Mostrando entradas con la etiqueta Jaime Restrepo Cuartas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jaime Restrepo Cuartas. Mostrar todas las entradas

domingo, 28 de febrero de 2010

El futuro de la Universidad

Jaime Restrepo Cuartas *

El Tiempo, Bogotá

Febrero 28 de 2010


Frente al llamado del doctor Moisés Wasserman, rector de la Universidad Nacional de Colombia y prestigioso investigador en ciencias básicas, para que los candidatos actuales a las corporaciones legislativas, sea al Senado de la República o la Cámara de Representantes, para el período 2010-1014, nos pronunciaremos sobre lo que debe ser el futuro de la educación superior en Colombia, y su vinculación con la modernidad, quiero hacer las siguientes consideraciones.

Yo, como rector que fui de la Universidad de Antioquia y como profesor universitario por más de 25 años, pudiera haber iniciado mi labor legislativa en la Cámara de Representantes por 'la U' con propuestas alrededor de las leyes que regulan la educación en el país, pero preferí iniciar con la Atención Integral a la Primera Infancia para los niños y niñas más pobres del país (de los niveles 1, 2 y 3 del Sisbén), lo que conlleva alimentación completa y balanceada los 365 días al año, desde el embarazo de las madres, hasta los seis años, con el objeto de acabar con la desnutrición infantil, lo que no permite desarrollar en el cerebro funciones primordiales que no se adquieren después de los seis años, como la atención, la memoria y la capacidad de integrar conocimientos.

Cualquiera pudiera creer que esto no tiene que ver con la educación superior, lo que no es correcto, pues el desarrollo cerebral es esencial para fortalecer la capacidad de aprender, permanecer en la escuela, integrarse al sistema educativo, vincularse con los procesos de formación avanzada y responder con capacidad intelectual en la investigación de alto nivel científico. Si no existe una estructuración adecuada de la mente, jamás llegaremos a mejorar nuestro nivel educativo en cualquiera de las etapas formativas y tendremos que contentarnos con un Gabriel García Márquez, un Rodolfo Llinás o un Manuel Elkin Patarroyo cada cien años.

El Gobierno tiene ahora el reto de reglamentar la Ley 1295 de 2009, para que iniciemos el proceso con la primera infancia. Paralelo a ello, la nueva Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (Ley 1286 de 2009) nos ofrece nuevos instrumentos con el objeto de que las universidades se relacionen con los sectores social y productivo y las investigaciones transiten por el camino de la pertinencia, para lograr que los nuevos resultados del conocimiento le sirvan al país en la solución de sus problemas fundamentales. No la ciencia para las publicaciones en revistas arbitradas y los ascensos en la escala social de los investigadores, sino el saber para transformar la sociedad.

La Universidad ha sido tradicionalmente aislada. Los jóvenes salen de las aulas como buenos teóricos, la experiencia de los profesionales curtidos en los oficios no llega a las cátedras, los procesos de regionalización de la educación superior son incipientes y, por tanto, las zonas más pobres no tienen suficiente acceso a la formación profesional y menos a la investigación o a la vinculación con los problemas sociales de las comunidades, en una época de violencia, víctimas, hambre, desempleo y desplazamiento forzado.

Para empezar, qué bueno una universidad relacionada con el sector social y productivo, internacionalizada, emprendedora, vinculada con las regiones del país, que comprenda que la investigación es un proceso que se inicia en las ciencias básicas, pero termina en la solución de los problemas fundamentales de la sociedad, que no le dé temor a innovar nuevas formas educativas, que transite por la virtualidad y haga de la racionalidad el eje del aprendizaje y no lo concentre en la memorización. En últimas, que sepa que la dignidad se adquiere con el conocimiento y que este debe ser motor del progreso y la equidad social.

* Representante a la Cámara por la U, Ex rector de la Universidad de Antioquia.

viernes, 12 de febrero de 2010

La salud está enferma

Jaime Restrepo Cuartas*

http://www.jaimerestrepocuartas.net/

Febrero 9 de 2010

La salud está enferma, pregonan muchos y no hay que ser agoreros de la fatalidad ni enemigos del gobierno, para reconocer que es cierto. Sin embargo, los males tienen remedio. Esto no es un problema nuevo, lleva mucho tiempo. Se han intentado varias fórmulas con mejorías sintomáticas, pero se van a requerir varios tratamientos y novedosas intervenciones, para poder decir que el pronóstico es favorable y que la recuperación será una realidad.

La Ley 100 de 1993 fue como colocar al paciente colombiano en cuidados intensivos. Con esta receta se aumentó la cobertura de 12 millones de ciudadanos en el año 1993 a 41 millones en el 2009. Y se introdujo un elemento que pocos países tienen y que a más de ser un verdadero paliativo, induce al afecto por el ser humano con base en la solidaridad. De los 41 millones hoy atendidos en el sistema, 23 hacen parte del régimen subsidiado, o sea que se benefician con los aportes de quienes contribuyen con sus recursos.

La Ley 1122 de 2007, después de 14 años de un arsenal terapéutico novedoso y difícil de instaurar, pareció la panacea, porque creo la Comisión de Regulación en Salud, CRES, para administrar con mejor tino el sistema de salud; introdujo con fuerza la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades; mejoró el flujo de recursos a los hospitales; le dio herramientas a la Superintendencia Nacional de Salud para controlar la corrupción, e incorporó correcciones al tema de la atención de urgencias y al exceso de tutelas, introducidas éstas para poder recibir la atención en salud, en muchos casos en los que parecía imposible.

Pero, la Ley 1122 no se cumple. Es una Ley de papel. La CRES se creó año y medio después de la sanción presidencial, prolongando las utilidades de las EPS, y apenas ahora expide las primeras reglamentaciones. Las EPS no han asumido con responsabilidad los temas de promoción de la salud y prevención de las enfermedades, la Superintendencia Nacional de Salud tiene herramientas pero no dispone de recursos para cumplir su labor; las urgencias sólo se atienden, en muchas regiones, si la persona tiene carnet del SISBEN o de cualquier EPS que ofrezca garantías sobre los pagos, o si aporta los recursos alternativos, y las tutelas continúan a granel.

Existe un déficit enorme, cuyas causas son en su orden, a nuestro modo de ver: la corrupción, las tutelas, las decisiones de la Corte Constitucional al igualar el POS de los dos regímenes, y la mala administración del sistema en general y de las instituciones de salud en particular. Todas ellas se hubieran podido mejorar si se aplicara con responsabilidad la Ley 1122. Los decretos del Gobierno al establecer la emergencia social, pretenden ser la operación de urgencias, “in extremis”, que el régimen requiere, pero…

Si no se tiene la suficiente experiencia en cirugías de alto riesgo, se deberían tener en cuenta a los expertos, y ni siquiera se pensó que esto fuera necesario. Los decretos vulneran a los actores más sacrificados del sistema: los profesionales de la salud, al decidir que si no formulan lo que está en el POS podrían ser sancionados; los decretos expedidos deterioran el POS porque hasta el momento los médicos podían certificar las necesidades de medicamentos, exámenes o procedimientos en casos excepcionales no contenidos en el POS, y con ese visto bueno, las EPS autorizaban y pagaban la atención; pero lo que se busca ahora es que se paguen con las cesantías o los fondos de pensiones.

El Presidente Uribe ha entrado a terciar en el asunto y viene llegando a acuerdos con las asociaciones de profesionales de la salud y con la ciudadanía. Ojalá se clarifique la facultad autónoma que deben tener los profesionales de la salud y que el POS no sea recortado. Ojalá se tengan en cuenta los actores del sistema y luchemos todos por la cobertura total con calidad. Ojalá derrotemos la corrupción y corrijamos los errores que han llevado a que los hospitales sigan sin recursos y a que los Alcaldes los utilicen como botín político.

En el Senado de la República estaremos defendiendo nuestra línea de trabajo, tratando de que la salud salga de cuidados intensivos, se recupere plenamente y sea una de las principales fuente de bienestar para los ciudadanos de Colombia. Como debe ser.

* Médico. Representante a la Cámara y actual candidato al Senado por el Partido de la U.

domingo, 17 de enero de 2010

La corrupción consume lentamente al país

Jaime Restrepo Cuartas*

Comunidades.semana.com, Bogotá

Enero 17 de 2010

La corrupción en Colombia está de moda. Ya uno escucha decir que hay Congresistas que tienen como proyecto de vida enriquecerse en los cuatro años de su periodo. En los pasillos del Congreso no se oye hablar sino de contratos con los diferentes Ministerios, Gobernaciones y Alcaldías. Hay algunos de los honorables representantes o senadores que no hacen trabajo legislativo, no asisten a las sesiones y no desarrollan ninguna labor en beneficio de las comunidades, pues no tienen tiempo sino para llevar las hojas de vida de sus amigos o benefactores, y reunirse con los funcionarios públicos para las solicitudes de rigor.

El ausentismo es la regla. De los 166 representantes a la cámara, el promedio de asistencia es de 110 en las diferentes sesiones, en los tres años y medio que llevamos laborando por cuenta del Estado. La reunión con mayor asistencia en el año 2009 fue con 152 congresistas porque había que elegir un magistrado y estos habían hecho el lobby necesario. En los últimos seis meses el ausentismo originó la suspensión de la mayoría de las sesiones por falta de quórum y ha sido el periodo en donde menos proyectos se han aprobado. Hay sesiones en donde se aprueba el orden del día y en la discusión del primer proyecto, media hora más tarde, ya no existe quórum.

Hay casos tan extraños como congresistas que nunca van. Pasan hasta seis meses sin asistir al Congreso. Cuando han sido presidentes de la corporación gozan especies de “año sabático”. Yo recientemente conocí un congresista porque lo oí nombrar en una votación y tuve la intriga de saber quién era. Fue elegido en el 2006 y no lo conocí hasta diciembre del 2009. Curiosamente, ese día, que había transmisión por televisión, las cámaras lo enfocaron todo el tiempo. El caso del Senador Álvaro García, hoy en la cárcel por supuestos nexos con el paramilitarismo, que en una sesión, al pedir la palabra, expresó que en los últimos diez años como Senador era la primera vez que hablaba, no es el único caso. Hay muchos que no hablan jamás, ni presentan proyectos de ley ni hacen debates de control político.

Existen especies de “divas” del Congreso, que entran a las sesiones cuando éstas están avanzadas, dan una vuelta por el proscenio para que las cámaras de televisión los enfoquen y vuelven a salir para no regresar más. Incluso, viajan el mismo día o al siguiente, a sus ciudades de origen. A veces, cuando hay un proyecto clave del gobierno, entran a votar los artículos si el Ministro interesado los llama y el funcionario debe marcarles cada que hay una votación. Es decir, exigen 10 y hasta 20 llamadas ministeriales para entrar a votar y vuelven a salir, orondos, como si no fuera con ellos. Si no los llama el Ministro no entran a depositar su voto por el artículo correspondiente.

¿Dónde está el control? Definitivamente no existe; ni de las directivas del Congreso, que no aplican la Ley Quinta ni ponen las sanciones correspondientes, ni de los organismos del Estado como la Procuraduría y la Contraloría. ¿Dónde está el Zar anticorrupción?, ¿o es que esto no es de su incumbencia? Es también curioso que muchos de los ausentes que aparecieron recientemente en las páginas de los periódicos El Espectador y El Tiempo, no sean los que no van nunca, sino los que en alguna oportunidad han tenido algún problema por incapacidades u otros problemas menores. Qué bueno que hubiera periodismo investigativo e incorruptible.

La dignidad del Congreso debe recuperarse. Es probable que para ello se requiera una verdadera renovación. Esta corrupción que se vive en el Congreso, se transmite a la sociedad con la compra de votos y con el uso de prebendas para lograr los votos necesarios. Yo pregunto: ¿si un congresista emplea 1.000 o 2.000 millones de pesos en una campaña a la Cámara o al Senado, lo hace de su propia capacidad pecuniaria, o de los productos de la corrupción? ¿Este congresista es garantía para que mejoren las condiciones de vida del pueblo colombiano?


*Representante a la Cámara y aspirante al Senado por el Partido de la U.

domingo, 3 de enero de 2010

En el futuro es ineludible ir de la mano del medio ambiente

Jaime Restrepo Cuartas*

Semana.com/comunidades, Bogotá

Enero 2 de 2009

No podríamos construir un modelo productivo sostenible y permitir con ello otra fuente mayor de bienestar, si no tenemos una política coherente con la preservación del medio ambiente y la biodiversidad. Si lo logramos, en concordancia con los países que así están procediendo, conservaremos nuestra biodiversidad, nuestras fuentes de agua, avanzaremos en la descontaminación y tendremos agua potable como elemento sustancial del bienestar ciudadano.

La situación de Colombia es grave. No existe una política clara sobre la protección de nuestros recursos. Las normas son dispersas y muchas veces incoherentes. Nuestras Coporaciones Ambientales se mueven entre las presiones y la corrupción; cada vez la deforestación es mayor, perdemos las fuentes de agua; existe una enorme contaminación de los ríos y no existe un verdadero compromiso, a más de la retórica que se ha presentado con motivo de la reunión de Copehague, en donde no se lograron los objetivos trazados para el 2020, desde la reunión de Kyoto.

No se trata entonces de hacer pronunciamientos, sino de compromisos reales que permitan disminuir la contaminación de una manera progresiva y coordinada con las demás naciones del mundo, sin exclusiones. Se trata también de proponer una política sobre el medio ambiente, de hacer una reforma y unificar la legislación vigente y de vincularnos a procesos que controlen definitivamente nuestras riquezas en fuentes de agua, en recursos naturales, en biodiversidad, en manejo de nuestros recursos genéticos y en brindar agua potable a los colombianos.

Nosotros venimos advirtiendo que si nos incorporamos al tema de biocombustibles hay que garantizar que no compitamos con la producción de alimentos, lo que significa que aprovechemos nuestra riqueza en tierras aptas para producir alimentos, que concentremos la ganadería en formas intensivas, que si vamos a producir alcohol carburante y biodiesel, lo hagamos a partir de biomasas como la celulosa o los desechos de otros productos de exportación como el banano y el café, y usando semillas de plantas como la Ricinnus comunis y la Jatropha curcas.

Nuestras propuestas en el Senado buscarán unificar la legislación sobre el medio ambiente, establecer garantías para preservar las fuentes de agua, descontaminar las cuencas y los ríos y llevarle agua pura a los colombianos; así mismo trataremos de garantizar que no se produzcan fuentes de contaminación a partir de las basuras, que se intensifique la reforestación, que se exploten adecuadamente nuestro recursos genéticos y que llevemos bienestar a quienes en medio de una enorme riqueza, viven en precarias condiciones de vida y en una enorme pobreza.

* Médico. Representante a la Cámara y Candidato al Senado 2010-2014.

viernes, 29 de mayo de 2009

La crisis económica y la nueva Ley de Ciencia, tecnología e innovación, Ley 1286 de enero de 2009

Por Jaime Restrepo Cuartas*  

Revista del Congreso, Bogotá

Mayo 29 de 2009

En la reciente reunión del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, realizada en Medellín, uno de los temas que salió a flote para enfrentar la actual crisis económica internacional, fue la posibilidad de fortalecer el desarrollo científico, tecnológico y la innovación en los países afectados, y muy particularmente en los de economías débiles.

La situación es clara. Si fortalecemos la capacidad de producir conocimiento y lo aplicamos a las necesidades del país, en campos como el sector agropecuario e industrial, los recursos naturales, renovables o no, nuestra biodiversidad, las telecomunicaciones, la infraestructura y las potencialidades en temas como los recursos hídricos, la salud, la educación y el saneamiento básico, fortaleceremos, a no dudarlo, nuestra capacidad competitiva nacional e internacional.

La nueva Ley de ciencia, tecnología e innovación busca modificar el modelo productivo nacional, para que apoyados en la investigación, logremos dar valor agregado a los productos y servicios de nuestra economía, y de esa manera contribuyamos a la creación de una nueva industria nacional de base tecnológica, que propicie una productividad sostenible a largo plazo y nos permita resolver los enormes problemas de inequidad social.

Otros países del mundo han demostrado en los últimos veinte años, que es a partir del conocimiento, aplicado a las necesidades regionales, como se puede salir de la pobreza y de las inequidades sociales. La China, por ejemplo, ha logrado crecimientos entre el 8 y el 10% del PIB en los últimos diez años y otros países como la India, Corea e Irlanda han seguido por caminos similares.

La nueva Ley eleva la categoría de Colciencias a la de un Departamento Administrativo del orden nacional, con la obligación de trazar las políticas de una manera transversal al Estado y por tanto a los diferentes Ministerios e Instituciones del Gobierno, y le da una mayor capacidad de gestión a la entidad, pues el Director hará parte del Consejo de Ministros y del Consejo Nacional de Política Económica y Social, CONPES.

Del mismo modo, la Ley busca llegar al 1% de recursos del Producto Interno Bruto, PIB, en el país dedicado a ciencia, tecnología e innovación y de esa manera ponernos a tono con otros países Latinoamericanos como el Brasil que dedica 1,3% de su PIB, Chile que dedica el 1% y México que ha aprobado para este año un 1%. Recordemos que Suecia dedica 5%, Japón 3%, Alemania 3%, EEUU 2,7% y China un 2%.

La aplicación de la nueva Ley permitirá también que nosotros logremos un modelo sistémico con un trabajo en red, con interdisciplinariedad y trabajo en equipo; un proceso de regionalización de la ciencia para que las regiones ricas en recursos, pero con un bajo desarrollo relativo, logren equilibrar su desarrollo y puedan tener el capital humano necesario y los equipos indispensables para lograr capacidad competitiva con regiones de mayor desarrollo, fomentando además la solidaridad entre las regiones de mayor y de menor desarrollo.

Un aspecto esencial es tener ya una política de Estado en ciencia, tecnología e innovación, como lo demuestra un COMPES del 27 de abril de 2009 sobre el tema y además, que exista la suficiente preocupación como para crear una comunidad científica fuerte, lo cual se expresa con la aprobación de la formación de 500 doctores por año durante cinco años, en un convenio entre el Ministerio de Educación y Colciencias, y que tiene por objeto disminuir esa brecha de formación en doctorados que nos aleja cada vez más de otros países del mundo.

Sólo el desarrollo científico, las nuevas tecnologías y la capacidad de innovación, o sea el nuevo conocimiento científico, nos hará dignos frente a otros países del mundo, nos permitirá no ser dependientes de otras economías, y nos ayudará a ser competitivos en el marco de la globalización de las economías.

* Representante a la Cámara, autor y ponente de la Ley 1286 de enero de 2009

 

 

domingo, 26 de abril de 2009

La innovación nos hará mejores

 

Por Jaime Restrepo Cuartas*

El Tiempo, Bogotá

Abril 26 de 2009

 

Agregar valor a los productos y servicios para lograr el desarrollo de una nueva industria nacional de base tecnológica es el objetivo de la Ley de Ciencia, sancionada recientemente por el Presidente de la República.

 

La idea es que  el país tenga una productividad creciente y sostenida a largo plazo, y que ello contribuya a mejorar los factores de inequidad social que hoy en día azotan a Colombia.

 

Exportamos banano, café, flores, oro o carbón sin ningún proceso de transformación. Nos acostumbramos a venderlos sin agregación de valor, y además, diversificamos muy poco y no aprovechamos los factores de diferenciación que nos permitan ser competitivos.

 

Y para lograrlo necesitamos mejorar el desarrollo productivo; la formación de capital humano de alta calidad; la investigación en ciencia, tecnología e innovación; la infraestructura en vías, puertos, aeropuertos, navegación o en tecnología para la explotación de los recursos naturales no renovables; y el aprovechamiento de elementos de diferenciación que nos hacen únicos, como la biodiversidad, el potencial hidroeléctrico, los diferentes climas, etc.

 

En épocas de crisis económicas graves, como la actual, el elemento esencial para buscar soluciones efectivas a corto plazo, por encima de la refinanciación de la banca internacional, es la capacidad de innovación para el desarrollo de nuevas tecnologías, productos de mayor calidad y diferenciación, y agregación de valor. Las recientes reuniones del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, realizadas en Medellín, mostraron cómo los países deben invertir más recursos en ciencia, tecnología e innovación si quieren salir más rápidamente de las crisis.

 

El desarrollo que los países obtienen a partir de la investigación disminuye el desempleo y el subempleo, permite mayor seguridad social y nos ayuda a resolver los problemas de inequidad. El conocimiento eleva también nuestra autoestima y nos hace más dignos y menos dependientes frente a la comunidad internacional.

 

*Coautor de la Ley de Ciencia y Tecnología

 

sábado, 4 de abril de 2009

Del exrector de la U de A, Jaime Restrepo Cuartas

El Mundo, Medellín

Abril 4 de 2009

Sería ingenuo de mi parte pensar que mi respuesta pudiera tener el mismo lugar del editorial del periódico de 2 de marzo del presente año, titulado: “En la Universidad de Antioquia primó el buen juicio”. Sin embargo, acudiré a su prestigio como periodista y sus atributos democráticos y patrióticos, para solicitarle que se le dé en el periódico “El Mundo”, a esta respuesta, el despliegue que se merece mi buen nombre como ciudadano y mi prestigio como profesional. Me referiré en esta masiva, por supuesto, tan solo a las alusiones que en el diario hace sobre mi persona y en las apreciaciones sobre una supuesta politiquería, comportamientos antiéticos o influencias sobre el manejo presupuestal de la Universidad.

Señor director: 

Ante todo, debe estar libre de duda, mi respaldo a la Universidad de Antioquia como institución al servicio del país, no solo por mi incesante batalla para que sea una entidad para la ciencia, la investigación y la cultura, sino para que se preserve de la violencia que la maltrata, deteriora el ambiente académico y la pone en riesgo de cesar en el cumplimiento de su misión. Prueba de ello es que en el actual Congreso de la República, a más de las tres leyes de mi autoría que he logrado sacar adelante, he insistido en el mejoramiento presupuestal, el respeto a la autonomía, el incremento de los recursos de la estampilla y la preservación de los servicios de salud, de las Universidades públicas. 

De tiempo atrás, por los canales institucionales, como son las conversaciones directas con el señor Rector y en las reuniones con los ex rectores, he cuestionado el que se haya permitido que los venteros ambulantes vuelvan a tomarse la universidad, por los riesgos que ello conlleva en el ingreso de delincuentes que, en el interior del Alma Mater, comercian con todo tipo de productos, incluidas las mercancías piratas o las drogas enervante; realizan robos, atracos y actos vandálicos, o sirven como vehículo para la infiltración de grupos armados al margen de la ley, quienes, encapuchados, hacen despliegues militares en el claustro, atemorizando a la comunidad académica. 

Mis críticas al manejo actual de la Universidad De Antioquia han estado alrededor de la preservación de un ambiente académico para facilitar el estímulo a la labor docente, pues los cierres periódicos y el miedo a la violencia, van haciendo mella en el mejoramiento continuo de la calidad en los diferentes programas. No es mi costumbre, nunca lo ha sido, hacer chismes de farándula, buscando desacreditar a alguien. Y jamás he buscado prebendas personales y menos presupuestales. 

Así de claro, y si alguien piensa lo contrario que lo diga sin ambigüedad y sin necesidad de hacer correr rumores. Desde mi actual posición como Representante a la Cámara puedo y debo opinar de éste y de cualquier otro tema sin que ello implique una falta a la ética, y mi opinión puede o no ser tenida en cuenta. En este caso no se tuvo en cuenta, lo cual no resta que mi capacidad siga siempre al servicio de la Universidad. 

De usted, cordialmente 

Jaime Restrepo Cuartas

martes, 17 de marzo de 2009

"Si no ofrecemos buenos salarios se nos van los doctores"

Por Jaime Restrepo Cuartas (Entrevista)

Revista Semana, Bogotá

Marzo 15 de 2009

 

El representante Jaime Restrepo Cuartas analiza con SEMANA los alcances de la nueva ley de ciencia, tecnología e innovación.  

Colombia está en los suburbios de la ciencia. Hay poco presupuesto para la investigación, los posgrados no son tan apetecidos pues nadie quiere quemarse las pestañas para obtener un sueldo que no compensa lo invertido en la matrícula, los doctores prefieren trabajar en el extranjero y no existe una cultura arraigada de las patentes. Aunque el panorama se ve desolador, la ley 1286 que fue sancionada este año promete ser un salvavidas. SEMANA habló con Jaime Restrepo Cuartas, uno de sus ponentes, sobre los alcances de la legislación.

 

Semana: ¿Qué significará la nueva ley para los estudiantes de posgrado? 


Jaime Restrepo Cuartas: La ley contempla el fortalecimiento de las maestrías y doctorados con el objeto de robustecer la comunidad científica. Se acaban de aprobar los primeros recursos para financiar los 500 nuevos doctores que se van a formar. La ley ya está incidiendo en la formación de maestrías y doctorados. 
 
Semana: ¿Por qué se forman tan pocos doctores en Colombia? 


J.R.C.: Porque no hay recursos. Apenas ahora se está viendo que este es un elemento fundamental para el desarrollo del país. Acá el proyecto de maestrías no lleva más de 20 años y el de doctorado sólo ha cogido fuerza en los últimos 10.

  
Semana: ¿Qué significa esto en la práctica?

 
J.R.C.: Colombia estaba sacando alrededor de 100 doctores por año, ahora se pasa a 500, lo cual va a multiplicar la capacidad productiva del país. Esto tiene que ser muy articulado con las universidades, porque la formación de estos doctores no va a ser sólo en el extranjero, sino también en instituciones colombianas. 
 
Semana: O sea que se van a ofrecer más doctorados en Colombia. 


J.R.C.: Sí, claro. Las universidades tendrán que ir adquiriendo las competencias y la capacidad para formar más doctores.

 
Semana: ¿Cree que la nueva ley tiene las herramientas para detener la fuga de cerebros? 


J.R.C.: La nueva ley pone unos elementos, pero hay que complementarla. Las universidades, los centros de investigación y el sector productivo van a tener que buscar mecanismos que permitan la existencia de laboratorios suficientes y bien dotados para que quienes hagan investigación puedan hacerla acá. Fuera de eso hay que tener unos salarios competitivos. Si no ofrecemos buenos salarios se nos van los doctores o se quedan afuera. 


Semana: Para eso también hay que involucrar al sector privado. 


J.R.C.: Hay que trazar estrategias de vinculación entre el sector académico y el sector productivo. Encuentros universidad-empresa-Estado, pasantías de investigadores en el sector privado, pasantías de profesionales del sector productivo como profesores de cátedra. Las empresas deben contemplar la posibilidad de abrir sus propios centros de investigación y empezar a recibir doctores. 


Semana: ¿Cree que Colombia puede competir con otros países en materia de investigación? 


J.R.C.: Por supuesto. Le pongo algunos ejemplos. En el campo de la inmunología nuestros equipos han logrado que los trasplantes en Colombia sean una realidad con un éxito comparable al de cualquier país del mundo avanzado en la materia. También hay unos avances muy importantes en estudios de enfermedades tropicales. Las investigaciones más importantes sobre el tema se están haciendo acá. Hay ejemplos de investigadores que están en el nivel más alto. 


Semana: Entonces, ¿por qué existe la impresión de que acá no se investiga? 


J.R.C.: Lo que ha pasado en Colombia, especialmente en las universidades públicas, es que cuando encuentran un descubrimiento publican un artículo y archivan el proyecto porque con eso ya obtienen prestigio y una mejor remuneración económica. Lo que estamos diciendo es que la investigación debe dar un resultado que contribuya a la solución de los problemas fundamentales del país. 


Semana: ¿Cómo está el país en términos de patentes? 


J.R.C.: Muy mal. Cuando España o Argentina tienen alrededor de 2.000 solicitudes de patente por año, acá tenemos alrededor de 400 en cinco años. Y de esas se aprueban dos o tres. Por eso se necesita sembrar la cultura de la certificación y las patentes en los investigadores. 


Semana: ¿Cómo está Colombia en cuanto a ciencia e innovación comparado con otros países de Latinoamérica? 
 
J.R.C.: Mal. Actualmente invertimos cerca del 0,2 del PIB en investigación, mientras que por ejemplo Brasil invierte el 1,3 por ciento y Chile el 1. Además, México definió que va a pasar al 1 por ciento y Venezuela al 2 por ciento. Por eso estamos proponiendo que en Colombia  llegue al 1 por ciento en 2010. Si logramos esto, estaremos entre los primeros países líderes de la región.

  
Semana: ¿Por qué invertir tanto en ciencia? 


J.R.C.: Solamente la investigación permite que haya mejor calidad y abaratamiento de los costos de un producto. Lo que se busca es generar valor agregado, ser más competitivos, crear industrias y así resolver temas como el del empleo, por ejemplo.

  
Semana: ¿Cuál es el perfil de investigadores que necesita el país? 


J.R.C.: En el caso de las ciencias sociales hay que seguir investigando los temas de violencia y negociación de conflicto. También en temas de pobreza, desplazamiento e inequidad social. En cuanto a los recursos naturales, tenemos un enorme potencial y la oportunidad de desarrollar energías alternativas. Poseemos grandes recursos no renovables como el carbón y el oro, en los cuales es posible hacer mucha investigación que nos permita más valor agregado. Además, poseemos una enorme biodiversidad que tenemos que poner al servicio de los colombianos y de la humanidad. 


Semana: ¿Qué universidades están liderando la investigación en Colombia? 


J.R.C.: Hay varias. La Universidad Nacional, la Universidad de Antioquia, la Universidad del Valle y la Industrial de Santander. También instituciones privadas como la Universidad de los Andes, la Javeriana, la Libre, la  Universidad del Norte, la Eafit y la Bolivariana. Otras están arrancando pero ya están dando sus pinitos. 


Semana: ¿Cree que se puede recuperar el tiempo perdido? 


J.R.C.: La Comisión de Sabios en 1993 dijo que el camino que debería seguir Colombia para salir del subdesarrollo era invertir en ciencia, tecnología e innovación. Tener más doctores, dar valor agregado, etcétera. A eso no se le pararon muchas bolas, pero fue precisamente por ese fracaso que nos dimos cuenta de que aquí no había una política de Estado sobre ese tema. Pero eso ya se está cambiando.

 

domingo, 15 de febrero de 2009

"Vamos a cambiar el país"

Jaime Restrepo Cuartas (Entrevista)

Revista Semana, Bogotá

Sábado 14 de febrero de 2009

 El representante de Antioquia Jaime Restrepo Cuartas habló de la nueva Ley de Ciencia y Tecnología creada por él y la senadora Marta Lucía Ramírez.

Semana: ¿Para qué sirve la Ley que acaba de firmar el Presidente?

Jaime Restrepo Cuartas: Busca modificar el modelo productivo del país, hacia uno en el que la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías les dé valor agregado a todos los productos y servicios de nuestra economía. Además, creará nuevas empresas, mayor productividad y más empleo.

Semana: ¿Qué cambios plantea?

J.R.C.: Lo primero es que convierte a Colciencias en un Departamento Administrativo Nacional, con el que podrá coordinar las acciones e inversiones de ministerios y entidades públicas. Con 100.000 millones de pesos de las regalías se creará un capital semilla para promover la investigación, al que deben llegar los recursos de otras entidades y de cooperación.

Semana: ¿Cuánta plata va a manejar este Fondo?

J.R.C.: Este año manejará el 0,5 por ciento del Producto Interno Bruto, cerca de 1,5 billones. En 2010 se doblará y llegará a unos 3,5 billones de pesos al año y en 2019 deberá manejar 2 puntos del PIB.

Semana: ¿Y qué van a hacer para que esa plata se invierta bien?

J.R.C.: Desde hace años Colciencias viene construyendo una sólida comunidad científica y de investigación. Esta será fortalecida desde las regiones, pero sin duda Colciencias y el gobierno trazarán políticas y estrategias para promover la investigación en biotecnología, recursos naturales, biodiversidad; desarrollo de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC), ciencias sociales y humanas.

Semana: ¿Y sí hay quién investigue en Colombia?

J.R.C.: Hoy hay más de 3.000 grupos de investigación en Colombia, pero apenas en el país hay 2.400 doctores. Debería haber 8.000. Por eso, la tarea del Ministerio de Educación es formar 500 nuevos doctores por año en el próximo quinquenio, para llegar a los mismos niveles que tienen otros países de la región, como Chile.

Semana: ¿Y cómo hacer para que los hallazgos no se queden guardados?

J.R.C.: Porque a través del Consejo de Ciencia y Tecnología se crea una relación de universidad-empresa-Estado, en la que sin duda el mayor beneficiado va a ser el sector productivo. La ley acaba la enorme dispersión de recursos y esfuerzos que hay en esta materia en el país.

Semana: ¿Cree que con esta ley el país sí podrá crear conocimiento?

J.R.C.: Las condiciones están dadas. Es hora de que nosotros patentemos y les saquemos provecho a nuestros recursos, en vez de esperar que otros lo sigan haciendo. Una sola bacteria que se investigue puede traer nuevos conocimientos, usos y productos increíbles.

lunes, 21 de julio de 2008

¿La autonomía para la barbarie?

Por: Dr. Jaime Restrepo Cuartas
El señor Luis Guillermo Pardo Cardona, en un artículo de opinión aparecido el 2 de junio en el periódico “El Colombiano”, arremete contra el Presidente Álvaro Uribe Vélez, cuando le ordena a la fuerza pública, en su carácter constitucional de ser el jefe del orden público, por encima de la autoridad de los gobernadores y alcaldes, que allane las instituciones desde donde se cometen actos de terror, para detener a los culpables y hacerles pagar por sus delitos.

Toma esta decisión, luego de contemplar asombrado, como desde las Universidad Surcolombiana en Neiva, un grupo de estudiantes que conmemoraban el aniversario del Movimiento Bolivariano auspiciado por las FARC y defendido por Hugo Chávez, les arroja gasolina a cuatro policías y luego otro los prende con fuego, y cuando, apenas unos días más tarde, otro grupo de estudiantes desde la Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá, hace algo similar con los agentes encargados de controlar el orden público, arrojándoles ácido sulfúrico y produciéndoles a varios de ellos graves quemaduras en su rostro y en su cuerpo.

El señor Pardo, de una manera descontextualizada y absurda, trae a cuento el “Manifiesto de Córdoba” del 21 de junio de 1918 en Argentina, en donde los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba, protestando por el anacronismo académico al que había llegado la institución y por la elección de Rector, y buscando ser partícipes en los procesos de elección de las directivas, se levantaron en una huelga hasta lograr el propósito de lo que se ha conocido como el cogobierno universitario.

Ni la autonomía pregonada por el señor Pardo es lo que él cree, ni el cogobierno ha sido la solución para las universidades latinoamericanas que la aceptaron como un modelo, especialmente en Bolivia y el Ecuador y que hoy las tiene sumidas en el deterioro y la mala calidad. Si a eso es a lo que se refiere él en su columna.

La autonomía que reconocen y defienden la Constitución de 1991 y la Ley 30 de 1993, es la autonomía académica: la libertad de cátedra y de enseñanza, la posibilidad de crear conocimiento y de no coartar la libre expresión de las ideas. La autonomía es la expresión académica de la libertad y toda libertad conlleva responsabilidad.

Uno es libre de pensar como quiera pero también es responsable de sus actos, y si en aras a su libertad desarrolla conocimiento y produce desarrollo al servicio de los colombianos bienvenida sea esa libertad, pero si su libertad es para destruir, colocar bombas en los recintos universitarios como lo hicieron las FARC en 1988 en la Rectoría de la Universidad de Antioquia, o matar a profesores como lo hicieron las huestes de Carlos Castaño con el investigador Hernán Henao o hacer paradas militares con ostentación armada como ocurrió recientemente en el Alma Máter por las supuestas milicias bolivarianas o quemar policías con ácido sulfúrico y gasolina como ocurrió con los hechos recientes de la Universidad Surcolombiana o la Pedagógica Nacional, esa si no será bienvenida señor Pardo. Allí el Estado tiene que actuar porque está es defendiendo a las mayorías contra el terror de un puñado de bárbaros.

La Universidad es el recinto para la libertad; tanto es así que recientemente la Universidad de Antioquia en el teatro Camilo Torres, escuchó, casi de una manera reverencial, las diatribas de Fernando Vallejo contra las instituciones y el Estado, pero esa libertad se pone en riesgo con la violencia, pues la violencia desdibuja la razón de ser de la universidad y la pone en riesgo de fracasar en su misión esencial y en sus objetivos.

Nosotros no añoramos la autonomía para hacer ostentación armada en paradas militares, ni para que los miembros del Partido Comunista Clandestino de las FARC ejerzan su labor proselitista combinando todas las formas de lucha en los recintos académicos. Esas añoranzas se las dejamos a otros, señor Pardo.