Mostrando entradas con la etiqueta Jorge Barrientos Marín. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jorge Barrientos Marín. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de junio de 2009

Ciudades exitosas

Por Jorge Barrientos

El Colombiano, Medellín

Junio 4 de 2009

Hace unas semanas Felipe Zuleta escribió una insidiosa columna en El Espectador sobre las regiones y el regionalismo. Zuleta arguye que Antioquia y Medellín son lo que son gracias a que "no hay la menor posibilidad que un paisa mire -como no sea para pedir votos- otra región distinta a Antioquia". Además expresa que Uribe es capaz de disfrazarse de campesino boyacense para ganar votos y luego "despacharse la mayoría del presupuesto en Antioquia, la tierra que descrestó a nuestro Alberto, cachaco de fina estirpe". Felipe, equivocadamente, reduce la evolución de las regiones y ciudades a un asunto de votos, intereses y regionalismo.

La discusión no es si detrás de la evolución de las ciudades está el regionalismo a ultranza de políticos aviesos. Esto, en mi opinión, es una muestra de provincianismo de la más fina estirpe.

Hay que pensar que, por ejemplo, ciertas ciudades y departamento serán económicamente inviables en el futuro y, seguramente, buena parte de las ciudades intermedias reducirán aún más su importancia estratégica. Ciudades como Quibdó, Popayán o Neiva estarán condenadas a pasar desapercibidas en el plano económico y político. Son ciudades cuyas gentes verán que es mejor mudarse a Bogotá o Medellín, a entornos más competitivos pero con más oportunidades de desarrollo.

Pero ¿qué hay detrás de estas proyecciones desesperanzadoras? Hay ciudades que son exitosas y otras que no, eso es un hecho, y esto es gracias a la innovación, al continuo progreso técnico, al multiculturalismo y al exigente y competitivo ambiente educativo y laboral.

Las ciudades son importantes en la medida en que la gente gane conocimiento solo por el hecho de juntarse con gente más lista, inteligente, recorrida y productiva. De no ser así, ¿por qué entonces no nos mudamos a Quibdó, Ibagué o Popayán, para buscar trabajo y pagar un alquiler y comida mucho más baratos? o ¿por qué las grandes empresas se instalan en Bogotá o en Medellín si en otros sitios pueden pagar unos salarios drásticamente más bajos? Según el economista Ed Glaeser, las industrias y los servicios (incluida la educación) prosperan en un entorno de ciudades diversificadas y son éstas las llamadas a crecer y desarrollarse.

Más aún, las ciudades exitosas e innovadoras representan, de acuerdo al economista Tim Hardford, "una especie de universidad de la vida" donde juntarse con gente exitosa (empresarios, políticos, intelectuales, artistas, etc.) incrementa y mejora las redes sociales, las cuales producen resultados verdaderamente asombrosos en materia de contactos, posibilidades de estudio o empleos, ideas y desarrollo socioeconómico.

Según este simplificado pero objetivo argumento, son y serán las ciudades "grandes" las oferentes de las mejores oportunidades. En consecuencia, Bogotá y Medellín son las ciudades colombianas que históricamente han sido las más exitosas e innovadoras y son lo que son, no gracias al pasajero efecto Uribe o a la ley de descentralización mal aplicada, es un asunto de desarrollo intelectual, artístico, industrial y político, e incluso, quién lo creyera, es un asunto de racionalidad e incentivos económicos.

viernes, 6 de marzo de 2009

La crisis de confianza mundial

Por Jorge Barrientos Marín 

El Colombiano, Medellín

Marzo 6 de 2009

Aún son escasos los estudios académicos sobre las causas y consecuencias de la crisis mundial que hoy nos afecta y de la cual, según algunos analistas, Colombia no recibe el golpe más duro. Yo no sería tan pesimista, tanto el Gobierno como el Banco Central han actuado en concordancia: el primero con una política fiscal (quizá contraproducente en términos fiscales) y el segundo aplicando instrumentos de política monetaria para estimular la economía en época de recesión. Evidentemente, la crisis ya ha hecho su estrago, pues el desempleo del 14% y una devaluación acelerada son muestra de que los agentes interna y externamente han respondido a los incentivos (y a los temores).

Pero volvamos a las causas y consecuencias sobre la crisis. Tres ideas claras reúnen el consenso de los economistas. Primero, el sector financiero norteamericano resignó equivocadamente recursos afectando el sector real a través de extravagantes instrumentos financieros (activos ilíquidos). Segundo, de algún modo, sea directa o indirectamente, dichos activos llegaron a los balances de la empresas y bancos de inversión (parte de la crisis de confianza se vive porque ni el gobierno ni los bancos saben que tienen otros bancos en sus balances). Por último, gran parte de estas inversiones fueron, en gran medida, financiadas con deuda de corto plazo.

Habida cuenta de las causas, no parece entonces fácil conjeturar cuáles son los posibles remedios, no obstante, ningún plan de salvamento será útil si no hay un restablecimiento de la confianza sobre el sector financiero norteamericano y mundial y, claro, no parece que los astronómicos paquetes de ayuda per se sean suficientes. De hecho, una recuperación de la confianza que provea liquidez al mercado parece poco realista sin regulación clara y prístina, lo que podría llevarnos a un escenario de incertidumbre permanente sobre lo que gobierno y bancos puedan hacer afectando nuestro estilo de vida, basado en el crédito, y claro está, distorsionando el consumo y el crecimiento.

D. Diamond y R. Rajan, de la Universidad de Chicago, han planteado algunas interesantes medidas remediales. Primero, que las autoridades ofrezcan la compra de activos ilíquidos a través de subastas y depositarlos en un fondo federal; segundo, que el gobierno asegure la estabilidad de una parte importante del sistema financiero que mantiene activos ilíquidos a través de la recapitalización de entidades que tiene posibilidades reales de sobrevivir y la fusión o cierre de aquellas que no; por último, una mezcla de las dos anteriores, donde las autoridades compran activos ilíquidos concentrándose en entidades con más riesgo de quiebra.

La crisis económica entonces parece dejar valiosas lecciones que modificarán el escenario actual, dando lugar a un nuevo consumidor, quizás más inteligente y menos insaciable, un nuevo banquero y financista, más regulado y menos arriesgado. Pero lo que este nuevo escenario sin duda no producirá, es un nuevo orden mundial, como lo pretenden los románticos, ni cambiará el modelo imperante de relaciones económicas, como lo pretenden los ilusos.