martes, 9 de diciembre de 2008

Así se mata la paz.

Por: Fernando Londoño Hoyos.
Liduine Zumpolle es una mujer extraordinaria. Y tiene para nosotros una extraña condición. Y es que siendo extranjera, viviendo en el extranjero, trabajando en el extranjero, ama a Colombia como difícilmente habrá otro que la ame.
Si obras son amores, lo que está haciendo esta ciudadana belga, otrora encargada de la ONG Pax Christi, y ahora comandando el frágil grupo que encabeza, y que se llama Manos por la Paz, excede los términos normales de la devoción, del afecto, de la generosidad por una causa y un pueblo.Contra viento y marea, y vaya vientos y mareas que han querido atajarla, se ha propuesto conseguir el más sencillo pero extraordinario hecho de paz que pueda pensarse para Colombia.
Gracias a su tesón, y al de quienes la acompañan en la empresa, tiene no menos de 600 antiguos guerrilleros de las Farc, que pudieran ser más de mil, purgando penas en cárceles colombianas, dispuestos a insertarse en la vida civil, renunciando a su pasado, reconociendo sus culpas, contando la verdad de esa colosal impostura que las Farc representan, y pagando las penas que de acuerdo con las leyes vigentes les cupiera pagar.
Cualquiera entiende el riesgo que están corriendo los que se han atrevido a decir que no quieren saber nada de esa organización maldita, reducida hoy al triste papel de cartel de cocaína, y se han dicho dispuestos a denunciar sus obras, sus técnicas, su organización y sus redes de cómplices y auxiliadores. Han llovido sobre sus cabezas sentencias de muerte, que han desafiado con estoicismo. No hay injuria que se les haya economizado, ni amenaza que no hayan recibido, ni anatema del que no hayan sido víctimas.
Pero siguen impasibles, resistiendo esos embates con la entereza de aquellos a los que la vida no les deja otro camino que el del heroísmo.¿Qué hace falta? Nada. O casi nada. El Gobierno nacional ya expidió el decreto que permite esa desmovilización y abre las puertas a ese extraordinario ensayo por la paz de Colombia. Pero a los ministros del Interior, desde el doctor Sabas Pretelt, pasando por Carlos Holguín y rematando con Valencia Cossio, les ha importado una higa la iniciativa. Señal de que no la quieren entender, porque damos por supuesta su limpieza de corazón y su patriotismo.
Y por eso la señora Zumpolle, con una tenacidad que asombra, con un valor que edifica, con una resolución que ilumina, se sigue arrastrando por los pasillos del Inpec y del Ministerio, esperando el próximo formulario, la próxima visita, el próximo requisito. Los ministros han hecho lo que hacen los ministros cuando no quieren hacer nada.
Y es dejarlo todo en las manos ineptas de los directores del Inpec.Oír a la señora Zumpolle hablar de sus experiencias con el general Morales es como recoger material para un nuevo Kafka. Solo que ahora el procesado no es un hombre, sino un pueblo, esta Colombia adolorida a la que se le niega el viático sagrado de la paz. Y Liduine sigue en pie de lucha, y con ella centenares de ex guerrilleros que han tenido el valor para decir que no cuenten con ellos en intercambios humanitarios, ni de ningún tipo.
Porque liberados sus corazones de las Farc, contritos y dispuestos a la expiación y abiertos a la dura prueba de la verdad, solo quieren hablar de una nueva vida, para ellos, sus familias y sus víctimas, a través de un proceso abierto y franco de reconciliación y de esperanza.Y uno se pregunta si nadie le abrirá camino a la iniciativa de Liduine Zumpolle. Porque la paz es también un campo minado. Por ahí no pasa nadie. Buscamos algún voluntario que pueda y quiera decirle al Presidente, que están llamando a su puerta con un problema tan grave como el de las 'pirámides'. Solo que mucho más promisorio y que todavía puede remediarse a tiempo.
Debate Nacional

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