lunes, 10 de noviembre de 2008

Los rescoldos del cartel de Cali

Por Jaime Restrepo Vásquez.
Cerca de 27 personas han sido condenadas gracias a los testimonios que ha dado ante la justicia Jhon Jairo Velásquez, alias ‘Popeye’, el lugarteniente de Pablo Escobar.
En el caso de Luis Carlos Galán, las declaraciones de ‘Popeye’ permitieron la condena de Alberto Santofimio y aunque fue exonerado en segunda instancia, más adelante, ante la Corte Suprema de Justicia, ese testimonio pesará más que las declaraciones amañadas de algunos generales de la Policía.

Ahora ‘Popeye’, como lo hizo en su libro El verdadero Pablo, sangre, traición y muerte; concedió una entrevista en la que insistió sobre el apoyo que le brindó Pablo Escobar al M-19 para la toma del Palacio de Justicia. Según cuenta, la amistad del M-19 con Escobar se remonta a las acciones del MAS (muerte a secuestradores), creado para rescatar a Martha Nieves Ochoa, hermana de varios miembros del cartel de Medellín.

‘Popeye’ señala que el MAS logró arrinconar al M-19 y después de negociar la liberación de la secuestrada, establecieron una amistad que permitió concretar los planes para la toma del Palacio de Justicia.

Sin embargo, uno de los temas más importantes del nuevo testimonio de ‘Popeye’ tiene que ver con las relaciones de algunos líderes del M-19 con el cartel de Cali. Según el jefe de sicarios de Pablo Escobar, esos vínculos estaban encabezados por Carlos Pizarro, a quien incluso le fue encomendada la tarea de asesinar al capo del narcotráfico en una cita en Cali.

De la entrevista de ‘Popeye’ se desprenden varias conclusiones: que el M-19 tenía relaciones con los dos carteles del narcotráfico y que usufructuaba esos vínculos haciendo las veces de aparato militar por contrato (mercenarios) de ambas agrupaciones criminales. Para tal efecto, la cúpula del M-19debió tomar la decisión de dividirse la tarea y encargar a unos de las gestiones con Pablo Escobar y a otros de los acercamientos con el cartel de los Rodríguez Orejuela.

No parece probable que un grupo guerrillero tan pequeño como el M-19 tuviera una cúpula dividida e incomunicada y que decisiones de tal magnitud no fueran debatidas por la totalidad de la plana mayor de esa organización. Tampoco es un escenario lógico que la cúpula del M-19 adhiriera a dos organizaciones criminales enfrentadas, sin existir una estrategia de por medio.

Por el contrario: los líderes del M-19 debieron acordar el plan para oficiar como mercenarios de los carteles, cobrando por crímenes de lesa humanidad como los del Palacio de Justicia y así recolectar el dinero que les permitiera financiar sus acciones “revolucionarias”.

Sin embargo, el sector encargado de los acercamientos con Pablo Escobar fue abatido poco a poco y al momento del proceso de paz, solo estaban al mando aquellos que pactaron con el cartel de Cali.

Esa situación sigue vigente. Hoy vemos que el Presidente que fue elegido con dineros del cartel de Cali respalda políticamente a los sobrevivientes del M-19 que están en el Polo Democrático Alternativo.

Llama la atención también que Gustavo Petro, el emblemático representante del M-19, hace todo lo posible por desentrañar el paramilitarismo y conectarlo de mil formas con el extinto cartel de Medellín, enemigo del cartel de Cali y por ende, de aquellos que les hacían el trabajo sucio a los hermanos Rodríguez Orejuela.

Si a lo anterior se suman las alianzas que las Farc lograron establecer con el cartel de Cali para la producción y transporte de droga, el panorama queda un poco más completo pues lo que se está viendo hoy es la acción desesperada de los rescoldos del cartel de Cali, y de un importante sector del narcotráfico, que ven impotentes como su poder se desvanece.

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