viernes, 27 de febrero de 2009

Primeros acercamientos

Editorial

El País, Cali

Febrero 27 de 2009

Además de admitir el progreso paulatino en el respeto por los derechos humanos en Colombia, el reconocimiento del Gobierno de los Estados Unidos puede ser interpretado como una posibilidad de mantener y profundizar la alianza que ha regido las relaciones bilaterales en los últimos años.

El informe anual del Departamento de Estado sobre los derechos humanos es una manera de analizar el comportamiento de los aliados de ese país, como requisito para definir las ayudas que reparte en el mundo para defender los temas en que está interesado su gobierno, como ocurre con Colombia. Pero también es una manera de fustigar a aquellos mandatos que, como en Cuba y Venezuela, han tomado caminos distintos y contrarios a los demarcados por la nación norteamericana.

Dentro de esas perspectivas debe mirarse el informe. Y, para efectos prácticos, a Colombia y a sus instituciones no les ha ido mal en la evaluación, si se tiene en cuenta que reconoce una actuación decidida en la persecución a los vínculos entre la política y el paramilitarismo, así como en la investigación y castigo a los llamados falsos positivos, crímenes cometidos por miembros de la Fuerza Pública. Como reconoce también una disminución del 14% en los secuestros y del 6% en los homicidios. E identifica los efectos positivos de la Ley de Justicia y Paz, al permitir que se aclaren miles de delitos y se desactive el ejército de las autodefensas.

En esas condiciones, y según los especialistas, parece abrirse el camino para mantener la ayuda de Estados Unidos a la lucha antinarcóticos. De hecho, la reunión en Washington del Ministro de Defensa de nuestro país con el Consejero de Seguridad Nacional del presidente Obama y la cordialidad en la cita de nuestro Canciller con la Secretaria de Estado indican que el tono de cordialidad imperará en la relación. Así parece evidenciarlo también el anuncio del Ministro sobre la decisión del Congreso estadounidense de mantener el aporte al Plan Colombia para el presente año en los mismos niveles del 2008.

Otro de los indicadores importantes para las relaciones es la protección a los sindicalistas, un punto crucial en la política interna de los Estados Unidos, como quiera que fue definitiva para lograr el apoyo de las poderosas uniones de trabajadores a la campaña y la posterior elección del presidente Barack Obama. Desde el principio fue claro que el tema apareció en primer plano con la intención de detener el Tratado de Libre Comercio, TLC, objetivo hasta ahora alcanzado. Y que no parece tener un futuro próximo que se pueda calificar de positivo, en la medida en que la crisis de la economía norteamericana se agudiza y crecen los afanes proteccionistas.

En esas condiciones, mientras se espera que fluyan los recursos para el combate a las drogas ilícitas, a pesar de que hayan crecido las áreas de cultivos ilícitos, sería ilusorio aguardar la aprobación del Congreso de los Estados Unidos al TLC con Colombia. Así, y más allá de la amabilidad protocolaria, sobre esos parámetros arranca la relación de nuestro país con el nuevo Gobierno de la nación que, hasta ahora, ha sido su gran aliada.

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