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miércoles, 29 de julio de 2009

El porqué de la propuesta de ajuste tributario

Óscar Ivan Zuluaga*

El Tiempo, Bogotá

Julio 29 de 2009


El 20 de julio pasado, el Gobierno radicó en el Congreso una propuesta de ajuste tributario que consta solamente de 12 artículos. No se trata de una reforma estructural, sino de tres cambios concretos en el Estatuto Tributario. ¿Qué hay detrás de esta iniciativa?

En los años 2009 y 2010, la dinámica de los ingresos del Gobierno se afecta por el impacto de la crisis mundial en el crecimiento y los precios del petróleo. Desde ese año y consistentemente con una recuperación gradual, los ingresos repuntan. Sin embargo, a partir del 2011 y mientras la economía alcanza tasas de crecimiento elevadas (superiores a 4,5 por ciento en las proyecciones del Marco Fiscal de Mediano Plazo), los ingresos tributarios sufren un nuevo choque, al dejar de recibirse el actual impuesto al patrimonio.

En el lado de los gastos, el Gobierno insiste en la postura de proteger un nivel mínimo de inversión pública, aun en los años de recuperación económica lenta. Recordemos que los recursos públicos orientados a la inversión son los más productivos, pero, a la vez, al ser los más flexibles dentro del presupuesto, constituyen el rubro más susceptible de ser afectado en épocas difíciles.

Por ello, a fin de proteger la inversión pública sin producir un mayor incremento de la deuda, resulta crucial encontrar una fuente adicional desde el 2011, para dar continuidad a los programas de inversión social prioritaria y orientar un mínimo de recursos al sector de infraestructura. Pero, además, debe contarse con los recursos del Presupuesto para cubrir los gastos que dan continuidad a la política de Seguridad Democrática, que debe ser concebida de manera integral e involucrar las nuevas obligaciones derivadas de la reparación de las víctimas y los desplazados de la violencia.

De no encontrarse esta fuente de ingresos, el Gobierno tiene tres alternativas. La primera es reducir la inversión, para no acudir a un mayor endeudamiento, con las repercusiones económicas y sociales que ello tendría, en particular en un momento en que se necesita el impulso de la demanda pública. La segunda es proteger un mínimo de inversión pública a costa de un mayor endeudamiento (cercano a 0,4 por ciento del PIB anual o 2 billones de pesos al año), mientras la economía recupera tasas de crecimiento favorables. Esta alternativa podría enviar señales inconvenientes al mercado y desviar al Gobierno del objetivo de recuperar el grado de inversión. La tercera, la venta de activos, debe guardarse para llevar a cabo, de manera simultánea, las grandes obras de infraestructura vial, con el fin de elevar la productividad y competitividad de la economía.

En consecuencia, con una visión responsable de mediano plazo, el Gobierno ha propuesto un nuevo impuesto al patrimonio transitorio, entre el 2011 y el 2014, para los patrimonios líquidos superiores a 3.000 millones de pesos y con una tarifa del 0,6 por ciento; una reducción del porcentaje de deducción por inversión en activos fijos del 40 al 30 por ciento, y la eliminación de la concurrencia de este beneficio con el de Zonas Francas. Ello genera ingresos cercanos a los 2 billones de pesos por año a partir del 2011, lo que permite alcanzar el objetivo de proteger la inversión pública y conservar los incentivos a la inversión privada.

Esta propuesta no grava el consumo y en este sentido no es pro cíclica. Los sectores productivos han dicho sí al impuesto, lo que hace pensar que, en sus cálculos, este no afecta de manera significativa sus decisiones de inversión. Probablemente, el beneficio de contar con la infraestructura anhelada y un ambiente propicio para los negocios supera el costo del gravamen.


Esta propuesta no es una respuesta a una caída cíclica de los ingresos del Gobierno. La expiración del actual impuesto al patrimonio deteriora la posición fiscal estructural. Sería técnicamente inapropiado responder a ello con más deuda.

* Ministro de Hacienda

lunes, 30 de marzo de 2009

Estrategia fiscal responsable

Por Oscar Iván Zuluaga*

El Tiempo, Bogotá

Marzo 30 de 2009

El Gobierno aseguró el financiamiento y preservó la liquidez. Ahora, a ejecutar.

En el último trimestre del 2008, la economía colombiana creció a una tasa negativa de -0,7 por ciento en términos anuales. En todo el año, el crecimiento económico fue de 2,5 por ciento, cifra inferior a la esperada por el Gobierno. ¿Cómo entender lo que está sucediendo?

Esta desaceleración no puede interpretarse aisladamente. El derrumbe de la actividad económica global es aterrador; calificado como el más severo de los últimos sesenta años. En el último trimestre del 2008, la economía mundial se contrajo entre 5 y 6 por ciento, lo cual nadie pronosticó. Resulta difícil para cualquier país esquivar el coletazo de semejante choque, aunque para muchos analistas y formadores de opinión, a posteriori, la magnitud del efecto era previsible, y las acciones a tomar, evidentes. Todos somos generales después de la guerra. Al respecto, resulta curioso recordar que hacia julio del 2008, la recomendación más apoyada por muchos de los visionarios analistas en el caso local era producir un sustancial recorte presupuestal, cercano a los 10 billones de pesos, lo cual, de haberse considerado, habría afectado en mayor medida el crecimiento económico del año anterior.

El Gobierno ha insistido en que Colombia no es inmune, pero se sostiene con convencimiento en que la economía está mejor preparada para hacerle frente a la crisis internacional. Los balances del sector real, financiero y público demuestran menores vulnerabilidades y los indicadores de liquidez y solvencia externa lucen adecuados. Hasta ahora, la evolución de los mercados de activos financieros no evidencia alteraciones atípicas en la percepción sobre los fundamentales económicos. Análisis técnicos, igualmente serios, coinciden en buena medida con este diagnóstico. Mal harían en pronosticar hecatombes, cuando los hechos objetivos hasta el momento no lo evidencian.

El Gobierno ha tomado decisiones importantes, aprovechando las oportunidades en términos de financiamiento. Dejar operar los estabilizadores automáticos, reflejando 5,5 billones de pesos de caída en ingresos en el balance fiscal, lo cual incrementó el déficit en 1,1 por ciento del PIB frente a la proyección inicial, es una postura fiscal contracíclica por excelencia, pero que no compromete la sostenibilidad de la deuda pública a largo plazo. Por esto mismo, la estrategia no se ha apoyado en una política de gasto desbordado, pero sí en la protección y dinamismo del gasto reactivador en infraestructura y apoyo social, buscando impulsar la demanda de bienes no transables y proteger a los sectores más pobres. No basta con anunciar un fuerte incremento del gasto público, su ejecución es lo fundamental, y si no encuentra financiamiento no sirve de nada. De esta manera, si se ejecuta lo que el Presupuesto tiene planeado, la demanda pública crecería en 2009 al menos 5,5 por ciento en términos reales, lo que refleja su carácter contra cíclico, teniendo en cuenta el pronóstico de crecimiento

Por último, haber anticipado desde el segundo trimestre del 2008 la gestión de la financiación interna y externa de la Nación ha sido el punto neurálgico de la estrategia fiscal. Se tienen asegurados 3.400 millones de dólares de financiación externa y ya se ha logrado cerca del 45 por ciento de las colocaciones en el mercado interno, lo cual facilita la consecución de los recursos adicionales para financiar el mayor déficit  fiscal anunciado el 26 de marzo y permite avanzar en las gestiones de financiamiento para el 2010.

La incertidumbre y la duración de la crisis son inciertas y se vivirán momentos menos favorables frente al pasado. El Gobierno ha actuado estratégica y responsablemente: primero, cuidando la credibilidad en la política económica; segundo, asegurando el financiamiento, que es lo que genera capacidad de gasto; y tercero, preservando la liquidez y la estabilidad del sistema financiero, sin lo cual no es posible pensar en superar más rápido el choque externo. La prioridad ahora es la ejecución.

* Ministro de Hacienda