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sábado, 17 de octubre de 2009

10 de octubre

Adolfo Meisel Roca

El Espectador, Bogotá

Octubre 17 de 2009

El 10 de octubre pasado se celebró el día de la Costa Caribe.

Como parte de los actos conmemorativos se realizó un encuentro en el Teatro Amira de la Rosa de Barranquilla, donde se discutieron temas políticos, presupuestales, históricos y económicos y en el cual intervinieron los gobernadores caribeños, además de congresistas, ministros y académicos de la región. En la noche, la celebración se trasladó al parque del Museo del Caribe, donde hubo manifestaciones artísticas de diferentes zonas de la Costa. Todas estas actividades fueron transmitidas por Telecaribe, lo cual garantizó que millones de costeños compartieran, una vez más, su pertenencia a esta comunidad imaginada que es el Caribe, componente fundamental de la nación colombiana.

¿Por qué celebrar un día de la Costa Caribe? ¿Por qué hacerlo precisamente el 10 de octubre? El regionalismo ha sido una de las fuerzas políticas y culturales decisivas en la historia de Latinoamérica. Con más de nueve millones de habitantes, los departamentos del Caribe colombiano superan en población a la mayoría de los países de la región. Aunque la influencia de la Costa en la vida cultural del país es decisiva, y así se reconoce, no ocurre lo mismo en las esferas económicas y políticas. De hecho, hay un evidente rezago en su desarrollo económico y las políticas económicas nacionales a lo largo de los últimos 100 años le han sido adversas.

Ese rezago económico y el marginamiento del poder político ejecutivo (Presidencia de la República, equipo económico) han ido creando entre los habitantes de la Costa Caribe la percepción de un tratamiento de colonia interior, donde en últimas lo que se busca es tener por dónde pasar las carreteras para acceder a los puertos, ir a la playa a fin de año o ir a escuchar vallenatos. Todo ello ha galvanizado la voluntad regional, que quiere cada día expresar de manera más clara su identidad caribe. Manifestaciones ilustrativas de lo anterior son el Observatorio del Caribe y su agenda académica, que se extiende desde La Guajira hasta San Andrés y Providencia, Telecaribe, el Festival del Porro en San Pelayo, el Festival Vallenato, el Carnaval de Barranquilla, y muchas otras fiestas y festivales. Todo ese sentimiento de comunidad, de identidad cultural, se recoge ahora en una fecha central: el 10 de octubre, día de la Región Caribe.

La razón por la cual se escogió ese día es porque el 10 de octubre de 1821 las tropas patriotas que habían sitiado a Cartagena entraron a la ciudad a las 8:00 a.m. para hacer efectiva la rendición del ejército español. El gobernador español Torres había firmado la rendición del último bastión de la Corona en el territorio de Nueva Granada el 22 de septiembre en la Hacienda Torrecilla, en las proximidades de Turbaco.

El 10 de octubre de 1821 se bajó el pabellón español de los diferentes baluartes y murallas de Cartagena y se izó la bandera de Colombia. Se trata, entonces, de una fecha fundamental en la historia nuestra y que había sido hasta ahora olvidada en la historiografía que se definió durante años como nacional. En adelante será también el día de la Costa Caribe.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La historia cliométrica de Colombia

Por Adolfo Meisel Roca

El Espectador, Bogotá

Septiembre 19 de 2009

Desde finales de la década del 80 fue evidente que los historiadores colombianos habían perdido interés en el estudio de la historia económica del país.

Bajo el influjo de las nuevas corrientes del pensamiento francés, los temas culturales adquirieron una preponderancia indiscutida. Así mismo, las nuevas temáticas también tuvieron un impacto en las orientaciones de un tipo de historia social surgida en la India, que le ha dado un gran énfasis al estudio de los grupos subalternos (trabajadores, mujeres, los sectores excluidos y discriminados). También fueron claves las ideas de la historia social europea, muy concentrada en los casos de grupos y personas “sin historia”, la llamada microhistoria.

Por lo anterior, algunos historiadores económicos consideraron que desde fines de la década del ochenta se estaba produciendo una decadencia de los estudios de historia económica colombiana. Uno de los principales defensores de esa tesis fue Jesús Antonio Bejarano, quien en 1997 sostuvo esa posición en un artículo que género muchas polémicas.

Sin embargo, lo que se ha observado en la última década es una enorme vitalidad de la historiografía económica colombiana, pues se han abordado nuevos temas, se han encontrado fuentes inexploradas y se han utilizado perspectivas teóricas nuevas. Por ejemplo, en su tesis doctoral María Teresa Ramírez calculó la tasa de retorno a la inversión en ferrocarriles, desvirtuando muchos mitos al respecto, como la idea que se tenía de que durante la década del veinte se habían despilfarrado completamente los recursos que se usaron para construir vías de comunicación.

Son múltiples las razones por las cuales se ha avanzado tanto en el campo de la historia económica en Colombia en la última década. Una de las principales es que al haber perdido influencia ideológica el marxismo, pudo llegar, aunque tardíamente, la cliometría. Por cliometría se entiende el estudio de la historia económica haciendo uso de la teoría económica y de los métodos estadísticos conocidos como econometría.

La otra razón por la cual se han renovado las investigaciones de historia económica colombiana es que se ha dado una influencia muy benéfica de los métodos del nuevo institucionalismo, cuyo pionero fue Douglass North. La tesis central del nuevo institucionalismo es que en el largo plazo la prosperidad o pobreza de las naciones depende de la calidad de sus instituciones, entendidas éstas como las reglas de juego. Tanto por sus aportes teóricos, como por sus trabajos empíricos, no siempre convincentes, uno de los grupos más influyentes en la aplicación de las ideas del nuevo institucionalismo a la historia económica es el de Daron Acemoglu, James Robinson y Simon Johnson.

Finalmente, quisiera señalar que en los últimos años se ha avanzado mucho en aspectos de nuestra historia económica como los transportes, la historia monetaria, fiscal, regional, agrícola y ganadera, industrial, demográfica, entre otros. La creación hace un par años de la Asociación Colombiana de Historia Económica, que preside Salomón Kalmanovitz, corrobora que no todo tiempo pasado fue mejor.