jean-Pierre Sergent y Bruno Muel, quienes engañaron a las autoridades expresando que venían con la intención de filmar “a las tribus indígenas”. Con esta excusa, se adentraron en el noreste del Cauca en los territorios dominados por el guerrillero conocido como Ciro Trujillo Castaño, miembro del entonces Bloque sur que posteriormente diera origen a las Farc. Allí filmaron el documental “Riochiquito”, en el cual describían a una organización campesina levantada en armas contra el Estado. En su trabajo, los cineastas incluyeron imágenes de guerrilleros en faenas de agricultura y ganadería, pero también discursos de corte marxista-leninista lanzados por Jacobo Arenas, además de improvisados parlamentos revolucionarios aprendidos de memoria por Manuel Marulanda.

Luego de esa primera propaganda transcurrieron cuatro décadas, años en que las Farc se fortalecieron en el campo político y militar, gracias a la continua improvisación de sucesivos gobiernos. Igual que en los 60, en el 2003, en una época en que el Plan Patriota arreciaba, aparece en Colombia un documentalista danés de nombre Frank Piasecki Poulsen. Según la versión de este novel director, decidió “seleccionar” a las Farc para hacer un documental, pues a su modo de ver era el "más antiguo y más grande movimiento de liberación de Latinoamérica". Con el tiempo se supo que el verdadero gestor de la idea fue Iván Marquez, quien se encargó de contactarlo, financiar el proyecto e ingresar de forma ilegal al país a Piasecki y su equipo de trabajo. El jefe guerrillero impuso algunas normas: no filmar observadores civiles y evitar tomas sobre paisajes, con estas instrucciones y una adecuada orientación política dieron inicio a la filmación de “Guerrilla Girl”.

El guión, bastante flojo por cierto, está basado en la experiencia de Isabel, una joven de clase media aspirante a guerrillera quien a los 21 años, lo deja todo para incorporarse en el grupo armado. La correspondencia de esta mujer y su diario personal, son utilizados para ilustrar la transición de una vida normal a las filas de las Farc. Pese al intento de mostrar esta producción como un documental casual, en el que todo hace parte de la vida cotidiana en la organización, es evidente que en la película intervienen guerrilleros con formación actoral, preparados para el manejo del ambiente propio del cine, por lo cual, nada es accidental. Los monótonos diálogos, buscan reivindicar acciones como el narcotráfico, el secuestro, la utilización de minas antipersona, el uso indiscriminado de armas no convencionales y los ataques a la población civil.

Al terminar su tarea, Poulsen llegó a Dinamarca con 50 horas de grabación, convenciendo a la prestigiosa firma ‘’Zentropa’’ - de propiedad del afamado Lars Von Trier - para producir la película, logrando a la vez el apoyo económico del Instituto de Filme Danés. La producción terminada en 2005, fue presentada en varios festivales documentales, entre ellos los de Copenhague y Ámsterdam. Como es usual, el Estado hizo muy poco para enfrentar la difusión del video, en buena parte, por el escaso interés y la falta de información de la Cancillería para comprender y enfrentar este tipo de acciones.

Vendrían luego una sucesión de reveses para las Farc: las muertes de 'J.J.', 'Acacio', 'Raúl Reyes' e 'Iván Ríos'; el infarto provocado a 'Marulanda' por el acoso de bombardeos en cercanías a su campamento; la Operación Jaque y la captura del 'Negro Antonio', repetidos golpes que dieron cuenta de diferentes estructuras de esa organización. De igual manera, se desmoronó la comisión internacional, aparecieron diarios, computadores y memorias en diversos operativos, se desvertebraron redes logísticas, cayeron ideólogos como Miguel Beltrán alias 'Jaime Cienfuegos', 'Jojoy' sufrió la baja de más de un centenar de sus hombres y 'Cano' fue obligado a replegarse. Ante esta crisis las Farc idearon, como es costumbre, una pieza de propaganda dirigida a la opinión pública internacional, en procura de mejorar su maltrecha imagen y demostrar su supervivencia.

La publicación del último documental ha sido suficientemente tratado por diversos medios. De sus realizadores nada se sabe. La directora del festival de cine que proyectó entre el 12 y el 18 de noviembre de 2009 el polémico film, Violeta Bruck, dijo declararse sorprendida por la presentación, aunque es difícil creerle teniendo en cuenta que la programación se anunció con suficiente anterioridad y en ella se advertía con claridad el origen e intenciones. En cuanto a la filmación, es muy probable que se haya desarrollado en Venezuela, pues todo indica que varios de los cabecillas que allí aparecen, están en territorio del país hermano.

Lo que no pueden negar las Farc, es que en sus peores momentos han desarrollado piezas de propaganda para declararse vivas, pues comprenden la necesidad de emplear narraciones acomodadas de la guerra; libretos que terminan transformados en estrategias de la guerra misma, pues en la confrontación, lo mediático se convierte en un campo no armado de guerra política que, en este caso, claramente les favorece pues les permite, por arte de los
mass media, convertirse en centro de atención.

Frente a la importancia de la comunicación audiovisual en el escenario bélico, vale la pena recordar un aparte de la obra “La sociedad red”de Manuel Castells. Este Sociólogo español experto en temas relativos a la información dice: “Las batallas culturales son las batallas del poder en la era de la información. Se libran primordialmente en los medios de comunicación y por los medios de comunicación”. Una frase que resume perfectamente el uso de la propaganda como estrategia, aún en circunstancias adversas.

En este juego de intereses hay que atender voces autorizadas, como la del antiguo guerrillero Yoweri Kaguta Museveni, General y Presidente de la República de Uganda, quien durante una charla en el Fuerte Leavenworth en Kansas, el 26 de septiembre de 2008, haciendo referencia a la estrategia de la guerra popular prolongada, expresó: “La sobrevivencia para los insurgentes, para los revolucionarios, constituye el éxito en sí. Si sobreviven, la sola sobrevivencia representa un éxito y forma parte del objetivo principal del revolucionario”.

Una reflexión que pese a las sucesivas derrotas militares de las Farc, debe ser tenida en cuenta, máxime si el Estado se ha tardado en librar aquellas guerras que deben resolverse, en escenarios ajenos al campo de combate.

*César A. Castaño es historiador militar

lunes, 6 de julio de 2009

El secreto para vencer

Por César Augusto Castaño Rubiano

Semana/blogs, Bogota

2 de julio de 2009

Ha pasado un año desde el momento en que los medios de comunicación de Colombia y el mundo, registraron con grandes titulares la liberación de 15 secuestrados en poder de las Farc. Se hablaba de los logros de la inteligencia técnica, de la pericia de los pilotos de la aviación del Ejército, del acto de heroísmo por parte del grupo de hombres y mujeres que realizaron el engaño. Luego del exitoso rescate miembros de distintas agencias de inteligencia, especialmente de Europa, viajaron al país para conocer cada detalle de la operación, mostrando su admiración por la estratagema utilizada. Sin embargo, a la par con ese reconocimiento surgieron todo tipo de conjeturas, se preguntaban algunos escépticos, cómo un grupo de colombianos podía idear algo tan detallado y profesional; otros, lanzaron la perversa teoría del pago de una millonaria suma por la liberación de los rehenes.


Aunque es común, en Colombia, desconfiar de nuestras propias capacidades, esta comprobado que toda la operación, desde la idea inicial, hasta el producto final, fue realizada por miembros de inteligencia del Ejército. Además no por ser avezados terroristas, los integrantes de las Farc están exentos de caer en el engaño. Se sabe de varias operaciones encubiertas, mucho menos publicitadas, en las que han sido objeto de tretas planeadas por los militares. A quienes aun dudan de la hazaña lograda por el Ejército, es importante recordarles que la inteligencia ha sido una constante desde tiempos remotos, y que en ese campo no existen límites para la imaginación. Por ello el estudio de la historia, en particular de algunas operaciones especiales, fue básico para idear la
Operación Jaque.


Los textos de historia recogen numerosos ejemplos de espionaje. El faraón Ramses II, en su reinado de 67 años entre los siglos XIII y XII a.C., utilizó a menudo la figura del espía; en la antigua Esparta se desarrolló una técnica muy ligada al espionaje que ya utilizaban egipcios, asirios y babilonios: la criptografía o arte de escribir un texto en clave; y los soberanos aqueménidas, que dominaron Persia entre los siglos VI y IV a.C., pudieron controlar su imperio gracias a hombres de su confianza conocidos como los “oídos del rey”. El célebre Julio César hizo uso de la criptografía para que sus mensajes, aunque fueran interceptados, no los entendieran sus enemigos. Según Aulo Gelio, escritor romano, Julio César anteponía a cada letra otras cuatro para hacer incomprensibles los textos.


Alfredo el Grande, rey de Inglaterra en el siglo IX, llegó a convertirse él mismo en espía en la guerra que libraba contra Dinamarca. Vestido de juglar y cargando un arpa, se adentró en un campamento enemigo y confraternizó con la soldadesca. Así supo con antelación cómo y cuándo se iban a producir los ataques rivales. Poco a poco la inteligencia evolucionó hasta dejar de ser una actividad casi improvisada, encargada a voluntarios bienintencionados o profesionales de la insidia. Uno de sus precursores fue sir Francis Walsingham, secretario de Estado y consejero privado de Isabel I de Inglaterra, quién organizó en el último tercio del siglo XVI una red de inteligencia con espías en otros países, entre ellos España. Ello le permitió, por ejemplo, conocer con antelación la calidad y el número de navíos que conformaban la Armada Invencible, que el rey español Felipe II pensaba enviar contra la isla.


No puede dejar de mencionarse a Joseph Fouché, ministro francés de la época posrevolucionaria, quién es sin lugar a dudas el precursor de los grandes servicios secretos. Su alcance era tal, que aun estando al servicio de Napoleón sabía que pensaba el emperador, pues Josefina era una de sus agentes a sueldo. Pasando por alto épocas, ejemplos históricos y nombres, llegamos al grupo que trabajó en la planeación de la
Jaque. Ellos tomaron como modelo especial para su estudio la Operación Fortitude, una estratagema de inteligencia que permitió el éxito en la mayor invasión por mar en la historia: el desembarco de Normandía. Pocos saben que en esa histórica gesta jugó un papel fundamental un hombre de inteligencia, el ciudadano español Juan Pujol García. Éste personaje en tiempos de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en doble agente, poniéndose al “servicio” de dos agencias de espionaje, el MI5 británico y la Abwehr alemana, guardando siempre lealtad con la causa aliada.


Para los alemanes su nombre en clave era “Rufus”, aunque llegó a utilizar también el de “Arabel”. Para los británicos “Bovril”, sin embargo estos últimos tras conocer sus dotes persuasivas lo bautizaron “Garbo”, en homenaje a una famosa actriz sueca de la época. Garbo creó para los alemanes, una organización inexistente, una red conformada por “agentes” que eran tan solo una invención suya. Él y sus quiméricos ayudantes, inundaron a los alemanes con informes convincentes sobre fortificaciones, concentraciones de tropas, envíos de armas y movimientos de barcos británicos.


Como se esperaba, sus informes se aproximaban a lo que los alemanes esperaban oír, por lo cual iban cayendo redondos frente a sus engaños. Tan perfecto era su trabajo, que le permitió recibir de los dos países para los que trabajaba, sendas condecoraciones, los ingleses lo condecoraron con la “Orden del Imperio Británico” y casi al mismo tiempo recibió la “Cruz de Hierro”, alemana, por sus meritorios trabajos de inteligencia.


El gran paso a la historia del espionaje, lo dio al engañar a los alemanes sobre el desembarco en Normandía, el famoso “Día D”. Insistía el espía español, que el grueso de las tropas aliadas esperaba en el paso de Calais, al norte de Francia, el punto más cercano a la costa inglesa y el más lógico en donde desembarcar. Para fortalecer su trabajo de desinformación, envió a través de sus “espías” más de quinientos mensajes a la Embajada de Alemania en Madrid, los cuales eran traducidos y enviados a Berlín, dando cuenta de supuestas concentraciones de tropas en el sur de Inglaterra listas para ser movilizadas al norte.


Hizo creer, además, que llegaría como fuerza principal de asalto el ejército de Patton que, la verdad, sólo existía en el papel. Para dar credibilidad a la idea del desembarco en el lugar que él había indicado, los británicos hicieron flotar frente a las costas de Dover, barcazas de concreto, construyeron puertos de cartón-piedra y tanques de caucho. La estrategia alemana se diseñó alrededor del desembarco en Calais, convencidos que el desplazamiento de tropas en Normandía era sólo una operación de distracción. Hitler confiado, en el espía español, ordenó retener a la división blindada. Cuando los alemanes se dieron cuenta que el desembarco era real, la cabeza de puente estaba consolidada y habían perdido la batalla. El ardid había funcionado.


La operación significó un gravísimo golpe en la moral y confianza del comando central alemán. Limitando a su vez el ritmo con el que la inteligencia alemana catalogaba y difundía información estratégica del enemigo a sus generales. De hecho, y por más curioso que parezca, la
Operación Fortitude, creó el ejército inexistente que más daño hizo a su enemigo. Terminada la guerra, Pujol vivió en Venezuela bajo un nombre ficticio por 40 años. Con la ayuda del periodista británico, Nigel West, escribió sus memorias en el libro "El Espía del Siglo". Fue condecorado en 1985 por la Reina Isabel.


Se asegura de buena fuente, que el estudio de esquemas de inteligencia como el utilizado por Garbo, así como la lectura cuidadosa de textos antiguos escritos por Eneas el Táctico y Polieno, fueron fundamentales para el éxito de la
Jaque, lo que demuestra el valioso esfuerzo académico e investigativo desarrollado por los miembros de inteligencia para el logro de su objetivo. Ojala algún día se escriba la verdadera historia militar de esta acción, dejando de lado lo emocional, concentrándose más en conceptos estratégicos y tácticos, particularmente en la exitosa estratagema desarrollada. Un trabajo tan perfecto, cuyos resultados obligan a recordar la frase de Churchill “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”.

jueves, 21 de mayo de 2009

Fuerza pública: una hora difícil

Por César Augusto Castaño Rubiano *

Revista Semana, Bogota

20 de mayo de 2009

La sombra de los falsos positivos no puede detener a un Ejército que con gran sacrificio ha obtenido victorias y enfrentado con éxito a los violentos.

 

La sociedad colombiana y la opinión pública mundial han sido testigos de los triunfos obtenidos por el Ejército Nacional en los últimos tiempos. Operaciones como “Jaque” y “Fénix”, se han convertido en un referente militar de efectividad, gracias a un transparente trabajo de inteligencia, un detallado planeamiento y una impecable ejecución en el terreno. Sin embargo, pese a las múltiples derrotas propinadas a las organizaciones terroristas, la persecución de bandas criminales, el desarrollo de operaciones de desminado, la recuperación territorial y los trabajos que se adelantan en apoyo de la política de consolidación, el Ejército viene librando una dura batalla en el campo de la legitimidad, por cuenta de los llamados “falsos positivos”. 


Los entes de investigación dan cuenta de la captura de algo más de 400 militares relacionados con el tema, una cifra que si bien es preocupante, constituye un porcentaje mínimo en comparación con los 250.000 hombres y mujeres que integran esa institución.  Estos difíciles tiempos no pueden hacer que se detengan los importantes proyectos de modernización y reestructuración educativa que viene desarrollando el Ejército.  Es justo reconocer, los ingentes esfuerzos desarrollados por las escuelas de formación y capacitación militar que buscan preparar a sus hombres y mujeres para afrontar profesionalmente nuevas y cambiantes amenazas. Los oficiales y suboficiales, más allá de adquirir competencias específicas, es decir habilidades propias para el desempeño militar, se capacitan en temas como: derechos humanos, derecho internacional humanitario, liderazgo personal y laboral, desarrollo de habilidades sociales, ética y competencias ciudadanas, entre otros. 


Los centros académicos castrenses utilizando una bien diseñada estrategia de enseñanza, buscan eliminar currículos ocultos, haciendo énfasis permanente en el principio de legalidad, como aquel derecho que tiene el Estado de combatir los actos terroristas y la violencia armada en un marco de respeto por la ley y los derechos humanos.  De igual manera se sabe que existe una guía de planeamiento estratégico y unas políticas de mando, diseñadas por el actual Comandante del Ejército y su Estado Mayor. A esas directrices están ceñidos todos los planes de acción que se desarrollen, pues contienen instructivos precisos sobre temas como ética operacional y derechos humanos de los cuales se advierte, puntualmente a todas las unidades militares, no deben apartarse en el ejercicio de sus responsabilidades. Pese a esos y otros esfuerzos en el campo educativo, la realidad hace inevitable que el Ejército esté hoy día en el ojo del huracán. Lo que no debe aceptarse, bajo ninguna circunstancia, son algunas hipótesis lanzadas con ligereza y que buscan criminalizar el esfuerzo y sacrificio que miles de soldados y policías hacen a diario. 


 Valga el ejemplo, lo expuesto por el novel senador Juan Manuel Galán, quien durante la sesión desarrollada en el concejo de Soacha, se refirió a los falsos positivos como el producto de una “cultura institucional” que induce a la ejecución de crímenes sistemáticos, masivos y estructurales. Pensamiento compartido, al parecer, por el precandidato liberal Alfonso Gómez Méndez y la periodista María Jimena Duzán, quienes en el programa “Hora 20”, se refirieron a la existencia de una “cultura mafiosa” en el Ejército, soportada en una estructura que tiene por objeto matar civiles.  Si bien cada quién es libre de opinar lo que a bien tenga, sumadas estas palabras se pensaría que todo el conjunto de normas, hábitos, principios y valores, que practican los militares tendrían como única finalidad la criminalidad, lo cual va en contravía no solo del esfuerzo desarrollado en capacitación, sino también de la memoria y el respeto que se debe a los cientos de soldados caídos en combate o afectados en su integridad física por cuenta de esta guerra. 

El mensaje enviado por estos líderes de opinión, es sencillo de descifrar. Para ellos, ejército nacional es sinónimo de crimen organizado. El efecto de esas palabras pudo comprobarse en un diálogo sostenido con una comunicadora extranjera que trabaja en Colombia como corresponsal de importantes medios. 
Por su trabajo, esta periodista, asistió a la sesión en Soacha y comentó que al escuchar al senador Galán y en particular cuando se refirió a crímenes estructurales, pudo inferir que existe una gran “red criminal”, de la cual harían parte desde el Presidente como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, hasta el último soldado o policía. Es decir, un plan de exterminio orquestado desde el más alto nivel para provocar asesinatos de forma sistemática. Una percepción que en labios de una periodista extranjera, como consecuencia de las afirmaciones del congresista, desdibuja la existencia del Estado de Derecho y nos deja ad portas de convertirnos en un estado dictatorial. 


Al senador Galán, hay que aclararle que se equivoca al hablar de una “red criminal” o de una “cultura de exterminio” originada en lo institucional, nada más lejano de la realidad. Lo que si existen, son responsabilidades individuales, decisiones autónomas para actuar de este o aquel modo, en algunos casos en abierta contradicción con el principio de legalidad. Más allá de estas discusiones, con evidente tinte político, por el momento habrá que atender lo dicho por el ministro Juan Manuel Santos, pues solamente una adecuada investigación garantizará el derecho de defensa de los militares implicados. Ojalá se den juicios justos que permitan el castigo de los responsables y la absolución de los inocentes. Ojalá se garantice la reserva del sumario y se dejen de filtrar “noticias” con el propósito, entre otros, de apagar incendios políticos. 


 El temor en los miembros del Ejército, hoy día, es ser objeto de falsas acusaciones que se conviertan en lentas muertes morales que desgastan oficiales y suboficiales, que han entregado sus mejores años a la defensa de la nación. Por tanto, esas palabras del primer mandatario que exigen la implementación de un efectivo sistema de defensa judicial para soldados y policías, deben pasar del discurso a la acción, pues las consecuencias jurídicas del conflicto serán incalculables y recaerán como ha sido usual, en otros países, en la fuerza pública. Esta hora difícil que enfrentan los soldados, tendrá un efecto formador sobre las actuales y futuras generaciones, pues sin que se pierda el carácter ofensivo y exitoso que ha caracterizado al Ejército en los últimos tiempos, se deberá continuar el proceso educativo en todos los niveles del mando, haciendo énfasis en la protección de los derechos asociados a la vida, la seguridad personal y la integridad física y moral. Lo anterior, sumado a una actitud seria y responsable por parte de cada miembro del Ejército, será la única forma de mantener limpia la conciencia, asegurada la libertad individual y garantizado el sitial de honor que debe ocupar una Institución tan querida y admirada por el pueblo colombiano.

 

* César Augusto Castaño Rubiano es historiador militar