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viernes, 12 de marzo de 2010

Comunismo del siglo XXI

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Marzo 12 de 2010

Chávez dice querer implantar en Venezuela y extender a Latinoamérica su Socialismo del Siglo XXI y para él este socialismo es la doctrina marxista, tal como lo manifestó en enero último, cuando en un discurso televisado dijo, en su jerga, “Por primera vez asumo y lo asumo, y yo cuando asumo, asumo. Asumo el marxismo… que es la teoría más avanzada en la interpretación, en primer lugar científica de la historia, de la realidad concreta de los pueblos y luego el marxismo es sin duda la más avanzada propuesta hacia el mundo que Cristo vino a anunciar hace más de dos mil años: el reino de Dios aquí en la Tierra, el reino de la igualdad, el reino de la paz, del amor, el reino humano (sic)”. Y en cuanto a citas, decía Lenin, “El fin del socialismo es el comunismo”. ¿Quedan dudas acerca del objetivo chavista? Recordemos que el modelo político e ideológico de Chávez, la Cuba de Castro, que visita casi una vez al mes, cuyas ideas e instituciones copia en Venezuela y cuyos funcionarios ocupan cada vez más posiciones en el gobierno venezolano, es el único régimen comunista en nuestro continente. En pocas palabras, el Socialismo del S. XXI tiene por fin implantar el Comunismo del S. XXI. Así, después de la corrección de rumbo en China, después de la muerte de Mao en 1976, cuya dictadura dejó entre 50 y 70 millones de muertos (Revolución Cultural y otras barbaridades), y de la desintegración de la Unión Soviética en 1991 (el solo genocidio de Stalin produjo entre 10 y 20 millones de víctimas), con Venezuela tendríamos dos sistemas comunistas en América y tres en el mundo, con Corea del Norte. China, Vietnam y Laos de comunistas sólo tienen el nombre y los gobiernos dictatoriales porque sus economías no están colectivizadas, ni enteramente nacionalizadas, son capitalismos controlados, con inmensas empresas privadas, con muchísimos millonarios.


Si bien después de 1945 era común el espejismo socialista-comunista, con el mito de una sociedad sin clases, donde la personas trabajarían según sus capacidades y ganarían según sus necesidades, los horrores de Stalin, Mao, Pol Pot, entre otros, hacen difícil explicar hoy la supervivencia de Cuba, a pocos kilómetros de los Estados Unidos y más difícil aún explicar cómo, muy cerca, en Venezuela, se prepara otra aberración humanitaria semejante, sin que al mundo parezca preocuparle mucho el tema. Estados Unidos sigue comprándole el petróleo, Lula y Rodríguez Zapatero tratan de ignorar las violaciones a los derechos humanos en ambos países, el primero de los cuales acaba de decir, respecto a los presos políticos en la isla que “Tenemos que respetar la determinación de la justicia y el gobierno cubano de detener a las personas en función de la legislación de Cuba”. ¿Por qué? Afinidad izquierdista pero, especialmente, comercio. ¿Será, como dijo Lenin, que “los capitalistas nos venderán la cuerda con la que los colgaremos?

viernes, 5 de marzo de 2010

España, ¿y ahora qué?

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Marzo 5 de 2010


EN el mundo, inclusive España, hay certeza de que Venezuela ayuda activamente a la guerrilla colombiana, especialmente a las Farc, y también al casi extinto, pero aun letal ELN, cuyos líderes encuentran refugio en su territorio. La novedad del Auto de Procesamiento de un juzgado madrileño contra varios ciudadanos españoles pertenecientes a la agrupación terrorista vasca, ETA, y a varios miembros de las Farc, es que pone al actual gobierno español en un gran dilema. Bajo Rodríguez Zapatero, España ha tenido una actitud complaciente, apaciguadora, frente a las actitudes antidemocráticas de los gobiernos izquierdistas latinoamericanos, en particular de Cuba y de Venezuela. Defiende la causa castrista ante la Unión Europea, fue instrumental, en 2008, en el levantamiento de las sanciones que esta había impuesto a Cuba y actualmente, presidiendo el Consejo de la Unión Europea, aboga por la derogatoria de la Posición Común de 1996, según la cual Europa exige a Cuba avances en democracia y derechos humanos. La colaboración económica con Cuba es importante y muchas sus inversiones y las ventas de armas, con lo que se ha justificado su actitud.


Frente a Venezuela la condescendencia es, tal vez, mayor. Sólo la semana pasada, el ministro de Relaciones hispano, Moratinos, afirmó que España mantiene frente a Venezuela una “actitud pragmática… constructiva y exigente… un diálogo constante que ha permitido preservar el estado de derecho, la seguridad jurídica, la libertad de expresión, el respeto a las minorías y el clima de entendimiento”. El año pasado Chávez expulsó al eurodiputado español Luís Herrero, pero España declaró “zanjado” el incidente con sólo una queja y no ha tomado acción importante frente a la nacionalización de propiedades españolas en Venezuela. ¿Y qué ha dicho sobre las violaciones a los derechos humanos y libertades públicas en Venezuela? Nada, fuera de vacuidades tales como manifestar Moratinos que España tiene la intención de seguir manteniendo “una interlocución responsable y prudente” para transmitirle a Venezuela un mensaje de “profundización democrática y, paralelamente, de defensa de nuestros intereses”, a pesar de la insistencia de la oposición en que adopte una actitud firme frente a los abusos del autócrata caribeño.


El dilema del gobierno español es, entonces, si condena la cooperación de Chávez con el terrorismo, no ya el de un lejano país, Colombia, sino con el terrorismo español, el de ETA, varios de cuyos miembros han encontrado refugio y apoyo, tanto en Venezuela como en Cuba, según leemos en la decisión del juzgado español. Ya Chávez había negado la extradición del etarra Ignacio Echeverría, ahora debe explicar por qué tiene a Arturo Cubillas, enlace de ETA con las Farc en Venezuela, como funcionario público junto con su esposa y por qué facilita su territorio para actividades del grupo. Bueno, ya Chávez respondió, después de aludir a un neocolonialismo ibérico (!), “Yo, Zapatero, no tengo nada que explicar, si usted quiere pídale explicación a ese juez irresponsable de allá de su propio país”.

viernes, 26 de febrero de 2010

La diplomacia de la izquierda

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Febrero 26 de 2010


Desde hace años me ha llamado la atención la actitud firme de los gobiernos europeos, socialistas como el de Harold Wilson en Gran Bretaña o derechistas como el de De Gaulle en Francia, respecto a toda iniciativa con tintes poco democráticos, pero al mismo tiempo deferente frente a los gobiernos y movimientos comunistas en otras tierras, especialmente en Latinoamérica. Era visible la simpatía hacia el régimen comunista de Fidel Castro y hacia la guerrilla de las Farc. El castrismo y movimientos afines se veían, no como violadores de los derechos humanos, sino como movimientos de “liberación nacional,” pero si algo tenía aires de amenazar las libertades en Europa, la tolerancia era cero. Las heridas de la crueldad fascista estaban abiertas, pero las de la utopía comunista (“democracia popular”) se ocultaban.


Sorprendentemente hoy, a pesar de los genocidios de Stalin, Mao y Pol Pot, aún perdura la simpatía izquierdista por aquellos que dicen buscar el bienestar de las masas mediante la represión de las libertades, de allí que los gobiernos izquierdistas, europeos o americanos, defiendan activamente o, en el mejor de los casos, se abstengan de criticar, a gobernantes que violan los derechos humanos y atentan contra todas las libertades, aunque dentro de sus países defiendan dichas libertades y derechos.


Este trastorno de doble personalidad internacional lo estamos viendo hoy día en el tratamiento de gobiernos izquierdistas, como los de España y Brasil, hacia Cuba y Venezuela. Nadie puede decir que Lula o Rodríguez Zapatero tengan inclinaciones dictatoriales, pero para ellos Chávez y Castro son demócratas. Lula salió de Cancún a reunirse con los Castros y Chávez, para un “encuentro de amigos” y para discutir el plan de inversiones brasilero en Cuba. ¿Alguna palabra en pro de los prisioneros políticos o de las libertades públicas? No, imposible cuando Lula, el año pasado, “celebr(ó) la postura constructiva de Cuba en el sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas”. ¿Y Venezuela? “Yo creo que Venezuela es una democracia”, afirmó. La actitud española es parecida. A las críticas sobre su actitud complaciente frente a Chávez, a pesar de las nacionalizaciones de propiedades de españoles, las violaciones a las libertades y la expulsión del eurodiputado español Luis Herrero, Moratinos respondió esta semana (probablemente sin ruborizarse) que España mantiene frente a Venezuela una “actitud pragmática… constructiva y exigente… un diálogo constante que ha permitido preservar el estado de derecho, la seguridad jurídica, la libertad de expresión, el respeto a las minorías y el clima de entendimiento”. Respecto a Cuba, España lideró la iniciativa para que la Unión Europea levantara las sanciones que le impuso en 2003, concesión que Castro no reciprocó y actualmente propugna la derogatoria de la Posición Común de 1996, según la cual Europa exige a La Habana avances en democracia y derechos humanos a cambio de cooperación. Cubanos y venezolanos deben estar muy agradecidos a estos dos defensores de la democracia en Latinoamérica.

viernes, 19 de febrero de 2010

El problema iraní

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Febrero 19 de 2010


SIN salir de una crisis, otra aparece. Los Estados Unidos están dando los pasos para entregar el control de Irak a sus ciudadanos y planean, con sus aliados de la OTAN, hacer lo mismo en Afganistán, pero ya los avances iraníes en la fabricación de armas nucleares amenazan desencadenar un conflicto con mayores consecuencias para la paz mundial.


Desde 2003 cuando Alemania, Francia y Gran Bretaña empezaron a tratar que Irán cumpliera con las normas internacionales sobre diseminación nuclear, este país ha utilizado, exitosamente, tácticas dilatorias, hasta que hoy está a un paso de fabricar armas atómicas. Las consecuencias de un Irán nuclear son gravísimas. El peligro para la estabilidad regional que representa un Estado persa, con un régimen shiita teocrático y fanático, tratando de imponer un sistema islámico de gobierno en un área árabe, mayormente sunita, conduciría inmediatamente a una carrera armamentista nuclear en el vecindario. Más grave, tal vez, la amenaza para Israel, al que ha amenazado de destrucción. Israel ya posee armas atómicas y considera que un vecino musulmán que disponga de ellas amenazaría su misma existencia y es intolerable. Recordemos que en 1981 Israel bombardeo las instalaciones nucleares de Saddam Juseín en Irak y en 2007 las de Siria, (lo que muchos ni siquiera notaron). Más aún, el primer ministro israelí ha indicado que su país tendría que tomar medidas en caso de que las sanciones que se impusieran a Irán no lo disuadieran de su programa nuclear. En 2007 Francia dijo que había que prepararse para la guerra contra Irán y Estados Unidos acaba de manifestar que esta sigue siendo una opción. El mundo se encuentra hoy en una coyuntura semejante a la de 2003 cuando Occidente exigía a Juseín permitir el acceso de sus plantas a la Agencia Atómica Internacional, y Juseín entretenía y amenazaba con la “madre de todas las guerras”, en otras palabras, el peligro de una Tercera Guerra del Golfo es real.


En las Naciones Unidas no ha habido acuerdo sobre sanciones efectivas a Irán. Rusia dice estar de acuerdo pero sin mucha convicción. China pide más diplomacia, pensando, seguramente, en que Irán es su principal proveedor de petróleo. Y mientras tanto el tiempo corre e Irán acaba de abrir una nueva planta de enriquecimiento de uranio. ¿Bombardeará Israel las instalaciones nucleares iraníes, con la aprobación de los Estados Unidos y Europa? No es a descartar. Las consecuencias para la economía mundial podrían ser graves. Irán trataría de cerrar el estrecho de Ormuz por donde pasa un alto porcentaje del petróleo del Golfo hacia Europa y China, lo que, al menos por unas semanas, elevaría el precio del crudo a más de cien dólares el barril y las bolsas de valores se vendrían abajo. Habría el peligro de un ataque con cohetes contra Israel, con la correspondiente retaliación y posiblemente el apoyo aéreo estadounidense. Apenas saliendo de la crisis financiera, esta no es una perspectiva halagüeña.

viernes, 22 de enero de 2010

Autoritarismo y desarrollo

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Enero 22 de 2010


Ante el gran desarrollo de la China ha ganado actualidad la hipótesis de que un sistema de gobierno autoritario, sea de izquierda o de derecha, es el mejor para salir del subdesarrollo. En estos casos los gobiernos no tienen, dicen los propugnadores de la teoría, que perder valioso tiempo en desgastantes procesos parlamentarios o en hacer debilitantes transacciones. El gobierno de Pinochet parecería confirmar esto pues fue durante esta dictadura cuando, imponiendo, sin permitir oposición, las doctrinas neoliberales de Milton Friedman (los “Chicago boys”) se inició el éxito económico de Chile, que aún perdura. Partido comunista gobernante, con un sistema económico de mercado (¿sin colectivización de los bienes de producción podrá llamarse comunista?) es la fórmula china que Vietnam trata de copiar y que Raúl Castro da tímidas señales de seguir. Sur Corea y Taiwán también despegaron económicamente bajo dictaduras. Chávez, por el contrario, lleva la economía venezolana al desastre tratando de cubanizarla paulatinamente.


La historia demuestra varias cosas a este respecto. Ante todo que un pueblo en la pobreza se resigna a vivir subyugado pero cuando sale de la miseria y alcanza cierto grado de desarrollo se sacude la dictadura: Chile (muchos no recuerdan que bajo Allende muchos chilenos pasaron hambre y que Pinochet fue recibido como un salvador), Sur Corea, Taiwán, la Unión Soviética. Cuando las masas obtuvieron un cierto nivel de vida, dejaron de existir en Occidente las monarquías absolutas. Algunos creen que China, donde la gran mayoría del pueblo está debajo de los niveles de pobreza a pesar de la riqueza aparente de Shangai y Beiying, va en esta dirección. Hay muchos ejemplos de democracia y subdesarrollo, pero no de dictadura y afluencia económica. Es cierto que bajo un régimen autoritario es más fácil hacer negocios, comenzando porque no hay sindicatos libres y la corrupción, mayor que en las democracias, facilita muchos trámites; tampoco hay tribunales independientes que sancionen los abusos de posición dominante o derechos de los consumidores. Pero, una vez satisfechas las necesidades básicas, la gente exige justicia y libertades, como la exigieron y obtuvieron chilenos, coreanos, taiwaneses y rusos. Por otro lado, las investigaciones demuestran que, careciendo del dogmatismo de los gobiernos autocráticos, las democracias son mucho menos propensas a desastres económicos (descensos del 10% en el PNB en un año) y, como puso de presente el premio Nobel indio Amartya Sen, nunca ha habido una gran hambruna en una democracia.


Corolario de lo anterior es que no puede haber democracia con un sistema económico que no sea de mercado, el derecho a la propiedad y el deseo de libre competencia son inherentes a la naturaleza humana. Como dijo el historiador alemán Hans Ulrich Wehler, “la democracia es la única forma de gobierno que permite la corrección pacífica de los errores”, confirmando la aseveración de Churchill de que “la democracia es la peor forma de gobierno, salvo todas las otras que se han ensayado”.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La guerra de Obama

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 11 de 2009


Después del impacto que significó para los Estados Unidos el ataque de Al Kaeda en 2001, la primera represalia fue el derrocamiento del gobierno fundamentalista musulmán de los talibanes en Afganistán, acción que se llevó a cabo rápidamente, con unas pocas tropas estadounidenses, masivos ataques aéreos y el concurso de las fuerzas afganas de oposición de la llamada Alianza del Norte. Luego, en 2003, vino la segunda guerra de Irak, la ocupación de este país y la lucha contra la resistencia de los extremistas shiitas y sunitas que ocupó la atención mundial y el esfuerzo bélico de Washington, hasta fatigar a buena parte de la opinión pública estadounidense que no vislumbraba un triunfo rápido, lo que contribuyó a la victoria de Barak Obama con su promesa de una pronta salida de Irak. Mientras tanto, con los recursos aliados concentrados en Irak, los talibanes se recuperaron en Afganistán. Si bien Obama podía retirar tropas de Irak, traspasando muchas responsabilidades al gobierno local, el problema afgano se había crecido tanto que amenaza también a Pakistán. Si Irak fue la guerra de Bush, Afganistán es la guerra de Obama. Durante la presidencia de este, el pié de fuerza estadounidense se ha casi triplicado, de 34.000 hombres en enero pasado, el nuevo incremento de 30.000 “para quitarle a Al Kaeda un santuario”, llevará este número a 100.000 que con los soldados de otros países aliados pondrá a disposición del Comando Unificado unos 140.000 hombres, bastante menos de los 400.000 que algunos analistas, desde 2008, estimaban ser el mínimo para controlar el país cuando en ese momento las fuerzas combinadas de los Estados Unidos, la OTAN y otros países, no sumaban sino unos 100.000 hombres.


Las palabras de Obama había llevado a muchos a creer que, una vez desenredados de Irak, los Estados Unidos reducirían al mínimo el precio en vidas y dinero que pagaban en Oriente Medio “por la belicosidad del gobierno Bush”, pero se está demostrando que eran sólo retórica electoral. Una reciente encuesta Gallup señaló que el 55% del electorado desaprueba su política afgana (35% la acepta). Su anuncio de que a mediados de 2011 comenzará a retirar las tropas ha sido criticado como una señal para que los talibanes prolonguen el conflicto a la espera del anunciado retiro, muchos guarecidos en bases en Pakistán. Esto es tan cierto que dos días después del anuncio de Obama el Presidente afgano se declaró dispuesto a dialogar con los talibanes para buscar la paz, añadiendo que sólo dentro de unos 15 años (!) podría Afganistán tener y pagar las fuerzas necesarias para su seguridad.


Grave dilema se le presentará a Obama dentro de 18 meses: o abandona a Afganistán a los talibanes o incumple su nueva promesa, como no ha podido cumplir el cierre de Guantánamo, ni el retiro masivo de Irak. Es fácil hacer promesas durante una campaña electoral, lo difícil es cumplirlas.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Elecciones libres vs. socialismo

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 4 de 2009


Podría creerse que la evidencia de unas elecciones libres convencería a los más escépticos pero muchos insisten en desconocer los resultados hondureños. El desenlace lo sabían de antemano el destituido Presidente y sus protectores pues la deposición no había sido, como sostiene la izquierda, por un golpe militar, sino por un procedimiento constitucional en el que participaron Corte Suprema de Justicia (por traición a la patria, desobediencia a órdenes judiciales, violación de los deberes de los funcionarios y abuso de autoridad), Congreso (con los votos de su propio partido Liberal), Fiscalía y fuerzas militares (que para evitar el escándalo de un Presidente en prisión, decidieron, equivocadamente, sacarlo del país), es decir, el pueblo hondureño. Por esto los más radicales restaron por anticipado validez a las elecciones, clamando que era necesario que previamente, y como según ellos estipulaba el Acuerdo de Tegucigalpa, se hubiera restituido a Zelaya. Otros, como los Estados Unidos y Colombia se reservaron su opinión para cuando se verificaran las condiciones en que se desarrollaran los comicios.


El pueblo acudió con toda libertad en unas elecciones en las que fueron candidatos Pepe Lobo por el Partido Nacional y Elvin Santos, por mismo partido que Zelaya, el Liberal. Ganó Lobo, los liberales con Santos a su cabeza aceptaron el resultado. ¿Puede haber algo más democrático? Estados Unidos, Colombia, Perú y otros pocos reconocieron el resultado. Brasil, Argentina, Chávez y sus áulicos, lo rechazan. O Zelaya o nada y más aún, que Zelaya, si es restablecido, ocupe nuevamente la presidencia hasta más allá del 27 de enero, fecha en que vencería su período y por un número de días igual al que le faltaba desde el 28 de junio y que se anulen las elecciones, cuya campaña se había iniciado desde fines del 2008.


Es falso que el Acuerdo de Tegucigalpa contemple la restitución de Zelaya, sino que “… el Congreso Nacional, …en consulta con las instancias que considere pertinentes como la Corte Suprema de Justicia y conforme a ley, resuelva en lo procedente en respecto a “retrotraer la titularidad del Poder Ejecutivo a su estado previo al 28 de junio hasta la conclusión del actual periodo gubernamental, el 27 de enero de 2010”. Si Zelaya creyó que podía convencer a su propio partido, en las urnas y en el Congreso, de votar a su favor, hizo mal los cálculos. También los hizo mal el otro gran intervencionista, Lula, en su afán desmedido por obtener reconocimiento mundial para su país como el líder único de Suramérica descartando a los Estados Unidos y a México, perdió el sentido de las proporciones y arriesga hacer el ridículo, a menos que Obama le provea una manera de salvar la cara, a pesar de los esfuerzos de Lula por establecer su equivalente de la doctrina Monroe para el sur del continente. A Lula le falta experiencia para esto y al Brasil mucho más peso.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El embrollo hondureño

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Noviembre 20 de 2009


Honduras entró en crisis cuando, el 28 de junio, la Corte Suprema y el Congreso de Honduras declararon que el presidente Manuel Zelaya había violado la Constitución, ordenaron su detención mientras el presidente del Congreso, Roberto Micheletti, asumía la presidencia interinamente. El ejército, en lugar de simplemente arrestarlo y ponerlo a disposición de la justicia, lo deportó a Costa Rica. Esto generó un repudio internacional que, sin considerar la decisión de Congreso y Corte, consideró solo la expulsión militar como otro cuartelazo, en una región donde la democracia ha sido débil.

Zelaya fue elegido libremente pero al aproximarse el término de su mandato, en enero de 2010, su popularidad descendió al 25% principalmente por su fuerte inclinación hacia el chavismo y el castrismo, incorporando al país en el Alba, el pequeño grupo de naciones tributarias de Venezuela, también por sus limitaciones a la libertad de prensa (la OEA lo acusó de imponer una sutil censura). La gota que desbordó la copa fue su iniciativa de introducir una papeleta adicional en las elecciones presidenciales del próximo 29 de noviembre y en la cual los electores decidirían sobre la convocatoria a un referendo para reunir una Asamblea Constituyente, lo que se interpretó como maniobra para evadir la norma constitucional que requiere de 2/3 del Congreso para convocar un referendo, todo con la intención de aprobar su reelección y aprobar una Constitución socialista.

Ante la imposibilidad de invadir a Honduras, por algunos deseado, para reinstalar a Zelaya, los Estados Unidos y la Unión Europea impusieron sanciones económicas, Venezuela y Nicaragua introdujeron a Zelaya furtivamente en Tegucigalpa y Brasil, contra las normas internacionales y en sus esfuerzos por constituirse en el líder regional (Unasur, crítica al convenio Colombia-Estados Unidos sobre utilización de bases, con una mano apoya a Chávez y con la otra lo contiene), le facilitó su embajada para, desde allí, dirigir su campaña contra el régimen transitorio. Se iniciaron los esfuerzos diplomáticos para lograr un acercamiento que solucionara la crisis, llegándose al Acuerdo de Tegucigalpa, al que Zelaya llamó un “triunfo de la democracia” tal vez sin leer que sus delegados habían aprobado, cláusula 5, que su reinstalación quedaba supeditada, sin fecha límite, a una decisión del Congreso en consulta con la Corte Suprema de Justicia, es decir, de quienes, precisamente, lo habían depuesto y que, sin violar el convenio, podían no reinstalarlo. Era obvio que no les corría prisa a estos cuerpos y, como sucedió, dejaron su decisión para después de las elecciones a fin de que estas no tuvieran la influencia de un presidente contrario.

Faltando nueve días para las elecciones, Estados Unidos ha reiterado que, apegándose al Acuerdo de Tegucigalpa, respetará su resultado si se garantiza su pureza. Zelaya, Venezuela y Nicaragua desde ahora las repudian. Brasil, Argentina y España dicen que no las reconocerán si Zelaya no es reinstalado. Interesante.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La constitucracia

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Noviembre 13 de 2009


Asi como teocracia es el gobierno de quienes dicen gobernar en nombre de dios, que los inspira directamente en todas sus decisiones y por lo tanto no pueden ser cuestionados en sus decisiones por nadie, ni hay poder superior para rendirle cuentas, así nuestras altas Cortes intentan imponer sus ideas personales sobre todos los asuntos concernientes al Estado invocando un poder supremo emanado de la Constitución. Se consideran únicas e irrestrictas intérpretes de la Constitución y las leyes, interpretación no limitada, ni por la intención de quienes las expidieron, ni por el significado de sus palabras, sin que nadie pueda cuestionar este sagrado derecho. Este poder es absoluto, como el de los ayatolás iraníes que proclaman aplicar la ley divina por inspiración directa de Alá, o el que impuso Calvino en Ginebra.

En Occidente, el “derecho divino” de los reyes era equilibrado por su subordinación a las normas del “derecho natural” so pena de que el Papa, máxima autoridad espiritual, les quitara su apoyo moral, lo que entonces contaba mucho. ¿Quién llama a cuentas a los magistrados? En teoría, la máxima autoridad en una democracia, el pueblo mediante sus representantes, el Parlamento. Pero aquí los jueces prevalecen y la Comisión de Acusaciones de la Cámara renunció por miedo a que la Corte Suprema abra una investigación penal por morosidad (¡los magistrados hablando de morosidad!) en investigar al Presidente de la República. En su afán de ganar esa primacía en el “siglo de los jueces”, todo lo que vaya contra el Ejecutivo, Uribe, es legal.

Uno de los grandes problemas de Colombia, desde la colonia, es la administración de justicia. Se obedece pero no se cumple, decían los encomenderos mientras hacían su real gana. Nuestros jueces “obedecen” la Constitución pero aplicándola según sus creencias personalísimas. La Constitución establece los requisitos para ser Fiscal general, pero ellos crean otro, ser penalista (ni De Greiff, ni Valdivieso, ni Osorio lo eran) y, alegan, nadie puede decir lo contrario. Quieren quitarle al Presidente la facultad de nombrar al Fiscal. No escogen mientras en la terna no haya quien les guste. Aplican el llamado Nuevo Derecho, según el cual el juez interpreta “el sentimiento general del pueblo”, lo que crea justo.

Como lo explicaba Von Mises, “ya que es el propio juez quien debe determinar cuales son los sentimientos generales del pueblo (aquí la Constitución), es en esto absolutamente soberano, como el jefe de una tribu primitiva.” El gran propugnador de esta teoría fue Carl Schmitt, jurista de cabecera de Hitler.

Nuestro sistema democrático se basa en la división de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Cuando uno de ellos, en este caso el judicial, pretende arrogarse las funciones de los otros, como hace la CS de J al desconocer las atribuciones constitucionales del Ejecutivo o cuando legisla al interpretar las leyes contrariamente a la intención del legislador, caemos en la dictadura de los jueces.

viernes, 9 de octubre de 2009

Honduras, ¿hay arreglo posible?

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Octubre 9 de 2009



Transcurridos casi 4 meses desde que la Corte Suprema de Honduras separó a Zelaya de la presidencia y de su expulsión manu militari el 28 de junio, la situación del país centroamericano es confusa, aun cuando conforme se acerca la fecha (29 de noviembre) de las elecciones presidenciales, se vislumbran posibilidades de arreglo. Uno de los problemas es que cada vez hay más partes con intereses creados, nacionales y extranjeras, lo cual dificulta una solución.


A pesar de que Zelaya no fue depuesto por un golpe de estado militar, sino por la Corte Suprema que lo destituyó por violar la Constitución, de que la interinidad presidencial fue asegurada al designar el Congreso a su propio presidente, Roberto Micheletti, y no a un militar, como hubiera sido en caso de un golpe de este estamento y de que la remoción de Zelaya fue avalada también por el Poder Electoral, por la Fiscalía, los principales sindicatos y por el empresariado, la comunidad internacional se ha manifestado a favor del Presidente depuesto, sorprendentemente sin haber analizado la Constitución hondureña que Zelaya flagrantemente violó (¡el presidente de Costa Rica Óscar Arias, mediador en la crisis, dijo, semanas después de haber presentado su propuesta de arreglo, que no conocía!), y ha impuesto duras sanciones económicas al pequeño país centroamericano, tratando de forzarlo a aceptar el regreso de Zelaya, tal vez considerando esta una buena oportunidad, por tratarse de un país pequeño, para imponer desde fuera, intervención prohibida por el derecho internacional, sus ideas sobre la democracia.


Chávez se rasga las vestiduras y desvergonzadamente se muestra como paladín de las libertades (!) en defensa de quien quiere convertir a Honduras en sucursal del chavismo y Lula cree encontrar la oportunidad de mostrarse como mandamás de Latinoamérica, de manera que el primero introduce a Zelaya, subrepticiamente, en Honduras y el segundo le da su embajada como refugio y centro de actividades, actos que el gobierno de los Estados Unidos se limitó a calificar de “tontos” y que lo coloca en delicada situación, sin poder respaldar a Micheletti para no ser acusado de patrocinar los golpes de estado, ni terminar favoreciendo la instauración de un régimen chavista.


Es una carrera contra el tiempo. Conforme se acerca el fin del período de Zelaya, enero 2010, las posibilidades son menores de que este, si es reinstaurado, pueda adelantar los cambios constitucionales tendientes a convertir a Honduras en república socialista tipo Venezuela. Micheletti se dice dispuesto a renunciar siempre y cuando Zelaya no retorne a la presidencia. La solución estaría en que se celebraran las elecciones de noviembre con adecuada supervisión internacional, Zelaya reasumiera unos días después, el ejército respondería al Consejo de Ministros y el gabinete sería conformado por representantes de los partidos. Difícil, pero así tal vez todos los interesados salvarían la cara y se salvaría la democracia de Honduras.

viernes, 25 de septiembre de 2009

La jugada de Lula

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Septiembre 25 de 2009


Lul está decidido a que cuando deje la presidencia del Brasil, su país tendrá un puesto importante entre las naciones más poderosas del planeta y será el líder de Suramérica. Para lograr esto ha venido trabajando en la formación de Unasur, organización de la que se siente amo y señor, como lo demostró en la reunión de Bariloche regañando a Correa y a Evo y exigiendo que los Estados Unidos y Colombia deben dar explicaciones sobre su convenio para el uso de bases colombianas por los estadounidenses, no individualmente, como lo hizo el presidente Uribe, visitando personalmente casi todos los países suramericanos, sino pasando por las horcas caudinas, públicamente, en una reunión de Unasur. Para evitar rebeliones en Unasur, trata de mantener contentos a todos, apareciendo como apaciguador de Chávez y sosteniendo que respeta la soberanía de los otros países en sus convenios militares, aunque exigiendo “seguridades jurídicas” de que sus convenios no afectarán la seguridad del resto del subcontinente.

Sin embargo, no critica las actitudes amenazantes de Chávez respecto a Colombia, ni el armamentismo de aquel, sin que se pregunte qué va a hacer el autócrata venezolano con un escuadrón de tanques (no le sirven para atacar las emisoras caraqueñas ni las manifestaciones de protesta en su contra) o con aviones Sukhoi que “pueden alcanzar Bogotá en 20 minutos”. Claro que poco puede decir Lula sobre armamentismo cuando compra a Francia submarinos nucleares y aviones Rafale, última generación, por US$ 14.000 millones, ¡para defender la Amazonia!


Pero esto no le bastó a Lula para hacer sentir su peso. En avión venezolano (multado en Salvador por escala ilegal) introdujo a Zelaya, émulo chavista, en Honduras, todo concertado para coincidir con la Asamblea General de la ONU en Nueva York.


Dice “ingenuamente” Itamaratí que Zelaya apareció sorpresivamente en la embajada (con toda su familia, que residía en Tegucigalpa) y se vieron obligados a dejarlos entrar. Violando todos los cánones diplomáticos, Brasil permite que Zelaya utilice su sede como base para dar declaraciones y conferencias de prensa convocando al levantamiento contra el gobierno de Micheletti, mientras Lula y Chávez piden en la ONU que esta organización fuerce a los hondureños a reinstaurar a quien tuvo que ser expulsado por, según lo había advertido la Corte Suprema y el Parlamento hondureños, querer violar la Constitución. Lula y Chávez están logrando lo que era imposible no prever, desestabilizar a Honduras. La sangre que corra en Honduras será responsabilidad de Lula, principalmente. ¿Y los Estados Unidos qué? No creo, como algunos, que conocieron previamente el movimiento brasilero, por el contrario, parecería que Lula los puso entre la espada y la pared: si condenan la jugada brasilero-venezolana, aparecerían respaldando un gobierno de hecho y si permiten la reinstalación de Zelaya, quedarán como segundones de los héroes de la operación, Lula y de Chávez. Definitivamente, Obama tiene que revisar su diplomacia continental.

viernes, 18 de septiembre de 2009

La agresión económica de Chávez

Por Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Septiembre 18 de 2009


NO hay nada más efectivo para destruir a un país, aniquilando su economía y sumiendo a sus habitantes en la pobreza, que las ideologías extremas. Esto lo lograron Hitler, Mussolini, Lenin y lo continúan haciendo los Castro en Cuba y otros en el mundo. Lo peor es que usualmente arrastran en su estela a muchos de sus vecinos. Hoy lo intenta Chávez en Venezuela con su “socialismo del siglo XXI”. Chávez destruye las libertades de nuestros hermanos venezolanos y los conduce a los niveles de “bienestar” de los cubanos destruyendo la economía, queriendo en el proceso hacernos el mayor daño posible pues le es insoportable tener de vecina a una democracia exitosa económicamente.

No le importa al autócrata arruinar la economía de su país con tal de imponer su ideología. Tal vez mire a su mentor del Caribe, para quien el estado lamentable de su pueblo se justifica por la “felicidad comunista” de la que gozan y piensa que si este ha sostenido esta situación a pocos kilómetros de Estados Unidos, durante 50 años, por cuántos no podrá mantenerla él con el petróleo. Venezuela produce hoy unos 2,2 mm de b/d cuando en 2002 extraía 3,1 y se espera un descenso adicional de 8% en 2009. La inflación es más del 30% anual y las colas en los mercados son casi tan largas como en Cuba. La tasa de cambio paralela es de 6,25B/1US$ y la oficial de 2,15, fuente adicional de corrupción para los validos del régimen y hasta Pdvsa se ha aprovechado para financiarse. El acceso a los mercados financieros internacionales es prohibitivo y entonces emite deuda en dólares para ser comprada en bolívares al cambio oficial y después vender los dólares al cambio paralelo (que llaman permuta). Los ingresos del petróleo no le alcanzan para comprar armas y subsidiar gobiernos en busca de apoyo.

A Colombia trata de doblegarla con insultos, amenazándola con tanques y cohetes y dejando de comprarle bienes por unos US$ 5.000 mm, aunque tenga que pagarlos más caros a otros. Desafortunadamente y aunque a nuestro gerente del Banco de la República le parezca que la reducción del comercio con Venezuela tiene un efecto “relativamente moderado o bajo”, mucho daño nos puede hacer. La agresión económica es abierta y proclamada, Chávez espera reemplazar completamente nuestras exportaciones, que en julio bajaron 28%, en un año. Canceló las exportaciones de gasolina, la compra de vehículos y las aerolíneas colombianas de carga. Les debe US$ 300 mm a nuestros exportadores. No está renovando permisos de importación desde Colombia, etc., etc.

Contra esta agresión ningún país “amigo” ha protestado. Denunciémosla nosotros ante los organismos internacionales aunque nada hagan estos. Nuestro Gobierno se ha excedido en pasividad y ya es hora de defender más activamente nuestros intereses. Al que pone la otra mejilla, todos le caen, como acaba de suceder en Unasur.

viernes, 28 de agosto de 2009

Ya era hora

Por Lionel Moreno Guerrero

El nuevo Siglo

Agosto 28 de 2009

PARECE que, al fin, Colombia abandonó la estrategia de “poner la otra mejilla” a Chávez y a los demás países que han querido aprovecharse de las tensiones colombo-venezolanas, apoyando al socialismo chavista directamente (Ecuador, Bolivia) o criticándonos para obtener ventajas, comerciales en el caso de Argentina, políticas en los casos de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. En Bariloche Colombia denunciaría ante la comunidad internacional el desvergonzado intervencionismo de Chávez en sus asuntos internos y de otras naciones como el Perú; su apoyo, político, económico y militar, al terrorismo de las Farc; su armamentismo desmesurado; sus insultos, más propios de una verdulera que de un jefe de Estado, contra los gobiernos de otras naciones.

Dada la pasividad a este respecto del mandatario colombiano, ni Chávez, ni Lula, promotor de Unasur y de la reunión de Bariloche, a donde se pretendía llevar a Colombia para ser sermoneada, se esperaban tal reacción. Chávez trata ahora de amedrentarnos amenazando, una vez más, con ruptura de relaciones, entiéndase suspender el comercio, para que Uribe se calle, mientras Lula y Bachelet tratan afanosamente de obtener un compromiso para que Bariloche no termine en una ruptura declarada, existente de hecho, entre los gobiernos partidarios del socialismo chavista y sus contradictores. De ser así, la supervivencia de Unasur, herramienta brasilera para ganar el liderato regional, quedaría comprometida, lo mismo que su pretendido liderazgo regional. El compromiso sería que Colombia aceptara dar “garantías jurídicas” de que no se permitirá a los Estados Unidos utilizar las facilidades concedidas para operaciones fuera de Colombia y que no denunciara muy fuertemente a Chávez, la contraprestación que los otros países aceptarían dichas garantías, reconociendo la soberanía colombiana para esta clase de convenios, previas explicaciones a Unasur. ¿Y sobre los actos inamistosos y antidemocráticos de Chávez? ¿Por qué no pedir garantías a Chávez sobre sus convenios con Irán y de que los 100.000 Kalashnikovs y otras armas del ejército venezolano no terminen en manos de las Farc?

Queda la duda sobre cuales son las “garantías jurídicas” exigidas de Colombia y que también Lula, optimista, pidió a Obama, requerimiento que este no se dignó contestar, como tampoco la “invitación” para que se explicara, como Uribe, ante Unasur, excepto por un comunicado del Departamento de Estado declarando que al no ser miembros de Unasur no estarían representados. Ojalá que Colombia no acepte un tal compromiso que nos dejaría donde estamos, abierto a las continuos ataques de Chávez, con la pasividad, rayana en complicidad, de aquellos, que como el Brasil, quieren quedar bien con Dios y con el diablo y así constituirse en árbitros de Suramérica.

Hoy, más que convenios sobre uso de instalaciones, lo que Colombia necesita es un tratado de defensa mutua con los Estados Unidos. Pero estas son especulaciones, esta misma tarde sabremos el resultado de la reunión de Bariloche.

viernes, 21 de agosto de 2009

Encerrona en Bariloche

Por Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Agosto 21 de 2009

PARA el próximo viernes, 28 de agosto, está convocada una reunión en Bariloche de los presidentes de los países miembros de Unasur, la Unión de Naciones Suramericanas, con el objetivo expreso de oír las explicaciones del presidente Uribe sobre el convenio entre Colombia y los Estados Unidos para la utilización de algunas bases militares. Esta convocatoria se hizo ante la negativa de Uribe a asistir a la reunión de Unasur en Quito, dado que no existen relaciones diplomáticas entre ambos países, la actitud manifiestamente hostil del presidente Correa hacia Colombia y, probablemente, por considerar Uribe que sería objeto de una “encerrona”, es decir, sería sometido a los ataques, abierto de algunos, disimulado de otros, de la mayoría de los asistentes. No se ve por qué en Argentina la situación sería diferente. Si en Quito no hubo condena expresa a Colombia fue para atraer al Presidente colombiano a un nuevo encuentro. Chávez, Correa y Evo se irán lanza en ristre contra el contubernio entre Colombia y el Imperio.

Fernández repetirá que “es un elemento extraño la presencia de tropas extrarregionales y esto no ayuda a disminuir las tensiones en la región”. Lula (complacido de que deba explicarse a Brasil lo que los otros países hacen) y Bachelet manifestarán preocupación por la posibilidad de que Estados Unidos pueda usar las base militares colombianas, pero reiterarán su respeto a los asuntos internos de otros países. Uruguay y Paraguay (donde los Estados Unidos pueden utilizar la base Mariscal Estigarribia, cercana a las fronteras de Brasil, Argentina y Bolivia) no dirán mucho, como tampoco Guyana o Surinam. Sólo Perú vendría en nuestro apoyo.

Es cierto que Colombia manifestó que esta reunión no implicaba condición para el acuerdo con los Estados Unidos y que pediría incluir en el temario el tráfico ilegal de armas en la región, los convenios militares de otras naciones -como los de Venezuela con Irán-, el armamentismo de algunos (Venezuela) y el apoyo a la guerrilla colombiana (Venezuela y Ecuador). No se ha informado de la inclusión de estos temas en la agenda, la que se desconoce. Esperamos que el temor de nuestro Presidente a parecer aislado en la región no lo haga caer en la trampa que evitó en Quito. No debe descartarse el consejo de Chávez a Uribe de que “se baje del tren” de Unasur. Chile se retiró del Grupo Andino cuando consideró que su política de economía de mercado era interferida por el proteccionismo del grupo y su inclinación socializante a imponer una planificación obligatoria regional (casi nadie se acuerda de esto hoy) al querer decidir por mayoría lo que cada país debería producir o no producir.

Por otro lado, queda la sensación de que el peso de defender el convenio ha quedado sólo bajo la responsabilidad de Colombia.

¿No son parte los Estados Unidos de este acuerdo?