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jueves, 28 de enero de 2010

Chávez y hasta pronto

Víctor Diusabá R.

El Colombiano, Medellín

Enero 28 de 2010

Me encantó la respuesta de Teodoro Petkoff cuando le preguntaron en Caracol Radio sobre quién, o qué, era lo que sostenía a Hugo Chávez en el poder. Palabras más, palabras menos, Petkoff respondió que un solo hecho: Hugo Chávez fue elegido para gobernar hasta 2012 (otra cosa es que quiera buscar algún recurso de esos que terminan siendo 'legítimos' para quedarse en el poder). Y agregó el veterano periodista que nadie está interesado, o al menos nadie debería estarlo, en anticipar su salida de la Presidencia.


Como debe ser, ¿no es cierto? Imagínense las terribles consecuencias de tomar ese peligroso atajo para poner fin a un gobierno que, más allá de la impopularidad (no es tampoco la popularidad el indicador más fiable de la democracia), no puede negar su responsabilidad en el ambiente erizado que vive Venezuela.


Y que, incluso, ahora, no contento con el cierre o la presión a medios que no le son afectos (y, en ese mismo sentido, con el respaldo contento y sonante a los que lo respaldan, caso Cisneros), decide reprimir las manifestaciones. Además, con la violencia oficial que le permite cumplir con una más de las asignaturas que terminan por graduar como sátrapas a quienes originalmente son representantes de la voluntad popular. Como testimonio, ahí están los cuerpos de dos estudiantes asesinados a bala en Mérida.


Así que quienes anhelan un 'extra' desde Caracas, con ruido de sables y tanques en las calles, aguántense las ganas. Más bien, fíjense que el mismo Chávez se ha encargado, como no lo hubiera hecho de mejor manera el más enconado de sus adversarios, de desvalorizarse a sí mismo.


Aparte de racionamientos y apagones, necesidades insatisfechas, renuncias en la cúpula del gobierno e inseguridad callejera sin antecedentes, hay la sensación de que es evidente el retroceso de la influencia de Chávez en la región como inspirador y líder del movimiento bolivariano y de su propuesta del socialismo del Siglo XXI.


Igual, nadie puede afirmar que le viene encima una hecatombe. Las elecciones legislativas de septiembre próximo dirán, antes que nada, cómo ha sido la tarea de la oposición de convertir las encuestas en hechos políticos. Las probables respuestas de Chávez frente a un hipotético revés en las urnas, marcarían además la línea de comportamiento del vecindario.


Una versión de Andrés Oppenheimer puso a rodar la posibilidad de que el nuevo presidente chileno, Sebastián Piñera, está dispuesto a encabezar un bloque anti-Chávez, del que formarían parte Colombia, Perú, México, Panamá, Costa Rica y Honduras. Pero los asesores de Piñera lo niegan, entre otras cosas porque, dicen, eso le traería un problema interno de magnitudes.


¿Pero, qué pasaría si, por ejemplo, las elecciones de septiembre tienen vicios de transparencia? ¿O si la represión, como parece ser y él mismo lo amenaza, tiende a aumentar? ¿O si, como dice el mismo analista, la derecha triunfa en las elecciones de Brasil? S ea como sea, deben ser los venezolanos, y nadie más, quienes decidan su futuro, ojalá en las urnas. En donde nadie tiene nada ganado.


Sobrero: O corte de coleta, ojalá, temporal a esta columna. Me llevo mi Pizarrón a un receso. Otras obligaciones laborales, por fortuna en este mundo del periodismo, acapararán el tiempo destinado a este ejercicio de opinión. Gracias a esta casa periodística, y a Colprensa, por haberme facilitado en estos años un espacio en sus páginas. Y gracias a los lectores por su benevolencia. Hasta una nueva oportunidad.

jueves, 17 de diciembre de 2009

El penúltimo crimen de Pinochet

Víctor Diusabá Rojas

El Colombiano, Medellín

Diciembre 17 de 2009

Hace pocos días, en una librería de segundas algún joven acompañante me preguntó por la persona que aparecía en la portada de un libro, armada de una guitarra. Se trataba de Víctor Jara, el célebre compositor asesinado en los primeros días del golpe en Chile que derrocó a Salvador Allende, el otro 11 de septiembre, ese también terrible de 1973.


La bruma del paso del tiempo se ha llevado el recuerdo de Jara, como se lo llevaron a él en sus garras los militares que lo torturaron sin compasión, mientras, cuentan, él intentaba, en los últimos estertores, encadenar los últimos versos.


Pero no todas las veces vence el olvido. Vean cómo acaba de comprobarse que la muerte del ex presidente de Chile Eduardo Frei Montalva no fue el resultado de una extraña infección mientras se encontraba internado en un hospital, sino que lo envenenaron de a poco hasta quitárselo de encima, cuando emergía como líder de la oposición a la dictadura.


En el criminal complot tomaron parte cuatro médicos, algunos de ellos miembros de sanidad militar, y dos civiles. Uno de estos últimos es Luis Herrera Arancibia, chofer privado del ex presidente y quien les entregó a los victimarios, a cambio de dinero, información de Frei durante varias semanas.


Frei (padre de Eduardo Frei Ruiz Tagle, aspirante a la presidencia) duró tres meses en la Clínica Santa María de Santiago, luego de que una simple cirugía para tratar una hernia terminara en una larga agonía de tres meses, que culminó a su vez en una peritonitis aguda y un shock séptico.


Según el juez que procesa a los seis responsables, se comprobó que hubo "introducción paulatina de sustancias tóxicas no convencionales" y "aplicación de productos farmacológicos no autorizados", amén de "la ocurrencia de diversas situaciones anómalas que fueron disimuladas como inadvertencias o negligencias".

¿Increíble? Para nada. A lo largo de la historia, incluso desde mucho antes que los Borgia usaran todo tipo de recursos para salir de quienes se les podrían atravesar en el camino, el poder se ha disfrazado de horror para mantenerse en el poder.


Ahora bien, más allá del espeluznante capítulo sobre los últimos días de Frei, lo que vale revisar es cómo al ex presidente se lo devoró un Frankestein que, a lo mejor sin querer, ayudó a inventar. Ocurre que Frei desconfiaba de Allende: "tú vas a instituir un gobierno marxista", le dijo antes de que asumiera el poder, fruto de la voluntad popular. Allende le pidió que le diera la oportunidad de demostrarle lo contrario.


Lo que vino enseguida da para muchas preguntas: ¿es cierto que Frei conoció de antemano que se iba a dar un golpe de Estado? ¿Lo supo a través de mandos militares afectos a la Democracia Cristiana? ¿Por qué pasó la noche anterior al golpe en una casa que no era la suya? Algunos de sus biógrafos dicen que consideraba que la única salida posible para el Chile de entonces era tumbar al gobierno, pero que creía que el golpe sería incruento y que los militares harían un gobierno de transición. Cuando despertó a la realidad, era tarde. Pinochet no quería ser ave de paso y para sostenerse recurrió al régimen de terror que conocemos. Frei quiso actuar, pero en la Clínica Santa María, los carniceros le hicieron el mismo trabajo que a miles de sus compatriotas. Es el penúltimo crimen de Pinochet. Como penúltimo será el próximo, porque siempre habrá uno más.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Del calentamiento al "climagate"


Víctor Diusabá Rojas

El País, Cali

Diciembre 07 de 2009

Sucede que pasan muchas cosas allá afuera. Más de las que cree este país parroquial en que nos hemos ido convirtiendo con inocultable gusto. Mientras nos abstraemos en el nuevo invento de la rueda, el mundo se juega cartas decisivas para el futuro inmediato.

Por ejemplo, desde hoy en Copenhague los intereses de ricos y pobres se sientan a mirar qué hacer frente a la progresiva destrucción del planeta. Ese asunto en que nos hemos empeñado los seres humanos y en el que, no cabe duda, hemos conseguido terribles logros.

Allí, todos los caminos conducen a un solo punto: el del calentamiento global. Ya sea que las preocupaciones provengan del asombro que significa ver al Ártico convertido en un helado chico, ya sea por las altas temperaturas de los océanos, ya sea porque el mar se traga las costas o porque el verano se ha vuelto una costumbre y con él las angustiosas consecuencias de hambrunas y desastres que son agenda de estos países llamados, eufemísticamente, en desarrollo.

Lo ideal sería que de la cita en Dinamarca salieran acuerdos efectivos para reducir la emisión de gases que trae consigo el efecto invernadero y financiar a los de menos recursos para que contemos con la tecnología necesaria que nos permita enfrentar el problema y adaptarnos a los nuevos tiempos. Sólo que, sin querer aguar la fiesta, ya se puede anticipar que primarán otros intereses, porque algunas potencias cederán lo insuficiente para cambiar el destino de esta bolita sujeta a condiciones climáticas menos previsibles y más caóticas.

Ahí está como prueba lo que ocurre en el trapecio amazónico, donde, Colombia, Brasil y Perú, o al menos los ciudadanos de esa zona fronteriza, viven la angustia del retraso de la temporada de lluvias. Una sequía que se puede medir en el hecho de que algunos ríos han visto decrecer su caudal en trece metros. Por eso, la navegación está casi suspendida y algunas comunidades indígenas viven las penurias del aislamiento.

"El verano ha dejado el río seco y ha matado a miles de peces. Las canoas y los barcos han quedado encallados en la arena. Los peces muertos generan mal olor y el bonito Amazonas parece un basurero”, dice Greenpeace. Y la sequía es atribuida al calentamiento global.

Ese sería el marco de un encuentro clave para el futuro de la humanidad. Y digo sería porque para algunos la situación tuvo un giro de 180 grados luego de que ‘hackers’ pusieran en la red una serie de correos electrónicos que se cruzaron científicos expertos en el tema. De los mismos se infiere que ellos han exagerado los índices del calentamiento global hasta hacerlos alarmantes.

¿Con qué fin? No se sabe. Hay quienes lo interpretan como un complot, al que han bautizado como ‘climagate’. El escándalo ya cobró cabezas en la comunidad científica, mientras se aclara cómo se llegó a ciertas conclusiones no menos que apocalípticas.

Bueno sería saber la verdad, aunque más allá de ella nadie puede negar el muy mal aspecto que el planeta tiene hoy. Incluso aquí, donde creemos que eso ni nos toca ni nos importa, porque, como siempre, nuestros afanes son otros, los parroquiales.

martes, 1 de diciembre de 2009

La encrucijada de Lula

Victor Diusabá Rojas

El Universal , Cartagena

Noviembre 30 de 2009

El papel de Lula en la construcción del nuevo Brasil se puede medir tanto en las conquistas sociales alcanzadas en su país, como en el liderazgo en la región que hoy ejerce esa nación. Brasil es en realidad un continente enclavado en otro, al que por fin le apuesta, además, con grandes posibilidades de cambiar el rumbo de la historia continental.

Todo eso es bueno para América del Sur y, en general, para América Latina. El modelo de la Unión Europea, con los años luz que parecen separarnos de un proyecto similar, es mucho más factible en la medida en que aceptemos nuestras diferencias. Y, también, si Brasil tiene suficientes argumentos para ponerse al frente de un bloque y jalonar como lo que es, un gigante. Porque para liderar se necesita, antes que voluntad, músculo.

Aparte, Lula tiene una sorprendente facilidad para conseguir lo que se propone. Entre el curtido dirigente sindicalista de antaño y el hombre de talla mundial de hoy, hay a simple vista la enorme diferencia que deja el rodaje del poder. Ya en el fondo, subsiste ese ser humano en el que, dicen quienes lo conocen de tiempo atrás, permanece incólume el soñador que ha ganado todo en la vida a punta de esfuerzo.

Pero justo en ese punto del éxito es cuando la vida le plantea a Lula su ‘encrucijada del alma’, que podría catapultarlo aún más arriba de donde ya se encuentra o, por el contrario, cobrarle para siempre el peso del que puede ser un error histórico inmenso.

Error, no se sabe bien si atribuible a la ingenuidad de primíparo en su estreno en las grandes ligas o a un problema de cálculo que podría terminar en hecatombe: el afán por hacerse patrón de causas no tanto perdidas como catastróficas.

Y es que en aras de convertirse en redentor de presuntos desvalidos, Lula encuentra justificable darle, por ejemplo, la mano al régimen teocrático de Irán. O lo que es lo mismo, al presidente Mahmud Ahmadineyad, quien intenta lavar en el exterior la vergüenza de sus componendas para cerrarle el paso a la oposición en las pasadas elecciones. Y, qué paradoja, esa oposición en Irán es lo que más se parece a Lula en sus tiempos de valiente opositor a la dictadura brasileña.

Más grave es lo que sigue: Lula cree en la buena fe de Ahmadineyad, un personaje que ha dicho todas las mentiras posibles para esconder una carrera nuclear que tiene cara de todo, menos de fines pacifistas. La condena del mundo la semana pasada en el seno del OEIA, organismo de la ONU especializado en el tema, es el final de una serie de sospechas fincadas a las que siempre el gobierno de Teherán respondió con burlas o de manera desafiante.

Ahora, cuando Alemania, Estados Unidos, Rusia, China y Reino Unido se han puesto de acuerdo en torno a la preocupación que despierta el peligroso juego atómico iraní, Brasil ha decidido abstenerse de la condena pública. Independencia, podrán decir algunos. ¿O será más bien torpeza?

¿Cree de verdad Lula que el gobierno iraní sólo busca con su programa nuclear “fines pacíficos”? ¿Y está seguro de que darle aval a ese proyecto es evitar que Irán se sienta más aislado y obre en consecuencia? Aún tiene tiempo de repreguntarse eso. Pero si elige el camino de apoyar a Ahmadineyad y a todo lo que representa, no queda más que desearle mucha suerte, porque la va a necesitar. (Colprensa)

jueves, 12 de noviembre de 2009

El autoritarismo latinoamericano

Victor Diusabá

El Colombiano, Medellín

Noviembre 12 de 2009


No es casualidad. El presente de Hugo Chávez, Rafael Correa y Daniel Ortega tiene un común denominador: los tres viven el momento más difícil desde que accedieron al poder en sus respectivos países, no sobra decirlo, por decisión mayoritaria de sus pueblos.

Comencemos con las angustias de los nicaragüenses. Luego de tres años en el poder, Ortega ha conseguido que el 79% de sus paisanos tenga que vivir con el equivalente a cuatro mil pesos diarios de los nuestros. Semejante nivel de miseria sólo debe ser comparable al de los largos años de la tenebrosa dictadura de los Somoza, los tristemente célebres 'Tacho' y su hijo Anastasio.

Al hambre, súmenle el escandaloso fraude en las elecciones municipales del año pasado, que acabó con la confianza de países europeos que, hasta ese momento, creían en una nueva era en Nicaragua. Así, se perdieron cerca de 100 millones de dólares anuales de ayuda.

Si a eso se le agrega que en los últimos meses las exportaciones cayeron en 11%, la inversión extranjera en 9% y las remesas de emigrantes en 5%, no hay futuro para Nicaragua. O al menos no lo hay en manos de Ortega, que ahora pretende la reelección, sin importarle todo lo anterior ni tampoco los escándalos de corrupción en que se han visto envueltos miembros de la familia presidencial.

Por los lados de Correa, muchos esperaban que con él llegara a Ecuador la estabilidad. De hecho, sucedía a una década en la que pasaron por el palacio de Carondelet seis mandatarios. Pues aparte de la de Correa, de su estabilidad, el país anda dando tropezones, fruto de los enfrentamientos del gobierno con todos los sectores sociales y sin que se cierre en algo la brecha de un país agobiado por el desempleo (se cree que 400 mil personas engrosaron esas filas en el último año).

Agreguemos la absurda política que pareciera pretender el destierro de la inversión extranjera. No extraña entonces que siete de cada diez ecuatorianos consideren que el país está en una situación "mala", y que cinco de cada diez apuesten a que todo empeorará.

Y de Chávez, todo está dicho. Para una sociedad como la venezolana, que vive entre las angustias de una imperdonable crisis energética y la zozobra del poder de la delincuencia en las calles, nada peor que un hombre dispuesto a salvarse ante la historia a punta de gastos y discursos guerreristas.

En conjunto, todo eso significa que más allá de la sociedad del mutuo elogio que han construido los tres (el 'todos para uno y uno para todos' de que hacen gala, con Evo además como D'Artagnan a bordo), lo que hace agua en ese proyecto es el populismo en el que son expertos.

Ese mismo que han pretendido en vano disfrazar de nueva corriente política para obtener respaldo popular y que Edmundo Jarquín, líder del disidente Movimiento Renovador Sandinista, llama "autoritarismo latinoamericano".

¿Y en qué consiste? Jarquín lo resume así: "En clientelar frente a los sectores populares, cooptar frente a los sectores empresariales y ser heterodoxo en las formas de represión. En no usar ejércitos, sino turbas paramilitares. Y en aplicar la coerción fiscal, el acoso administrativo y el chantaje judicial".

jueves, 29 de octubre de 2009

Obama vs. Fox News

Víctor Diusabá Rojas

El Colombiano, Medellín

Octubre 29 de 2009

En 1861, en plena Guerra de Secesión, el presidente Abraham Lincoln saca tiempo a sus angustias para escribir, de su propio puño y letra, una carta privada a James Gordon Bennett, director del periódico de mayor influencia entonces en los Estados Unidos, el ' New York Herald '.


El hecho, toda una excepción en la época, tenía razones de ser. Primero, los niveles de crítica parecían superar los peores cálculos del gobierno. La prensa del Norte, partidaria de acabar con la esclavitud pero nada comprometida con la guerra, hacía del Presidente blanco permanente de durísimos editoriales. Y segundo, sus huestes iban de mal en peor y las pérdidas en la batalla de Bull Run hacían presagiar lo peor.

Lo que pedía Lincoln era comprensión y solidaridad, que se tradujeran en apoyo de la opinión pública para sacar adelante una dolorosa empresa: la de ganar una guerra entre hermanos que no pretendía nada más que la igualdad de derechos de los ciudadanos, sin ningún tipo de distingos. El Presidente logró su propósito: el ' New York Herald ' dio un giro y Bennett ayudó a que el clima cambiara a favor de Lincoln, sin rayar en el entreguismo.


Ahora que se conmemoran los 200 años del natalicio de Lincoln la anécdota cobra más valor, en medio de uno de los más sorprendentes enfrentamientos públicos que se recuerden en la historia de esa nación: el que protagonizan el presidente Barack Obama y la cadena de televisión Fox News , que ya dejó tendidos en el campo. De un lado, al menos un funcionario de alto rango de la administración demócrata que debió dar un paso al costado. Y del otro, la libertad de prensa, entiéndase ésta como lo que es y siempre debe ser: prensa libre y responsable.


Fox News , eso se sabía de antemano, se ha convertido en un ala del Partido Republicano para descabezar todas las iniciativas de Obama y para leer a la nación y al mundo en el sentido que considera su política editorial.


Por ejemplo, algunos de sus analistas prefieren que se abra otro frente de guerra en Irán, antes que la negociación; apoyan de forma incondicional a los sectores guerreristas de Israel que reclaman más armas y en ese mismo sentido plantean cero acuerdos con Palestina; claman algo más que simple rechazo a las agresivas políticas de Chávez; y son partidarios de no aflojarle las tuercas a Cuba. Ya se pueden imaginar lo que piden en Honduras?


Tienen todo el derecho a pensar así, porque en eso creen. Como nadie les puede negar que se pronuncien contra las bodas gay, a favor de la venta indiscriminada de armas, en contravía del espíritu mundial que intenta frenar el calentamiento global, o ese extraño impulso que tienen para que la seguridad social, y en particular la prestación del servicio de salud en los Estados Unidos, sólo cobije a quienes tienen plata.


Obama entiende que Fox News y quienes se ven representados en ella, representan una oposición feroz, con la que hay que convivir. E incluso toleró hasta hace muy poco que lo tildaran de "racista". Eso más temprano que tarde iba a caer sobre su condición de ser primer Presidente negro en la historia de Estados Unidos.


Eso sí, lo que no puede hacer Obama es dejarse provocar, hasta el punto de decidir que no le hablará a Fox News hasta el 2010.


Ese tipo de vetos huele a censura y el Presidente no debería olvidar aquello que siempre estará vigente: "una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala". (Albert Camus).

lunes, 21 de septiembre de 2009

Armas: negocio para dos

Por Víctor Diusabá Rojas

El País, Cali

Septiembre 21 de 2009

La absurda carrera armamentista en estos tiempos de crisis tiene como principales responsables a quienes, en uso del poder y con los dineros públicos a merced, intentan justificar como sea sus millonarios gastos en maquinaria de la muerte. Por supuesto, detrás de esa careta hay otra razón más poderosa que los amarra a la atroz idea de anteponer los fusiles al maíz: está comprobado que pocos negocios en el mundo dejan mayores comisiones.

¿Quién tiene aquí mayor culpa: quién paga por pecar o quién peca por la paga? En eso, Estados Unidos y Rusia son campeones. Empatados, además, en el deshonroso primer lugar de armar a los demás para que se maten.

Sólo en el 2008, dice un estudio del Congreso americano sobre transferencia de armas convencionales a las naciones en desarrollo, Estados Unidos se metió a los bolsillos 68,4 centavos de cada dólar que se mueve en el planeta por cuenta del negocio de las armas. Fueron US$37,800 millones los que vendió en un año.

¿Quiénes compran? Las mayores órdenes provienen de Medio Oriente y Asia, pero una parte nada despreciable corresponde a ‘equipar’ y ‘apoyar’ a varios clientes extranjeros, que no son otra cosa que países en desarrollo (como Colombia), nicho en el que Estados Unidos lidera el 70% de ese mercado.

La seguridad de que esos clientes no vayan a utilizar las armas en algo más que no sea legítima defensa, es como comprar un león y esperar que no pase de rugir. Estados Unidos suele defenderse diciendo que trata el tema como “un asunto muy serio de seguridad” y que “cada operación es evaluada en torno a su impacto sobre la estabilidad regional, los compromisos internacionales y los derechos humanos”. Pero un informe del World Policy Institute deja al desnudo cómo en la historia reciente, esa potencia envió ayuda militar a 18 de los 25 conflictos de mayor envergadura en el mundo ¡Gasolina para apagar incendios!

Y si en Estados Unidos llueve, en Rusia no escampa. A mediados de la presente década, saltó de vender US$1.600 millones, a la bobadita de US$7.000 millones. Porque los rusos no parecen esperar siempre a que los busquen para comprarles, sino que todo indica que toman la iniciativa y aprovechan esos fatídicos cuartos de hora de los tiranos, empeñados en brillar al lado de las armas, aquello que tanto hace juego con sus egos.

Rusia la vende ahora a Venezuela, pero no hace mucho le vendió a Irán. Y antes a Sudán y a Siria. Y anteayer a China, India y Corea del Norte. Sin mucho esfuerzo se puede demostrar que algunos de ellos podrían en el futuro convertirse en amenaza para la propia seguridad del vendedor, pero en un tema como este lo que menos se puede pedir es prudencia.

Aunque lo más grave, en ambos casos, es que, como ya ha sucedido, las armas dan la vuelta y terminan en manos de grupos que se abren paso de manera violenta, incluso con acciones terroristas. Ese terrorismo que ellos condenan, pero al que alimentan por debajo de la mesa, quién sabe sin querer queriendo o, como dice la tonada, sólo por el maldito parné.

***

Sobrero: Ha muerto Manuelhache. Y como lo decíamos en este mismo espacio hace un tiempo, abundarán ahora sí los homenajes. Lástima que no se los dieron en vida. Aunque, igual, jamás le hicieron falta. Se fue el maestro de la fotografía, de la vida y de la humildad.
Dios lo guarde, torero grande.

martes, 15 de septiembre de 2009

A Luis Arturo, en manos de las Farc

Por Víctor Diusabá Rojas

El País, Cali

Septiembre 14 de 2009

Hola Luis Arturo Arcía. Y hola, Carlos José, los dos Jorges (Trujillo y Romero), José Libardo, Wilson, Róbinson, César Augusto, Luis Alfredo y Luis Alfonso. Ya deben saber que no sólo tenemos sus pruebas de eso que sus miserables carceleros llaman supervivencia y que nosotros llamamos infamia. Y, cómo no, estamos de nuevo rotos por dentro de verlos así. Aunque nada nos enseña más que la lección de valentía y perseverancia que nos dan a diario.


Con permiso de todos ustedes quiero aprovechar estas líneas (que quién sabe si les permitirán leer esos dizque defensores de la igualdad y de la libertad de las Farc, ropaje con que se disfrazaban cuando desfilaban en los círculos humanitarios, donde ya no caben ni les creen), para decirle algunas cosas a Luis Arturo. Porque, ustedes perdonarán muchachos, y lo entenderán, ocurre que con él no sólo somos de la misma familia, colombianos, sino que además nos une el hecho de ser hermanos santafereños.


Sí, cabo Luis Arturo, cuando vuelva, que tiene y debe ser pronto, lo vamos a estar esperando en El Campín. Ya sabe, allá en ese rincón sur por donde siempre salimos a ganar, no importa que no pase siempre. Quizá porque lo nuestro no sólo es eso, triunfar, sino correr, luchar, meter… y, si con todo eso se puede vencer, pues que así sea. Como en la vida, ¿no? Y si no sucede, no pasa nada, ya estaremos el otro domingo con el mismo sueño, en el mismo sitio y a la misma hora. El escudo tatuado en el corazón. Oiga, ¿sabe?, le quedó bueno el suyo.


Le cuento, aunque estoy casi seguro de que ya lo sabe, este año nos pusimos una camiseta muy parecida a la del 75. ¿Se acuerda? Esa del cuello camisero. Y siempre con las medias rojas. La que se ponían Pandolfi y Cañón. La de Ernesto Díaz y la de Juan Carlos Sarnari. Y, más atrás, la de Víctor Campaz y Miguel Ángel Basílico, la de Wálter Sossa y Manuel Ovejero. Sí, ya sé que una cosa eran Pandolfi y Campaz, y otra Julio Gutiérrez y Arrechea. Y, de acuerdo, mucho va de Sarnari a Ómar Pérez. Eso sí, como Alfonsito Cañón, ninguno.


Pero somos hombres de fe. O mejor, de Santa Fe. Así que vaya haciendo espacio dónde colgar la séptima estrella. Métaselo en la cabeza, Luis Arturo, vamos a subirla juntos a nuestro firmamento. Juntos significa usted (que tiene más derecho que nadie a celebrarla), al lado de la hinchada y con la complacencia de todos aquellos que creemos en un acuerdo como la mejor fórmula para poner fin a la pesadilla del secuestro que tantos padecen hoy. Lástima, tanto oído sordo de lado y lado.


Se acaba el espacio y no puedo decirle hasta pronto sin mandarle un mensaje a Luis Alfonso Beltrán, con quien ha compartido estos once años y medio desde el 3 de marzo de 1998, cuando se los llevaron de El Billar. Dígale que una vez vuelvan, nos jugamos un ‘picado’. De un lado, él comandando los azules de Millos. Y del otro, nosotros, orgullosos con la albirroja. El que pierda, paga las gaseosas (no lo dude, serán ellos).

Luis Arturo, lo espero. Muchachos, y todos los secuestrados, los esperamos.



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Sobrero 1: Felicidades, Vanguardia Liberal. Son 90 años de historia escrita con independencia.

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Sobrero 2: ¿Se le puede seguir llamando Constitución a la pobre víctima de 27 reformas en 18 años? Y eso sin contar con las que están al acecho.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El destino trágico de Venezuela

Por Víctor Diusabá Rojas

El Colombiano, Medellín

Septiembre 3 de 2009

Con contadas excepciones, en Colombia el análisis del tema Hugo Chávez es simplista. Los discursos veintejulieros y las encendidas llamadas hechas desde la orilla del patrioterismo nublan en buena parte las razones por las cuales el señor del vecindario ocupa buena parte de la agenda nacional, ya no sólo en el plano informativo sino en la cotidianidad. Hoy por hoy, el presidente de Venezuela es el personaje más impopular en Colombia, lo que no debe ser para él otra cosa que una forma de popularidad.

Por eso es que aportes como el del catedrático Andrés Mejía Vergnaud en un libro que acaba de aparecer y que lleva en parte como título ese que le hemos rapado para bautizar esta columna (' El destino trágico de Venezuela, con Chávez o sin Chávez' , Tierra Firme editores) resultan fundamentales para entender lo que pasa allá, que, claro, termina pasando acá por simple ley física.

¿Cuáles son los factores que signan ese destino trágico de un pueblo que debería ser el mismo, a partir del genuino sueño bolivariano? Están ahí, a la vista: el caudillismo, por un lado. Y por el otro, el petróleo, ese regalo de la naturaleza que les ha servido a esos caudillos para eternizarse en el poder y escribir una extensa historia negra.

Venezuela no sólo ha sido rica sino que siempre ha querido verse como tal, aún en los peores tiempos. Eso, como pasa con los seres humanos, trae consecuencias lamentables. Como bien lo dice Mejía, es sobre ese terreno deleznable del poder económico que se ha levantado la cultura política y económica de una sociedad que conoce la más desmesurada de cuantas definiciones pueda tener la abundancia. Sociedad, además, que de manera consciente echó de la casa a cualquier otra forma de crecimiento que no se llamara oro negro.

Y como el tema no es nuevo sino que se remonta a, mínimo, un siglo atrás, ese cáncer tiene raíces tan profundas que no será fácil extirparlo. Por eso, una vez más queda claro que antes que ser Hugo Chávez una causa de los actuales problemas es más una consecuencia de un siglo colmado de exageraciones en ese país, a la que el Coronel agrega ahora un nuevo y triste eslabón.

El común denominador en ese larguísimo paréntesis que comienza en la bonanza petrolera del dictador Juan Vicente Gómez y se mantiene abierto con Chávez, es ese tipo de Estado que, como bien dice el autor, "se forma cuando las rentas llueven del cielo". Y de allí surge el poder político que, en el caso de Venezuela, "descubre en la renta petrolera un medio abundante y expedito para satisfacer todo tipo de anhelos y demandas, con lo cual fortalece su poder electoral". Pero no menos el ciudadano que "encuentra inaceptable que un Estado multimillonario no le preste una ayuda directa y cuantiosa?".


En tal dinámica no sólo entraron tanto la cabeza como la cola, sino otro usurpador del poder, Pérez Jiménez. Igual, Carlos Andrés Pérez, aquel que aquí nos vendieron como el socialdemócrata ideal en los tiempos del Mandato Claro. Y sumen a Luis Herrera Campins y a Jaime Lusinchi, quienes mantuvieron esa tendencia de manga rota para sumir, entre todos, a su país en el no futuro.


De allí sólo podrán salir los venezolanos cuando comiencen por admitir que el problema existe, como lo recomienda Mejía en un extraordinario ensayo digno de entrar en las bibliotecas y en el debate de estos días, en el que corazón manda sobre razón.

lunes, 1 de junio de 2009

Los hijos de nadie

Por Víctor Diusabá Rojas

El País, Cali

Junio 01 de 2009

Asombra el valor de Johan Steven Martínez. Más allá de los muchos kilómetros que caminó en Nariño este gladiador de 11 años, para exigirles a las Farc que pongan en libertad a su padre, el sargento del Ejército Libio Martínez, a quien sólo ha visto en fotografías, hay en sus gestos y declaraciones esa terrible madurez pronta que trae consigo la guerra. 

Jamás vamos a poder medir el impacto del conflicto armado sobre los menores de edad de generaciones y generaciones colombianas levantadas en los últimos 40 años entre tiros y bombazos. Y mucho menos nos hemos detenido a pensar en tantos Johanes Stevenes que crecen en medio de la ausencia de sus padres, perdidos en la niebla del secuestro, de la desaparición o de la muerte. 

Son huérfanos a los que, tarde o temprano, esa misma sociedad apática vuelve a encontrarse con el paso del tiempo, ya sea por las buenas o por las malas. Fruto de la tenacidad, como en el caso de Johan Steven. O del rencor y de la desesperanza, en quién sabe cuántos ejemplos de recicle de la violencia. 

Y mientras Johan Steven nos enseña con sus pasos firmes día y noche y la guerrilla no sale de sus oídos sordos, vale la pena pensar en los niños de ese extraño mundo llamado ‘monte’. No sólo aquellos que terminan con un fusil al hombro, combatientes hechos carne de cañón por orden de los comandantes que los reclutaron a la fuerza o los engancharon con falsas ilusiones hasta hacerlos prisioneros por siempre. 

Porque hay otros: los hijos de las guerrilleras. ¿Qué pasa con ellos? ¿Dónde están? Hace varias semanas tuve la oportunidad de sostener una larga conversación con una mujer que decidió dejar las armas. Su vida la hizo allí, desde el mal día en que las Farc pasaron por un pueblito de Santander pidiendo una cuota (un hijo) por familia. De eso hace más de quince años. 

Entonces, era una niña. Antes de un año, ya estaba embarazada de un compañero. Cuando se dio cuenta, le faltaba poco para dar a luz, así que no la pudieron obligar a abortar. El jefe de la columna ordenó dejarla con una familia que habitaba cerca de los caminos por donde acostumbraban transitar. Debía parir y reintegrarse pronto. A los pocos días pasaron a recogerla. Sólo a ella, el niño quedó allí. Ya llegarían indicaciones sobre qué hacer con él. 

Volvió a las carreras y a los miedos. Una vez la hirieron y la mandaron a recuperarse a Bogotá. Allí conoció lo que es una sala de cine. Vio Juana de Arco y se maravilló tanto que ahora quiere saber todo sobre ella. Más adelante estuvo a las órdenes del ‘Mono Jojoy’ y supo de sus debilidades, desde la diabetes que se lo devora de a pocos hasta la copa de coñac Rémy Martin que no le puede faltar. Ahí, como soldada con cierto mando, se volvió a enamorar y tuvo un segundo hijo. Ahora está junto a él. 

¿Qué pasó con el primer hijo? Pues que hoy es un adolescente. Siempre, durante tantos años duros, estuvo en su mente y en su corazón. Madre es madre, ¿no? Por eso, una vez salió de la pesadilla de disparar, agacharse y correr, preguntó por él. Y lo localizó. Cuando lo tuvo en frente, quiso darle un abrazo. Él prefirió mirar para otro lado. No sé qué ha pasado en los últimos dos meses, pero espero que las cosas hayan cambiado para bien. 

La guerra no sólo mata la verdad. También nos hereda estas generaciones de hijos de nadie, hijos que, créalo o no, son como los suyos o los míos.