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martes, 16 de marzo de 2010

El testamento de Orlando Zapata

Humberto Montero

El Colombiano, Medellín

Marzo 16 de 2010

En una camisa blanca, sin cuello ni mangas cubierta por su sangre, escrito de su puño y letra con los restos de un humilde lápiz, Orlando Zapata Tamayo, último mártir cubano, muerto tras 86 días en huelga de hambre, escribió su testamento político en su celda de la Prisión Provincial de Holguín.


Reina Luisa, su madre, distinguió a este periodista y a mi diario, La Razón , con el honor de difundir al mundo el que ella considera el testamento político de su hijo. Si después de leer estas líneas, alguien duda aún del sufrimiento que vivió este mártir de una causa justa -que el castrismo admita que tiene presos de conciencia en sus mazmorras- o da credibilidad a las mentiras de los hermanos Castro es que no es un ser humano, carece de sensibilidad o simplemente es un nazi, un comunista sectario o como quieran llamar a quienes no respetan la libertad de pensamiento, la democracia.


Apenas unas líneas que María Luisa dicta por teléfono con voz rotunda, orgullosa del legado que deja atrás Orlando tras su asesinato. Sólo al final quiebra su entereza. Un testamento escrito en una camisa, una camisa de la que María Luisa no se separa y que ella misma le envió a prisión justo antes de iniciar su última protesta.


Las líneas que entrecruzan este sudario por la libertad son la más fiel denuncia contra la única dictadura que aún perdura en Iberoamérica entre la indiferencia de muchos. Un grito desgarrador por la democracia de un pueblo esclavo de los hermanos Castro.


El 20 de marzo de 2003, 13 días después de ser liberado tras pasar tres meses en la cárcel por desacato, Zapata volvió a prisión. Nunca más saldría. Fue condenado a tres años de cárcel por protestar contra la detención injustificada de 75 disidentes del castrismo en la llamada Primavera Negra.


No mató a nadie ni puso una bomba. No ejerció violencia alguna para defender sus ideales -una Cuba en libertad-, tan sólo comenzó un ayuno en casa de la disidente Martha Beatriz Roque que lo convirtió, a los ojos del régimen, en un contrarrevolucionario al servicio de Estados Unidos. En un rebelde. Su vida dio entonces un giro copernicano hacia las 583 cárceles castristas.


He aquí su testimonio:


"Orlando Zapata Tamayo. Hora, tres de la tarde. Ciudad de Holguín. 26 del 10 de 2009. Mi sangre, al servicio de la libertad y de la democracia, de 11 millones de cubanos que al temor de expresarse por miedo a estar más encarcelados de lo que están. ¡Vivan los Derechos Humanos! ¡Vivan! ¡Vivan las Damas de Blanco! ¡Vivan! Camiseta de preso político y de conciencia. Orlando Zapata Tamayo, quien fuera golpeado el día 26 de octubre de 2009 por la Policía terrorista del dictador Fidel Castro y su hermano Raúl. Fidel y Raúl son terroristas. ¡Abajo Fidel y Raúl! ¡Abajo! Cincuenta años de dictadura Fidel y Raúl sois asesinos. ¡Viva la oposición interna! ¡Viva! ¡Libertad para todos los presos políticos! ¡Libertad!"

viernes, 15 de enero de 2010

La hora de Cuba

Humberto Montero

El Colombiano, Medellín

Enero 15 de 2010

Un huracán está barriendo Cuba y amenaza la supervivencia del régimen castrista. No viene acompañado de vientos devastadores ni de lluvias torrenciales, pero la consecuencia es la misma: hambre y una ola de destrucción ante la que la dictadura nada puede hacer por su incapacidad crediticia y por unas arcas rebosantes de telarañas. Esta vez la tormenta no tiene nombre de mujer: se trata de la crisis, que golpea la isla con una intensidad brutal. Tanto como para que la dictadura admita que no puede afrontar sus deudas y que es incapaz de acceder a la financiación internacional. Mientras, la demanda y los precios de sus principales productos de exportación caen sin remisión.


La situación ha llevado a las autoridades a cortar todo lo posible las importaciones, que cuadriplican a las exportaciones. La balanza está tan desequilibrada que, a pesar de que en 2009 se redujo la compra de alimentos y otros bienes a Estados Unidos casi un 37%, la situación no mejora.


Hoy más que nunca, la vida en Cuba está esposada a una cartilla de racionamiento. Pero el kit de supervivencia es cada día más escaso: una pastilla de jabón y otra para lavar la ropa cada dos meses (ninguna limpia lo que se espera), un puñado de arroz para todo el mes, un vaso de aceite de soya, medio kilo de pollo (la mayoría hueso), y 100 gramos de café que nunca podrá tomar con leche porque el "oro blanco", en polvo, se reserva a los menores de 7 años. Además, unos 300 gramos de frijoles al mes y un paquete de carne, presuntamente de res, mezclada con soya en tal proporción que casi nadie se atreve a comerla, otros 300 gramos de pescado que deberá cambiar por otros 200 gramos de pollo "tísico" ya que, pese a estar rodeada de uno de los mares más ricos del mundo, los peces esquivan los mercados de la isla. Para completar el menú carcelario, se entregan 300 gramos de guisantes. Cualquier "capricho" extra debe pagarse con los 20 dólares al mes de que dispone un cubano medio, que reza cada día para que no le agarre con la nevera "llena" uno de los frecuentes apagones.


Con las tierras arrasadas por los herbicidas soviéticos o cubiertas por el marabú (una zarza imposible de erradicar que ha invadido el 20% del suelo fértil, ocioso en un 55%) pocos aceptan trabajar el campo porque hay que plantar lo que digan los Castro y venderlo al precio que ellos quieran. Normal que, por ejemplo, la producción de coco haya caído un 80% con respecto a 1990.


El perverso sistema que desmotiva toda actividad comercial está, sin embargo, tocando a su fin. Cuba no puede resistir más ese avejentado socialismo del siglo pasado -inhumano y fracasado- porque los cubanos ya no aguantan más. Por primera vez en medio siglo, el hastío es generalizado incluso entre los jerarcas. La transición será lenta, pero arrancará este año con el modelo chino como base. Lo contrario, perpetuar el desastre otro año más, sólo provocará una insurrección y el fin absoluto del castrismo.


Un sistema en el que sale más barato irse a comprar a México la taza de un retrete que hacerlo en la propia Cuba, como me contaba la corresponsal de una agencia alemana en La Habana, está condenado a muerte. Que tome nota Chávez.