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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Estados Unidos y China: nuevo eje global

Alejo Vargas Velásquez*

El Colombiano, Medellín|

Noviembre 18 de 2009

La visita de Barack Obama a Asia -especialmente a China y la amplia reunión con sus autoridades- refleja muy bien el nuevo eje del poder global. China será a partir del próximo año la segunda economía del mundo y se proyecta como la potencia global que ya es y que aspira a consolidarse.

Y efectivamente estas dos economías representan casi la mitad del crecimiento de la economía mundial y su intercambio comercial duplica al que lo sigue. No hay duda de que Estados Unidos y China son los países más importantes en el mundo globalizado actual. Estados Unidos tiene el mayor déficit de cuenta corriente y China el mayor superávit.

Xavier Batalla se pregunta en qué radica el éxito chino, y para avanzar en una respuesta anota: " América Latina, como escribió el pasado verano The Economist, 'se está inclinando hacia Asia y alejándose de Estados Unidos'.

Y esta historia se repite en África, donde sólo cuatro de los cincuenta y tres países del continente no han abierto los brazos a los dirigentes chinos. ¿Qué explica este éxito geopolítico chino? Los productos baratos que vende a los africanos, sus ayudas a los mandamases y las lecciones de estabilidad, no de democracia".

Para Estados Unidos esta gira asiática tiene una gran importancia, no sólo para mejorar las relaciones con el nuevo gobierno japonés, que tiene una relación más fría con USA, y que además cuenta con crecientes protestas sociales por el tema de las bases norteamericanas en Japón.

Adicionalmente hay un conjunto de temas por tratar con China, que van desde los económicos -la revaluación o apreciación del yuan, el incremento del consumo de productos norteamericanos, apertura de sus mercados y la relación con el déficit comercial bilateral-, los de derechos humanos -el caso del Tíbet, el control de redes informáticas, entre otros- pero es probable que sean temas de bajo volumen, entre otros, por la baja credibilidad norteamericana por el caso de las torturas en Irak y Guantánamo, el tema armamentista, hasta conflictos regionales y locales, como el desarme nuclear y normalización de las relaciones con Corea del Norte, o el caso de Irán, temas todos en los cuales la participación conjunta es fundamental para avanzar en soluciones.

Este encuentro entre las dos más importantes potencias del mundo lo analiza muy bien Liu Xuecheng, vicepresidente del Centro de Relaciones China-Estados Unidos y consejero del Gobierno en cuestiones de política asiática y seguridad: "No se trata sólo de un encuentro sobre temas bilaterales sino regionales, y, especialmente, globales, debido a la crisis económica.

Asia puede ser el primer continente en recuperarse. China tiene una responsabilidad internacional para trabajar con Estados Unidos, Europa y otras grandes economías para salir de la crisis. En segundo lugar, está el cambio climático, en el que, aunque compartimos el mismo objetivo, aún tenemos diferencias. Debemos cooperar. Necesitamos nuevas energías y tecnologías. Y en tercer lugar, están las guerras".

Esta reunión entre los dos grandes países de este nuevo período puede estar configurando el estilo de las relaciones en el orden mundial, que seguramente van a estar caracterizadas por la mezcla de rivalidad y cooperación, seguramente con primacía de la segunda, por lo menos por un largo rato.

Un estudio de la Rand Corporation -citado por Robert J. Shapiro -titulado ' Assessing Russias's Decline ' señala a propósito del futuro de China: " China es el único país con los medios y la voluntad para llegar a hacerse oír y que le presten atención en la geopolítica.

Pero China no tendrá ninguna prisa para hacerlo en los próximos diez o quince años, porque sus dirigentes están convencidos de que su autoridad política depende de un rápido progreso económico, lo cual, a su vez, depende vitalmente de mantener buenas relaciones con Estados Unidos".




miércoles, 12 de agosto de 2009

Unasur y presencia militar norteamericana

Alejo Vargas Velásquez

El Colombiano, Medellín

Agosto 12 de 2009

Analizar el tema de la utilización por las Fuerzas Armadas norteamericanas de las siete bases colombianas genera gran controversia, en unos que apelan a un trasnochado antiimperialismo y en otros invocando un anacrónico patrioterismo.

Para contextualizar el tema de la cooperación norteamericana con Colombia hay que recordar que la elite colombiana ha sido históricamente incondicional con los Estados Unidos: fuimos el único país latinoamericano que participó en la guerra de Corea durante la 'guerra fría'; Colombia promovió con USA el aislamiento de Cuba a comienzos de los 60; se firmó el tratado de extradición a comienzos de los 80; hace veinticinco años que tienen una cooperación antinarcóticos estrecha; en el gobierno Pastrana comenzó la cooperación para la reforma de las Fuerzas Armadas colombianas con Plan Colombia y desde hace años hay presencia de asesores militares y 'contratistas' norteamericanos en Colombia. Entonces es verdad que el actual convenio es la ampliación de una cooperación militar de larga data.

Cosa distinta es que en la medida en que el mundo se globaliza, la soberanía absoluta se diluye, las decisiones que toma un país en términos de seguridad pueden afectar a sus vecinos y deben ser explicadas. Si bien el tema de la cooperación norteamericana incrementada es un asunto para Colombia prioritariamente de seguridad interna, para USA es de lucha contra el narcotráfico y para los países de Suramérica es visto como un problema geopolítico. Especialmente para Brasil, que es la potencia subregional indiscutible y considera a la Amazonia su espacio geoestratégico fundamental, le preocupa el incremento de la presencia militar norteamericana y no hay duda que Colombia debe mantener una relación tan buena con Estados Unidos como con Brasil.

Por ello la gira del presidente Uribe por varios países de Suramérica, a pesar de lo tardía, fue necesaria para compensar y neutralizar el tratamiento equivocado que podría dársele en la reunión de Unasur. La explicación personal de los alcances de los acuerdos con Estados Unidos para el uso de bases colombianas por tropas, aeronaves y buques norteamericanos, fue importante y si bien no modificó sustancialmente ninguna posición, sí les dio mejor información y logró lo que podría considerarse un resultado positivo para Colombia en la reunión de Unasur: no incluirse el tema dentro de los oficialmente considerados y por el contrario haberse acordado una reunión especial de presidentes -para lo cual la Presidenta de Argentina ofreció su país- y con una presencia de Estados Unidos de alto nivel para que se aclare el alcance de los acuerdos. Al respecto es necesario señalar que el modelo de bases del pasado ya no tiene sentido en el mundo de hoy, donde lo que existen son el modelo FOL 'puestos de operación avanzado', acordes con un modelo flexible con alta tecnología y donde lo que predomina es una actividad de inteligencia.

Ojalá esa reunión se realice como está prevista y se discuta todo el problema de seguridad y defensa de Suramérica, cuáles son las amenazas prioritarias para los distintos países, cuál el alcance de los procesos de compra de armas -en lo cual casi nadie puede 'tirar la primera piedra'- y los convenios militares que tienen los diversos países.


Finalmente, debemos señalar que mientras Rafael Correa sea presidente de Unasur, la capacidad de mediación o aun de convocatoria regional de este organismo va a estar disminuida, en la medida que Ecuador es parte interesada en el conflicto existente con su vecino Colombia.

Es esperable un año de 'parálisis' institucional y política de Unasur, pues con razón Colombia no va a concurrir a eventos convocados en Ecuador o por la actual presidencia del organismo subregional. Quizá el Consejo Suramericano de Defensa sea el escenario adecuado para debatir los temas de seguridad y defensa subregional.

* Profesor Universidad Nacional

miércoles, 5 de agosto de 2009

Narcotráfico: ¿Colombia y México, comparables?

Por Alejo Vargas Velásquez

El Colombiano, Medellín

Agosto 5 de 2009

Los estudios comparados deben hacerse con cuidado porque con frecuencia tienden a maximizarse algunas similitudes, pero al mismo tiempo a minimizarse las diferencias. Estas reflexiones son pertinentes a propósito de un Coloquio internacional sobre " la colombianización de México o la mexicanización de Colombia ", organizado por la Universidad Veracruzana y el Colegio de Veracruz en Xalapa -México- y al cual tuve la oportunidad de asistir con colegas de Estados Unidos, Colombia y varias universidades mexicanas. Veamos una síntesis.


En primer lugar se trata de dos tipos de regímenes políticos diferentes; Colombia tiene un régimen político centralista -con algunas modalidades de descentralización- lo cual explica que para la seguridad interna disponga de una Policía de carácter nacional. México, por el contrario, es un régimen político federal, que para su seguridad interior cuenta con más de dos mil policías municipales, además de las policías federales, lo cual parece ser una dificultad para coordinar políticas contra el delito.


En relación con el problema del narcotráfico las diferencias son igualmente claras. Colombia es un país con una importante participación en el volumen de cultivos de uso ilícito que están en la base de la producción de la cocaína y en menor medida de heroína y marihuana; igualmente ha sido un lugar de procesamiento de la cocaína. Por lo tanto el Plan Colombia en lo relativo al narcotráfico -porque a nuestro juicio su principal contribución fue propiciar la reingeniería y modernización de la Fuerza Pública colombiana-, su objetivo fue la erradicación forzosa en primer lugar -en lo cual los resultados han sido bastante pobres- y en segundo lugar una erradicación concertada con los productores; igualmente las políticas de interdicción. México, por el contrario, ha sido desde los 80 por lo menos, una de las vías de tránsito de las drogas ilícitas hacia el gran mercado consumidor norteamericano y sólo en una escala muy menor productor de marihuana y heroína. Por ello la Iniciativa Mérida está concentrada más en las tareas de interdicción, especialmente por el Océano Pacífico que ha sido la vía más descuidada por cuanto el Caribe ha tenido una mayor presencia de diferentes tipos de autoridades.


Entonces, si bien el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida se parecen en que están orientados en la lucha contra el narcotráfico y el apoyo económico norteamericano a los mismos, se diferencian en sus estrategias y sus destinatarios específicos. Un colega norteamericano los caracterizó como 'medios hermanos'.

Algo que comienza a ser de gran preocupación en el caso mexicano es el incremento de la violencia por parte de los distintos carteles de narcotraficantes -se habla de siete grandes carteles-, en localidades como Ciudad Juárez -límite con El Paso- el nivel de muertes violentas, además de los feminicidios, es verdaderamente alarmante; otro delito de gran impacto que se ha disparado en México es el secuestro. Pero adicionalmente se acude a métodos que buscan aterrorizar a la sociedad para amedrentarla, como el asesinato la semana anterior de un comandante de Policía junto con su mujer y sus hijos en el puerto de Veracruz. En otros lugares de la nación mexicana el tema tiene expresiones diferenciales como en los casos del Distrito Federal o el Estado de Veracruz con una situación más controlada. Esta violencia ya la vivimos los colombianos a finales de los ochenta cuando el Cartel de Medellín desató su ofensiva narcoterrorista contra la sociedad y el Estado colombianos. Ahí tienen un gran riesgo los mexicanos.


Afortunadamente los mexicanos no tienen un conflicto interno armado como el colombiano que complejiza mucho más un tema que ya de por sí es suficientemente enredado.


Coda : ¿Tendrá el Presidente Rafael Correa la gallardía de declinar la presidencia de la Unasur, porque su conflicto con Colombia no lo habilita para actuar imparcialmente en dicho organismo subregional?



* Profesor Universidad Nacional

miércoles, 6 de mayo de 2009

Panamá: caso aislado o inicio de tendencia

Por Alejo Vargas Velásquez*

El Colombiano, Medellín

Mayo 6 de 2009

 Se realizaron las elecciones en Panamá y la coalición de partidos de centro-derecha Alianza para el Cambio ganó ampliamente y su candidato, el empresario Ricardo Martinelli, es el presidente electo de los panameños. Estas elecciones nos permiten formular varios interrogantes que son importantes para comprender la dinámica sociopolítica de ese país, pero igualmente podría darnos pistas para aventurar hipótesis acerca de los cercanos procesos electorales en la región.

Un primer interrogante es, ¿por qué un gobierno como el de Martín Torrijos y el PRD, con una buena gestión en cuanto a los indicadores de crecimiento macroeconómico, no puede lograr que los electores le renueven su mandato a través de la candidata que representaba al partido? Y todo indica que buena parte del triunfo de la alianza de centro-derecha se debe a por lo menos tres factores: uno, la propuesta de generar empleo por parte de un empresario con experiencia en hacerlo, que en principio lo hace creíble para el elector; dos, un incremento de inseguridad ciudadana frente a lo cual el hoy presidente electo ofrece una política de combate al crimen organizado; tres, la baja credibilidad que generaba la candidata del PRD en sectores del electorado más allá de los militantes de su partido, especialmente por su cercanía en el pasado con el general Manuel Antonio Noriega. Recordemos que normalmente en una democracia pluralista un candidato que aspire a ganar debe ser capaz de seducir al electorado más allá del de su propio partido.

El otro interrogante es el asociado a la alternación política y se formularía señalando, ¿si lo normal no era el triunfo de la oposición ante el desgaste normal del gobierno y la tradición en muchas democracias a darles posibilidades a diversas opciones políticas? Y evidentemente la tradición panameña de los últimos tiempos es la alternabilidad en el gobierno de candidatos de diversa orientación política. Pero obviamente en esto juega un papel importante el liderazgo del candidato y su capacidad de comunicarse con los ciudadanos.

La pregunta que se derivaría sería si el triunfo del empresario Martinelli en Panamá es un caso aislado o podría marcar el inicio de una tendencia de cambio político en la región. ¿Será el preludio del triunfo del empresario Sebastián Piñera en Chile en las próximas elecciones, frente al ex presidente Eduardo Frei, que busca repetir mandato y que representará a la Concertación con cuatro mandatos seguidos y el desgaste normal del ejercicio de gobierno? ¿O igualmente un campanazo de alerta frente a la eventual imposibilidad de que el Presidente Lula en Brasil pueda transferirle a su candidata del PT el apoyo ampliamente mayoritario del cual goza, a partir de dos mandatos claramente exitosos para su país? ¿O la eventualidad de pérdida por las dificultades que tiene el Frente Amplio uruguayo para ponerse de acuerdo en un candidato que pueda ganar el apoyo del electorado charrúa y poder continuar en el gobierno?

Porque sin duda el debate está en si efectivamente los gobiernos de izquierda en Suramérica corresponden a un desarrollo de los Movimientos Sociales que le darían una base de apoyo amplia y sostenida, o si por el contrario ¿lo que ha pesado han sido buenos candidatos presidenciales que sobre la base del desgaste propio del gobierno se han presentado como alternativas de gobierno? Si es lo primero, estaríamos frente a cambios políticos de mayor calado y persistencia en el tiempo; si es lo segundo, el caso panameño no debería ser visto como un caso aislado sino como un campanazo para los partidos y coaliciones de centro-izquierda que deben pensar en candidatos atractivos para los electores y propuestas que sintonicen con los intereses mayoritarios de éstos.

El interrogante final sería: ¿lo anterior tiene una excepción momentánea en la región andina?

*Profesor Universidad Nacional

miércoles, 25 de marzo de 2009

Gasto militar en Suramérica

Por Alejo Vargas Velásquez 

El Colombiano, Medellín

Marzo 25  de 2009

Tradicionalmente Latinoamérica ha sido considerada la región del mundo de más bajo gasto militar comparativo e igualmente de baja conflictividad interestatal comparada con otras regiones del mundo. Pero hay movimientos en esta temática, y el "Balance Militar de América del Sur 2008", del Centro Nueva Mayoría de Buenos Aires, y el "Atlas Comparativo de Defensa en América Latina", de Resdal 2008, son dos fuentes de información muy importantes para analizar cómo se están moviendo los presupuestos y la composición de los ejércitos en la región.

El gasto militar mundial en 2007 fue de 1.339.000 millones de dólares corrientes -pasó de 745.000 millones en 1998 a 894.000 millones en el 2002-, de los cuales Estados Unidos representó el 41% (545.328 millones de dólares), seguido de Reino Unido con el 4.7%, Francia el 4.5% y Japón el 3.3%. Todos los países que componen Unasur representaron solo el 2.9% (39.143 millones de dólares), lo cual reafirma el escaso peso global que representa la región.

Si tomamos los presupuestos de defensa de 2008 en Suramérica, tenemos que Brasil ocupa el primer lugar con 26.202,7 millones de dólares -prioridades de defensa del país más grande-, seguido por Colombia con 6.004,9 millones de dólares -con un conflicto armado interno-, Chile con 4.471,0 y Venezuela con 3.351,7 millones de dólares. Ecuador destinó 1.691,7 millones de dólares. Con relación al PIB nacional, sin embargo tenemos que el presupuesto de defensa de Ecuador representa el 3,41%, seguido del de Colombia con el 2,97%, Chile con el 2,63% y Brasil con el 1,62%. En Venezuela el presupuesto de defensa representa el 1,00%. En relación con el total del presupuesto del Estado, el presupuesto de defensa de Ecuador representa el 10,7%, seguido de Colombia con el 9,3%, Chile con el 8,49%, Uruguay con el 7,31% y Perú con el 5,86%. En Venezuela representa el 5,24%.

En lo relativo al porcentaje del presupuesto que se dedica a inversión, tenemos que Chile es el país que más destina a la misma con 27,48% -por los recursos derivados de la Ley del Cobre este presupuesto pasó de 249 millones de dólares en el año 2004 a 1.390 millones de dólares en el corriente año-, seguido de Colombia con el 12,98%, Ecuador con el 10,16%, Brasil el 6,95% y Venezuela el 5,19%.

En cuanto a los efectivos de las Fuerzas Armadas en la región suramericana, el mayor número lo tiene Brasil con 334.743, seguido por Colombia con 310.567 y Venezuela con 163.364. Ecuador cuenta con 37.448. Los países que conforman el Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) cuentan con un total de 442.437 efectivos y los que hacen parte de la CAN (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) con 476.235 efectivos. Si se utiliza el indicador de efectivos militares por cada 10.000 habitantes, tenemos que el primer lugar lo tiene Uruguay con 74, seguido de Colombia con 66, Venezuela con 59, Bolivia con 43 y Chile 42. Ecuador tiene una relación de 27.

Las unidades de superficie naval más modernas las tienen Chile, Argentina, Perú y Venezuela y los submarinos última generación están en Chile y Brasil. En cuanto a aviones de combate Brasil ocupa el primer lugar con 271, seguido de Argentina con 96, Colombia con 83, Venezuela con 79 y Chile con 76; pero sólo disponen de naves de última generación Brasil, Chile, Perú y Venezuela.

En cuanto a dotaciones para guerra regular, Argentina, Brasil, Chile y Perú tienen la mejor dotación de tanques; Argentina, Chile, Uruguay y Venezuela son los únicos países que disponen de vehículos blindados especialmente construidos para el combate. Colombia hasta el momento no había priorizado estas compras por cuanto su orientación ha estado históricamente dirigida a construir un ejército para la guerra contrainsurgente, sin embargo ahora parece estar interesado en pensar en estas adquisiciones.

*Profesor Universidad Nacional

viernes, 6 de marzo de 2009

Estados Unidos, Afganistán y Colombia

Por Alejo Vargas Velásquez

El Colombiano, Medellín

Marzo 4 de 2009

Desde la campaña presidencial Barack Obama estableció una diferencia entre la intervención norteamericana en Irak, la que criticó y señaló que debía acelerarse la retirada de sus tropas y el caso de Afganistán el cual señaló como la prioridad que ha debido tener Estados Unidos y no haber distraído sus recursos en Irak, pues era en Afganistán donde estaban los jefes de Al-Qaeda y los talibanes que lo apoyaban; por ello señaló como prioridad el aumento de tropas en este país. Esto ha llevado a varios analistas y críticos a decir que Afganistán puede ser el Vietnam de Obama.

Evidentemente el caso de Afganistán es el de un país que no ha logrado consolidar un Estado-Nación con capacidad de monopolizar la coerción legítima y el control territorial; por el contrario, han predominado históricamente los llamados 'señores de la guerra' que controlan regiones del país y adicionalmente el cultivo de la amapola y la producción de opio y heroína ha estado ligado a su historia. La intervención de Estados Unidos y sus aliados efectivamente desplazó del gobierno a los talibanes sin mucha dificultad y se implantó un gobierno 'democrático' que en la realidad sólo controla, en el mejor de los casos, su capital y las zonas donde están las tropas de la coalición intervencionista.

Es verdad que Afganistán es una prioridad para el gobierno Obama, pero la pregunta es cuál es la estrategia adecuada para fortalecer un gobierno que represente la realidad del país, si incrementar la presencia de tropas de la coalición, ya anunció el gobierno Obama 17.000 soldados adicionales, o una estrategia de concertación. No debemos olvidar que la preocupación norteamericana en Irak llevó a que se complejizara la situación afgana con unos talibanes de retorno y a la ofensiva política y militar y con una progresiva desestabilización e involucramiento de Pakistán. El presidente Carter ha señalado sobre el particular, según Amy Goodman "yo discreparía con Obama en cuanto al aumento de soldados, ya que esto provocaría bombardeos más intensos de pueblos y centros urbanos afganos y una gran dependencia de las fuerzas armadas. Me gustaría que nos acercáramos más, que nos adaptáramos y negociáramos con todas las facciones en Afganistán" y en lo anterior incluyó a sectores de los talibanes.

En la conferencia de Seguridad de Munich el propio presidente Karazi señaló la necesidad de una política que incluya, además de coordinación de lasa fuerza de la comunidad internacional, la reconciliación, al respecto dijo: "Este es el momento. Invitaremos a todos los talibanes que quieran vivir en paz y según la Constitución a volver e integrarse en Afganistán". Y el general norteamericano Petraeus expuso en Munich en lo que denominó su nueva estrategia, el decálogo para Afganistán: "En primer lugar, nuestras fuerzas tienen que esforzarse para proteger y servir a la población. Tenemos que reconocer que el pueblo afgano es el terreno de batalla decisivo. Tenemos que protegerles, respetarles, ayudar a la reconstrucción, promover la economía y el establecimiento de una forma de gobierno que incluya relaciones con los líderes tradicionales de la sociedad".

Paradójicamente Afganistán puede ser un punto de acercamiento importante del gobierno Uribe con el nuevo gobierno norteamericano; coincidimos con lo señalado por Rafael Moreno Izquierdo, de SAFE DEMOCRACY a finales del año anterior, "aquellos que respondan primero y de forma más firme a esta petición de más implicación en Afganistán, subirán puestos en la agenda del nuevo presidente estadounidense" y en ese sentido la oferta del gobierno colombiano de enviar policías a contribuir a formar la policía afgana y militares especialistas en erradicación de minas antipersonales y en erradicación de narcotráfico, es un punto a favor que puede mejorar la posición del gobierno Uribe con el de Barack Obama.

* Profesor Universidad Nacional