lunes, 16 de febrero de 2009

Sin la paz

Por Darío Ruiz Gómez

El Mundo, Medellín

Febrero 16 de 2009

 

Al grupo de intelectuales que una vez producida la matanza de los diputados del Valle se les ocurrió convocar a la firma de un manifiesto condenando la “horrible matanza que había hecho el ejército”, hoy, después de las declaraciones de Sigifredo López detallando la manera brutal como las Farc los asesinó con premeditada alevosía, ¿qué camino van a tomar estos intelectuales? Yo entiendo que quienes se dedican al periodismo vivan permanentemente ocupados sin contar con el tiempo necesario para reflexionar sobre los que está pasando y sobre todo para hacer algo que para el columnista, el cronista, es fundamental, tener memoria de los hechos, de los protagonistas de éstos, ya que sin esta es imposible atar cabos, descubrir la manera como se manipula una noticia para olvidar a los verdaderos responsables y disimular la dimensión del atropello.

Esta semana las Farc hicieron una masacre al asesinar a 18 indígenas en el departamento de Nariño, incluyendo además los atentados en Cali, el asesinato de varios policías. Aquí tenemos que recordar que cada vez que las Farc anuncian el comienzo de un posible diálogo para establecer un intercambio humanitario, lo primero que hacían para “mostrar poder militar” era arrasar pueblos enteros, asesinar a civiles y soldados y secuestrar enloquecidamente. Jamás escribió “Voz Proletaria” una condena de esta práctica criminal, ni los intelectuales del partido Comunista tampoco condenaron esta violencia sórdida contra inocentes campesinos. 

¿Cuánto tiempo ha debido pasar para que el ELN reconociera su autoría en la masacre de Machuca? Ninguno de los duros dirigentes del ELN ha pedido perdón a las familias víctimas de esta masacre. O sea que no se ha cumplido la premisa sin la cual es imposible pensar en iniciar con ellos un proceso hacia la paz. Quizás uno de los acontecimientos más importantes en el siglo XX fue el perdón que directamente hizo a judíos y musulmanes, Juan Pablo II a nombre de la Iglesia Católica. 

Imaginar al homo politicus es devolvernos a la visión de un ser mediatizado por la actividad política, desgajado de todo escrúpulo moral a nombre de conceptos abstractos. La idea de que el fin justifica los medios ha conducido a la barbarie no solo bajo el concepto de la revolución marxista sino también en un capitalismo ciego como el que condujo a la actual crisis económica mundial. La crisis de la política es la crisis del político concebido como un ser cegado por sus estrechos intereses. 

La nueva perspectiva que se ha abierto en el mundo nos permite juzgar por igual metodologías y procedimientos que fueron confundidos con la ley y la justicia cuando no eran más que simulacros de éstas.

El diálogo sobre la paz empezaría por la condena abierta de la violencia como supuesto argumento político. Nadie puede escribir poemas sobre algo abstracto donde lo humano es solo un pretexto y no el punto de partida para la construcción de un nuevo humanismo. No podemos avanzar hacia ese objetivo colocándonos unas viseras que nos impiden ver lo que está sucediendo a los lados.

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