jueves, 19 de febrero de 2009

Más seguridad para sindicalistas

Por Libardo Botero*

El Tiempo, Bogotá

Febrero 19 de 2009

Al iniciarse negociaciones comerciales con la Unión Europa y reactivarse las diligencias del TLC con Estados Unidos, críticos inveterados, como Claudia López, enfilan baterías con sus invectivas y despropósitos.

Para algunos, Colombia es el país más peligroso del mundo para el sindicalismo. Falso. De tener la tasa de homicidios más alta del Continente hace 7 años, 70 por 100.000 habitantes, pasamos a 33 por 100.000 en el 2008, el mejor resultado en los últimos 30 años, que nos coloca de sextos.

Se afirma que se ha asesinado a más de 2.600 sindicalistas desde 1986. López asevera que una "tercera parte de esas violaciones, incluyendo 482 homicidios, han ocurrido en los seis años de gobierno del presidente Uribe", mas no es así. Según la Escuela Nacional Sindical (ENS), el número de sindicalistas asesinados fue de 237 en 1995, 275 en 1996, 182 en 1997, 101 en 1998, 80 en 1999, 137 en el 2000, 197 en el 2001 y 186 en el 2002. A partir de allí hay un descenso drástico y sostenido (cifras del Ministerio de la Protección): 101 en el 2003, 89 en el 2004, 40 en el 2005, 60 en el 2006, 26 en el 2007, 38 en el 2008. Durante los dos gobiernos de Uribe, los crímenes ascienden a menos de la sexta parte, no a la tercera.

Claudia López establece que "en Colombia ha existido una práctica gubernamental y empresarial obstructiva, e incluso violenta, contra el sindicalismo". Gravísima acusación, sin fundamento. Desde el asesinato de José Raquel Mercado por el M-19, han sido guerrillas y paramilitares los autores principales de la ordalía. Un caso sintomático, ocultado deliberadamente: la tercera parte de esos asesinatos (844) lo son de Sintrainagro, sindicato bananero, y sus autores principales, las Farc.

Dice López: "Ser dirigente sindical en Colombia (...) incrementa sustancialmente el riesgo de ser asesinado". Falso. La tasa de homicidios más baja del país por sectores sociales es la de los sindicalistas: apenas 6 por 100.000 (Alfredo Rangel la sitúa en 4 por 100.000), frente al promedio nacional de 33 por 100.000, o a la de policías, de 86 por 100.000. No es cierto que los "líderes sindicales" tengan una tasa de homicidios de 48 por 100.000; nuestros cálculos la colocan un poco por debajo del promedio nacional. No menciona la articulista que los líderes sindicales son el sector más protegido por el Estado. De unas 10.000 personas que gozan de esquemas de seguridad, casi 2.000 son sindicalistas, y el 30 por ciento del presupuesto de ese rubro se destina a ellos. En los últimos 7 años, ni un solo dirigente sindical protegido ha sido asesinado.

Se machaca que más del 95 por ciento de los crímenes sigue sin esclarecer. Pero el Gobierno viene impulsando la investigación de estos crímenes y aportando recursos: 126 personas destinadas a esta labor, entre ellas 19 fiscales. Mientras entre 1986 y el 2002 se cometieron cerca del 85 por ciento de los asesinatos registrados y solo se produjeron 7 sentencias condenatorias, durante los dos gobiernos de Uribe se han producido 166 sentencias en 126 casos, hay 233 personas condenadas y 159 privadas de la libertad.

López se refiere al tema de la "desregulación", como en el abuso cierto y repudiable de algunas cooperativas de trabajo asociado. Pero yerra cuando afirma que "la legislación laboral se modificó" para ello. Al contrario. El año pasado, el Congreso, a instancias del Ejecutivo, prohibió ese tipo de intermediación y el pago de salarios por debajo del mínimo, a la vez que las obligó a afiliar a los trabajadores a la seguridad social.

Los derechos laborales se han fortalecido en los últimos años con normas a tono con la OIT, como la que reforma el derecho de huelga, al trasladar a los jueces su ilegalización. Y con respecto a los derechos laborales en el TLC, están plenamente contemplados. De tal manera que, desde el 2006, la OIT nos sacó de su "lista negra", en la que estuvimos por años. ¿Quién se equivoca: la OIT o la señora López?

*Economista, compilador de la serie 'Las ideas de Uribe', del Centro de Pensamiento Primero Colombia

Tomado de: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/otroscolumnistas/mas-seguridad-para-sindicalistas_4824392-1

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Hay más seguridad para sindicalistas 

Libardo Botero Campuzano * 
El Mundo, Medellín

Febrero 21 de 2009

Ahora que se inician negociaciones comerciales con la Unión Europea y se reactivan las diligencias del TLC con EU, los críticos inveterados enfilan baterías con sus invectivas y despropósitos. Para la muestra, el artículo de Claudia López en El Tiempo (febrero 10). La siguiente es una respuesta apretada a sus apreciaciones.

Violencia contra sindicalistas. Para algunos, Colombia es el país más peligroso del mundo para el sindicalismo. Falso. De tener la tasa de homicidios más alta del Continente hace 7 años, 70 por 100 mil habitantes, pasamos a 33 por cien mil en 2008, el mejor resultado en los últimos 30 años, que nos coloca de sextos. Con base en datos de la Escuela Nacional Sindical (ENS), se afirma que se han asesinado a más de 2.600 sindicalistas desde 1986. López asevera que una “tercera parte de esas violaciones, incluyendo 482 homicidios, han ocurrido en los seis años de gobierno del presidente Uribe”, mas no es así. Según la ENS, el número de sindicalistas asesinados fue de 237 en 1995, 275 en 1996, 182 en 1997, 101 en 1998, 80 en 1999, 137 en 2000, 197 en 2001 y 186 en 2002. A partir de allí hay un descenso drástico y sostenido (las cifras son del Ministerio de Protección): 101 en 2003, 89 en 2004, 40 en 2005, 60 en 2006, 26 en 2007, 38 en 2008. Así, durante los dos gobiernos de Uribe los crímenes ascienden a menos de la sexta parte, no a la tercera. 

Los autores de los crímenes. Claudia López establece que “en Colombia ha existido una práctica gubernamental y empresarial obstructiva, e incluso violenta, contra el sindicalismo”. Gravísima acusación, sin fundamento. Desde el asesinato de José Raquel Mercado, por el M-19, han sido guerrillas y paramilitares los autores principales de la ordalía. Un caso sintomático, ocultado deliberadamente: la tercera parte de esos asesinatos (844) lo son de Sintrainagro, sindicato bananero, y sus autores principales las FARC. Y se ha alimentado gran confusión, pues un grueso número de sindicalistas asesinados no lo son por su actividad sindical. 

El riesgo de ser sindicalista. Dice López: “ser dirigente sindical en Colombia (…) incrementa sustancialmente el riesgo de ser asesinado”. Falso. Como ella lo reconoce, la tasa de homicidios más baja del país por sectores sociales es la de los sindicalistas: apenas 6 por cien mil (Alfredo Rangel la sitúa en 4 por cien mil), frente al promedio nacional de 33 por cien mil, o a la de policías que asciende a 86 por cien mil. Tampoco es cierto que los “líderes sindicales” tengan una tasa de homicidios de 48 por cien mil; nuestros cálculos la colocan un poco por debajo del promedio nacional. No menciona la articulista que los líderes sindicales son el sector más protegido por el Estado. De unas 10.000 personas que gozan de esquemas de seguridad, casi 2.000 son sindicalistas, y el 30% del presupuesto de ese rubro se destina a ellos. En los últimos 7 años ni un solo dirigente sindical protegido ha sido asesinado. 

Impunidad. Se machaca que más del 95% de los crímenes sigue sin esclarecer. Pero el gobierno viene impulsando la investigación de estos y aportando recursos: 126 personas destinadas a esta labor, entre ellas 19 fiscales. Y ya hay resultados: mientras entre 1986 y 2002 se cometió cerca del 85% de los asesinatos registrados y sólo se produjeron 7 sentencias condenatorias; durante los dos gobiernos de Uribe se han producido 166 sentencias en 126 casos, con 233 personas condenadas y 159 privadas de la libertad. 

Derecho de asociación. Atribuye la señora López el descenso de la tasa de afiliación sindical y de contratación colectiva, a intransigencia gubernamental y empresarial. Pero los gobiernos y empresarios de ahora no son mejores o peores que los de la época en que creció el sindicalismo; y el debilitamiento de este es universal, aunque no poca responsabilidad le cabe a su liderazgo sindical anquilosado e intransigente. 

Contratación laboral. Claudia López se refiere al tema de la “desregulación”, patentizada en el abuso cierto y repudiable de algunas Cooperativas de Trabajo Asociado. Pero yerra cuando afirma que “la legislación laboral se modificó” para ello. Todo lo contrario. El año pasado el Congreso, a instancias del Ejecutivo, prohibió ese tipo de intermediación y el pago de salarios por debajo del mínimo, a la vez que las obliga a afiliar a los trabajadores a la seguridad social. 

Finalmente, menciónese que los derechos laborales se han fortalecido en los últimos años con normas que prohíben las peores formas de trabajo infantil; reglamentan el contrato sindical; evitan que las empresas de temporales sustituyan trabajo permanente; permiten hacer juicios laborales expeditos; y reforman el derecho de huelga, trasladando a los jueces su ilegalización, todo a tono con la OIT. Y con respeto a los derechos laborales en el TLC, están plenamente contemplados. De tal manera que desde el 2006 la OIT nos sacó de su “lista negra”, en la que estuvimos por años. ¿Quién se equivoca, la OIT o la señora López? 


* El autor es doctor en Economía, ex profesor de las universidades Javeriana, Nacional y U de A, y es el compilador de la serie ‘Las ideas de Uribe’, del Centro de Pensamiento Primero Colombia.








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