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martes, 2 de marzo de 2010

Por la ciudad

Jacques Mosseri

El Tiempo, Bogotá

Marzo 2 de 2010

Que lo que pasa en la 26 o avenida Eldorado sirva de ejemplo para no seguir cometiendo el mismo error. El alcalde Moreno fue elegido principalmente por prometer que haría un metro para Bogotá en vez de un TransMilenio. Sin embargo, el alcalde Garzón inexplicablemente, y a última hora, decidió dejarle firmada la fatal herencia de un contrato para acometer la tercera fase de TransMilenio por la carrera 10a. y la avenida Eldorado. Se salvó la carrera 7a., pero se sigue hablando de emprender la obra por esta vía también. ¿No les basta con ver y vivir a diario el desastre tan monumental que han causado estas obras en todo Bogotá? Y la incomodidad y el trancón que estamos padeciendo no va a ser solamente durante dos, tres o cuatro años, mientras se terminan los trabajos. Después va a ser peor, porque la capacidad vehicular de estas vías va a disminuir notablemente y, eso sí, veremos unos articulados atiborrados de usuarios víctimas disfrutando de dos carriles a unas velocidades que inevitablemente producen accidentes y muertes. Este sistema de transporte público, que en algunos casos aislados ha producido resultados aceptables, no es lógico que se piense que se puede generalizar. La superficie de la ciudad tiene sus limitaciones y hoy en día está ya saturada. Por esta sola razón tenemos que usar el subsuelo para un transporte público digno y eficiente, cueste lo que cueste.

La avenida Eldorado tuvo un trazado original generoso que permitió que sucesivas administraciones la fueran embelleciendo, y especialmente durante la alcaldía de Peñalosa se logró una arborización adecuada y una ciclorruta que ya estaban dando sus frutos. De esto ya no existe nada. Los comerciantes de la 10a. están condenados a la quiebra y los ciudadanos en general no tienen por dónde caminar. Y ni hablar de los trancones y el desconcierto de todo el mundo cuando se paralizan vías tan importantes.

En la avenida Eldorado, como en la carrera 7a., la solución del transporte colectivo se limita a la organización de un sistema único de buses articulados con paraderos a lado y lado de la vía y sin carriles exclusivos. Esto evitaría la destrucción de los puentes existentes y rebajaría considerablemente los costos y el tiempo de ejecución.

Señor Alcalde, aún es tiempo de salvar y recuperar el Centro Internacional, especialmente frente al Museo Nacional, y la carrera 7a. en toda su extensión hasta la 170. Antes de acometer obras es necesaria una planificación detallada y cuidadosa con un gran sentido de ciudad; que tenga en cuenta los valores ya creados del medio ambiente y, en vez de destruirlos, los conserve y los exalte.

sábado, 10 de octubre de 2009

¿Otra vez la pobre 7a.?

Jacques Mosseri

El Tiempo, Bogotá

Octubre 10 de 2009


En EL TIEMPO del domingo 27 de septiembre, sección Bogotá, se hizo un análisis titulado 'A qué 7a. se le apuesta', relacionado con el transporte colectivo por este eje tradicional de Bogotá para reemplazar el actual desorden de buses y busetas semivacíos que inundan esta vía. Parece que la Administración en este momento se inclina por un transmilenio light, o sea, no tan complicado, con un solo carril en cada sentido y estaciones centrales entre la calle 31 y la Avenida Chile. Luego, entre esta Avenida y la calle 100 iría por los carriles de la derecha, con paraderos en los andenes laterales.

Todo este complique y la indecisión de si hacerlo como debe ser o si es mejor recortarlo y que funcione a medias nos está mostrando que lo que pasa es que el TransMilenio ni cabe por la 7a., ni hay plata para pagarlo y que, finalmente, tampoco va a resolver ningún problema. La 7a., ya lo dijimos en el año 2007, debería recuperar su carácter de vía emblemática con énfasis principalmente en la comodidad y la seguridad del peatón y con un paso relativamente lento de vehículos en cuatro carriles, dos en un sentido y dos en el otro, dándole al caminante los dos carriles restantes, convirtiéndolos en verdaderos andenes, con todo el mobiliario y la arborización que debe tener una vía importante y con espacio suficiente para paraderos de buses normales articulados y organizados, paraderos de taxis y bahías para descargue ocasional. Eso sí sería un aporte urbanístico positivo para la ciudad y para la gente de la carrera 7a. Las troncales de TransMilenio en estos casos crean heridas incurables en el tejido urbano de los sectores que atraviesan. Basta con ver lo que ocurrió en la Avenida Jiménez, que hoy en día, en vez de unir, divide y aísla el barrio histórico y tradicional de La Candelaria del resto del centro.

Sobre el transporte colectivo, por suerte ya se tiene el estudio de la primera línea del metro, gracias a la acertada consultaría de SENER-TMB, que recorre los corredores de mayor demanda de pasajeros y en lo que respecta a la 7a., la alimenta muy eficazmente desde la Estación de la Sabana y la Plaza de Bolívar, en pleno centro, tomando luego la carrera 13, que en su mayor trayecto va muy cerca y paralela a la 7a. y luego la carrera 11 hasta la calle 100. De ahí en adelante, el metro-tren continúa paralelo y cercano a la 7a. y llegará hasta la calle 170 y La Caro, recorriendo el esperado Plan Zonal del norte y uniendo la ciudad con la región en forma racional. ¿Por qué no dirigir toda la energía a ejecutar a la mayor brevedad estos proyectos que solucionan el transporte y la expansión de la ciudad a largo plazo para Bogotá y su región en vez de maltratar a corto plazo la pobre 7a.?