lunes, 17 de noviembre de 2008

Las pirámides: una cuestión de idiosincrasia

Por: Jaime Restrepo Vásquez.

La euforia era total: miles de personas, en todos los rincones del país, se congregaban en las oficinas de las pirámides, empresas que ofrecían dinero fácil, efectivo y rápido, con unas ganancias que superaban el 100% en menos de 90 días.

Todo esto ocurría a finales del año pasado, cuando se veían largas filas de ciudadanos ansiosos de consignar su dinero para duplicarlo en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, desde abril de este año comenzaron a desplomarse las primeras pirámides y las autoridades tuvieron que enfrentar brotes de violencia protagonizados por los estafados. Ni hablar de las cuantiosas pérdidas de miles de colombianos que, por ingenuidad o ambición, decidieron invertir en un negocio tan riesgoso y que prometía el paraíso económico en poco tiempo.

La información sobre el desplome de las pirámides fue difundida ampliamente por todos los medios de comunicación: las imágenes de los desórdenes en Zipaquirá y Villavicencio recorrieron el país. Incluso el propio gobierno lanzó varias advertencias sobre el riesgo que significaba depositar el dinero en esas empresas captadoras de dinero. Muchas veces los noticieros hastiaban con la reiteración de los peligros de las pirámides.

Sin embargo hoy el país ve como se desploman, en una especie de efecto dominó, esas pirámides que prometían el pago de intereses desmesurados a cambio de consignar un dinero por poco tiempo.

Muchos de los ahorradores defraudados no son precisamente personas ignorantes y asiladas del mundo que pudieran caer fácilmente en un engaño: hay profesionales, estudiantes universitarios y comerciantes, entre otros, quienes pese a las advertencias, prefirieron arriesgarse en la ruleta y de repente obtener unas utilidades gigantescas.

No obstante, ahora esos ahorradores se autoproclaman estafados, cuando lo cierto es que entraron en un juego financiero de altísimo riesgo y perdieron. Es como si alguien decidiera invertir en unas acciones de una empresa de exploración petrolera que promete jugosos dividendos siempre y cuando la exploración sea exitosa, pero que luego de un tiempo anuncia el fracaso y la pérdida del dinero invertido. Por eso ofrecían altísimas utilidades, pues a mayor riesgo, mayor porcentaje de ganancias o mayores probabilidades de pérdidas.

Esos colombianos que invirtieron en las pirámides sabían los riesgos, ya fuera por los medios de comunicación o por el eficiente voz a voz, pero prefirieron creer en las promesas de los promotores que en las alarmas encendidas.

Algunos sectores políticos hablan de una crisis social, porque en las pirámides invirtieron los más pobres. Lo dudo. Entre los afectados hay muchos que incluso se endeudaron con los bancos y el préstamo lo invirtieron en las pirámides: ¿Conoce de algún banco que le preste dinero a alguien que no tenga respaldo? Otros vendieron propiedades, carros, joyas y se gastaron la platica destinada a la universidad de sus hijos para acercarse al sueño colombiano del dinero fácil y sin trabajar. Ahora tienen una deuda, menos patrimonio y mucho trabajo por delante para poder cubrir las pérdidas.

Lo que demuestra esta situación es el enorme gusto por el dinero fácil y que los ahorradores asumieron el riesgo porque en sus casos, la ambición superó la prudencia.

No obstante, surge la inquietud por las restricciones legales que hubieran impedido que las pirámides se diseminaran por todo el país: ¿Por qué no existe una legislación que impida este tipo de abusos?

Hace muchos años se presentó el mismo caso del florecimiento de pirámides en muchas partes del país. Como es natural, esas pirámides se desplomaron y centenares de colombianos resultaron damnificados. En esa época, como reacción, crearon una legislación que aparentemente protegía a los ciudadanos de esos vendedores de sueños facilistas.

Incluso algunas empresas que trabajan con el sistema de Mercadeo Multinivel (Multilevel Marketing) tuvieron serias dificultades cuando quisieron entrar a Colombia, debido a la confusión que se presentaba entre las pirámides y el MLM.

Básicamente el MLM consiste en captar distribuidores de productos, bienes o servicios, que entran al sistema por la invitación de otro distribuidor más antiguo, quien al alcanzar un número determinado de nuevos vendedores o promotores, obtiene ingresos por las ventas de su grupo. Así mismo, cuando los nuevos invitan a otros, y esos ejercen con éxito su actividad comercial, también le reporta utilidades al más antiguo de la cadena.

Sin embargo, el MLM no ofrece ganancias extremas sin trabajar, ni tiene oculta la forma como se pueden alcanzar las utilidades: si yo presento a cinco distribuidores y trabajan con empeño, ellos obtendrán ingresos por sus ventas y yo me beneficiaré con un porcentaje establecido por dichas ventas. Además si mis cinco distribuidores consiguen, cada uno, dos o tres nuevos vendedores, también obtendré un porcentaje por sus gestiones.

En algunas ocasiones, a los directivos de las empresas de MLM les resultaba complicado explicarles a los funcionarios las enormes diferencias entre una pirámide y una empresa con MLM. Sin embargo, después de muchos esfuerzos, lograron dilucidar las diferencias y ahora son empresas consolidadas en el mercado nacional.

¿Qué pasó entonces con esos obstáculos que existían para las pirámides? Nadie lo sabe. Sin embargo, por más normas que existan, nadie podrá evitar la ambición desmedida y el inmenso apego que sienten los colombianos por el dinero fácil, rápido y efectivo… por ley no se cambiará jamás la idiosincrasia de una nación.

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