viernes, 22 de agosto de 2008

¿Hacia dónde vamos Señor Alcalde?

Por Uriel Ortiz Soto (*)

Los Bogotanos se encuentran preocupados porque su administración además de cuestionada por ciertas deficiencias que se presentan en varios sectores, sociales, económicos y políticos; también ha creado un escenario propicio y peligroso por donde fácilmente se filtran los grupos subversivos y la delincuencia organizada; y es el poco entendimiento que Usted, Señor Alcalde, tiene con el Mindefensa, por los Consejos de Seguridad en la Ciudad Capital.
Simplemente pónganse de acuerdo, dejen los celos políticos a un lado, porque, al final quienes resultan llevando del bulto son los ciudadanos del común. En los casi ocho meses que Samuel Moreno Rojas lleva gobernando la ciudad, la calidad de vida ha desmejorado notablemente. La inseguridad cunde por doquier, los vendedores ambulantes han ocupado nuevamente el espacio público; el expendio de drogas en las calles, establecimientos educativos a toda hora, es el común denominador; el centro de la ciudad está invadido de gamines y toda clase de malandrines que pululan por las principales calles y avenidas.

Las administraciones locales carecen de Plan de Desarrollo, no tienen derrotero ni carta de navegación que los oriente para gobernar adecuadamente. Hace pocos meses se posesionaron, hasta ahora, ni fu, ni fa. Las Juntas Administradoras Locales, JAL, poco se hacen sentir, parece que no están en sintonía con las urgentes necesidades de sus sectores. Todo indica que no tienen engranaje con las agremiaciones y organizaciones cívicas de los Barrios que se comprometieron representar, que, piden a gritos ser atendidas en sus justas y urgentes peticiones, muchas de ellas relacionadas con problemas que afectan su diario convivir.

Son verdaderamente escalofriantes los hechos ocurridos en las últimas semanas, los atracos a mano armada son frecuentes, la quema de cuatro vehículos de servicio público en un solo día, no ha arrojado investigación positiva que señale los responsables, el sicariato es sorpresa en horas del día y de la noche, los amagos de terrorismo se están dejando sentir como los registrados en los Carrefur el fin de semana pasado. Según informes oficiales, existe en la Capital la friolera de: 1.319, bandas de delincuentes organizados, - empresarios del delito-, dispersas por toda la ciudad, sin que tengan sector vedado para delinquir. Pero, lo más grave de todo esto, es que, en cada una de estas pandillas militan menores de edad y estudiantes de diferentes colegios y universidades. ¿Qué se esconde detrás de todo esto, Señor Alcalde? ¿Será que la guerrilla y otros grupos que operan al margen de la Ley, ya se nos metieron al rancho y se están camuflando en organizaciones de delincuentes menores? Caminemos con pies de plomo, porque parece que las cosas no son nada color de rosas. De conformidad con el Artículo 315, Numeral 2, de la Constitución Política, la línea de mando en cuestiones de seguridad, empieza desde el Señor Alcalde como jefe supremo de Policía, quién para el caso que nos ocupa, imparte las instrucciones que debe cumplir el Señor Comandante General de la Policía de Bogotá, con sus adscritos a los diferentes comandos de cada localidad.

La situación que se vive en gran parte es producto del desempleo y la falta de oportunidades laborales en todos los estratos sociales. Vemos profesionales altamente calificados, cuando no desempleados, desempeñando oficios que no corresponden a su formación académica. Por eso es tan importante que en cada localidad se creen centros de orientación y capacitación laboral y profesional. Para esto nada mejor que aplicar políticas concertadas con los departamentos de Planeación, haciendo especial énfasis en la valoración del Recurso humano como factor de desarrollo.

Siempre he creído que la Capital de la República, con sus veinte localidades, es poseedora de un inmenso caudal de recurso humano convertible en procesos de desarrollo. Individualizando cada una de ellas, se pueden estructurar proyectos de generación de empleo, siempre y cuando aprendamos a manejar el derecho de pertenecía dentro de los mismos sectores. No olvidemos que Bogotá se ha convertido en la capital de desplazados y reinsertados, y que hay que tener planes de contingencia para estos casos, sin ejercer, el llamado paternalismo de Estado.

Considero que desde las Alcaldías Locales, se deben manejar bancos de proyectos y programas de mercadeo y comercialización de los productos allí elaborados. Para esto se requiere organizar las comunidades teniendo en cuenta sus factores de conocimiento, lo que equivaldría a elaborar un diagnóstico social, con el fin de darles el tratamiento adecuado. Lamentablemente en nuestro medio somos muy dados en aplicar diagnósticos sociales equivocados. Por eso, es muy común escuchar, que: a determinado proceso se le invirtieron miles y miles de millones de pesos, y a la larga resultó un rotundo fracaso. Sencilla y llanamente porque fue elaborado sin las proyecciones requeridas, es decir, sin atender la vocación comunitaria y los coeficientes sociales de desarrollo de las mismas.

El día que tengamos conciencia de que nuestra Capital, es diversa en todos sus aspectos, y que para cada caso en particular se requiere elaborar un diagnóstico social por localidad, podemos decir, que, hemos empezado a solucionar masivamente una serie de problemas que nos agobian: Inseguridad, desempleo, invasión del espacio público, salud, servicios básicos primarios, entre otros.

Para solucionar la ocupación del espacio público, se requiere descentralizar el problema de la Administración Central, y entregarlo a las Alcaldías Locales, para que sean ellas, las que adopten los correctivos correspondientes. La carnetización de los vendedores ambulantes y estacionarios es de carácter urgente. Cada localidad debe velar por los intereses de este gremio, siempre y cuando residan en el sector. Este programa hace parte de lo que es el proyecto: Bogotá Comunitaria y Empresarial, presentado en el Concejo Capitalino en los inicios de la Administración de Lucho Garzón. Es que las fuentes de desarrollo de nuestra ciudad Capital, empiezan desde las: familias, barrios y localidades, pero, resulta que, no lo hemos querido entender así, nuestros gobiernos empiezan a combatir el mal donde no está la simiente.

En reunión del Centro del Estudios Colombianos, CCE, que trató sobre la problemática de la Capital de la República, se propuso la designación de los Alcaldes Locales por Elección Popular. Considero que en las condiciones actuales en que se encuentra la Ciudad y de acuerdo a su crecimiento vertiginoso y desordenado, bien vale la pena que esta posibilidad vuelva al escenario del debate, se escuchen las opiniones de: ex – alcaldes, Concejales, Ediles, la Empresa Privada y en general representantes de todos los estamentos sociales económicos y políticos, con el fin de ahondar más sobre el tema y tomar decisiones futuras, previamente estudiadas y concertadas con las comunidades del Distrito Capital.

*Comunidad Desarrollo y Gestión
urielos@cable.net.co

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