viernes, 6 de febrero de 2009

Paz y "acuerdo humanitario"

 

Jaime Jaramillo Panesso

 

Por fin las Farc han hecho una demostración, palpable y evidente, de que no es necesario el “acuerdo humanitario” para liberar a los secuestrados que tiene en sus campos de concentración, en peores condiciones que aplicaron los nazis alemanes, en épocas de Hitler. Las recientes entregas unilaterales, condicionadas a que fuera autorizada para gestionarlas la senadora Piedad Córdoba, muestran de plano que los secuestrados son útiles para darle publicidad protagónica a personas y periodistas que han perdido credibilidad y respeto, no solo por su actitud, sino por antiguos nexos ideológicos con la ultraizquierda armada. Los secuestrados son moneda o mercancía para un canje  o trueque con personas particulares, no con el Estado.

La metodología nace de las Farc. Preparan el escenario mediante un intercambio de cartas públicas, que se cocinan de antemano, para terminar organizando un grupo teatral donde se mezclan personalidades de la progresía social-testi-culona, con las más pura sangre de la mamertería nacional. Resultado dizque “Colombianos por la Paz”. Ninguno de ellos marchó el año pasado contra el secuestro y la guerrilla. Después viene la oferta de poner en libertad siete secuestrados, cuando por otro lado han desertado guerrilleros llevando a los plagiados que mantenían en cautiverio, en un número igual a los entregados a tan alto precio propagandístico y político como el caso en comento.

Objetivos primarios de las Farc con la entrega de secuestrados son los siguientes, mediante efectos subliminales: opacar la operación Jaque que desmoralizó a su tropa y seguidores, promocionar a Piedad Córdoba en contra de Ingrid Betancur quien le tomó ventaja internacional, recuperar presencia política en momentos donde Chávez se juega la continuidad en el poder para afianzar ambas partes el proyecto bolivariano. Por eso no debería extrañarnos que de manera simultánea Córdoba y Chávez (las damas primero) hayan cambiado, de manera radical, el lenguaje y la conducta pública en relación con Uribe. Abandonaron los insultos, dejaron de ser boquisucios, relajaron su antinorteamericanismo visceral. Los dos al mismo tiempo. Le aprendieron a Uribe en el campo diplomático.

¿Pretenden las Farc enviar un mensaje de paz y abrir la compuertas a un diálogo pertinente? No se puede bajar la guardia ni suspender las operaciones militares. Para las Farc es un momento fugaz, pero positivo, de aceptar la propuesta del gobierno de sentarse a negociar un proceso que culmine en su integración a la vida democrática sin humillaciones ni derrota. Pero su mezquindad tradicional no pasará  más allá de fraguar un alivio al cerco que los ahoga. Ni siquiera una tregua unilateral. Ni siquiera tendrán efecto las palabras de Alan Jara que muestran el despiste de estar secuestrado casi ocho años por esos “caballeros del Santo Sepulcro” que comandan las Farc.

Pero en términos optimistas y utópicos, el Comandante Alfonso Cano tiene en sus manos una oportunidad agónica de decirle si a la paz, no a la guerra y al secuestro. Dígale también no a la ilusión chavista de que podrán alcanzar el poder en Colombia con su respaldo. La patria agradecida le dará cobijo y cuchara fraterna, si así ocurriere. Pero son sueños pendejos. Con ustedes poco es nada. Y el que poco nada, tampoco llega a la playa.

Febrero 6 de 2009

 

 

No hay comentarios: