viernes, 27 de noviembre de 2009

¿Sin dolientes?

Editorial

El País, Cali

Noviembre 27 de 2009


Con la exigua asistencia del presidente Lula da Silva del Brasil y dos de los ocho mandatarios invitados, ayer se realizó en Manaos la Cumbre sobre el Amazonas, de donde debería salir una posición conjunta para presentarse en la reunión de Copenhague sobre el medio ambiente. Infortunadamente, esa precaria respuesta parece demostrar el grado de compromiso de los gobiernos que tienen jurisdicción sobre el que es considerado el pulmón del mundo.

Mientras el presidente Álvaro Uribe, de Colombia, argumentó sus dolencias físicas para incumplir la cita, los mandatarios de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú y Surinam hablaron de “problemas de agenda” como pretexto para su inasistencia. Por supuesto, era de suponer que la imprudente declaración del anfitrión sobre su propósito de sentar a los presidentes Chávez y Uribe para que hablaran de sus problemas, llevaría a su ausencia. Nadie esperaría que un encuentro ecológico terminara en una desagradable confrontación o que los dos mandatarios aceptaran discutir en ese inapropiado escenario los problemas por los que atraviesa la relación colombo-venezolana.

Con esa salvedad, el mundo sí se pregunta a qué están jugando los países con vecindad a la selva amazónica, la responsable de generar la mayor cantidad de oxígeno en el planeta. Sobre todo cuando la deforestación es la peor de sus enemigas y la humanidad reclama con angustia decisiones para detener el cambio climático, generado en gran parte por la contaminación atmosférica. Y ya sea por motivos que van desde la minería y el afán de lucrarse con la madera que se produce en la región, hasta los ansias feudales de algunos propietarios o los desplazamientos generados por la pobreza, lo cierto es que en nada ayuda que se exijan medidas al resto del mundo, mientras se amenaza al Amazonas.

Pues bien, y así se emita una declaración que será firmada por los delegatarios de los ausentes, la cumbre citada por el Presidente del Brasil fracasó, impidiendo que se adopte una posición coherente para proteger el bosque húmedo más importante sobre la tierra. No fue posible entonces llevar una política concertada a la próxima conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, que se celebrará el próximo diciembre en la capital de Dinamarca. Ni siquiera la idea expuesta por Lula, que pretende recibir recursos económicos para los países amazónicos que se comprometan a preservar ese patrimonio de la humanidad fue argumento convincente para cambiar las ‘agendas’ de los mandatarios.

América del Sur tiene en el Amazonas uno de los patrimonios más importantes para la preservación del agua y el oxígeno de sus habitantes, además de una gran responsabilidad con el resto de la población mundial en el mantenimiento del equilibrio ecológico. Por eso, cuando ocurren estas ausencias, la gente tiene derecho a preguntar la razón para que el cuidado del medio ambiente, y en concreto de la Amazonia, siga siendo un asunto de tercera categoría para muchos gobernantes, en tanto se reclama al resto del planeta por lo poco que hace para evitar la debacle que se insinúa con el calentamiento global.

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