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martes, 16 de marzo de 2010

El imperio se mueve

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Marzo 16 de 2010

Tal como sucedió con Galileo, en esta ocasión es Hugo Chávez quien tiene toda la razón: el imperio se mueve. Sólo que ahora no es “a pesar” de nada, sino todo lo contrario: por aversión a un modelo que anula la democracia, la degrada y la mancilla.


Tras algunos meses de dubitación y debilidad, inspirados por ese funcionario de apellido Valenzuela, y su asociado, de apellido Insulza, el gobierno de los Estados Unidos está poniendo, por fin, la casa en orden, y de la mano de la Dirección Nacional de Inteligencia, y del Departamento de Estado, está diciendo aquello que durante mucho tiempo, aquí, en Washington, se expresaba sotto voce: que el gobierno bolivariano -o como quiera llamarse- de Hugo Chávez, es un gobierno promotor del terrorismo.


Nuestra Cancillería, interesada en ‘normalizar’ las relaciones con un gobierno con el que es imposible enderezar la situación -a menos que el verbo ‘enderezar’ se conjugue de igual forma que el verbo ‘claudicar’-, se amilana, se apoca y se retracta, no obstante el desafío de Cancún, cuando la frase “sea varón”, expresó, legítima e incuestionablemente, el sentimiento nacional (en el que, por encima de las apreciaciones de nosotros, los analistas-politólogos, debería basarse el Canciller).


En cualquier caso, lo cierto es que el imperio sí se mueve. Y no sólo el imperio, sino también sus verdaderos aliados, es decir, aquellos países que desde hace mucho se despojaron de ese complejo de culpa que los llevaba a distanciarse de la Casa Blanca como si ella fuera una especie de pariente corrupto al que se explota, pero en quien poco o nada se puede confiar.


Y se mueve de manera contundente: en menos de un mes, el ocupante del Palacio de Miraflores ha sido acusado de violentar la democracia, o apoyar a las Farc, no sólo por la Corte Interamericana, o por el valiente juez Velasco, de España, o por el director de la Inteligencia norteamericana, sino también por nuestro valeroso ministro de Defensa, el expresidente Andrés Pastrana y todos los ciudadanos de bien que no quieren ver en las elecciones que se avecinan el largo brazo de la revolución marxista-leninista, propiedad del alienado coronel.


Para decirlo de otro modo, Hugo Chávez ya no podrá volver a dormir a pierna suelta. La gira de Hillary Clinton por América Latina, desenmascarándolo, y las percepciones cada vez más claras de que su régimen bolivariano pretende intervenir en los asuntos electorales colombianos, son mensajes muy claros que Chávez quisiera ignorar, pero no puede, sobre todo porque, completamente hastiada, la población colombiana quiere avanzar y, lo más importante, jamás retroceder.

martes, 9 de marzo de 2010

Pasión por la democracia

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Marzo 9 de 2010


Entrevista concedida a un diario extranjero sobre la fase post referendo.


¿Cuál ha sido el impacto de la decisión de la Corte Constitucional varios días después?


La democracia en Colombia ha salido sumamente fortalecida. Se demostró que el presidente Uribe no tenía ningún ánimo dictatorial, como muchos lo hacían ver, y que la Corte Constitucional no estaba a su servicio. Y aunque es lamentable que los vicios de trámite hayan impedido que los ciudadanos expresaran libremente su opinión en las urnas, ésta es una gran lección para el hemisferio, y sobre todo, para gobiernos como el de Venezuela, Cuba o Nicaragua.


¿Colombia inicia un período de incertidumbre y retroceso en los triunfos políticos del gobierno?


Colombia ha hecho una catarsis política muy constructiva y han desaparecido las tensiones acumuladas. Ahora, todas las energías se canalizarán hacia las campañas presidenciales. Había muchos intereses represados que por fin ingresan a la lógica del mercado electoral. La oferta de la democracia en Colombia y el espectro político nunca habían sido tan amplios como hoy: el país cuenta, por lo menos, con 10 candidatos reconocidos, lo que desvirtúa aquella falacia de que el presidente Uribe concentraba todo el liderazgo político de la Nación y que sin él habría estancamiento político en el país.


¿Eventualmente, Santos podrá captar la popularidad de Uribe?


Santos tiene dos grandes ventajas para captar la mayor franja de uribistas: como ministro de Defensa, doblegó a las Farc, obligándolas a pedir refugio en Nicaragua, Ecuador y Venezuela. Y también es percibido como el dirigente más apto para contener la amenaza expansionista e intervencionista del régimen chavista.


¿Fajardo tiene posibilidades reales de pelear en una segunda vuelta?


En la práctica, Fajardo era el único candidato en campaña. Eso le favorecía claramente en las encuestas. Los demás candidatos aguardaron prudentemente a conocer el fallo de la Corte y sólo hasta hoy están comenzando la verdadera contienda, con liderazgos muy visibles, como el de Noemí Sanín. Dicho de otro modo, es desde hoy que los colombianos están volviendo a vivir su pasión por la democracia. Y eso debe preocuparles mucho a las Farc y a sus gobiernos aliados en el continente que cabalgaban cómodamente sobre los clichés de que Uribe era un “dictador, fascista, belicista y violador de los derechos humanos".

martes, 2 de marzo de 2010

Mercadeo humanitario - II

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Marzo 2 de 2010


Cuarto: El valor político agregado. En la práctica, todo esto significa que la organización armada ilegal no puede convertirse en una simple máquina de ‘secuestrar-y-liberar’.


Tiene que traducir ese engranaje verbal en una auténtica iniciativa política que, con agenda, fases, protocolos, reglamentos, vínculos, hipervínculos y multiplicadores, hagan del mercantilismo humanitario un propósito colectivo altamente atractivo para partidos y eventuales coaliciones políticas con posibilidades ciertas de llegar tanto al Congreso como a la Presidencia.


Es más: el auténtico encanto de la manipulación humanitaria está en apoderarse de un partido político tradicional que, como el Liberal, para poner un ejemplo, ha sido despojado ya de las fuerzas prosistémicas (Barreras, Rivera, Vargas Lleras), y tiene que ser depurado también del centrismo moderado y tecnocrático (Pardo, Gaviria), para que quede en manos del extremismo radical de izquierda en amalgama perfecta con la idea de refundar al Estado en comunión con el Palacio de Miraflores.


Y quinto: Acceso compartido al poder. O sea, que acumulando expectativas, sembrando ilusiones de negociación y reconciliación, y dando muestras de su capacidad de movilización nacional e internacional, una guerrilla bien puede convertirse en pieza maestra (aunque tácita y latente) de una coalición política que, en una segunda vuelta, por ejemplo, llegue al poder en un país como Colombia, tan apetecido como está por la Alianza Bolivariana para las Américas.


En resumen, una guerrilla prácticamente derrotada desde el punto de vista militar, sin ningún grado de apoyo popular, y considerada como terrorista hasta por Nueva Zelanda, puede lograr, a través de las cinco pautas mencionadas, casi que por inercia, casi sin que nadie lo perciba, casi ingenuamente, compartir el poder en Colombia.


Una forma nueva de llegar al poder. Muy distinta a la de la Familia Castro, o a la del comandante Chávez, pero en cualquier caso, una forma expedita de irrumpir en él y de gozarlo. Porque, en el fondo, lo verdaderamente importante para una organización armada ilegal no es tanto hacerse por completo al poder sino compartirlo y empezar a usarlo.


Con paciencia, y con suficiente energía, poco a poco la organización armada irá depurando la cúpula, y se asegurará de concentrar y controlar el poder, siempre en red con los gobiernos del área dispuestos a secundarla y apoyarla.


Dicho de otro modo, el mercadeo humanitario puede ser mucho más rentable de lo que parece. Y lo que estamos viendo por estos días es apenas una muestra.

martes, 16 de febrero de 2010

Panamá para mostrar

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Febrero 16 de 2010

Agobiadas como están por la ofensiva estatal en territorio patrio, las Farc han tenido que desarrollar durante los últimos tiempos una ‘política de fronteras’ que les ha dado resultado en unos casos (por evidente complicidad), pero que ya está haciendo agua.


Hasta los ecuatorianos, aunque tímidos y prudentes frente a la Alianza Bolivariana de la que hacen parte, han ido calculando con prudencia sus movimientos recientes y, poniendo un pie adentro y otro afuera del ALBA, están demostrando sus dotes de equilibristas.


Por su parte, los nuevos gobiernos latinoamericanos han resuelto tomar el toro por los cuernos y fundar, junto a Colombia, lo que ahora podríamos llamar ‘seguridad democrática continental’, es decir, el conjunto de esfuerzos militares y no militares por luchar contra el terrorismo compartiendo la prosperidad (libre comercio) y fortaleciendo simultáneamente las libertades públicas (democracia representativa) y la solidaridad regional (ante desastres políticos y naturales).


En la práctica, eso puede verse con toda claridad en los nuevos gobiernos de Piñera en Chile, de Lobo en Honduras y de Laura Chinchilla en Costa Rica.


Todos ellos admiran a Colombia, su democracia y su persistencia estratégica para luchar, a veces en condiciones adversas, contra el expansionismo, el intervencionismo y la promoción del terrorismo.
Pero el ejemplo más contundente de todos es el de los panameños. Con un presidente como Martinelli, a quien no le tembló el pulso para despedir a Zelaya y darle la bienvenida a Porfirio Lobo, el régimen chavista ha visto cómo se derrumba su proyecto centroamericano y las Farc han constatado que soplan nuevos vientos en América Latina.


Precisamente, el Secretariado se ha mostrado alarmado y sorprendido por la “política inexplicablemente agresiva” de las tropas panameñas hacia la guerrilla y, en su ingenuidad romanticona, se han quejado ante el Presidente porque en la frontera, “la Guardia desarrolla patrullajes conjuntos con el Ejército de Colombia”.
Gimoteando, y esta vez sin atreverse a proferir amenaza alguna, ni tácita ni expresa, las Farc tratan en vano de explicar que su política de fronteras se basa en la no agresión y le solicitan al gobierno que “suspenda los ataques” pues no se explican tan “injustificada hostilidad”.


Acostumbradas, claro, a que en una que otra capital del vecindario les extiendan tapete rojo y les llamen a manteles, los camaradas marxistas no alcanzan a comprender que ahora, tanto en Panamá, como en el resto del continente, el materialismo histórico bolivariano ya no tiene espectadores y que, por el contrario, está siendo rechazado por la razón… pero también por la fuerza.

martes, 9 de febrero de 2010

Desizquierdización

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Febrero 9 de 2010


Alfonso Cano, Daniel Ortega, la Familia Castro, Rafael Correa y Hugo Chávez están inconsolables.
No se hacían muchas ilusiones con el ex presidente Frei, pero al menos abrigaban la esperanza de que Chile siguiera comportándose como un país condescendiente, comprensivo y hasta complaciente con la Alianza Bolivariana.


En el fondo, ellos querían seguir aplaudiendo a los intelectuales chilenos encargados de perfilar el Consejo Sudamericano de Defensa con el fin de que perfeccionaran su tarea y se pudiera contener y torpedear la cooperación militar colombo-norteamericana.Para ponerlo en otros términos, ellos querían que los sectores radicales de la Concertación, siempre tan permeables al Movimiento Continental Bolivariano (copresidido por las Farc), siguieran de algún modo en el poder impidiendo que se cuestionara, se señalara o se condenara el expansionismo revolucionario.


Pero con Piñera en La Moneda se derrumbó el castillito de naipes y la neutralidad chilena se evaporó como por encanto.


En efecto, el nuevo Presidente conservará la intensa actividad comercial que ha caracterizado a Santiago en los escenarios globales, pero dejará atrás esa concepción política e ideológicamente ‘aséptica’ de la Concertación, de tal modo que dotará al país de una identidad clara en política internacional, lejos de las aguas tibias de la Socialdemocracia.


Para comenzar, Piñera ya puso los puntos sobre las íes y criticó sensiblemente “… la forma en que se concibe el modelo de desarrollo económico y la forma en que se concibe y se practica la democracia en Venezuela”.


Lo que, por supuesto, confirmó esos temores que, como se dijo al principio, tienen a los leninistas tropicales tan, pero tan desencajados, que su líder natural no encontró más opción que vociferar desde Caracas: “No se meta con nosotros, Sebastián Piñera. Póngase a gobernar Chile y no lo convierta en otra plataforma de ataque contra Venezuela”.


El problema está en que Chile es tan solo un eslabón más de la cadena de desizquierdización en América Latina. Primero fue Martinelli, en Panamá; luego, Lobo, en Honduras, y ahora vendrán Cobos o Macri en Argentina, y José Serra en Brasil. En pocas palabras, un nuevo horizonte para Unasur, para la OEA, para las Américas. Un horizonte de libertad y prosperidad compartida.

martes, 2 de febrero de 2010

El siniestro proyecto Haarp

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Febrero 2 de 2010


Chávez y sus portavoces en la Radio Nacional y en Venezolana de Televisión andan diciendo que, según la Flota Rusa del Norte -con la que tanto ha venido cooperando últimamente su Armada-, fueron los norteamericanos los que provocaron el terremoto en Haití, valiéndose del siniestro proyecto Haarp.
De acuerdo con semejante paradigma de la conspiración y la paranoia, este ‘Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia’ fue fundado por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, ya cumplió 15 años, funciona en Alaska, consta de 180 antenas emisoras de ondas de alta potencia, y su principal propósito no es otro que el de controlar el funcionamiento del clima terráqueo, la mente de los seres humanos, y las profundidades del planeta, llegando incluso a producir desastres naturales a la carta, de acuerdo con la conveniencia.


Para ser más precisos, este calentador Haarp podría crear algo así como un billón de ondas de radio de alta frecuencia capaces de recorrer instantáneamente enormes distancias y penetrar hasta el centro de la Tierra localizando así túneles como los de Osama, depósitos de misiles como los de Ahmadineyad, y submarinos nucleares como los enviados por los rusos a las aguas del Caribe, alterando, de paso, el funcionamiento de las comunicaciones y los sistemas de vigilancia como aquellos que quiere activar Hugo Rafael para anticiparse a su captura.


En otras palabras, los estrategas del régimen venezolano están convencidos de que los norteamericanos destruyeron Puerto Príncipe para desembarcar diez mil tropas que luego serían lanzadas sobre Miraflores en un “falso positivo” perfectamente concertado con Aruba, Curacao, Honduras, y las siete bases colombianas.


Operación que, seguramente, estaría unida al propósito imperialista de fraccionar la unidad venezolana propiciando la secesión de los Estados rebeldes de la frontera con el fin de impedir el resurgimiento del chavismo y quebrar de un solo tajo la resistencia armada empeñada en salvaguardar la revolución bolivariana.


De tal modo, es apenas natural que Chávez se empeñe en advertir que si la oposición gana las elecciones territoriales de noviembre, “habrá guerra en Venezuela”. De hecho, en su imaginario político los demonios militares del capitalismo lo tienen sitiado, los duendes del liberalismo se mueven en cada estación de Play Station y bajo el piso de su palacio se mueven, en frecuencias experimentales, las ondas de alta frecuencia del proyecto Haarp que de un momento a otro podrían paralizarlo a él y a su revolución maravillosa.

martes, 26 de enero de 2010

El candor de Joyandet

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Enero 26 de 2010

Hace pocos días, el ministro francés de cooperación, Alain Joyandet, se quejaba amargamente por la presencia de tropas norteamericanas en Haití.


Emulando al insensible cardenal de San Sebastián (España), para quien “hay males peores que los de Haití”, este ministro se descompuso al ver el despliegue de las fuerzas de ayuda de los Estados Unidos y llegó a sostener que Washington estaba “ocupando” el país.


Al alinearse con la Familia Castro y con el (autoproclamado) marxista de Miraflores, Joyandet estaba poniendo en evidencia varias cosas.


Primero, que a pesar de todos los nexos culturales con Haití, el área de influencia natural de París no es el Caribe: es África. Algo de África, para ser más exactos.


Segundo, que los haitianos tienen perfectamente claro en quienes depositar su confianza para emprender la reconstrucción. De hecho, fue el propio presidente Prèval quien solicitó la ayuda de EE.UU. y se muestra esperanzado con el papel que las auténticas democracias como México, República Dominicana, Colombia y Canadá están ejerciendo en el proceso.


Tercero, que ni la Familia, ni el neomarxista, tendrán cabida en esta empresa, con lo cual, Francia sólo tendría dos opciones: o cooperar para que se refunde el Estado haitiano, tal como sucedió con su propio país tras el glorioso desembarco en Normandía, o lamentarse junto a la Alianza Bolivariana porque no tiene ni la capacidad ni la licencia para imponer protagonismo alguno.


Cuarto, que no todos los franceses piensan lo mismo, a pesar de la relativa unanimidad con que suelen comportarse en asuntos exteriores. La muestra más clara ha sido la franqueza exhibida por el exprimer ministro Jospin cuando sostuvo, sin ruborizarse por ello, que “la logística de EE.UU. como vecino inmediato y potencia más cercana es indispensable ante la amplitud del drama”.


Para no ir más lejos, Joyandet podrá seguir mordiéndose las uñas en los Campos Elíseos hasta que le quede suficientemente claro que cuando es necesario imponer el orden en el sistema internacional, los países libres no deben andarse por las ramas esperando a que llueva maná en los campos.


Diez mil tropas, más de cien millones de dólares para empezar, y coordinación logística cada vez más precisa tanto con la Misión de la ONU como con las naciones amigas (que en vez de ideología se ven animadas por el derecho y el deber de proteger), hacen de la presencia norteamericana en Haití un ejemplo de lo que se espera de las principales potencias en casos como el de Honduras (desastre político), o el de Haití (desastre natural).

martes, 19 de enero de 2010

Westergaard

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Enero 19 de 2010


Tiene 74 años, es regordete, sonrosado, medio calvo y de barba gris. Es danés, vive en Copenhague y usa pañoletas tan coloridas como sus dibujos. Su casa tiene una habitación blindada, especialmente acondicionada para resistir atentados terroristas. Se llama Kurt Westergaard.


Hace dos años, en febrero del 2008, Kurt fue testigo de cómo la policía arrestaba a tres sujetos que tenían el encargo de perpetrar un atentado en su contra.


De hecho, él vive en permanente zozobra. Miles de fanáticos en todo el mundo estarían dispuestos a ofrendar su propia vida por quitarle la suya. Sus viajes están muy calculados y sus movimientos resguardados. En otras palabras, vive de modo muy similar al de Salman Rushdie, el valiente escritor de los Versos Satánicos.


Par no ir muy lejos, en el pasado día de año nuevo tres terroristas afiliados al movimiento islamista somalí Al Shabab, con franquicia de Al-Qaeda, trataron de ingresar a su domicilio y él tuvo que refugiarse en su habitáculo a prueba de explosivos. Los sistemas de alarma se activaron y la policía reaccionó de inmediato.


Políticamente laxos, pero inflexibles frente el crimen, los daneses dieron de baja a uno de los islamistas y apresaron a los otros dos, uno de ellos herido en la mano y la rodilla. Decenas de carros de la policía acordonaron el área en busca de gente como la que ha vuelto a poner en ascuas el sistema aéreo occidental, o se mantiene a toda costa en el poder en Teherán, o la franja de Gaza.


Por todas estas razones, y otras tantas, fruto de la creatividad ideológica, Kurt Westergaard es ahora más solicitado que en septiembre del 2005 cuando publicó por primera vez aquellas 12 polémicas y sorprendentes caricaturas en el diario Jyllands-Posten, incluyendo ésa en la que el profeta Mahoma aparece con el ceño fruncido y mirada desorbitada, flamantemente ataviado con un turbante en forma de bomba a punto de estallar.


En cualquier caso, las caricaturas, que pueden apreciarse fácilmente en miles de páginas electrónicas de diarios que, lejos de amilanarse, enfrentan con coraje a la amenaza islamikaze, son apenas una muestra de cómo el integrismo musulmán utiliza cualquier pretexto en su afán por corroer y anular las libertades públicas, propias del liberalismo occidental.


Banal esfuerzo, por supuesto, ya que Westergaard ha seguido y seguirá dibujando.

martes, 12 de enero de 2010

¿Diálogo en la Santa Sede?

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Enero 12 de 2010


Curiosamente, el mismo día en que ocurrió el crimen contra el Gobernador del Caquetá, salió un cardenal a decir que estaba a punto de concretar un diálogo en Europa con el máximo cabecilla de las Farc.


Cobijado por la aparente nobleza que ‘el diálogo’ supone en el imaginario político popular, el sacerdote está buscando afanosamente el encuentro desde abril y, para generar aún más expectativa y deseo, transmite la idea de que sus esfuerzos aún no han dado frutos.


Y como ‘los frutos’ suelen ser apetecidos, el mercadeo político-eclesiástico va aún más lejos y plantea la posibilidad de que el propio presidente Uribe se traslade al Viejo Mundo a participar de esa espirituosa reunión, degustando, tal vez, unos inspiradores Chateauneuf du Pape.


Autorizado como está por la Casa de Nariño para adelantar tales gestiones, el cardenal sabe perfectamente que la guerrilla no va a desaprovechar sus buenos oficios para sacar partido del escenario que le están ofreciendo.


Desgastado ya el movimiento de Colombianos por la Paz que, en su momento, tradujo las simples liberaciones unilaterales en un buen ejemplo de ‘construcción del acontecimiento’ a escala mediática global, ahora bien podría pensarse que le toca el turno a la Iglesia, y para ello nada mejor que la mismísima San Pedro.


De hecho, al premiar la acción criminal en Caquetá con la oferta de diálogo palaciego, el cardenal no hace más que reforzar la conducta negativa del Secretariado de las Farc, empeñado ahora en engrosar cuantitativa y cualitativamente la lista de secuestrados que tan escuálida ha quedado después de las operaciones Jaque y Emanuel.


¿Cómo no van a insistir las Farc en el secuestro selectivo, en las matanzas y el magnicidio, si a cada acto terrorista se les responde con la oferta de dialogar, concertar, conciliar y ‘construir un nuevo país’?
En pocas palabras, tan solo es cuestión de tiempo para que el cardenal reciba su anhelada respuesta.


Cuando la temperatura electoral haya subido lo suficiente, cuando el presidente Chávez haya cumplido a cabalidad con su papel de promotor del estatus político internacional, cuando las columnas Teófilo Forero y Manuel Cepeda hayan perpetrado unos cuantos golpes ensordecedores contra blancos militares y civiles (acumulando capital negociador), y cuando hayan liberado (y tomado) algunos secuestrados más, el máximo cabecilla se sentirá suficientemente seguro de sí mismo.


Entonces, él estará listo para pasar a manteles en el Vaticano.

martes, 29 de diciembre de 2009

Desenmascaramiento humanitario

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 29 de 2009


Entrevista concedida al diario La Tercera, de Santiago de Chile.


¿Con el secuestro y el crimen del Gobernador del Caquetá las Farc intentan renacer ante la crisis que viven actualmente?

Esta es una muestra más de la desesperación en que se encuentran, de tal modo que sólo están en capacidad de perpetrar actos terroristas o recurrir al sabotaje. Con todo, las Farc han encontrado en el secuestro político una mina de oro para atraer a los medios de comunicación de todo el mundo cuando montan el espectáculo humanitario de las liberaciones. Y no van a renunciar a esta práctica.


Pero, como los rescates militares les han despojado de su "botín humanitario", ahora quieren recobrarlo, así que no sería extraño que pretendieran el secuestro de un embajador, un destacado industrial o un periodista reconocido.


¿Qué efectos tendrá esta acción para la guerrilla?


Un efecto muy adverso, como sucede con cada uno de los actos que emprenden, pero sobre todo ahora, cuando quieren mostrarse ante el mundo como una guerrilla que libera secuestrados y puede negociar acuerdos políticos.


Lo único cierto en todo esto es que usan la lógica perversa de "secuestrar-y-liberar" para influir como actor político en la amplia coalición anti-uribista que están tratando de formar para las elecciones presidenciales del 2010. Y para eso cuentan con la bendición del presidente Chávez, es decir, del Movimiento Continental Bolivariano.

¿Qué piensa de la medida adoptada por el presidente Álvaro Uribe cuando ordenó el rescate militar del Gobernador?

El Estado colombiano tiene que acabar con el chantaje humanitario de las Farc y de quienes las auxilian políticamente, tanto dentro como fuera del país. Ese mercantilismo político sólo puede ser combatido mediante el uso especializado de la fuerza y la colaboración del ciudadano a través de recompensas y del compromiso espontáneo.


En pocas palabras, Colombia no puede darse el lujo de regresar a lo que era hace 7 años cuando el gobierno se hallaba a merced de las Farc, negociando con ellas el futuro del Estado. Es más: en este momento, el rescate militar en Colombia no es tan solo una opción más: es un orgullo para cualquier compatriota víctima del terrorismo.

martes, 22 de diciembre de 2009

Cero pacifismo

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 22 de 2009


Muchos comunistas, liberales y conservadores corviflojos están desencantados porque su salvador ideológico, Barack Obama, les ha devuelto a la realidad dándoles una incómoda lección de pragmatismo.


Yuppies de izquierda, conservadores candorosos, y liberales asistencialistas no sólo en los Estados Unidos, sino, principalmente, en estas tierras nuestras, pensaron que el nuevo Presidente norteamericano refundaría las relaciones internacionales como si, de la noche a la mañana, ese híbrido que habían creado en su imaginario político, pudiera darles la razón a todos, desde Lula hasta Mahmud, pasando por Zapatero, Fidel, El Chacal y Muhamar.


Incluso, los miembros del Comité Nobel pudieron pensar que si le otorgaban el Premio al nuevo ocupante de la Casa Blanca, obtendrían una victoria temprana porque al imponerle un mandato lo estarían condicionando para que emprendiera quién sabe qué tipo de iniciativas pacificadoras, sólo presentes en sus noches de insomnio.


Iniciativas, en todo caso, ‘revolucionarias’, que sumadas a las mencionadas más arriba, sólo podían configurar una especie de collage deforme y retorcido, mezcla de idealismo, ilusionismo y malabarismo político.


Dicho de otro modo, ese engendro ideológico en el que estaban convirtiendo a Obama se componía del fervor humanitario del PSOE para negociar con los piratas del cuerno africano y ceder ante Al Qaeda, del encanto retórico del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, de la vocación tercermundista de Ahmadineyad, de la conciencia histórica de los pueblos encarnada en Fidel Castro, y de la mágica sensibilidad social de Lula da Silva para maquillar a la pobreza y la miseria.


Pero, discreto y responsable, comprensivo pero riguroso, Obama acaba de dejarles claro a todos estos ideólogos del hipismo-leninismo que las naciones, actuando de manera concertada, pero, incluso, en forma individual, encontrarán no sólo necesario sino moralmente justificado el uso de la fuerza cuando se trata, por ejemplo, de castigar a quienes promueven, representan o patrocinan el terrorismo.


Y como no se trata de leer a Obama editando su pensamiento de acuerdo con las conveniencias, ni él mismo es un pensador que nos demande apasionadamente tanto esfuerzo, lo que queda claro es que, al menos en su conducta como gobernante, a él no le temblará el pulso para reconstruir la democracia en Honduras, amargarles el diario vivir a los talibanes o a los ejércitos de Dios, y quitarles el sueño a los dirigentes del Movimiento Continental Bolivariano.

martes, 8 de diciembre de 2009

Malas compañías

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 8 de 2009


Entrevista concedida a un diario extranjero.


¿Cuáles son las razones por las que el papel de Venezuela en la región es tan determinante?


Son tres: primero, su propósito expansionista, es decir, su intención de propagar la revolución bolivariana; segundo, su ánimo injerencista, o sea, su actitud intervencionista sobre varios países, incluyendo a Colombia, y tercero, su remarcada conducta belicista, lo que significa, por una parte, que les presta apoyo a las organizaciones terroristas y, por otra, que tiene un afán evidente por arrastrar a Colombia a una confrontación directa haciendo llamados explícitos a prepararse para la guerra.


¿De qué manera la alianza estratégica militar entre Irán y Venezuela afecta la estabilidad del sistema internacional?


Irán es un país bajo sospecha. Por una parte, se halla sometido a investigaciones sobre su programa nuclear pues hay evidencias de que actúa por fuera del marco de inspecciones de la Organización de Energía Atómica, de tal forma que si pretende extender la cooperación en esta materia hacia América Latina es normal que se enciendan las alarmas.


Y por otra parte, Irán financia y dota de armamento a organizaciones terroristas en Medio Oriente. Esas organizaciones gozan de los afectos del presidente Chávez y tienen algún tipo de presencia en Venezuela, perfeccionando sus contactos con organizaciones criminales en América Latina.


Como si fuera poco, en la reciente visita del presidente Chávez a Irán, los dos gobiernos se comprometieron a “promover la lucha por la liberación nacional” en Latinoamérica. Eso significa que países democráticos y libres, como Colombia, están en la mira del Eje Chávez-Ahmadineyad.


¿De qué manera cree usted que las relaciones entre Irán y Venezuela afianzarán las relaciones políticas entre Colombia y Estados Unidos?


Las magníficas relaciones entre Washington y Bogotá van mucho más allá de las presiones del Eje. Pero en la medida en que las amenazas se agigantan, la alianza occidental se refina y se perfecciona.


Con el nuevo gobierno norteamericano, ¿cree que haya un cambio en la política hacia Venezuela e Irán?


El gobierno Obama fue muy claro desde el comienzo al abrir una ventana de oportunidad para que el Eje cambiase de actitud, pero la respuesta ha sido decepcionante. Nunca es tarde para modificar una conducta, pero la tendencia estratégica de los Estados Unidos se mantiene intacta: cero tolerancia frente al terrorismo y frente a los Estados promotores del terrorismo.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

McGovern y Cia.

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Diciembre 1 de 2009


Un grupillo de congresistas demócratas de los Estados Unidos hizo circular una carta con destino al presidente Obama con la ocurrencia de reducir más y más la cooperación militar entre los dos países.


Inspirados en una especie de fundamentalismo izquierdista afín al entorno ideológico y programático del chavismo colombiano, esta célula congresional, que obtiene firmas de colegas por doquier, aduce que la fumigación de cultivos debe desaparecer, con lo cual, indudablemente, las Farc se sentirán enormemente complacidas, los precios de la droga en las calles norteamericanas volverían a abaratarse, y se triplicaría el número de heridos y muertos colombianos empeñados en la erradicación manual de cultivos ilícitos (una tarea en la que el desempeño personal de McGovern sería tan pobre como el que exhibe en el Congreso).

Como si fuera poco, estos activistas, cuyo propósito no es otro que afectar el interés nacional colombiano y el cada vez más sólido sistema de cooperación colombo-norteamericano, quieren convertir al Tratado de Libre Comercio en una especie de maquiavélico instrumento de presión, es decir, en pieza fundamental de una estrategia basada en amenazas y represalias dizque para obligar al Gobierno a mejorar la situación de derechos humanos.


Aferrados como están a sus predisposiciones ideológicas, los amigos de McGovern no aciertan a comprender que, visto así, el Tratado, lejos de propiciar desarrollo compartido, fortalecer al campo contra el expansionismo revolucionario farco-bolivariano, y reducir los nexos comerciales de Colombia con el régimen de Miraflores, pasaría, justamente, a convertirse en una especie de chantaje de esos que tanto le apasionan al comandante Hugo Chávez.


En otras palabras, los legisladores que, animados por el sano propósito de ver fortalecido en Colombia el clima de derechos humanos, optan (deliberadamente) por sancionar al país antes que por revelarle al mundo cuáles son los perversos efectos del terrorismo y del expansionismo bolivariano, están afectando sensiblemente lo que tanto dicen apreciar.


Y aunque es apenas natural que al fortalecerse cada vez más la Política de Seguridad Democrática la asistencia norteamericana vaya reduciéndose hasta llegar a un deseable punto de equilibrio, la agitación con que los socios de McGovern plantean el debate se convierte en germen que carcome los cimientos de la lucha contra las drogas y el terror.


Porque señalar, emplazar y acusar al gobierno colombiano es una labor relativamente fácil para los propagandistas de todas las latitudes. En cambio, robustecer la cooperación, reforzar las instituciones democráticas y aliarse decididamente en la misión de refrenar a los regímenes belicistas (promotores de la “liberación nacional”) es un verdadero compromiso que, por lo exigente y complejo, algunos prefieren evadir.

martes, 17 de noviembre de 2009

"Militares de honor"

Por Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Noviembre 16 de 2009



Dicen las Farc en su panfleto electrónico que “para suerte de Colombia y orgullo de América Latina aún hay en la institución militar no pocos hombres que preservan inmaculado el sagrado honor militar”.


Y tienen toda la razón. Pero se quedan ingenuamente cortas. Porque si de fuerzas ejemplares se trata, esas son las Fuerzas Militares de Colombia: combaten a diario contra el terrorismo para proteger al ciudadano y preservan a la democracia de las amenazas intencionales que pululan en el vecindario.


Particularizando cada vez más, las Farc tratan de endulzarles los oídos a los soldados de la patria con esos cantos de sirena amoratada, famélica y confinada al otro lado de la frontera: “cuenten con nosotros”, les dicen, “no sólo para defender la soberanía patria sino para construir una ‘Colombia Nueva’, si se atreven”.


Caballeroso gesto, habría que admitirlo, pero absolutamente fútil, desfasado de la realidad y delirante, es decir, propio de cualquier mentalidad delincuencial.


A diferencia de lo que hicieron las guerrillas de Mao cuando enfrentaron al invasor japonés y lucharon codo a codo con los nacionalistas, los secuaces de Cano son cómplices de Ortega, Chávez y Correa en la intención de contaminar la democracia con su revolución de medio pelo.


Asimismo, las Farc olvidan que ya desde comienzos de 1999, cuando el generalato en pleno se pronunció al unísono contra la república independiente del Caguán, los militares colombianos se atrevieron a construir
la Colombia Nueva, inaugurada formalmente con la Política de Seguridad Democrática.


En otras palabras, el destierro, la persecución intensiva y la parálisis operacional que padecen, están produciendo en los sobrevivientes del Secretariado alucinaciones estratégicas sólo comparables con las que salen a flote en cualquier emisión de su programa favorito, ‘Aló, Presidente’.


Si bien es cierto que esta práctica epistolar no es nueva y que ya hace varios años el propio Tirofijo se deleitaba firmando misivas para coroneles y generales, toda esa energía reprimida, toda esa frustración íntima que deben sentir los cabecillas por no llevar puesto el uniforme de
la República sino el disfraz del maleante, los está llevando a malbaratar los pocos recursos (ideológicos) de que aún disponen en las alacenas.

Situación que se agrava aún más en este momento clave de la historia del conflicto irregular, cuando en la mente de los guerrilleros rasos, en vez de redactar romanticonas esquelas, lo que debe estar primando es cómo diablos se las arreglarán para guarecerse de la tecnología de punta que ya se está comenzando a manejar desde Malambo, Apiay, Tolemaida, Larandia y Palanquero.

martes, 10 de noviembre de 2009

Bateragune

Vicente Torrijos

El Nuevo Siglo, Bogotá

Noviembre 10 de 2009



‘BATERAGUNE’ es una palabra del euskera, la lengua vasca, que significa ‘todos juntos’.


Pero también es el nombre que, según la ETA, debía identificar de ahora en adelante a su brazo político para tratar de influir significativamente en las elecciones municipales de 2011.


Unas elecciones clave, en términos nacionalistas, por cuanto la izquierda ‘abertzale’ (patrioterista) del País Vasco ha venido perdiendo la fuerza e influencia que tuvo durante los noventa cuando llegó, incluso, a promover una especie de asamblea constituyente de naturaleza local titulada ‘udalbiltza’, encargada de agitar la convivencia para generar una “base social de paz” aglutinante y arrolladora.


A los que vivimos enamorados de Euskadi, de su belleza natural, su cocina, su espontánea hospitalidad, y, cómo no, su exuberancia ideológica, nos sorprendía, hasta hace poco, la versatilidad política de ETA y la pasividad estatal que permitía, con pasmoso inmovilismo, que el nacionalismo leninista se apoderara de la sociedad vasca sumiéndola cotidianamente en el terror, la desconfianza y el chantaje (soberanista, independentista y auto-determinador).


Bateragune, entonces, era la mejor idea concebida por la cúpula de la banda armada para recobrar la iniciativa política y tratar de liderar al nacionalismo (en su conjunto), sensiblemente afectado tras la derrota electoral reciente que llevó al poder al socialismo democrático.


Pero ya sin miedo, plantando cara, y dispuestas a dar batalla contra la revuelta callejera, la extorsión a las empresas, la intimidación en la cátedra, la permeabilidad fronteriza, y el control de los medios estatales de comunicación regional, tanto las fuerzas políticas que abominan la violencia, como los ciudadanos de bien, han resuelto ponerle fin a los tentáculos sociales y políticos que le daban aliento a las acciones terroristas.


Bajo el rótulo inspirador de la ‘Revolución de la Normalidad’, el nuevo presidente vasco, Francisco López, ha encabezado la recuperación de las libertades y la defensa del sistema democrático recobrando la estructura simbólica del poder (banderas, lemas, espacio público) y acompañando a la administración de justicia en la tarea de encarcelar a todo apologista del terror.


Con el apoyo decidido del presidente Sarkozy, a quien tampoco le tiembla el pulso para ordenarle a la policía que capture hasta el último etarra en territorio francés, la depuración ha comenzado, las fachadas partidistas se desmoronan y el terrorismo está siendo desenmascarado sin contemplación alguna.