domingo, 31 de agosto de 2008

De los titulares a los hechos

Por Jaime Restrepo Vásquez.

Son increíbles las argucias que utiliza la prensa colombiana para tratar de triturar al Presidente. La última, una de las más originales, es que Uribe distrae la atención en el momento más crítico de su gobierno.

¿Distraer? La estrategia de distracción consiste en tener el problema A y, sin enfrentarlo ni directa ni indirectamente, se suscitan otros problemas completamente diferentes de tal manera que se genere un ruido mediático capaz de dejar en el olvido el problema original.

No se entiende cómo es posible que Uribe, según la revista Cambio, esté distrayendo la atención de los problemas que ocasionaron el escándalo, justamente saliendo a enfrentarlos ante los medios de comunicación.

Según la revista propiedad de El Tiempo, el momento más crítico del gobierno Uribe se debe a las revelaciones sobre los posibles nexos entre el hermano del ministro del Interior con el narcotraficante y terrorista alias ‘Don Mario’ y también al ingreso de alias ‘Job’ con el abogado de ‘Don Berna’ a la Casa de Nariño. Esas dos situaciones son interpretadas como los detonantes de la mayor crisis del gobierno Uribe.

¿Y qué hizo el Presidente? No se escondió, ni guardó silencio frente a los problemas, ni mandó a otros a que le pusieran el pecho a la brisa: Uribe habló de la grave infiltración del narcotráfico en la fiscalía de Medellín, manifestó su vergüenza e insinuó que se sentía como un idiota útil que pedía capturas mientras quienes tenían que ejecutar las órdenes mantenían relaciones con los criminales. ¡Tremenda distracción!

Pocos días después, la revista Semana publicó un informe sobre el ingreso de un ex paramilitar y el abogado de alias ‘Don Berna’, hoy alojado en una incómoda celda norteamericana; a la Casa de Nariño. En una maniobra de distracción un gobierno se hubiese cerrado herméticamente para que nadie hablara y ningún medio tuviera acceso a la información y se habría visto la detonación de un escándalo que de verdad desviara la atención de los ciudadanos.

Pero no. Ante la aparición del informe Uribe convocó una rueda de prensa, atendió todas las preguntas de los periodistas sobre el escándalo, aclaró la posición del gobierno y no evadió ninguno de los cuestionamientos. ¿Eso es distraer la atención? Bueno, sí, según la manipulación del lenguaje a la que nos tienen acostumbrados los medios colombianos…

Es más: el escándalo consistía, además de recibir a un reconocido criminal como ‘Job’, en el motivo para las visitas: una información sobre actuaciones irregulares de la Corte Suprema de Justicia para buscar pruebas –léase comprar testigos- contra Uribe. Sin embargo el Presidente habló del asunto, con tono airado, y lo profundizó: lanzó señalamientos por las actuaciones de algunos miembros de la oposición, cuestionó el talante moral de los que cuestionan la moralidad del Presidente y enfrentó el entuerto sin rodeos.

Pero eso no basta para los medios colombianos. Por el contrario: parece que salir a poner la cara es una distracción –deben considerar a Uribe como una “belleza” de esas que paran el tráfico y distrae a los conductores que terminan estrellando sus vehículos-. Según los sesudos periodistas, Uribe distrae hablando del escándalo y quiere desviar la atención de un problema, centrándose en el… ¡Tremenda distracción!

Es que la misma revista Cambio entra en contradicción. Mientras el título de la información es “Uribe distrae la atención en el momento más crítico de su presidencia”, en el desarrollo se encuentra lo siguiente:“A las 12:30 p.m., el Presidente abrió la rueda de prensa y le puso el pecho a la situación.
Frentero como es, reconoció que, en efecto, funcionarios de Palacio se habían reunido no una sino tres veces con el abogado de 'Don Berna' y Antonio López, 'Job'… Luego hizo llamar al encargado de seguridad de Palacio para que mostrara que las visitas estaban registradas y pidió un computador con las imágenes de los visitantes.”

Definitivamente la intención es clara: los titulares, que no corresponden con el contenido de los artículos, buscan desprestigiar y generar en el público la sensación de una enorme crisis y de un gobierno acorralado que recurre a las distracciones, mientras que en el desarrollo, en la letra pequeña que la mayoría no lee, se encuentran las contradicciones y los desatinos de una prensa parcializada y rendida a los pies de la oposición.

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