jueves, 26 de febrero de 2009

CCP y el Eln

Eduardo Herrera Berbel*

El Colombiano, Medellín

Febrero 26 de 2009

 Los colombianos y colombianas por la paz (CCP), han anunciado una respuesta al ELN, cuya comunicación celebra el intercambio epistolar, propone buscar una salida política, vuelve al manido recuento de los diálogos pasados y no acepta la localización e identificación de sus miembros. Afirma también que el presidente Uribe sólo quiere desmovilizar y desarmar a la guerrilla para lograr una ventaja estratégica, propone una agenda social y política para negociar, y habla de una paz con justicia social.

El ELN no ha dicho algo nuevo. Acudió a la retórica revolucionaria tradicional, con poca flexibilidad y renovación en su planteamiento político, sin ofrecer a los CCP algo novedoso. El ELN actual es el mismo que expulsó a Francisco Galán, que se quedó en el laberinto del Acuerdo Base y en el mar de indecisiones de su dirigencia durante los fallidos diálogos exploratorios. Parece que su intención es lograr un intercambio epistolar, para participar de la fiesta mediática que a veces este diálogo produce, sin ocultar que añora el rol protagónico que tuvo.

Se cree que el ELN es una guerrilla derrotada, congelada, que no alcanzó las cotas de beligerancia armada, movilidad y control territorial que lograron las Farc y las AUC con el apoyo del narcotráfico. Puesto que el ELN se percibe como algo marginal en el espectro de la seguridad nacional, valdría la pena preguntar, ¿qué pretende en este momento?

Podría pensarse que intenta recuperar su protagonismo y la interlocución, salir del ostracismo político que lo está consumiendo, y superar la crisis interna que le causó la seguridad democrática, mientras hacía el recorrido completo en la cadena del narcotráfico, pactaba alianzas con bandas criminales y se negaba a renunciar al secuestro. Sin una carta de navegación renovada para presentarse ante los CCP, y en confrontación armada directa con las Farc, su única opción es sostener una presión armada limitada con una resistencia pasiva, como elemento estratégico de supervivencia.

Si los CCP abren otro canal dentro del intercambio epistolar que sostienen con las guerrillas, debe aclararse si el ELN pretende aprovechar los tiempos de las Farc para generar un espacio político y salir de su estado de inercia para no permanecer impávido y sin juego político frente a las elecciones de 2010. Porque a todas luces, la intención del ELN tiene un trasfondo político y estratégico evidente.

Los CCP no deben olvidar que con el ELN ya se recorrió un largo camino de diálogos infructuosos; que no media un intercambio humanitario, sino un Acuerdo Base consensuado que podría ser la partida de una nueva aproximación seria y de responsabilidad recíproca. La primera exigencia que deben hacer al ELN, es que renuncien al secuestro y liberen a todos los secuestrados. Una respuesta positiva de su parte, sería una demostración de voluntad política para la búsqueda de la paz.

Es clave entender el momento político militar, para no avanzar bajo el impulso de sesgos ideológicos interminables y de referentes revolucionarios frustrados. Los CCP no pueden caer en un escenario donde se conviertan en una trinchera antiuribista radical. En el momento, no hay condiciones para un intercambio humanitario, porque las voces y ruidos de la confrontación armada son latentes y muy frecuentes en el territorio nacional, y la intolerancia y la polarización campean en ciertos sectores de la sociedad. Se necesita mucha paciencia e ingentes esfuerzos para crear confianza entre las partes, con imparcialidad, prudencia y sin protagonismos. Por último, se deben rechazar los egos superlativos que han aflorado dentro de los CCP, como es el caso del señor Daniel Samper.

* Mayor General (r), Ejército Nacional

 

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