viernes, 27 de febrero de 2009

Giro en Washington

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Febrero 27 de 2009

Un favorable cambio de vientos parece tener lugar en las altas cumbres del poder en Washington con respecto a Colombia. Después de los cuestionamientos al Tratado de Libre Comercio, al tema de los derechos humanos y al asesinato de sindicalistas, que hicieron el año pasado Barack Obama y Hillary Clinton, cuando luchaban por la candidatura demócrata, la visita a la capital estadounidense del canciller Jaime Bermúdez y del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, presenta unos resultados que muestran que el clima hacia el gobierno de Álvaro Uribe ha mejorado.

Tras reunirse con el ministro Bermúdez, la secretaria de Estado Clinton declaró el miércoles que está "muy orgullosa de trabajar" con el país, y sugirió que ahora sí acompañaría la aprobación del TLC. Al mismo tiempo, su despacho reveló un informe sobre la situación de derechos humanos, que registra un avance en el caso colombiano, sobre todo en lo que tiene que ver con la Fuerza Pública, y sostiene que, aparte de la reducción de homicidios y secuestros, la controvertida Ley de Justicia y Paz ha ayudado a resolver más de 20.000 crímenes. El martes, el secretario de Defensa, Robert Gates, le había asegurado a su colega, el ministro Santos, que, a pesar de la estrechez presupuestal derivada de la crisis, no habrá recortes en el Plan Colombia para el 2009.

La ronda de entrevistas de los dos ministros en el Congreso también fue de alto nivel. Hablaron, entre otros, con el demócrata John Kerry, poderosa cabeza de la comisión de relaciones exteriores del Senado. Aunque no hubo declaraciones definitivas, es evidente que el cambio de actitud de la administración se va a reflejar en una postura más receptiva hacia el país en el Capitolio.

¿A qué se puede deber este giro? Primero, es bueno tener en cuenta que una cosa son las declaraciones en tiempos de campaña y otras las políticas a la hora de gobernar, cuando prima el realismo. En el escenario latinoamericano, los demócratas saben, tal y como lo sabían los republicanos en su momento, que Colombia es un aliado firme desde hace mucho tiempo. A confirmar esa evidencia puede haber ayudado un hecho colateral: la victoria de Hugo Chávez en el pasado referendo, que le abre las puertas para reelegirse indefinidamente y cuyos lazos diplomáticos con Washington siguen rotos. También está el endurecimiento de Rafael Correa, que ha expulsado a dos funcionarios de la embajada estadounidense en Ecuador.

En el marco de la nueva actitud, vale la pena destacar que el Departamento de Estado haya mencionado el documento sobre la lucha antidrogas, redactado por el grupo encabezado por César Gaviria y Fernando Henrique Cardoso. Dicho informe llamó a una reflexión sobre los resultados reales de esta guerra, y aunque el gobierno norteamericano no dice que apoya sus conclusiones, el hecho de que lo esté analizando es de por sí una muestra de apertura.

Las señales positivas no disimulan, sin embargo, que Colombia necesita seguir haciendo bien la tarea. Después de las torpezas de la campaña pasada, cuando el Gobierno se la jugó toda a los republicanos, el país tiene que pensar muy bien sus cartas, incluyendo el apoyo que da a la lucha contra las drogas en Afganistán. También hay que seguir la política de ampliar el compás de la diplomacia en Europa, Asia y América Latina. Y en lo que tiene que ver con Estados Unidos, falta ver si líderes tan importantes como la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, hasta ahora férrea opositora del TLC con Colombia, se une al giro washingtoniano. Pero, aun antes de saberlo, es posible decir que las acciones del tratado, que andaban de capa caída, han vuelto a subir algo y que, en general, todo indica que las buenas relaciones entre los dos gobiernos no se van a deteriorar por la llegada al poder de Barack Obama.

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