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miércoles, 24 de febrero de 2010

Una rendija abierta

Hernando José Gómez*

El Tiempo, Bogotá

Febrero 24 de 2010

Con la inesperada victoria del Partido Republicano en las elecciones legislativas de Massachusetts y la consecuente pérdida de la "supermayoría" del Partido Demócrata en el Senado estadounidense, el escenario ha cambiado. Esta victoria significa un cambio en el panorama político de E.U., al menos hasta las elecciones legislativas de final de año, lo cual ha obligado al gobierno de Obama a modificar su agenda política de corto plazo. Para Colombia, este cambio representa una nueva esperanza para la aprobación del TLC en este año.

La pérdida de la "supermayoría" implica que los temas que han sido prioritarios en la agenda de Obama durante su primer año, como son la salud, la regulación migratoria y los asuntos ambientales, podrán ser obstruidos por el Partido Republicano a través de la figura del 'filibuster'. Con esta figura, los republicanos pueden extender los debates indefinidamente y evitar que estos proyectos prioritarios para el gobierno pasen del debate a la votación.

El Partido Demócrata entrará en negociaciones mucho más complejas y difíciles para debatir estas cuestiones, incluso para la reforma del sistema de salud, cuya conciliación entre ambas cámaras sigue pendiente. Esto implica que algunos temas considerados de segundo plano sí son de interés para ambos partidos y, al representar una oportunidad para fortalecer la confianza entre estos y con los electores, subirán significativamente en el orden de prioridades del gobierno. La prioridad de la agenda económica interna en particular ha ganado importancia por la lenta recuperación de la economía y una tasa de desempleo de dos dígitos. Por ello, políticas enfocadas a la recuperación de la economía y la generación de empleo, entre las que se incluye la política de comercio exterior, vuelven a ser parte crucial de la agenda interna de E.U.

No es de extrañar que en el discurso del Estado de la Unión y en una reciente entrevista con la revista Business Week Obama mencionara, como una de sus prioridades, promover políticas para incentivar el crecimiento de las exportaciones, y a Colombia, Panamá y Corea, los tres países con TLC firmados y por aprobar por el Congreso estadounidense. Obama reconoce la importancia del comercio exterior como instrumento para impulsar el crecimiento económico y la generación de empleo, y argumenta que Estados Unidos no se puede quedar atrás frente a sus principales competidores, quienes rápidamente se están abriendo a nuevos mercados.

Por lo tanto, y a pesar del ala demócrata más cercana a los grupos laborales, la política comercial pasa nuevamente a ser un tema prioritario en la agenda inmediata del gobierno de Obama. Es claro que entre el Partido Republicano y el ala moderada del Demócrata se pueden alcanzar, holgadamente, las mayorías necesarias para aprobar las políticas de comercio exterior y los acuerdos de comercio como el Tratado de Libre Comercio con Colombia.

Existe, entonces, una oportunidad de que el TLC entre Colombia y E.U. sea aprobado en el 2010. Sería oportuno que el gobierno colombiano abordara con renovado ímpetu el lobby, para lo cual es indispensable movilizar un amplio apoyo del sector privado norteamericano y resaltar su favorable impacto exportador en los dos países. Es fundamental lograr una aproximación a la dirigencia demócrata en el Congreso, que tanto se ha opuesto a que se considere el acuerdo en la agenda legislativa.

El Gobierno Nacional debe también dar un manejo estratégico e integral a nuestra agenda de temas con E.U. para evitar que se aprueben primero los TLC firmados con posterioridad al de Colombia.

Será crucial lograr la aprobación del tratado con Canadá y cerrar negociaciones con la Unión Europea, pues, ante la perspectiva de perder mercados en Colombia, es el mejor estímulo a los E.U. para poner el TLC con Colombia otra vez en su agenda legislativa. Todo esto podría despejar el camino para lograr la aprobación del tratado con E.U.


* Presidente del Consejo Privado de Competitividad

viernes, 8 de enero de 2010

El empleo, el lunar de la década

Hernando José Gómez*

El Tiempo, Bogotá

Enero 8 de 2009

Culminando una década que trajo a Colombia desarrollo, inversión local y extranjera y mayor integración económica, es un buen momento para resaltar y reiterar un factor que preocupa a muchos por su pobre desempeño: el empleo. Colombia tiene una de las tasas de desempleo más altas de América Latina. Frente a países como Argentina, Brasil, Chile, México o Perú, que tienen tasas de desempleo inferiores al 8 por ciento, la tasa cercana al 12 por ciento que registra actualmente Colombia resulta precaria.


Problemas estructurales explican en buena medida la persistencia de los altos índices de desempleo vistos durante la última década, incluso en los años de mayor auge. No menos preocupante resulta que Colombia cuenta con una de las tasas de informalidad más altas de la región y unos índices de subempleo considerables.


Algunos analistas argumentan que la política de incentivos a la inversión que ha liderado el Gobierno Nacional es una de las principales causas de la baja generación de empleo en el país, al haber reducido el precio del capital con relación al precio del trabajo. Esta explicación la considero errada. Los incentivos a la inversión atraen capital extranjero y fomentan la inversión local, lo cual facilita alcanzar tasas de crecimiento altas y sostenidas que, en definitiva, constituyen la base necesaria para generar empleo de calidad. Debemos tener en cuenta que sin estos incentivos a la inversión el crecimiento económico de los últimos años habría sido inferior, con los consecuentes efectos sobre el empleo que esto hubiera significado.


Una explicación más acertada y que considero la raíz del problema del empleo en Colombia son los altos costos laborales que enfrentan las empresas formales, combinados con un bajo nivel de productividad, en particular en las pymes. Los costos laborales excesivos dificultan la generación de empleo formal y perjudican la competitividad de las empresas, especialmente las del sector transable. En Colombia, los costos laborales no salariales, que incluyen, entre otros, los parafiscales y la seguridad social, equivalen al 59 por ciento del salario. Este valor es alto frente a países de la región como Argentina y Uruguay, que cuentan con cifras cercanas al 40 por ciento, y más aún frente a países como Inglaterra y Estados Unidos, cuyos valores son inferiores al 20 por ciento.


Es claro que Colombia enfrenta un grave problema de empleo que se debe abordar con urgencia. Para atacarlo es indispensable analizar la situación desde una perspectiva integral, que abogue no solo por reducir el desempleo, sino también por mejorar la calidad del empleo, a través de mejoras en los índices de formalización laboral y empresarial.


Con relación a las acciones de corto plazo, el país necesita impulsar una ley pro formalización que reduzca los costos de generar empleo, especialmente para las nuevas empresas o para las que se encuentren en transición hacia la formalidad. En concreto, proponemos, mediante la ley, extender la gradualidad en el pago de todos los impuestos que enfrentan las mipymes durante sus tres primeros años, y extender el régimen simplificado del IVA para las microempresas formales. Con relación a los cambios regulatorios estructurales, creemos necesario hacer descontable del impuesto de renta de las empresas los pagos por los parafiscales. Hoy, solo es un costo deducible. Sumado a esto, proponemos abrir nuevamente un espacio para discutir los cambios que requiere la política del salario mínimo en Colombia, inicialmente evaluando la conveniencia de un salario diferencial para el empleo de los jóvenes, para facilitar su enganche.


En síntesis, es claro que la problemática del empleo en Colombia para ser resuelta requiere voluntad y compromiso del Ejecutivo y el Legislativo. No solo el desempleo es excesivo, sino también la informalidad y el subempleo. Dada la coyuntura política del 2010, considero que se abre una oportunidad para impulsar las reformas laborales y tributarias que el país necesita para mejorar las condiciones de vida de la población vía una mayor generación de empleo.


* Presidente del Consejo Privado de Competitividad