lunes, 23 de febrero de 2009

¿Quién le teme a Rodrigo Rivera?

Por Mauricio Vargas

El Tiempo, Bogotá

Febrero 23 de 2009

 

Soy más bien pesimista con respecto a que la ola de consultas internas anunciadas por los distintos partidos políticos llegue al fin a darse. En la medida en que esas consultas dependen de alcanzar acuerdos que hoy no existen, y teniendo en cuenta que, en política, de cada diez acuerdos, nueve fracasan, creo que vamos a tener si acaso una o dos consultas. En el uribismo, me parece casi imposible que se dé ese mecanismo para resolver el entuerto de cómo escoger candidato. Sobre todo porque tendría que haber consultas internas en 'la U' y en el conservatismo -en Cambio Radical no parece que haga falta- y luego una entre las distintas fuerzas que, por cierto, requiere una reforma de la legislación de partidos. Es una procesión con demasiados pasos como para que llegue a concluir con éxito.

La más segura consulta es la del Partido Liberal. Allí las reglas están dadas y hay un jefe único que manda, el ex presidente César Gaviria, quien en buena hora se vacunó contra la tentación de aspirar a la reelección. Pero la gran paradoja es que esta consulta podría conducir a las toldas rojas, que llevan seis años en la oposición, a escoger a un candidato uribista. En efecto, Rodrigo Rivera es un aspirante fuerte, que en la consulta del 2006, que ganó Horacio Serpa, obtuvo medio millón de votos, casi empatado con Rafael Pardo. Ha tenido el acierto de no matricularse como opositor de Uribe, ni en la campaña del 2006 ni ahora. Esta vez, además, se ha reunido con el Presidente y promueve, dentro de su partido, un apoyo a la continuidad de la política de seguridad democrática, que ya respalda una veintena de congresistas.

Algunos sostienen que esa cercanía con Uribe lo inhabilita como liberal. Pero decir que no se puede ser liberal y uribista resulta muy discutible. Para empezar, porque Uribe mismo fue un disciplinado liberal durante décadas. Segundo, porque entre quienes en las encuestas se definen como liberales, más de la mitad respalda la gestión de Uribe. Y tercero, porque las credenciales de Rivera como liberal son indiscutibles: formado en el galanismo, fue presidente liberal de la Cámara en 1995 y 1996, senador a nombre del partido en el 2002 y presidente de la Dirección Liberal. Y, como liberal, participó en la consulta interna del 2006. Después de semejante carrera, ahora no pueden decirle que se vaya con su música a otra parte, en especial porque el Liberalismo siempre ha sido un partido de puertas abiertas y pensar libre. Por eso se llama liberal. Como buen liberal, Rivera ha sabido ser rebelde: como presidente de la Cámara, votó a favor de enjuiciar a Ernesto Samper.

¿Por qué le temen los liberales a Rivera? Porque si se da una consulta en el Liberalismo, y en esa misma fecha, como es muy probable, no hay consultas en el uribismo, o solo hay una consulta conservadora y una del Polo que deje libres a los votantes de Cambio Radical y de 'la U', muchos de ellos, que son de origen liberal pero uribistas, van a salir a votar por Rivera. Para ellos será muy fácil respaldarlo, pues se identifican con él, que también es liberal y uribista.

Todo eso puede llevarlo a quedarse con la candidatura oficial del Liberalismo. Sobre todo porque los liberales antiuribistas se dividirán entre Rafael Pardo, Alfonso Gómez, Cecilia López y los demás. Pardo, quien por su experiencia, sus conocimientos, su equilibrio ideológico, su decencia política, es sin duda el mejor de todos y el más preparado, podría derrotarlo como en el 2006, si la cosa fuera solo entre ellos dos. Pero con los demás ahí metidos, es muy difícil. Rivera se quedaría con el monopolio de los votos liberales-uribistas y, quién sabe, en una de esas, podría convertirse en el gallo que Uribe dice andar buscando para no meterse en la locura de aspirar a un tercer mandato.

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