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viernes, 19 de marzo de 2010

El "voto finish"

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Marzo 19 de 2010


A la hora de escribir estas líneas, el resultado de la consulta conservadora sigue siendo un misterio. Nunca imaginé el desastre, o tal vez deba decir el monumental despelote que el voto preferente iba a producir en la Registraduría. Si yo mismo no llegaba a poner nada en claro con tarjetones llenos de número, imagino lo que debió ocurrirle a un campesino de Toca (Boyacá), el pueblo de mi padre. ¿A quién se le ocurrió semejante exabrupto? En todos los países donde he vivido los partidos presentan su lista de candidatos al elector sin que este pueda marcar en ella sus preferencias personales. Cuentan las ideas, no los nombres.

Pero volviendo a la consulta conservadora, donde se ha presentado un 'voto finish' entre Noemí y Andrés Felipe Arias, debo confesar que en este caso mis simpatías visten traje femenino. No conozco a Arias. Lo he oído. Me parece un hombre preparado e inteligente. Me molestan los golpes bajos que suele dar a su contendora, y comparto la apreciación general de que en sus gestos y palabras parece una réplica escénica del presidente Uribe. Mientras se desempeñaba como Ministro de Agricultura, ha debido quedar electrizado por la personalidad y la manera de actuar de un hombre tan excepcional como nuestro Primer Mandatario. El fenómeno merece la atención de un psiquiatra. Desde otro ángulo de observación, pienso que la clonación es buena en las abejas, pero no en los personajes políticos.

No creo en los cargos de corrupción que se le hacen a Arias por el llamado escándalo del Agro Ingreso Seguro. Desde luego ligerezas y favoritismos irregulares los hubo a la hora de beneficiar a grandes empresarios agrícolas de la Costa con sumas millonarias, pero no lo veo directamente comprometido en manejos oscuros, indecorosos. Obtuvo, sin duda, de todos los beneficiados por subsidios o ayudas derivadas de este proyecto, apoyos políticos para su candidatura, pues todo aporte financiero o burocrático favorece la campaña electoral de quien lo ha otorgado. Es lo usual en Colombia. Arias sabe moverse en este terreno. Sabe cómo se monta y se aceita una maquinaria.

No es el caso de Noemí. De ahí la buena imagen que ha tenido siempre en esa franja de opinión distante de nuestro mundo político tradicional. La precandidata es del todo ajena al clientelismo. Otro punto a su favor: su eficiencia en los cargos que ha ocupado. Fue muy buena Ministra de Comunicaciones, excelente Canciller y como embajadora en Venezuela, España y el Reino Unido realizó siempre una labor de excepcional importancia, que los colombianos residentes en estos países le reconocen.


Las malas lenguas se empeñan en presentarla como antiuribista y amiga de volver atrás, a tentativas de paz con la guerrilla, como ocurrió en el Caguán. Nada más falso. Noemí no ha hecho otra cosa que reiterar su apoyo a la política del Presidente. En el campo de la seguridad, busca extenderla a las ciudades para combatir la delincuencia y hacerle frente al fin a la guerra jurídica devolviéndoles a las Fuerzas Armadas el perdido fuero militar. Otra cosa es que haya expresado reparos a una segunda reelección del presidente Uribe. Incapaz de ocultar sus objeciones de principio por razones de conveniencia, Noemí dijo lo que pensaba a ese respecto. Fue una posición respetable que no puede ser tachada de infidelidad.

Ganaría mucho el país si ella fuese la ganadora del 'voto finish' y pudiese competir abiertamente en la campaña presidencial. Dejando atrás las controversias con Arias, tendría oportunidad de confrontar sus programas y propuestas. En fin, hoy o mañana el actual enigma quedará esclarecido. Esperemos y acatemos el resultado, cualquiera que sea.

sábado, 6 de marzo de 2010

Peligrosa brecha

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Marzo 6 de 2010


Extraño país el nuestro. Apenas se supo que el referendo se había hundido y empezó a hablarse del fin de la era de Uribe, una especie de congoja se hizo sentir en todas partes, incluso entre los opositores de la reelección. Críticas, agravios e infames caricaturas se desvanecieron de pronto, para cederle el paso a un reconocimiento de todo lo conseguido en ocho años por el Presidente. La misma reacción se vio en la prensa internacional.


¿Y ahora qué? Se preguntan con algo de zozobra los colombianos. Liberada de incertidumbre, la campaña electoral que ahora se inicia obliga a los candidatos a dejar atrás sólo lemas publicitarios en torno a temas como la salud, el empleo, la pobreza y otros, para concretar programas y abordar el tema crucial de la seguridad.

No basta con agitar la fórmula litúrgica que se les escucha a algunos candidatos de continuar y mantener la seguridad democrática. Quienes se encierran en esta promesa, sin ir más lejos, parecen ignorar un hecho sumamente peligroso: a la seguridad democrática, aparentemente sólida y triunfante, se le ha abierto una peligrosa brecha que está siendo aprovechada con éxito por la guerrilla.

Existe desconcierto en los altos mandos, desmoralización en la tropa y mandos medios de las Fuerzas Militares y, como consecuencia de todo ello, un perceptible temor de entrar en combate con la guerrilla, pues cualquier baja infligida a ésta puede ser denunciada con éxito como "falso positivo". De modo que las acciones ofensivas se le están dejando sólo a la Fuerza Aérea.

¿Cuál es el origen de este mal que los medios y la opinión pública han pasado por alto? Digámoslo sin rodeos. Todo se debe al absurdo desmantelamiento de la Justicia Penal Militar.

Desconociendo abiertamente el artículo 221 de la Constitución Nacional, artículo que pone los delitos cometidos por miembros de la Fuerza Pública en manos de tribunales militares, Camilo Ospina, entonces ministro de Defensa, suscribió con el azaroso Fiscal Mario Iguarán un llamado Convenio Interadministrativo que dejó en manos de la justicia ordinaria las investigaciones y procesos contra los militares.

Con esta medida, a espaldas de la Constitución, se buscaba sin duda apaciguar a las ONG y a sectores de la opinión internacional que no confían en nuestros militares cuando juzgan a uno de los suyos. Suponen que se tapan con la misma cobija. Sólo que para enfrentar tales inquietudes, el ministro Ospina no tomó en cuenta una realidad venenosa: la justicia que tenemos en casa. Sus cientos de fiscales y jueces parcializados son los mejores alfiles de la guerra jurídica impulsada por 'Alfonso Cano'. A sus dudosos manejos se deben los tres mil militares hoy detenidos. La pérdida del Fuero Militar permite contra ellos toda suerte de atropellos e injusticias.

Este daño estuvo a punto de ser reparado cuando una joven y honesta abogada, Lorena Leal, presentó una demanda contra el convenio Ospina -Iguarán y ocurrió un milagro: el Consejo de Estado lo declaró el pasado diciembre inconstitucional. Pero hubo un recurso de reposición que deja dicho fallo en cuarentena. ¿Quién lo presentó? El ministro de Defensa, Gabriel Silva, nada menos. Los altos mandos no acaban de comprenderlo. ¿Orden del Presidente? Lo dudan. Sería increíble -dicen ellos- que un mandatario empeñado en derrotar al terrorismo insistiera en demoler un Fuero Militar reconocido por nuestra Constitución e intocable en Estados Unidos y en Europa.

Digan lo que digan, sin Fuero Militar la guerra no se gana y la derrota de las Farc se quedará en palabras. Ojo al candidato que tenga el valor de decirlo.

viernes, 19 de febrero de 2010

¿Qué harán los independientes?

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Febrero 10 de 2010

Muchos colombianos nos sentimos hoy distantes de los partidos, de los viejos y de los nuevos. Cuando fui bautizado con los dos nombres imposibles que cargo, quedé matriculado en el Partido Liberal, el de mis padres, abuelos y tatarabuelos. Pero no sé a qué horas me aparté de esa militancia. La paradoja es que sigo siendo fiel a las ideas liberales (satanizadas a veces con el rótulo de neoliberales) mientras que el Partido Liberal se apartó de ellas para entrar en los linderos del socialismo, el democrático en unos casos y en otros, como el de la dama del turbante rojo, muy próximo al chavismo. Así que hoy en día formo parte en Colombia de la enorme franja de los independientes, decisivos en toda elección presidencial.

¿Por qué, no sólo en Colombia sino en muchos países del continente, amplios sectores de la sociedad civil se han divorciado de los partidos? Para mí, la culpa es de una clase política que se sirve de ellos como su coto de caza y, olvidándose de principios, forma un mundo aparte con una red de caciques electorales a los cuales les ofrece toda clase de prebendas. Yo te doy, tú me das, es el verbo que conjuga. Y a ese clientelismo va adherida la inevitable corrupción.

En Colombia, Uribe resultó elegido por esa gran franja independiente, que ahora, en las cercanías de las elecciones presidenciales, se pregunta, confusa, qué camino seguir. Si el presidente Uribe llegase a ser candidato a un tercer mandato, una gran parte de esa franja votaría por él. Pero si se cae el referendo, va a encontrarse ante un abanico de candidatos que la divide en vez de unirla. Lo advierte uno cuando se sienta a una mesa con amigos y encuentra que sus opciones son con frecuencia distintas y a veces vacilantes.

Desde luego, hay candidatos más favorecidos que otros por esa franja independiente. Noemí Sanín es la precandidata conservadora con mayor audiencia en esta vasta zona de opinión.

De ahí su evidente ascenso. Se le ve como una figura limpia, ajena a los juegos de la vieja política electoral, activa, eficiente y con un buen manejo de las relaciones internacionales. Tras los escándalos del Agro Ingreso Seguro, los independientes miran con sumo recelo a Andrés Felipe Arias.

También tienen acciones en este sector de la opinión Juan Manuel Santos, Fajardo y, desde luego, el alegre trío compuesto por Mockus, Peñalosa y Lucho Garzón. ¿En que proporción? Difícil saberlo. Hay independientes que ven a Santos como un seguro continuador de la política de seguridad democrática. Otros temen la explosiva situación que un triunfo suyo crearía con los gobiernos de Venezuela y Ecuador. Los tres tenores aportan un aire de buen oxígeno en la contienda electoral. Fajardo, otra figura limpia de clientelismo, tiene buena aceptación entre los jóvenes, pero su ambigüedad inquieta a muchos independientes. Y aunque Vargas Lleras expone muy bien sus programas, justa o injustamente se le ve muy cercano a los manejos políticos tradicionales. Rafael Pardo y Petro difícilmente pueden proyectarse más allá de sus respectivos partidos. Su cerrada oposición a Uribe les da dividendos entre sus militantes, pero no les gana adeptos fuera de ellos.

No obstante, a tres meses de las elecciones, nada está decidido. Sería grave que los electores se guiaran sólo por efectos mediáticos. Libres de compromisos partidistas, sería deseable que den su voto por quien dé un nuevo alcance al tema de la seguridad, afronte el gravísimo problema de la corrupción y tenga propuestas confiables en los temas de la salud, el empleo y la educación. El juego está abierto. ¿Inquietante? No lo creo. Después de un gran presidente, nuevas alternativas van a mostrar que la democracia colombiana no ha perdido su rumbo.

viernes, 5 de febrero de 2010

Aciertos y desastres

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Febrero 5 de 2010

En la entrevista que Mario Vargas Llosa le concedió a María Isabel Rueda, el escritor peruano dijo unas cuantas verdades sobre el presidente Lula da Silva. Líder de una izquierda radical, al llegar al poder Lula no aplicó las recetas explosivas que predicaba en las plazas sino que, combinándolas con programas sociales, logró grandes éxitos con una política de apertura y libertad económica, la misma que los izquierdistas primarios suelen satanizar con el rótulo de "neoliberalismo".


Otro fue el cuento de Lula con su política continental: abierto apoyo a Castro, Chávez, Evo Morales y demás amigos del socialismo del siglo XXI. ¿Cómo explicar tal incongruencia? Realista dentro de casa, Lula supo conciliar socialdemocracia y liberalismo siguiendo los pasos de la tercera vía de Tony Blair. Pero de puertas para fuera, mantuvo fidelidad a sus amigos de extrema izquierda que formaron parte del funesto Foro de São Paulo creado por él en 1990.


Aunque socialista, Michelle Bachelet mantuvo estricta fidelidad a la política liberal que ha permitido a Chile situarse a la cabeza del continente en la vía hacia el desarrollo. Altos índices de crecimiento, disminución de la pobreza, expansión de la clase media y un Estado que en vez de controlar la economía permite que crezca gracias a la iniciativa privada. Pese a esto, para no perder su identidad de izquierda, la Presidenta chilena no tuvo reparos en condenar la deposición de Zelaya y apoyar las protestas de Chávez por la presencia de militares norteamericanos en bases colombianas. Su caso es parecido al de Lula.


Chávez, en cambio, sí aplicó en Venezuela las recetas propias de la izquierda primaria, con los resultados que conocemos: corrupción; pobreza; inseguridad (10.000 asesinatos por año en Caracas); escasez de alimentos; racionamiento de agua y electricidad; inflación galopante; devaluación del bolívar; expropiación de bancos, empresas industriales y agrícolas y ahora el comercio; supresión de canales de televisión; amenazas a Colombia y apoyo a las Farc y al Eln. Un total desastre. Chávez se inspira a la vez en la vía cubana y en el fascismo con sus milicias, sus fuerzas de choque y los nuevos ricos del régimen, su famosa 'boliburguesía'.


La verdad es que se está quedando solo. Salvo Evo Morales y Daniel Ortega, nadie quiere seguir su camino. Ni siquiera Correa. Los Kichner, sus amigos, andan de capa caída. Con Sebastián Piñera en el poder, pierde el apoyo de Chile. Es probable que también el de Brasil, si la candidata de Lula no gana las elecciones. De resto, lo que está en ascenso hoy en el continente es un perfil de centro (centroizquierda o centroderecha): el de Uribe, Felipe Calderón, Alan García, Martinelli en Panamá, Porfirio Lobo en Honduras y muy probablemente, quién lo diría, José Mujica en Uruguay y Funes en El Salvador. El propio Piñera, como bien lo anota Carlos Caballero Argáez, tiene un perfil ideológico de centro y no de derecha. Sólo busca fortalecer el sistema liberal dejado por la Concertación.


En Colombia la opción viable es la misma, si no hay desvíos populistas y clientelistas. Nuestra izquierda no tiene madurez para buscar el centro. Sus voceros, con alguna excepción, siguen mirando mal la apertura, la globalización, las multinacionales, el mundo empresarial y el libre mercado. Se aferran a las nacionalizaciones, el Estado lo es todo. Siguen fieles a las cartillas marxistas de su juventud. Y quien no piense como ellos es un reaccionario. Parientes ideológicos de Chávez y de las propias Farc siguen creyéndose hombres de vanguardia, sin darse cuenta de que se han quedado irremediablemente atrás.
Su ideología y la realidad son incompatibles.

viernes, 22 de enero de 2010

Los protectores desprotegidos

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Enero 22 de 2010

Como periodista, he visitado en Colombia zonas duras, de guerra; de esa guerra que se libra en los confines del país sin que a nadie, en la Bogotá de chismes y cocteles, le quite el sueño. De uno de esos viajes guardo un recuerdo imborrable. Estaba en Urabá, alojado en la decimoséptima Brigada, cuando en la primera hora todavía brumosa de la mañana encontré a docenas de jóvenes soldados preparándose para un combate. Sentados bajo los árboles, se teñían la cara con bruscos trazos verdes y negros que configuraban una máscara de camuflaje. El único helicóptero que tenía la Brigada iba y venía llevándolos por grupos a un rincón del Cañón de la Llorona, donde la guerrilla estaba atrincherada.


Al terminar el día, el helicóptero volvió trayendo a varios heridos y a un muerto, el teniente que los comandaba. "Mi general -le decía al comandante de la Brigada un soldado cuya rodilla había sido destrozada por los disparos-, le juro que me restablezco y vuelvo al combate". Recuerdo a ese muchacho cuando veo a tristes y silenciosos soldados con una o dos piernas amputadas en salas del Hospital Militar, cuyos ventanales se abren al panorama de la ciudad.


La absurda respuesta que da el Estado a estos sacrificios nos la recuerda Fernando Vargas, presidente de la Fundación de Víctimas de la Guerrilla, en un texto suyo sobre la total falta de garantías judiciales para los militares. Todo comenzó -dice Vargas- con el desconocimiento de la Justicia Penal Militar. ¿Por qué expedientes de los militares fueron masivamente entregados a la justicia ordinaria? Sin duda, para dar en el exterior una imagen de rigor y apaciguar a las ONG que veían a los militares como encubridores de sus propios delitos.


Muy bonito, pero se olvidó una terrible realidad que el mundo desconoce: en Colombia, muchos civiles que investigan o juzgan a los militares tienen contra ellos prejuicios ideológicos propios de la vieja izquierda. También hay en el Poder Judicial agentes encubiertos de la guerrilla o cercanos a sus brazos políticos. Unos y otros ven en los militares a los malos de la película. El sindicato judicial, Asonal, ha sido manejado por miembros del Partido Comunista. Bajo la Fiscalía del seráfico doctor Gómez Méndez tenían el control de su Unidad de Derechos Humanos. "El único que no es allí 'mamerto' soy yo", me contaba confidencialmente uno de sus fiscales.


Este fue sólo el principio de otras medidas parcializadas que vulneran derechos universalmente reconocidos. Por ejemplo, la aplicación a los militares de leyes con carácter retroactivo o la imputación de delitos que no se habían configurado antes, como la 'desaparición forzada'. Este ha sido el caso, sustentado por falsos testigos, del coronel Plazas Vega. En cambio, se mantienen los beneficios y amnistías dados a los dirigentes del M-19 que planearon el asalto al Palacio de Justicia. Se desconocen, además, a los militares los términos y otras garantías de un debido proceso. Basta una denuncia sin soporte válido contra un oficial para dictarle medida de aseguramiento. Y algo más: arbitrariamente se ha abolido el derecho antes reconocido a los militares de ser recluidos en sus propias unidades.


¿Se mantendrán estos atropellos judiciales? Sería bueno que candidatos o precandidatos no esquivaran este tema crucial. No es suficiente que sólo ofrezcan continuidad en la política de seguridad democrática. Si la guerra jurídica sigue triunfando, van a debilitarse las acciones militares y a fortalecerse las de las Farc. Para ganarle la guerra a la subversión es necesario devolverles a las Fuerzas Armadas sus fueros vulnerados.
Quienes nos protegen no pueden quedar desprotegidos.

viernes, 8 de enero de 2010

¿Cuál izquierda?

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Enero 8 de 2010

Izquierda, un término para muchos luminoso, idealizado, cubre en América Latina a dos modelos económicos y políticos flagrantemente opuestos: la socialdemocracia y el llamado socialismo del siglo XXI, que sigue el rumbo de la revolución cubana. Opuestos, sí: el uno es democrático y el otro tiene derivaciones totalitarias; el uno respeta las libertades y el otro las deroga. Y no obstante, creyendo que los une un nexo de primos hermanos, gobiernos de izquierda democrática dan apoyo a los que esperan seguir el mismo camino extraviado de Cuba. Es el mayor peligro que afronta hoy el continente.
Veámoslo, si no, mirando los líderes emblemáticos de los dos modelos: Lula y Chávez. El primero respeta las libertades económicas y políticas de su país. Chávez, en cambio, concentra en su mano todos los poderes, maneja los recursos petroleros como patrimonio personal, cierra emisoras y canales de televisión, expropia, nacionaliza, arruina al sector privado y promueve una Coordinadora Continental Bolivariana que les abre tranquilamente sus puertas a las Farc. Y por ese camino van sus pupilos: Evo Morales, Correa, Daniel Ortega.


Pese a semejante desvarío, Chávez es apoyado no sólo por sus pupilos sino por los gobiernos de izquierda democrática en Unasur y por la Presidenta argentina. Todos ellos lo acompañan en su condena a la deposición de Zelaya y denuncian como un peligro el acuerdo que permite la llegada de militares americanos a bases colombianas. No dicen lo mismo de las amenazas proferidas por Chávez contra Colombia, ni de su carrera armamentista o de los acuerdos que Lula firma con Ahmadinejad, el amenazante y fanático presidente de Irán.


Pues bien, en nuestro ámbito doméstico, el de la política colombiana, la misma confusión amparada por la mágica identificación con el término de izquierda, reina en el Partido Liberal y aun en el Polo Democrático. Petro no mira ni juzga a las Farc de la misma manera que Carlos Gaviria. Y en el liberalismo ocurre algo parecido: de ideología socialdemócrata, los principales dirigentes liberales, incluyendo a Gaviria, Samper y el propio Rafael Pardo, no parecen darse cuenta de que una Piedad Córdoba, Gómez Méndez y sus amigos, en vez de seguir su misma senda ideológica, siguen la de Chávez y su Socialismo del siglo XXI apoyado por Cuba y, también, no olvidarlo, por las Farc.


A primera vista, pareciera que todos comparten el mismo credo, pues manejan igual discurso, hablan de política social, de lucha contra la pobreza y de acuerdo humanitario, sin que los ex presidentes liberales y su candidato perciban que la dama del turbante, Gómez Méndez y sus amigos de "Colombianos por la Paz" buscan, a través de una negociación, alternativas de poder para las Farc. Tienen con ellas una innegable hermandad ideológica. Basta que Piedad Córdoba pise Caracas para ver su verdadero perfil. Se convierte en militante chavista de camisa roja y se toma alegres fotos de familia con 'Iván Márquez' cubriéndose la cabeza con gorra de guerrillera en vez de su clásico turbante. ¿Liberal? ¿Quién lo cree?


Pese a todo, Ernesto Samper reclama para su partido un viraje a la izquierda. Pero, a la vez, viendo a Petro reacio para aceptar las propuestas de Pardo, vuelve a mirar hacia Vargas Lleras. ¿En qué quedamos al fin? Naufragio a la vista, digo yo, porque el país, ante las amenazas de Chávez y de unas Farc aliadas a él, no entiende tales maniobras de equilibrismo político ni parece dispuesto a seguir a una izquierda cuyos linderos pueden extenderse hasta el campamento de 'Alfonso Cano'. Es como jugar con candela cuando hay pólvora al lado. Así lo creen, estoy seguro, los liberales de verdad.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El mundo que nos aguarda

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Diciembre 11 de 2009

Me temo que un libro realmente interesante no haya tenido entre nosotros la repercusión que merece. Me refiero a El ocaso global, del investigador colombiano Óscar Moreno Cano. He vuelto a leerlo en estos días y descubro que reviste gran actualidad. No sólo hace una pintura alarmante del mundo que nos aguarda sino que, además de haber vislumbrado a tiempo la actual crisis económica, hace pronósticos nada menospreciables sobre sus próximas consecuencias.

¿Qué está ocurriendo hoy?, se pregunta el autor en las primeras líneas del libro. Según él, para la mayoría de nosotros es muy difícil saberlo, pues los gobiernos en el mundo afirman que día a día las cosas andan mejor; la televisión nos entretiene con una propaganda bulliciosa, rubias cantantes de moda o reality shows y en las academias y universitarios ningún investigador advierte que algo extraordinario está pasando.

Y, sin embargo, hay indicios peligrosos que demuestran lo contrario. En el planeta, en primer término. Derretimiento de polos y glaciares, extrañas migraciones de especies marinas, terremotos, feroces huracanes, 'tsunamis', aumento de emisiones contaminantes, una actividad solar nunca antes vista, calentamiento global, sorprendentes cambios climáticos, una previsible crisis agrícola y penuria de agua potable en las grandes ciudades. ¿Dentro de cincuenta años? No, puede ocurrir en diez o quince años, dice Óscar Moreno. Por cierto, son los riesgos que inquietan a los dos mil expertos reunidos actualmente en la Cumbre de Copenhague.

¿En el campo económico, puede temerse el 'tsunami' de una gran depresión? Moreno Cano señaló a tiempo los indicios de la actual crisis. Antes de que estallara, su libro la veía venir. El auge de la construcción, visto no hace mucho como expresión de bonanza y factor de crecimiento, encendía en él luces de alarma dados los índices económicos y la alegre feria de créditos hipotecarios. De ahí las preguntas que planteaba a sus lectores sobre signos ya visibles en su entorno.

Todo lo demás se fue encadenando peligrosamente y él lo advirtió: una creciente espiral de endeudamiento, pérdida de confianza en el dólar y, finalmente, el estallido de las burbujas de la construcción, la caída de las acciones, las quiebras bancarias y el aumento vertiginoso de las tasas de desempleo. (Sólo en España hay ya cuatro millones de desocupados.) El ocaso global menciona entre las secuelas inevitables de la crisis el crecimiento de la inseguridad, los fundamentalismos políticos y religiosos que convierten el terror en arma de guerra y hasta la búsqueda de armas nucleares propia de países pauperizados, como Corea del Norte (y ahora Irán). Pero hay algo más: según el libro, a la crisis hipotecaria y financiera podía suceder la cesación del pago de la deuda por parte de ciertos países, y Dubái acaba de confirmar este temor.

"No me produce alegría comprobar que tales alarmas se están cumpliendo", me escribe Moreno Cano. Y yo lo entiendo. Pero es un hecho que su libro, hoy casi desapercibido en las librerías bogotanas, adquiere una inevitable actualidad. Es como la obra de un lúcido aguafiestas que al abrirla nos deja oír timbres de alarma, mientras nos distrae la televisión con sus despampanantes presentadoras o sus reality shows y nuestros medios de comunicación giran en torno a fogosas polémicas sobre el referendo o a las escaramuzas de la Corte Suprema de Justicia con el Gobierno.

Y todo ello -digamos la verdad que nos recuerda Moreno- a tiempo que no sólo la crisis económica sino el propio sol y las sorpresas de inesperados cambios climáticos nos siguen enviando peligrosas señales de alerta.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Petición a Dios

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Noviembre 27 de 2009


Un lamento, recibido por mí hace pocos días en Internet, no me deja en paz porque surge de una de las más oprobiosas injusticias cometidas en Colombia. "Cuántas noches de ausencia, cuantos días de mi vida en que la angustia y la soledad han sido mis eternas compañeras -dice en uno de sus apartes-. Sin entender lo que pasó, mis hijos, dos pequeños, deben cargar con el dolor de un padre ausente".

Estas palabras provienen de Liliana de Romero, esposa del capitán de la Fuerza Aérea César Romero Padilla, condenado junto con sus compañeros Johan Jiménez y Héctor Mario Hernández por un delito que nunca cometieron: nada menos que un supuesto bombardeo al caserío de Santo Domingo, en Arauca; bombardeo desde el helicóptero UH-1H que habría provocado el 13 de diciembre de 1998 la muerte de 18 personas, entre ellas siete niños.

Como ha sido ya denunciado muchas veces, esta inculpación contra los tres oficiales de nuestra Fuerza Aérea responde a un escalofriante montaje elaborado por las Farc. Ahora sabemos cómo ellas lograron los falsos testimonios de algunos habitantes del caserío acreditando la versión de tal bombardeo, testimonios que merecieron total crédito del Procurador de entonces, de Human Rights Watch y de la Embajada americana. Con semejante soporte, los tripulantes del helicóptero terminaron condenados por "homicidio doloso".

Pero la verdad de lo ocurrido se ha confirmado recientemente con el testimonio de dos comandantes guerrilleros ahora reinsertados.

Según lo revelado por ellos, el 'Mono Jojoy' y su hermano 'Grannobles' les habían encargado de guardar el control del caserío a fin de facilitar la llegada de una aeronave que traía a las Farc cajas con armas y una tonelada de cocaína. La inteligencia militar interceptó dicho mensaje y tropas del Ejército fueron despachadas por aire. Tras 12 horas de feroz combate, helicópteros de la Fuerza Aérea fueron despachados de nuevo a Santo Domingo con la ayuda de un avión americano Sky Master, cuya alta tecnología permitió identificar áreas o manchas de monte donde había contingentes de la guerrilla replegándose hacia Tame. En una de ellas, situada a un kilómetro del poblado, el helicóptero pilotado por Rivera dejó caer a las 10 de la mañana un racimo de seis pequeñas bombas cluster. El Sky Master filmó la operación y cuatro minutos después grabó imágenes del caserío sin que se viese allí rastro alguno de destrucción.

El video, "traspapelado" por mucho tiempo en la Embajada americana, no fue tomado en cuenta como prueba concluyente del caso. Tampoco lo han sido las recientes declaraciones de José Morales, comandante guerrillero reinsertado. Al frente de 80 hombres, tenía la orden de hacer estallar en el caserío un camión cargado de explosivos si entraba allí el Ejército. Así ocurrió. Un guerrillero llamado 'Fercho' disparó su ametralladora contra el vehículo. "Me acuerdo como si fuera ahora -dice Morales-: el carro bomba estalló y mató un poco de civiles. Otro guerrillero, un morterista, le clavó un bombazo a una gasolinera. Hubo allí ocho muertos y muchos heridos". Luego, los jefes operativos de las Farc dijeron a los pobladores de aquel caserío bajo su total dominio que debían culpar a la Fuerza Aérea de los muertos. "El que diga lo contrario se muere", fue su feroz advertencia.

Después de esto, ¿qué valor pueden tener los testimonios que condenaron a los tres oficiales? ¿De qué han servido, para probar su inocencia, artículos, marchas y tres libros, entre ellos Con las manos en alto, de Germán Castro? Sería necesaria una veeduría internacional. De lo contrario, a una esposa desesperada como Liliana de Romero sólo le queda confiar en la Justicia Divina. "En tus manos, Dios mío, pongo mi vida y la de nuestros hijos. Finalmente, serás tú quien con tu infinito poder haga brillar la verdad." Es la última frase de su lamento.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Verdades esquivas

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Noviembre 13 de 2009

A mí me sorprendieron favorablemente las respuestas dadas por Alberto Casas a María Isabel Rueda en la entrevista publicada por este diario el pasado lunes. Milagro: por primera vez veo a un periodista colombiano ajeno a la feroz polarización política que vive el país. Luego de seguir con cuidado sus apreciaciones, que no son los de un uribista ni las de un antiuribista a ultranza, se me ocurrió pensar que en busca de la verdad conviene mantener esa misma independencia al margen de posiciones inmutables. No es fácil, pero intentémoslo.

Admitamos, de entrada, que pese a tener a uno de los presidentes más notables de nuestra historia el país vive un mal momento. A la incertidumbre suscitada por el referendo se suma el choque de trenes entre el Gobierno y la Corte, la espantable ligereza de nuestra Justicia a la hora de abrir procesos o emitir fallos, el escándalo del AIS y las amenazas de guerra de Chávez. Sí, estamos viviendo como nunca una situación conflictiva e incierta.

¿Culpa de quién? Ahí asoma sus orejas la odiosa polarización. Es cierto que un tercer mandato del presidente Uribe tendría un apreciable soporte popular, pues sería visto por muchos electores como la consolidación de lo hasta ahora logrado en el campo de la seguridad. Pero es de temer que se prolongue el actual clima de controversia y choque de poderes y que en el exterior la reelección sea objeto de interpretaciones equívocas. Sin embargo, dígase lo que se diga, al presidente Uribe no lo mueve un apetito de poder sino el temor de que lo conseguido por él se derrumbe, pues no es seguro que un candidato uribista tenga, como él, un triunfo asegurado.

Y sigamos con las duras verdades. Es cierto que la Corte Suprema se comporta hoy con un criterio político nada respetable. Su hostilidad hacia el Gobierno prevalece en sus decisiones judiciales. Pero es posible, como lo interpreta Alberto Casas, que su apasionado y desastroso sesgo político haya tenido como origen la decisión del presidente Uribe de transferirle a la Corte Constitucional poderes como el ejercicio de la tutela contra sentencias.

¿Dónde está la verdad en el llamado escándalo de Agro Ingreso Seguro? Los opositores del Gobierno han sustentado la fábula de que este programa, en vez de favorecer a los pobres, reparte el dinero entre los ricos. Falso. Se ha buscado con los fondos dedicados a fortalecer sistemas de riego dar un necesario sustento a los empresarios agrícolas, que en un 95 por ciento son medianos o pequeños. Ahora bien, es cierto que hubo las irregularidades denunciadas y deben ser objeto de una investigación severa sin que ello permita invalidar el programa ni hablar de corrupción oficial.

A propósito de nuestra situación con Venezuela, columnistas polarizados como Caballero intentan repartir las culpas entre Chávez y Uribe. Pero todos sabemos que los delirantes gritos de guerra provienen del caudillo venezolano. Las mal llamadas por él bases americanas no amenazan a su país. Para la inmensa mayoría de los colombianos son bienvenidas, dados los peligros internos y externos que nos acechan.

Finalmente, habrá que apartarse de puros efectos de imagen y de la polarización que vivimos, de los titulares de prensa y de entrevistas basadas siempre en preguntas de choque, para evaluar los candidatos presidenciales. Allí se ocultan las verdades más esquivas. No conocemos todo el alcance de sus propuestas. Sería bueno conocer cuáles son los puntos fuertes y los débiles de un Santos, de Noemí, Fajardo, Arias, Vargas Lleras y otros. Sólo así la opinión pública podría jugar al fin un papel lúcido y no enajenado a fin de saber qué le conviene realmente al país.

viernes, 30 de octubre de 2009

Hora de abrir los ojos

Por Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Octubre 30 de 2009


¿Injusticia? Desde luego. Pero algo más: un monumental disparate de la Fiscalía. Derrumba, por desgracia, la imagen sobria y confiable que venía acreditando el fiscal encargado, Guillermo Mendoza Diago. Me refiero, claro está, a la revocación del auto inhibitorio que eliminaba todo cargo contra Francisco Santos.

Todos cuantos leímos la entrevista concedida por 'Pacho' a Yamid Amat, el pasado domingo en este diario, confirmamos la contundente claridad de sus explicaciones y la transparencia de su conducta. No había fundamento alguno para reabrirle una investigación.

Las repercusiones que este caso ha tenido en los medios de comunicación pueden servir para que al fin mis colegas en diarios y revistas se den cuenta de los terribles atropellos que se están cometiendo en nombre y por cuenta de la Justicia. Para mí, es el más grave problema que afronta el país.

Casos que yo conozco bien, como el de Álvaro Araújo, cuyo expediente fue abrupta e ilegalmente devuelto a la Corte, o casos como el de Jorge Noguera, el del coronel Plazas Vega, el del coronel Hernán Mejía Gutiérrez, el del almirante Gabriel Arango Bacci -y seguramente muchos más- obedecen a la misma escandalosa precipitación que ahora se advierte en el caso de Pacho Santos: se les da validez a testimonios de reconocidos delincuentes, sin que vengan acompañados de prueba alguna y sin tomar en cuenta que están movidos muchas veces por un propósito de venganza.

La razón más inocente de esta ligereza es un rigor mal entendido. Fiscales, jueces o magistrados consideran que su integridad queda comprometida si desechan por deleznable un cargo sin pruebas de un delincuente convertido en acusador. Es el único sustento de muchas medidas de aseguramiento, que mantienen en una penosa reclusión a militares y civiles inocentes.

Pero hay otra explicación, más grave y evidente en algunos casos. Me refiero a la politización de la Justicia cuando magistrados, fiscales y jueces buscan a cualquier precio erosionar la imagen del Gobierno. De ahí que muestren más afán en abrir procesos contra los amigos de Uribe que contra los amigos de las Farc.

Finalmente, el mismo empeño mueve a los narcotraficantes, cuando quieren vengarse de quien los hizo objeto de grandes expropiaciones (es el caso del coronel Plazas), así como a los colectivos de abogados cuya vecindad ideológica con la guerrilla es evidente. Estos últimos buscan ganar, con maniobras judiciales contra los militares, la guerra que 'Cano' pierde en el monte.

Antes de que una injusticia tan flagrante como la cometida con Francisco Santos provocara en sus informes y columnas una explosión de protestas, la prensa había pasado por alto muchos otros atropellos del mismo signo. Al contrario, en vez de ponerlos en evidencia, llegó en ocasiones a darles un soporte, recogiendo, a título de estrepitosas revelaciones, testimonios de falsos testigos pagados por narcos, como ha sido el caso del almirante Arango Bacci o del coronel Plazas, o de delincuentes que se estaban vengando de quien los había hecho detener, como ocurrió con Jorge Noguera y con el coronel Mejía Gutiérrez.

Si ellos hubiesen sido, como 'Pacho' Santos, muy cercanos a directivos y columnistas de la prensa, otra habría sido su suerte. Pero su martirio y el de sus familias ha sido por largo tiempo ignorado. Ojalá que la prensa, en vez de convertirse en correa de transmisión de cargos sin fundamento, asuma al fin su poder fiscalizador para denunciar ligerezas y sesgos de fiscales, jueces y magistrados. El timbre de alarma está prendido. Es hora de abrir los ojos.

viernes, 16 de octubre de 2009

Temores de un Presidente

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Octubre 16 de 2009


A propósito del referendo y de los juicios que suscita dentro del país y fuera de él, la verdad anda algo extraviada. Petro nos ve oscilando entre la democracia y la dictadura. Y el periodista español Miguel Ángel Bastenier escribe en El País que "los desaguisados de los últimos cuatro años harían enrojecer hasta un dictador". "Colombia, como Dorian Grey -escribe-, no se mira en el espejo. (Un espejo de horrores que sólo él y sus informantes mamertos ven.) Menos mal que en El País hay redactores que no tienen su viejo estrabismo ideológico.

La verdad sobre la coyuntura que vivimos debemos buscarla sin pasión. Es cierto que el referendo y la reelección del presidente Uribe son mal vistos en el exterior, incluso entre amigos y defensores del Gobierno. Es cierto también que todo ello sienta un precedente peligroso para el futuro de la República. Pero es injusta la analogía que suele hacerse de esta alternativa con las travesuras monárquicas de un Chávez, un Correa o un Evo Morales. No es el apetito de poder lo que mueve a Uribe a buscar un tercer mandato. Lo ha reiterado casi con angustia. No quiere que sea esta la imagen que guarden de él las nuevas generaciones. Habla de una encrucijada en el alma y debe creérsele.

¿Por qué, entonces, no renuncia a tal opción? Algunos incondicionales suyos creen que se siente obligado a atender el clamor de un 80 por ciento de los colombianos. Tal apoyo es real, lo percibe uno cuando habla con el colombiano raso. Pero -estoy seguro de ello- lo que realmente mueve al presidente Uribe es el temor de que este inmenso caudal electoral se diluya cuando su nombre no entre en juego. Riesgo real, por cierto.


Figuras capaces de sucederlo en el poder las hay. Buen presidente sería Juan Manuel Santos y buena y relumbrante en el panorama continental, Noemí Sanín. Pero también otros candidatos fieles al Presidente tendrían las condiciones necesarias para proseguir su política de seguridad democrática.

Lo malo es que cualquiera de estas candidaturas podría naufragar por falta de un acuerdo para determinar cuál es la más viable. A cada precandidato se le encuentra alguna falla. Se dice que Santos carece de ese halo engañoso llamado carisma. A Noemí se le ha visto injustamente como evasiva y distante de Uribe por haber anunciado que llevaría su candidatura hasta el final y por su franca crítica al bazar persa en que parecía convertirse el voto de los parlamentarios. 'Uribito' vive un mal momento con el escándalo de AIS. Vargas Lleras es juzgado como desertor del uribismo.

Cualesquiera de ellos que llegue a una segunda vuelta se encontraría ante el riesgo de que un Sergio Fajardo, dueño de una ambigüedad que le permite ganar adhesiones entre amigos y opositores de Uribe, decida no cerrar la puerta a un diálogo con la guerrilla para quedarse con los votos del Polo y del Partido Liberal.


¿No hay otra alternativa que la reelección para conjurar este riesgo? Encuentro dudas entre los propios amigos del Gobierno.

Cabría la opción más transparente de forzar una amplia consulta para encontrar un fuerte sucesor de Uribe. Lo importante es no volver atrás, al engañoso cuento del diálogo en detrimento de una política de firmeza, opción auspiciada por un Chávez y los amigos de las Farc. La política de seguridad democrática debe abrir una nueva etapa de lucha que impida los desafueros de una justicia infiltrada contra los mejores cuadros militares, afronte los problemas de la crisis económica y de la pobreza, rompa con un clientelismo de nuevo rampante y mantenga firmeza y serenidad frente a las amenazas de nuestros belicosos vecinos. Es la única real salida a la incertidumbre hoy vive el país.

viernes, 2 de octubre de 2009

Lo que estamos perdiendo

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Octubre 2 de 2009

Aunque parezca excesivo, me refiero a una guerra para la cual no están preparadas nuestras Fuerzas Militares. La adelantan con éxito las Farc y su vasta red de secretos aliados. La padecen varios miles de oficiales. La ignora, en cambio, un país que sólo tiene oídos para seguir las polémicas sobre el referendo, las impugnaciones de la Corte y el infinito crucigrama de las candidaturas presidenciales.

En lo que se refiere a las Farc, se nos recuerda hoy solamente que han recibido golpes contundentes, que han disminuido radicalmente sus asaltos y secuestros, así como sus efectivos, que los colombianos se mueven sin temor por las carreteras y que la Fuerza Pública está presente en todos los municipios. Y es verdad, ¿quién lo niega? Pero esta reiteración de cifras y éxitos no le permite a la opinión pública descubrir que la guerra librada por las Farc ha tomado, bajo la dirección de 'Alfonso Cano', otro rumbo, más peligroso y efectivo.

Cambió su estrategia de combate armado. No es la misma de 'Marulanda', que buscaba multiplicar ataques abiertos y sorpresivos en diversos puntos del territorio nacional. 'Cano', por ahora, elude combates frontales. En cambio, bajo sus órdenes, proliferan las minas en todos los lugares donde transita el Ejército y ubica francotiradores en lugares estratégicos, de modo que sin sufrir bajas propias logra que aumente en los pabellones del Hospital Militar el número de soldados lisiados. Muy pocos se ocupan del drama atroz de estos muchachos. Por lo demás, carros bomba y otros actos terroristas en las ciudades cumplen la misión de recordarnos que las Farc siguen vivas.

Pero lo más peligroso de su acción se ubica en otro campo: en la infiltración que ha logrado de amigos o agentes suyos en los órganos de investigación del Estado, en la rama judicial y en el Inpec, con el fin de abrir procesos contra los oficiales más exitosos en la lucha armada, a quienes se les ahoga en un fango de falsas imputaciones. La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, en torno a la cual revolotean el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y ONG como Mingas, Codhes, Credos y Justicia y Paz, del mismo signo ideológico, sólo se ocupa de atender inculpaciones de militares, sin tomar en cuenta el perfil moral de los testigos que los acusan y las dádivas y promesas que les son ofrecidas. De este modo, el militar enjuiciado se encuentra en el apremio angustioso de pagar su defensa, sin más recurso que el de hipotecar cualquier modesto bien inmobiliario que posea.

A esta realidad se llegó por el progresivo desmonte de la Justicia Penal Militar, desmonte logrado, cosa absurda, gracias a acuerdos entre el nefasto fiscal Iguarán y un ministro de Defensa del actual Gobierno, Camilo Ospina. Interesado en ofrecer una imagen insospechable de rigor en la comunidad internacional, el actual e impugnado candidato a Fiscal no vio los riesgos que implicaba la supresión del fuero militar, relegado ahora sólo a problemas de disciplina interna. El resultado inocultable de semejante proeza: 8.342 militares investigados por la Fiscalía y un creciente y explicable temor que invade a la oficialidad a la hora de enfrentar a la guerrilla. Cualquier baja puede quedar convertida, por obra de un enquistado aparato investigador, en falso positivo. Evitar el combate puede ser el mejor recurso para evitar el riesgo de un enjuiciamiento. 'Cano' lo sabe. Es lo que busca.

Sería oportuno que las asociaciones de militares retirados invitaran a los candidatos presidenciales para saber si tienen algo en sus proyectos, con el fin de remediar este mal. Buena pregunta para Juan Manuel Santos, Noemí Sanín, Vargas Lleras o Andrés Felipe Arias. Si no se combate la actual conjura judicial contra las Fuerzas Armadas, nadie puede asegurar que la política de Seguridad Democrática continúe dando resultados.

sábado, 19 de septiembre de 2009

El milagro de Urabá

Plinio Apuleyo Mendoza

El Tiempo, Bogotá

Septiembre 18 de 2009


Urabá, ¿tierra azotada por la violencia? Lo fue, sí. 'Paras', guerrilla, crímenes y algo más de 180.000 desplazados. Pero allí se está realizando un milagro que no vemos en Bogotá -donde no se habla sino del referendo-, gracias a cuatro apóstoles que tuve oportunidad de conocer en un reciente viaje a esa región del país. Están comprometidos en una exitosa empresa de paz y reconciliación en un Urabá donde antes 'paras' y guerrillas imponían su tenebrosa ley.

El más inesperado de dichos apóstoles es el general Hernán Giraldo, comandante de la Decimoséptima Brigada. Sus ideas y palabras parecen más las de un sacerdote que las de un militar. Detrás de su escritorio se levanta un enorme óleo de Jesús, un Jesús vestido de blanco, cuya expresión bondadosa parece acompañar las palabras del General cuando expone su ambicioso plan de reconciliación que reúne a campesinos, guerrilleros y 'paras' desmovilizados en torno a empresas productivas. Así, al mismo tiempo que combate a la guerrilla en el Nudo de Paramillo, consolida la paz en el resto de Urabá. Ha logrado el apoyo de las comunidades indígenas, a base de imponer en la tropa un celoso respeto por su cultura y su autonomía.

A este empeño se suma la acción que desarrolla, al frente de las dependencias de Acción Social, Luis Mario Gaviria. Hermano de José Obdulio, ha tomado su cargo con el mismo sentido apostólico del General. Valeroso, pese a haber sido secuestrado alguna vez por el Eln, no vaciló en tomar contacto con los campesinos de San José de Apartadó cuando esta era zona de guerrilla. Hoy es una región segura, con educación gratuita y transporte garantizados para todos los niños, cuidados nutricionales, escuelas en todas las veredas, un puesto de salud, almuerzos gratis para los ancianos y cursos de formación impartidos por el Sena a 350 habitantes, en oficios tales como el cultivo de orquídeas.

En el resto de Urabá, gracias a Acción Social, 60.000 desplazados han regresado a sus tierras protegidos por la Fuerza Pública.


Dos personajes más, igualmente sorprendentes, tienen acciones en este milagro: el alcalde de Apartadó, Oswaldo Cuadrado, y 'Samir', ahora gestor de paz. El primero fue guerrillero del Epl; el segundo, 'Samir', era comandante del frente 5 de las Farc, organización a la cual pertenecía desde 1985. El alcalde Cuadrado, activo sindicalista después de su reinserción, tiene un fuerte apoyo popular y colabora de manera muy efectiva en la protección de los desplazados y en la coordinación de proyectos asistenciales en San José de Apartadó.

El caso de 'Samir' es extraordinario. Desertó de las Farc asqueado por los privilegios de su nomenclatura, por el tráfico de droga, los secuestros y el reclutamiento forzado de jóvenes campesinos sometidos a una vida de penurias. Hoy, como gestor de paz, busca y logra la deserción de estos últimos, al tiempo que denuncia la flagrante mentira de las Comunidades de Paz propagada en Europa por personajes como el cura Javier Giraldo y Gloria Cuartas. Dicha mentira consiste en presentar a tales Comunidades como el

único refugio que tienen los campesinos frente a una política de terror adelantada por la Fuerza Pública.

En una entrevista concedida a Fernando Londoño, 'Samir' muestra cómo la Comunidad de Paz de San José de Apartadó responde a una estrategia política de las Farc. Allí estuvo él muchas veces cuando fue guerrillero. Cuenta cómo Edward Lanchero, el encargado de dicha comunidad, le pedía que no se dejara ver con sus hombres cuando recibía la visita de misiones internacionales. Engañadas ONG de Noruega, Suecia y Dinamarca le dan aún millonarios aportes, mientras mujeres y niños trabajan allí en situación de extrema pobreza. Según 'Samir', son víctimas de una dura explotación.

¿Se ignora todavía esta realidad? Tal vez. Basta ir allí para ver cómo los verdaderos apóstoles de Urabá no están guiados por Giraldo, el cura, sino por Giraldo, un general devoto de Jesús.